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En medio de amenazas de la OTAN, Rusia realiza ejercicios militares más grandes desde la Segunda Guerra Mundial

Este septiembre, cientos de miles de tropas rusas, de la OTAN y de China se están movilizando en maniobras de guerra en Eurasia. Estos ejercicios, los más grandes en Rusia y Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se producen en medio de una escalada de conflictos militares y tensiones que plantean directamente el peligro de un enfrentamiento entre las potencias con armas nucleares.

El sábado, mientras la armada rusa monta su mayor despliegue en el mar Mediterráneo en décadas, Moscú estará realizando ocho días de ejercicios aéreos en esa región. El ejercicio incluye 25 buques y 30 aviones, incluidos los bombarderos estratégicos Tu-160, cuyas capacidades incluyen ataques nucleares continentales. El Ministerio de Defensa de Rusia informó que las áreas cubiertas por el ejercicio serán bloqueadas y "declaradas peligrosas para la navegación y sobrevuelos".

El 11 de septiembre, Rusia y China iniciarán los ejercicios Vostok-18 ("Este-18") en la región trans-Baikal de Rusia oriental. Vostok-18 superará el tamaño incluso del ejercicio Zapad-81 de 1981, la mayor maniobra de guerra llevada a cabo por la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial. Involucrará una cifra sorprendente de 300.000 soldados, 1.000 aviones y 36.000 vehículos en el lado ruso, junto con 3.200 tropas, 30 aviones y 900 vehículos de China. Las tropas de Mongolia también participarán.

El 3 de septiembre, 2.270 tropas de la OTAN participarán en el ejercicio Rapid Trident 2018 en Ucrania, en las fronteras de Rusia. Sin embargo, esto es solo un preludio de lo que probablemente será la mayor maniobra militar de la OTAN en Europa desde el final de la Guerra Fría: Trident Juncture 2018, del 25 de octubre al 7 de noviembre en Noruega, nuevamente en las fronteras de Rusia. Esto involucrará a 40.000 tropas de la OTAN, junto con 130 aviones y 70 buques de guerra. Deben ser encabezados por una contribución alemana sin precedentes de 8.000 tropas, 100 tanques y 2.000 vehículos de combate.

El amplio alcance de estos ejercicios es una advertencia para los trabajadores en todas partes. En las capitales de las grandes potencias, a espaldas de la gente, pequeñas camarillas de oficiales estatales y militares planean guerras que devastarán el planeta y matarán a miles de millones. Estos ejercicios se producen cuando las tensiones en varios puntos álgidos creados por décadas de guerras de la OTAN lideradas por Estados Unidos alcanzan nuevas alturas, y se discute abiertamente el peligro de un conflicto directo entre la OTAN, Rusia y China.

Estos focos de conflicto incluyen:

  • La ruptura de las negociaciones estadounidenses con Corea del Norte, que limita al este con Rusia y que Trump amenazó el año pasado con "fuego y furia como el mundo nunca ha visto", es decir, con una guerra nuclear. Ahora Washington advierte que puede reanudar los ejercicios militares en Corea del Sur, que el año pasado involucraron a 23.000 soldados estadounidenses y 300.000 surcoreanos en la práctica de ataques "preventivos" contra Corea del Norte.
  • Las advertencias rusas de que la inteligencia británica está preparando un ataque químico en la región siria de Idlib, la última resistencia de los rebeldes islamistas respaldados por la OTAN, como una provocación por parte de Washington, Londres y París para justificar otro bombardeo no provocado de Siria, como este abril. "Hemos enviado una fuerte advertencia a nuestros socios occidentales para que no jueguen con fuego", dijo el canciller Sergei Lavrov, mientras el destructor de misiles guiados USS Ross llega al Mediterráneo, enfrentando a la flotilla rusa.
  • El asesinato en un atentado terrorista el viernes de Alexander Zakharchenko, el líder de la República Popular de Donetsk, separatista respaldado por Rusia, en el este de Ucrania. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia dijo que ve esto como un asesinato llevado a cabo por el régimen ucraniano apoyado por la OTAN en Kiev.

La principal responsabilidad del peligro de guerra recae en las potencias imperialistas, sobre todo en los Estados Unidos y en las principales potencias de Europa occidental. Durante más de un cuarto de siglo desde la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991, han intensificado las intervenciones militares agresivas en toda Eurasia, desde Yugoslavia hasta Irak y Siria, hasta Afganistán y más allá. Estas guerras costaron millones de vidas y destrozaron países enteros, mientras Washington buscaba mantener su hegemonía global fallida.

Las amenazas de Washington contra Rusia y China salieron a la luz pública en enero cuando publicó una nueva Estrategia de Seguridad Nacional, descartando el pretexto de que estaba librando una "guerra contra el terrorismo" y nombrando a Rusia y China como blancos. Al presentar el documento, el secretario de Defensa estadounidense James Mattis calificó a Rusia y China como "poderes revisionistas" que amenazan el orden mundial liderado por Estados Unidos y dijo que "la competición entre grandes potencias, no el terrorismo, es ahora el foco principal de la seguridad nacional de Estados Unidos".

Moscú y Beijing declararon que sus ejercicios son una respuesta a la Estrategia de Seguridad Nacional de los EUA y a la intensificación de la actividad militar estadounidense en todo el mundo. Los medios estatales rusos citaron al comentarista de política exterior Mark Sleboda, quien dijo que los ejercicios son una señal para Washington y "una respuesta a su estrategia de seguridad nacional, así como una respuesta a las posturas de Estados Unidos y la OTAN en el mar de China Meridional, en el estrecho de Taiwán, así como ... el despliegue permanente de las tropas que estamos viendo en la frontera occidental de Rusia".

Sleboda declaró sin rodeos que Moscú y Beijing están planificando ejercicios conjuntos de defensa antimisiles para prepararse para una posible guerra nuclear mundial, ya que "prevén que cualquier conflicto estratégico nuclear que envuelva a uno implicaría, naturalmente, a ambos".

El Ministerio de Defensa chino ha declarado que los ejercicios apuntan a "fortalecer la asociación militar estratégica entre los dos países, profundizar la amistad y la cooperación entre los dos ejércitos y aumentar aún más la capacidad conjunta de los dos países para hacer frente a las amenazas a la seguridad".

La escala de los ejercicios rusos-chinos parece ser una advertencia dirigida a los estrategas militares y las elites gobernantes en los países imperialistas, que Moscú y Beijing creen sinceramente que podrían estar al borde de una guerra nuclear total.

François Heisbourg, el famoso estratega del International Institute for Strategic Studies de Londres y la Fondation de recherche stratégique en París, escribió: "Este nuevo ejercicio va más allá de lo que puede ser útil para fines de prestigio. Involucra al 30 por ciento del ejército ruso en servicio activo y debe ser costoso en un momento en que el presupuesto de defensa de Rusia está bajo presión. Esto solo tiene sentido si una guerra a gran escala se considera una contingencia de alta probabilidad".

Jonathan Holslag de la Universidad Libre de Bruselas dijo al South China Morning Post que los ejercicios son una "señal de disuasión" y agregó: "Esto demuestra que, si bien Moscú y Beijing todavía tienen mucha desconfianza, Moscú no ve otra opción más que para trabajar con China, especialmente porque las relaciones con los Estados Unidos siguen siendo inestables y se necesita el apoyo financiero chino para mitigar los efectos de las sanciones occidentales".

La política de Moscú y Beijing, enraizada en el nacionalismo en bancarrota de las oligarquías capitalistas postsoviéticas en ambos países, no ofrece ningún camino para oponerse a las campañas militares imperialistas. Estos regímenes son incapaces de apelar al sentimiento antiguerra en la clase trabajadora internacional. Por el contrario, oscilan entre arriesgar una guerra total con las potencias imperialistas que podría costar miles de millones de vidas y suplicar ante Estados Unidos y sus aliados, a quienes Moscú califica a sus "socios occidentales", que acepten un trato.

Hay indicios de que, mientras Trump amenaza a Europa con una guerra comercial, Moscú tiene alguna esperanza de dividir a la OTAN y ganar el apoyo de las potencias imperialistas europeas en contra de Washington. De hecho, Berlín ha indicado que podría estar dispuesto a las propuestas de Moscú de negociar sobre Siria incluyendo a Turquía y Francia, el principal socio de Alemania en los planes para militarizar la Unión Europea y excluir a Washington. Sin embargo, este plan está en quiebra: implica respaldar los planes de los países de la UE de invertir cientos de miles de millones de euros para expandir sus máquinas militares que, como lo muestran los ejercicios de la OTAN, apuntan en dirección de Rusia.

Al igual que a comienzos del siglo XX, los Gobiernos capitalistas rivales están al borde de una guerra mundial, esta vez con armas nucleares. Esta marcha hacia la guerra no se puede detener fuera de una intervención consciente de la clase trabajadora. El principal peligro es que muchas personas no son conscientes de la inmediatez del riesgo. Esta es la razón por la cual el WSWS enfatiza la urgencia de construir un movimiento internacional contra la guerra en la clase trabajadora, basado en una perspectiva anticapitalista y antiimperialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de setiembre de 2018)

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