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Perspectiva

¡No al servicio militar obligatorio en Francia y Europa!

En medio de protestas de masas contra sus políticas de austeridad, el profundamente impopular Gobierno del presidente francés, Emmanuel Macron, anunció el lunes un plan para reintroducir el servicio militar obligatorio. El Gobierno llamaría a los primeros conscriptos en siete meses y proyecta que, para 2026, pueda reclutar al ejército a todos los 800.000 ciudadanos franceses de 16 años en ese momento.

La prensa ha prácticamente dicho que esta iniciativa busca suprimir la oposición de la clase obrera fomentando el nacionalismo y expandiendo el ejército. “En un momento en que Francia sufre divisiones que atentan contra su unidad”, escribió Le Parisien, “la idea de traer de vuelta el servicio nacional parece una iniciativa oportuna”. Dos días después, el miércoles por la noche, Macron anunció que desplegaría fuerzas militares en la isla francesa de Reunión para suprimir protestas.

Por toda la Unión Europea (UE), las élites gobernantes están preparándose para reinstituir la conscripción. Después de la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991 y el final de la Guerra Fría, Francia puso fin al programa en 1997, seguida por España (2001), Italia (2005), Polonia (2008) y Alemania (2010). Este iba a ser tan solo un breve interludio. Después de que Suecia anunciara el retorno del servicio militar el año pasado y Francia este año, otras de las principales potencias europeas, incluyendo Alemania, están debatiendo la medida.

Después de dos horrendas guerras mundiales, existe una oposición profunda e históricamente enraizada en la clase obrera europea a la reimposición del servicio militar. Una encuesta Gallup de 2015 halló que solo el 29 por ciento de la población francesa estaría de acuerdo con luchar por su país. Según la encuesta “Generación Qué” de jóvenes en la Unión Europea en 2017, el sesenta por ciento se rehusaría a hacerlo.

Con una tasa de aprobación de tan solo 20 por ciento, el Gobierno de Macron ha tomado precauciones para no admitir directamente que revivirá la conscripción. Los oficiales están avanzando pretextos absurdos: el programa del próximo año durará un mes y solo involucrará a jóvenes de 16 años; no todos los jóvenes servirán en unidades de combate; participarán oficiales del Ministerio de Educación; el ejército les dará lecciones a los jóvenes sobre “gestión de crisis” y “desarrollo sustentable”.

El deslizamiento de Europa en el fascismo y una guerra mundial en los años treinta ofrece una lección inolvidable: la promoción del nacionalismo y el militarismo por parte de la burguesía para intentar suprimir la lucha de clases conlleva una dinámica objetiva devastadora. Las implicancias del regreso al servicio militar universal no se pueden entender a partir de eufemismos objetivos y declaraciones deliberadamente confusas. Fluyen de la crisis objetiva y cada vez más profunda del sistema capitalista mundial, el cual ha visto más de un cuarto de siglo de guerras imperialistas continuas desde la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991.

La afirmación de que el fin de la URSS significó el Fin de la Historia ha quedad hecho trizas. Por el contrario, la disolución de la Unión Soviética marcó el retorno de todos los conflictos históricos que hundieron dos veces al planeta en guerras mundiales. Para aquellos que no quieran ser enviados a combate y morir —o ver a sus hijos morir— en guerras como las de Afganistán, Siria y Mali, o en operaciones de “pacificación” de ciudades en casa, la cuestión decisiva es la construcción de un movimiento en la clase obrera contra la guerra.

La escalada de guerras y rivalidades interimperialistas en los últimos 25 años ha producido una nueva etapa en la crisis capitalista. Enfrentándose al colapso de su hegemonía global, Washington adoptó el año pasado una nueva estrategia de seguridad nacional relegando la “guerra contra el terrorismo” y declarando que la política exterior estadounidense se basa en “los conflictos entre grandes potencias”. Y, a medida que estallan guerras comerciales entre EUA y la UE, Berlín y París vociferan cada vez más sus llamados a construir un ejército de la UE para competir con EUA.

Al mismo tiempo, crecen los llamados dentro del ejército estadounidense para reimponer la conscripción. Las fuerzas estadounidenses gastaron $5,6 billones en guerras en al menos 76 países desde 2001, indica Military.com, “lo que suscita la pregunta: ¿puede estar lista una fuerza voluntaria para responder al llamado?”. El sitio cita al general mayor retirado Dennis Laich, quien apoya reinstituir el servicio militar: “Si uno hace los cálculos, solo tres de cada 10 estadounidenses cumplen con los criterios de reclutamiento y solo 15 por ciento de los que pueden se inclinan a servir. Eso es insostenible…”.

Mientras visitaba los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial antes del centenario del final de la guerra hace dos semanas, Macron dijo que la UE necesitaba un ejército capaz de enfrentarse tanto a Rusia y China como a EUA.

Mientras intentan agruparse para desafiar el poder militar de EUA y enfrentarse a los trabajadores en el continente, los imperialistas de la UE también se están viendo obligados a recurrir a un nacionalismo fascistizante. Al debatir la reintroducción del servicio militar, el Gobierno de la gran coalición alemana está promoviendo el partido ultraderechista, Alternativa para Alemania (AfD). El ministro del Interior, Horst Seehofer, aplaudió a los participantes de una turba neonazi en Chemnitz que atacó un restaurante judío. En Francia, Macron elogió al dictador antisemita y colaboracionista nazi, Philippe Pétain, como un héroe de guerra de la Primera Guerra Mundial.

Conforme empieza a bullir la oposición de las masas europeas contra la austeridad y la desigualdad social, la cuestión decisiva es elevar la consciencia de la clase obrera al nivel de sus tareas históricas. Un nuevo movimiento antibélico debe basarse en una perspectiva internacionalista y socialista y estar encabezado por la vanguardia política de la clase trabajadora en lucha por esta perspectiva. Esto significa la construcción del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), el movimiento trotskista mundial, y su sección francesa, el Parti d l’égalité socialiste (PES, Partido Socialista por la Igualdad).

El PES advierte de la forma más inexorable posible que los grupos de “izquierdas” de la clase obrera europea que emergieron del movimiento estudiantil post-1968 apoyan la guerra y el nacionalismo. El Partido de la Izquierda en Suecia votó a favor de la conscripción; los diputados del partido Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon están preparando el borrador del proyecto para el comité militar de la Asamblea Nacional de Francia; altos funcionarios del partido La Izquierda de Alemania participan en la comisión militar del Parlamento alemán ateniéndose a un pacto de confidencialidad.

La alternativa política es el Comité Internacional de la Cuarta Internacional. El PES reafirma los principios presentados por la declaración del CICI de 2016, “El socialismo y la lucha contra la guerra”:

* La lucha contra la guerra debe basarse en la clase obrera, la gran fuerza revolucionaria en la sociedad, uniendo tras ella todos los elementos progresistas de la población.

* El nuevo movimiento contra la guerra debe ser anticapitalista y socialista ya que no puede librarse una lucha seria contra la guerra sin luchar también por acabar con la dictadura del capital financiero y el sistema económico que es la causa fundamental del militarismo y la guerra.

* Consecuentemente, el nuevo movimiento antibélico necesita ser completa e inflexiblemente independiente de y hostil hacia todos los partidos políticos y las organizaciones de la clase capitalista.

* Ante todo, el nuevo movimiento contra la guerra debe ser internacional, movilizando el vasto poder de la clase trabajadora en una lucha global unificada contra el imperialismo. La guerra permanente de la burguesía se debe enfrentar con la perspectiva de la revolución permanente de la clase obrera, cuyo objetivo estratégico es la abolición del sistema de Estado nación y el establecimiento de una federación socialista mundial. Esto hará posible el desarrollo racional y planificado de los recursos mundiales y, con base en esto, la erradicación de la pobreza y el avance de la cultura humana a nuevos horizontes.

(Artículo publicado el 23 de noviembre de 2018)

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