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Senado argentino aprueba presupuesto “cero déficit”

Cargando una deuda impagable de más de $327 mil millones de dólares EUA (más del ochenta por ciento del su Producto Interno Bruto) y una fuga de divisas este año de casi $30 mil millones de dólares, la economía argentina está al borde del desastre. Un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y un nuevo proyecto de presupuesto intenta pagar la deuda con medidas de hambre y miseria social.

Luego de un debate de doce horas, el 15 de noviembre, el Senado argentino aprobó un presupuesto de terapia de choque para el 2019, un ataque salvaje a empleos y sueldos. Luego dos años de austeridad “gradual” que erosionó niveles de vida, servicios sociales e inversiones públicas, el nuevo presupuesto alumbra que viene algo mucho peor.

Este supuesto presupuesto de déficit cero, que la Cámara de Diputados aprobó en octubre, pasó con comodidad en el Senado (cuarenta y cinco a favor, veinticuatro en contra, una abstención), en parte gracias a los votos de un sector conservador del partido peronista (el Bloque Federal). Miguel Pichetto, su líder, declaró que su fracción no permitirá que el gobierno se paralice.

El presupuesto del 2019 incluye un recorte de 300 mil millones de pesos, relativo al 2018. Para clase obrera se trata de un año más de sueldos reales que caen en pique, más desempleo y más recortes de pensiones y de beneficios sociales.

Con tasas de desocupación y desempleo parcial del 9,7 y 11 por ciento, en el primer semestre del 2018, La tasa de pobreza argentina ahora supera el 27 por ciento de la población, unos doce millones de habitantes. El presidente Macri recientemente avisó que los argentinos se deben preparar a más aumentos de desempleo y de pobreza.

Devastando aún más las condiciones de vida y aumentando aún más la desigualdad social, el nuevo propuesto incluye aumentos significativos a los impuestos regresivos al valor adquirido, a la vez que se recortan los impuestos sobre las ganancias de las grandes empresas, empresas mineras, y exportadoras de soja.

No aumentarán las inversiones públicas, erosionando aún más las promesas de Macri del 2016. Como consecuencia del desmoronamiento del valor en dólares del peso argentino (ahora 37 pesos por dólar; en enero del 2018 fue 19 pesos), el presupuesto aumenta la cantidad de pesos destinada al pago de la deuda a bancos y fondos buitres extranjeros de acuerdo con el acuerdo con el FMI a cambio de un fondo de rescate de 57 mil millones de dólares EUA de parte de esa institución, fondo que se acabará en 2020.

Empezando con la decisión de dejar flotar el valor del dólar, y siguiendo con este presupuesto, el FMI en se apodera así de las riendas de la política fiscal argentina, que ahora hace prioritario el pago de la deuda. Un tercio del gasto fiscal está destinado al pago de la deuda.

El gobierno anticipa que la inflación, 45 por ciento en el 2018, será del 23 por ciento en el 2019 y que el PBI se encogerá 0,5 por ciento, comparado con el declive de 1,5 por ciento en el 2018. Pronostica que el precio del dólar se estabilizará en 40 pesos por dólar y que el Banco Central mantendrá interés para los bancos en el nivel de usura del 70 por ciento, poniendo frenos a la actividad económica. Estando obligadas a pagar altísimas tasas de interés para obtener capitales, las pequeñas y medianas empresas estarán al borde del colapso financiero.

El gasto fiscal se encogerá siete por ciento para llegar a la meta del cero déficit. Para el presupuesto de 2020, el gobierno pronostica un surplus.

Existe una atmósfera de incredulidad en la sociedad argentina sobre todos esos pronósticos del gobierno. Muchos piensan que son para el consumo extranjero, para calmar al FMI y a los tenedores de bonos de Wall Street. Un comentarista de televisión comentó: “Hay mucho circo y poco pan”, en las declaraciones del gobierno.

Todos los días los habitantes de Argentina se despiertan con nuevos anuncios de enormes despidos industriales, siderúrgicas, textiles, automotrices y demás. Este año más de 250 mil obreros han perdido sus empleos. El sector industrial funciona a un sesenta por ciento de capacidad, menos del cuarenta y cinco por ciento el en sector automotriz, menos del cincuenta por ciento en el sector textil. Como consecuencia de los despidos, en combinación con recortes de pensiones y de programas sociales para niños, desempleados y pobres, el consumo interno se desmorona, más debilitando las industrias que producen bienes de consumo para el mercado doméstico.

Por su parte el FMI felicita al gobierno de Macri por haber logrado el presupuesto de cero déficits. Durante su acostumbrada conferencia de prensa de cada jueves en Nueva York, Gerry Rice del FMI dijo que la aprobación de este presupuesto era un “paso positivo” clave para restaurar confianza en la economía argentina.

Oficiales del gobierno anunciaron remedios mínimos, como un bono de 140 dólares EUA (en dos pagos) para compensar por la inflación y una demora de diez días para los despidos.

En medio de esta crisis económica y social, el 30 de noviembre líderes de los países del Grupo de Veinte (G20) se congregarán en Buenos Aires y otras ciudades argentinas, en un entorno de extraordinarios preparativos de seguridad. Patricia Bullrich, secretaria del Interior le ha sugerido a la población de Buenos Aires a irse de la ciudad durante esta reunión cumbre (30 de noviembre y primero de diciembre). El presidente Macri ha anunciado que Argentina derribará a cualquier avión que sobrevuele sin autorización los sitios de la reunión. Las fuerzas de seguridad están infiltrando a grupos de protesta y atacando a inmigrantes.

Este diciembre es el diecisieteavo aniversario de una de las protestas de masas más significativas en la historia argentina de posguerra. Gritando “¡Qué se vayan todos, ¡qué no quede ni uno solo!, cientos de miles invadieron las calles de Buenos Aires y de otras ciudades. La mecha que hizo detonar esa rebelión popular, que hizo caer el gobierno de De la Rúa, el presidente de entonces, fue la crisis de deuda engendrada por el fracaso del modelo neoliberal del presidente peronista, Carlos Menem, que causó una enorme pérdida de dólares, el cierre de bancos, desocupación masiva y el colapso de niveles de vida.

“Nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el gobierno”, comentó sobre esos acontecimientos el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. No cabe duda de que estaba dando voz a los temores del gobierno argentino y de la clase argentina de poder.

(Publicado originalmente en inglés el de noviembre de 2018)

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