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Perspectiva

Una tragedia emanada de la desigualdad: diez niños mueren al incendiarse casa en Chicago

Hay tragedias que desnudan la realidad de la vida social ante los ojos del mundo entero. El horroroso incendio que destruyó un hogar en Chicago el domingo, matando a 10 niños de entre los tres meses y 16 años, fue uno de estos eventos.

Dos de los niños fallecieron en el hospital como consecuencia de heridas provocadas por el incendio. Los otros ocho murieron inmediatamente cuando la casa donde se estaban quedando, sobre la avenida Sacramento en la comunidad Little Village de Chicago, se envolvió en llamas.

Los niños han sido identificados como Maya Almaraz,de 3 meses, Lonni Ayala de 3 años, Ariel García de 5 años, Gialanni Ayala de 5 años, Giovanni Ayala de 10 años, Xavier Contreras de 11 años, Nathan Contreras de 13 años, Adrián Hernández de 14 años, César Contreras de 16 años y Víctor Mendoza de 16 años. Eran de diferentes familias, dos de ellas relacionadas.

El incendió ha dejado devastado a la comunidad predominantemente de trabajadores pobres e inmigrantes de Little Village, conocida como “La Villita”. El fuego y sus agonizantes consecuencias han reverberado por todo Chicago, siendo una expresión del costo humano de la pobreza endémica y la desigualdad social en Estados Unidos.

Mientras que la causa del incendio sigue bajo investigación, hasta ahora se sabe que la casa no contaba con detectores de humo, los cuales pudieron haber prevenido la pérdida de vidas. “No era difícil salir”, comentó el oficial del departamento de bomberos, Larry Langford. “El fuego comenzó en la parte de atrás y el pasillo hacia el frente estaba plenamente accesible. Si hubieran estado despiertos o si alguien los hubiera despertado, habrían podido salir”.

John, un residente en la misma cuadra, habló con el World Socialist Web Site el domingo en el lugar del incendio. Indicó: “No escuché ninguna alarma de humo. Le tomó al departamento de bomberos 30 minutos en llegar. Si esto hubiera sucedido en un vecindario rico como Gold Coast, los bomberos hubieran llegado inmediatamente y todos se habrían salvado. Pero a los ricos no les importa este lugar. Ha sufrido negligencia y abuso por mucho tiempo”.

El edificio donde se desató el incendio tiene más de 100 años. La propiedad tiene toda una historia de quejas de quejas de inquilinos e infracciones de las normas de edificación de la ciudad, fallando cuatro de las siete inspecciones en los últimos tres años. Los registros de la ciudad indican que las violaciones han ido de infestaciones hasta negligencia y deterioro extremos. Las últimas citaciones correspondieron a problemas eléctricos peligrosos.

Little Village alberga a varias generaciones de familias inmigrantes, en su mayoría de trabajadores pobres. El barrio tiene un ingreso medio por hogar de $35.000 al año. Una tercera parte de los residentes vive por debajo de la línea de pobreza.

A medida que salieron a la superficie las infracciones del código edilicio y la negligencia después del incendio, los oficiales buscaron culpar a las familias. El concejal del distrito 12, George Cárdenas, quien también lidera el Caucus Latino del Ayuntamiento de Chicago y es uno de los simpatizantes más cercanos del alcalde demócrata, Rahm Emanuel, declaró al medio local de ABC News: “Dejar a un infante de tres meses de edad en manos de uno de 16 años… ¿Qué estaban pensando?”.

El lunes por la tarde, Alissandra Calderón, una vocera del Departamento de Servicios para la Niñez y la Familia del estado de Illinois confirmó que dicha agencia estaba investigando acusaciones de negligencia infantil.

Más temprano el lunes, Cárdenas excusó a los arrendadores en una entrevista con el Sun-Times. Explicó que, para componer ciertos problemas en un edificio, “es necesario desahuciar a las personas. El propietario está buscando el momento para mejorar. Necesita tener la oportunidad para corregir esas infracciones”.

¡Tal es la brecha social que separa al Partido Demócrata de la clase trabajadora!

La responsabilidad de esta tragedia recae plenamente sobre la clase gobernante y sus representantes políticos. Chicago es controlado por los demócratas. Barack Obama inició su carrera política ahí y su ex jefe de personal, el alcalde Emanuel, un exbanquero multimillonario, ha gobernado la ciudad por años.

Los demócratas, no menos que los republicanos, han presidido un aumento extremo en la desigualdad social que ha dejado que se pudran las viviendas y la infraestructura básica, mientras que la riqueza de la élite de Chicago se infla como un globo. Los demócratas han nominado como gobernador de Illinois al heredero milmillonario de la fortuna de los hoteles Hyatt, J.B. Pritzker, un importante recaudador de fondos para Obama. En noviembre, Pritzker se enfrentará al republicano Bruce Rauner, quien solía dirigir fondos de inversión.

Ahora en su segundo término, Emanuel es identificado con despiadadas políticas proempresariales, particularmente el cierre de 50 escuelas primarias y el despido de miles de docentes. Sin embargo, la destrucción de la educación pública es solo uno de los aspectos de la ofensiva contra la clase trabajadora.

La provisión de viviendas seguras y asequibles en Chicago se ha visto drásticamente limitado por los líderes de la ciudad, contribuyendo al incremento de familias obligadas a vivir en edificios peligrosos y en mal estado. El año pasado, se descubrió que la Autoridad de Vivienda de Chicago (CHA, por sus siglas en inglés) había tenido un papel crucial en limitar el número de residencias asequibles. Por años, la CHA les denegó cheques de descuento a hogares que contaban con los requisitos, a pesar de que la agencia había recibido fondos federales para este propósito. Entre 2007 y 2012, un periodo de gran necesidad después de la crisis hipotecaria de 2008, la lista de espera de la CHA se disparó a más de 91.000 familias.

El relieve social de Chicago fue descrito acertadamente por Andrew Diamond en su libro City on the Make (Ciudad en construcción), publicado en 2017. Caracterizó a Chicago como “una combinación de Manhattan aplastado sobre Detroit”. La ciudad tiene la bolsa de valores Chicago Mercantile Exchange y la cámara comercial Board of Trade, así como numerosas firmas de inversión y bancarias. Combina aspectos de un importante centro financiero como Nueva York con aquellos del “Rust Belt” o cinturón de óxido de ciudades como Detroit que han sufrido los estragos de la desindustrialización. Ambas ciudades ejemplifican el aumento extremo de la desigualdad social, el cual ha sido el rasgo predominante de la sociedad estadounidense durante las últimas décadas.

Cientos de miles de empleos industriales desaparecidos —en los sectores automotor, siderúrgico y frigorífico— fueron reemplazados, si del todo, por trabajos con bajos salarios y de tiempo parcial en el sector de servicios y logística. Hacia el centro de la ciudad, se encuentran concentrados los barrios ricos y de la clase media-alta, mientras que las comunidades de la clase media-baja, clase trabajadora y pobres se extienden hacia las afueras de la ciudad, con las familias obreras y más empobrecidas viéndose forzadas a vivir en los suburbios y los condados periféricos.

Las áreas de clase trabajadores tienen fondos sumamente escasos, mientras que se hacen disponibles recursos ilimitados para proyectos lujosos como el Centro Presidencial Obama en la parte sur de la ciudad, cuyo costo se estima en $500 millones, de los cuales $175 millones vendrán de fuentes públicas.

Las condiciones en la ciudad de Chicago reflejan el carácter de las relaciones sociales en todo Estados Unidos, una sociedad dominada por una oligarquía corporativa y financiera que controla ambos partidos políticos y ha acumulado sumas inimaginables de riqueza por medio de la explotación y el empobrecimiento del grueso de la población, una sociedad en la que las necesidades básicas de la vida moderna, como un hogar seguro y detectores de humo que funcionen, se sacrifican ante el altar del lucro, engendrando horrores predecibles. La innecesaria muerte de diez niños en un incendio debido a la pobreza y a la negligencia de las autoridades oficiales muestra la grotesca cara del capitalismo estadounidense.

(Artículo publicado originalmente el 29 de agosto de 2018)

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