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Disposición clave del acuerdo comercial USMCA dirigida contra China

El acuerdo comercial entre los EUA, México y Canadá (USMCA), que se concluyó la semana pasada, contenía una cláusula que deja en claro que uno de sus objetivos esenciales es el aislamiento económico de China, a medida que Estados Unidos intensifica su guerra comercial contra Beijing.

La cláusula, contenida en el artículo 32.10 del acuerdo, estipula que: “La participación de cualquiera de las partes en un acuerdo de libre comercio con un país que no sea de mercado, permitirá que las otras partes rescindan este acuerdo con un preaviso de seis meses y reemplacen este acuerdo con un acuerdo entre ellos (acuerdo bilateral)”.

China no recibió un nombre específico, pero no hay duda de que es el objetivo, ya que Estados Unidos la ha designado como una economía “no de mercado”.

Los expertos internacionales han dicho que no se ha visto nada como esta cláusula en acuerdos comerciales anteriores. Según Gary Hufbauer, del Instituto Peterson para la Economía Internacional, la cláusula es “completamente novedosa en un acuerdo comercial”. Lo describió como “el último capítulo de la Guerra Fría que el gobierno de los EUA ha lanzado contra China”.

El Secretario de Comercio de los EUA, Wilbur Ross, dijo a Reuters que la cláusula era “lógica” y una “clase de píldora venenosa”. Estados Unidos insistió en ella durante las negociaciones con Canadá tras manifestar su preocupación de que el Primer Ministro Justin Trudeau estaba barajando la posibilidad de un tratado de libre comercio con Beijing.

El objetivo de la disposición es ir mucho más allá de Canadá y México y convertirse en el modelo para los acuerdos comerciales bilaterales que Estados Unidos está buscando con sus principales socios comerciales, en particular con la Unión Europea.

En el período previo al acuerdo USMCA, los EUA obtuvieron un acuerdo tanto de la UE como de Japón para las negociaciones bilaterales sobre comercio. Ambas partes se habían mostrado renuentes a entrar en tales discusiones, temiendo que en las negociaciones uno a uno se verían obligadas a hacer concesiones importantes para asegurarse el acceso a los mercados estadounidenses. Sin embargo, abandonaron su insistencia previa en el multilateralismo después de que el presidente Donald Trump amenazara con invocar aranceles automáticos de hasta el 25 por ciento por razones de “seguridad nacional” si no estaban de acuerdo —una amenaza también utilizada contra Canadá.

Al informar sobre la cláusula de economía no de mercado (NME) en el USMCA, el Financial Times citó a un “alto funcionario de la Casa Blanca” sin nombre que dijo que Estados Unidos “trataría de replicarlo en otras negociaciones, incluidas las conversaciones que han comenzado con la UE y Japón, así como futuras conversaciones con el Reino Unido” después de que abandone la UE.

“¿Será esto un precedente para el futuro? Absolutamente”, le dijo el funcionario al diario. “Es importante que nos aseguremos de que todos los acuerdos que firmemos no se vean socavados y que China no encuentre una forma de puerta trasera para acceder al mercado estadounidense”.

Cuando se le preguntó acerca de un futuro acuerdo de libre comercio (TLC) con Gran Bretaña después de que abandone la UE y si EUA insistiría en las restricciones para tratar con China, el funcionario dijo: "No voy a decir que vamos a poner una cláusula NME en ese acuerdo ... pero si entramos en un TLC con el Reino Unido, ¿vamos a decir que necesita trabajar con nosotros en provisiones para contrarrestar la mayor amenaza para el sistema de comercio global? Por supuesto”.

Arthur Dong, profesor de la Escuela de Negocios McDonough de la Universidad de Georgetown, dijo al Financial Times que la decisión de Estados Unidos de restringir los tratos de otros países con China marcó una “desviación muy significativa de la anterior postura comercial de los Estados Unidos” y fue “nada menos que un restablecimiento estratégico previsto del orden comercial global”.

Dong dijo: “Si la UE o Japón contemplan un acuerdo comercial directo con China, tendrán que actuar con cautela, ya que habrá consecuencias para tales acciones”.

Dan Price, un ex funcionario de alto rango en el gobierno de George W. Bush, dijo al periódico: “Esto es esencialmente extender la arquitectura de sanciones secundarias de los EUA a través de un acuerdo comercial. Si quieres tener acceso preferencial al mercado de los EUA, no puedes firmar acuerdos de libre comercio con países que no nos gustan”.

Hasta qué punto podría llegar tal extensión de las sanciones de EUA, puede verse en las medidas iniciadas por la administración Trump luego de su repudio al acuerdo nuclear con Irán.

A pesar de que todas las agencias internacionales responsables del acuerdo han declarado que Irán ha cumplido con sus términos, Estados Unidos decretó que cualquier empresa que le compre petróleo a Irán o que tenga tratos con su banco central, será excluida del sistema financiero estadounidense a partir del 4 de noviembre. Mientras la UE está tratando de diseñar un sistema para sortear las sanciones, importantes empresas europeas, entre ellas la petrolera francesa Total, han anunciado que no seguirán adelante con proyectos de inversión en Irán.

Las acciones de la administración Trump representan una escalada significativa de la guerra comercial de Estados Unidos, pero no son simplemente un producto de los ocupantes actuales de la Casa Blanca. Se trata de una profundización de las políticas de la administración de Obama, a pesar de que Trump desechó sus medidas específicas, como la Asociación Transpacífica con países asiáticos excluyendo a China y la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión que cubre las relaciones con la UE.

El objetivo de estos acuerdos era, en palabras del Representante de Comercio de Obama, Michael Froman, colocar a los Estados Unidos “en el centro de una red de acuerdos que proporcionarán acceso sin restricciones a dos tercios de la economía global”.

En un artículo de Foreign Affairs de noviembre de 2014 titulado “La lógica estratégica del comercio”, Froman hizo la conexión entre comercio, seguridad nacional y preparación militar. Estos han sido los temas esenciales de la administración de Trump, ya que vinculan el comercio con temas de “seguridad nacional”.

Froman señaló que “la política comercial es una política de seguridad nacional” y que “los mercados pueden tener tanta influencia como los militares”. Identificó la fuerza motriz esencial de la agenda del imperialismo estadounidense a medida que avanzaba para eliminar los cimientos del comercio de posguerra. Orden que se había basado en acuerdos multilaterales. Los Estados Unidos, escribió, ya no tenían “una posición tan dominante como lo era al final de la Segunda Guerra Mundial, y deben formar coaliciones comerciales que estén dispuestas a trabajar por posiciones de consenso”.

En otras palabras, el sistema de comercio internacional de la posguerra había socavado el dominio de los Estados Unidos y tuvo que ser cambiado fundamentalmente.

Esta es la posición de la administración de Trump. Solo ha puesto el cambio en términos más crudos, oponiéndose al sistema comercial actual por haber “estafado” a los Estados Unidos con cientos de miles de millones de dólares, en beneficio de sus viejos rivales en Europa y Japón y uno nuevo en la forma de China.

La administración de Trump ahora está atacando para intentar revertir esta decadencia y lograr un “consenso” y una “coalición de los que están dispuestos” a respaldar sus objetivos a través de la guerra económica contra “enemigos” y “aliados” y, si es necesario, por medios militares. El “restablecimiento” previsto de las relaciones comerciales internacionales a través de la estipulación de NME en el USMCA es otro paso significativo en este proceso que se acelera.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de octubre de 2018)

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