Durante los 17 años desde que lazó la “guerra global contra el terrorismo”, un pretexto para guerras de agresión que pretenden reforzar el control del imperialismo estadounidense sobre la región rica en petróleo y estratégica de Oriente Próximo, Washington ha perpetrado incontables atrocidades.
Países enteros, como Irak, Libia y Siria, han sido devastados, ciudades enteras, incluidas Mosul y Raqqa, hechas escombros. Se cuentan en millones las víctimas entre muertos y mutilados y en decenas de millones los desplazados de sus hogares.
Aún así, ciertos actos de brutalidad y repudio hacia la vida humana sobresalen y encarnan la criminalidad de todo esto. Tal fue el bombardeo llevado a cabo el jueves en Yemen por parte de un avión de guerra saudita provisto por EUA, con misiles hechos en EUA, guiado hacia su blanco por agentes de inteligencia y reabastecido a medio vuelo por una aeronave estadounidense con tanques de combustible.
El objetivo seleccionado era un mercado congestionado en el centro de la ciudad de Dahian en la provincia de Sa'ada al norte del país.
Varios testigos reportaron que los aviones militares habían estado sobrevolando la ciudad por más de una hora, indicando que quienes ordenaron el ataque tenían una idea clara de a qué le estarían dando. Los locales dijeron haber seguido sus quehaceres creyendo que un mercado repleto de personas no iba a ser atacado.
El avión de guerra saudita le asestó un impacto directo a un bus lleno de estudiantes de escuela que cruzaba el mercado entre su campamento de verano y una mezquita para la celebración anual que marca el fin de las vacaciones de verano.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) reportó que su hospital había recibido los cuerpos sin vida de 29 niños sacados de los restos humeantes del autobús. La mayoría de estos niños tenían menos de 10 años y algunos tenían 8 años.
Según la oficina médica de Sa’ada, los ataques aéreos mataron a 47 personas, incluyendo a transeúntes cerca del autobús. Al menos 77 quedaron fueron heridos, algunos seriamente, haciendo probable que la cifra de muertos aumente.
Hassan Muwlef, director ejecutivo de la oficina de la Media Luna Roja en Sa’ada, arribó a la escena una hora después del ataque el jueves por la mañana. Así describió lo que le esperaba: “Había partes de cuerpos esparcidos por toda el área, y gemidos y llanto en todas partes. El bus escolar estaba completamente quemado y destruido”. Añadió que muchos de los cuerpos de los niños estaban quemados al punto de ser irreconocibles, mientras que los heridos estaban cubiertos por metralla de las bombas.
Otro testigo reportó que “Algunas partes de sus cuerpos se dispersaron hasta 100 metros del autobús”.
Inevitablemente, este salvaje crimen contra niños inocentes será en gran medida ignorado por la prensa corporativa estadounidense, una veterana cómplice de venderle al público y justificar las guerras estadounidenses y sus “daños colaterales”. En lo que se refiere al Gobierno estadounidense y a sus aliados regionales, no solo están defendiendo el bombardeo, sino que están culpando a las víctimas por la carnicería.
Desde que la monarquía saudita y sus aliados iniciaron su guerra contra Yemen en el 2015, han dejado caer bombas sobre escuelas, hospitales, zonas residenciales, plantas eléctricas, instalaciones de agua potable y tratamiento de aguas y otra infraestructura vital, asesinando así a la mayor parte de los 16.000 yemeníes que han muerto por violencia militar. Ningún misil lanzado por Yemen en estos tres años ha infligido algún daño significativo contra Arabia Saudita.
Pese a la amplia evidencia que lo expone como un farsante, el vocero del ejército saudita, el coronel Turki al-Malki, emitió una declaración afirmando que el ataque del jueves contra Sa’ada fue “una operación militar legítima… y llevada a cabo en conformidad con el derecho humanitario internacional”.
Sin duda se siente lo suficientemente confiado para decir eso sabiendo que el “derecho humanitario internacional” no les preocupa a Washington ni sus aliados, con criminales de guerra ocupando sucesivos Gobiernos demócratas y republicanos en la Casa Blanca.
El día previo a la masacre en Sa’ada, el general del ejército y jefe del Comando Central estadounidense, Joseph Votel, aseguró en una rueda de prensa que las fuerzas saudíes y de aliados respaldadas por EUA están “realizando sus operaciones de una manera que no está exacerbando la horrible situación humanitario que ha tenido lugar en Yemen”.
¿A quién cree que está engañando el general? La campaña de bombardeos saudíes y el embargo naval apoyado por EUA han empujado a millones de habitantes del ya desesperadamente empobrecido país al borde de la inanición. Solo el año pasado, alrededor de 50.000 niños yemeníes se murieron de hambre. La deliberada destrucción de la infraestructura yemení, incluidas las de salud, han sido responsable de una epidemia de cólera que ha contagiado a más de un millón de personas, siendo la mayoría niños, y se ha cobrado más de 2.300 vidas.
Votel procedió a culpar a los hutíes, citando su “colocación de obstáculos y otras cosas en la ciudad de Hodeida que realmente están ralentizando el paso de ayuda humanitaria desesperadamente necesitada por la población”.
Dichos “obstáculos” consisten en la resistencia de los hutíes y la población de la ciudad porteña de Hodeida al brutal asalto librado por las fuerzas de los Emiratos Árabes Unidos con el respaldo de la fuerza aérea saudita y el empleo de reclutas de Al Qaeda como tropas de choque. El jueves pasado, una serie de ataques contra un hospital y un mercado pesquero mataron a al menos 55 civiles e hirieron a 170 más, según el CICR.
Las Naciones Unidas ha advertido que hasta 250.000 personas podrían morir como resultado del asedio respaldado por EUA en Hodeida, la ciudad más concentrada del país. Además, indica que, si la operación bloqueara la entrada de comida y medicamentos para la población yemení, la cifra mortal podría alcanzar los millones.
En la misma conferencia de prensa en el Pentágono, Votel sugirió que la resistencia de los hutíes y el grueso de la población yemení contra los intentos de Arabia Saudita para reinstalar el régimen títere del presidente Abd Rabuh Mansur Hadi está siendo dirigida por el mayor general Qasem Soleimani, el líder de la Fuerza Quds de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica.
Cuando un reportero cuestionó si Soleimani había sido visto del todo en Yemen, Votel respondió, “Bueno, creo que lo que estoy insinuando es que la Fuerza Quds en sí es el actor principal que está orquestando todo esto… Él carga con la responsabilidad de esto”.
Lo que el general estadounidense está insinuando es algo que no tiene sentido alguno, y él lo sabe.
No se ha presentado del todo evidencia de una presencia iraní en Yemen ni de cualquier apoyo militar significativo por parte de Teherán para los hutíes. Sin embargo, Washington y Arabia Saudita perciben que, al no controlar férreamente Yemen por medio de un régimen títere, está en riesgo su dominio sobre la región.
Las mentiras del general reflejan más los motivos detrás de la intervención criminal de Washington en Yemen que la situación real dentro del país. El imperialismo estadounidense está masacrando y asesinando de hambre a los yemeníes como parte de sus preparativos para una guerra nueva y mucho más peligrosa contra Irán.
La inminencia de tal guerra, la cual se ha vuelto cada vez más probable debido a las sanciones antiiraníes de Washington que equivalen al lanzamiento de una guerra y su apoyo a los repetidos bombardeos israelíes contra las fuerzas iraníes en Siria, debe ser reconocida por los trabajadores en Estados Unidos, Oriente Próximo e internacionalmente.
La amenaza de una guerra regional e incluso global plantea la tarea política más urgente en la actualidad, la construcción de un movimiento de masas contra la guerra basado en la clase trabajadora y dirigido contra el sistema capitalista.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de agosto de 2018)