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Perspectiva

¡A movilizar a la clase obrera contra Macron!

Después de varias semanas de protestas de masas de los “chalecos amarillos” contra la austeridad y la desigualdad, el Gobierno francés del presidente Emmanuel Macron anunció el martes que suspendería temporalmente el aumento planificado del impuesto a la gasolina que iba dirigido contra los trabajadores y prometió organizar un “debate sobre el fisco y el gasto público”.

Las afirmaciones de Macron y el primer ministro Edouard Philippe de que el Gobierno es receptivo a los agravios populares no valen nada. Estando decidido a reestructurar la sociedad francesa en pro de los intereses del capital financiero francés e internacional, Macron se dirige frontalmente a una colisión contra la clase trabajadora.

Al contrario, el repliegue táctico de su Gobierno es determinado por cálculos militares y policiales. Fue sorprendido por el estallido de ira por parte de la clase trabajadora hacia la aristocracia financiera y la explotación capitalista, desbordando los canales controlados por los sindicatos y respaldados por el Estado. Sus arrestos en masa de cientos de manifestantes, ataques con gases lacrimógenos y golpizas no han detenido las protestas.

El Gobierno de Macron procura ganar tiempo, intentando reagruparse y prepara una próxima ofensiva contra los derechos sociales de los trabajadores que hará valer, de ser necesario, por medio de un estado de emergencia y otras medidas policiales-estatales.

La larga experiencia histórica demuestra que la confusión inicial de la élite gobernante no les asegura a los trabajadores una victoria. El descubrimiento de que la policía colocó francotiradores en los techos a lo largo de los Campos Elíseos para monitorear y apuntar a manifestantes el sábado pasado y los elogios rendidos por Macron al dictador y colaboracionista nazi, Philippe Pétain, el mes masado, llamándolo un héroe de guerra, son un par de las muchas advertencias. Horrorizada ante el surgimiento del enojo de la clase obrera, la burguesía está preparando medidas despiadadas.

Mientras Macron prepara una nueva ronda de ataques, los trabajadores deben hacer sus propios preparativos. Cada vez más sectores de la clase obrera —incluyendo conductores de ambulancia y trabajadores de las refinerías, así como estudiantes— ya se están incorporando a las manifestaciones.

La cuestión crítica es expandir la lucha a sectores cada vez más amplios de la clase trabajadora, tanto en Francia como internacionalmente.

El Parti de l’egalité socialiste (PES, Partido Socialista por la Igualdad), la sección francesa del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, llama a formar comités de acción en la clase trabajadora.

Estos comités deben ser independientes de los sindicatos, los cuales han traicionado por décadas cada esfuerzo de los trabajadores de luchar por defender sus derechos sociales. Solo arrancando sobre la base de nuevas organizaciones de lucha organizacional y políticamente independientes de los corporativistas y progubernamentales sindicatos podrán los trabajadores coordinar huelgas y protestas para defenderse de los ataques del Gobierno.

Estos comités de acción unirán a los diferentes sectores de trabajadores y jóvenes, combatirán los esfuerzos de oficiales de aislar y disipar sus luchas y resolverán las tareas impostergables del movimiento contra Macron. Esto incluye acciones para liberar a los manifestantes enviados a prisión por tribunales irregulares, la defensa de las manifestaciones y los distritos obreros de la brutalidad policial y la organización de huelgas y protestas contra la agenda de austeridad de Macron y su reimposición del servicio militar obligatorio.

A medida que se extienden las manifestaciones de los “chalecos amarillos” a Bélgica, Bulgaria y Holanda, tales comités permitirían a los trabajadores y jóvenes en Francia a buscar y colaborar con sus aliados más cercanos: la clase obrera europea e internacional. Los acontecimientos en Francia no están siendo impulsados por condiciones esencialmente nacionales, sino internacionales, las cuales plantean en cada momento de la lucha la necesidad de la unidad internacional de la clase trabajadora.

El Partido Socialista (PS) y sus medios de comunicación afiliados, la burocracia sindical y sus aliados políticos pequeñoburgueses están conjuntamente intentando atrapar las protestas con la camisa de fuerza que constituyen los sindicatos, subordinándolas así a los intereses de la élite gobernante capitalista.

Le Monde publicó un editorial advirtiendo del peligro de que la Presidencia de Macron esté alcanzando un “punto de quiebre” y criticando al mandatario por debilitar los sindicatos, “los cuales son cruciales para controlar conflictos sociales de este tipo”. La Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) aplaudió a Philippe por “abrir el diálogo” y mantener la imposición de los impuestos, describiéndolos como “una transición ecológica necesaria”.

Los partidos oficiales que se hacen pasar por la “izquierda” están todos atrincherados detrás del rechazo de cualquier lucha de la clase trabajadora para tumbar el Gobierno de Macron. Jean-Luc Mélenchon está llamando a convocar “nuevas elecciones”, aparentemente esperando que se haga realidad su oferta de convertirse en el primer ministro de Macron.

El sitio web pablista del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), Révolution permanente, demanda la “convergencia” de los “chalecos amarillos” y la estalinista Confederación General del Trabajo (CGT), cuyo titular, Philippe Martínez, se rehusó a apoyar a los manifestantes insinuando que eran neofascistas.

Fuera del PES, ninguna tendencia política que afirma ser de izquierda está luchando por expandir la lucha contra Macron. En cambio, todas las otras organizaciones pretenden facilitar que los sindicatos tomen el mando, dedicándose a concebir un acuerdo bajo los términos más favorables posibles para el Gobierno.

Los trabajadores deben rechazar tales esfuerzos que pretenden acabar con su lucha. Por el contrario, hay que expandir la batalla por medio de la apelación más amplia posible a la clase obrera en Francia e internacionalmente y la construcción de comités de acción para llevar la lucha a cada centro de trabajo, colegio y universidad en Francia y por toda Europa.

El desarrollo de organizaciones a través de las cuales se pueda avanzar la lucha de clases contra Macron debe ser vinculado al desarrollo de una dirección política basada en una perspectiva revolucionaria y socialista. Ineludiblemente, la lucha que está en marcha en Francia e internacionalmente no es una lucha solo contra un individuo o un Gobierno, sino contra el sistema capitalista en su conjunto.

El PES hace un llamamiento a entablar la discusión más amplia posible de esta perspectiva en los lugares de trabajo y estudio, así como en las redes sociales. Insta a todos los que quieran participar en esta lucha a contactar y unirse al PES.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de diciembre de 2018)

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