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Los Gobiernos de EUA y México acuerdan un nuevo “Plan Marshall” centroamericano

El martes pasado, los Gobiernos estadounidenses y mexicanos anunciaron un nuevo plan de desarrollo centroamericano dirigido a frenar la ola de inmigrantes a Estados Unidos. El programa, nombrado un nuevo “Plan Marshall”— invocando el programa estadounidense para revivir al capitalismo europeo después de la Segunda Guerra Mundial— supuestamente se enfocará en proyectos de infraestructura en los países del “Triángulo Norte” de Centroamérica, El Salvador, Honduras y Guatemala.

El Gobierno mexicano invertirá 25 mil millones de dólares durante los próximos cinco años, mientras que EUA contribuirá 5,8 mil millones de dólares para el Triángulo Norte y 4,8 mil millones para México. Los fondos estadounidenses no constituyen un nuevo financiamiento, sino que simplemente serán reasignados de otras ayudas existentes. Habrá unos 4,5 mil millones de nuevos préstamos que serán manejados por la Corporación para Inversiones Privadas en el Extranjero (OPIC, por sus siglas en inglés) y tendrán que ser repagados.

El plan fue anunciado por una declaración conjunta entre EUA y México semanas después de que fue propuesto inicialmente por el nuevo Gobierno “izquierdista” del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). “Tal vez no sea en ese sentido parecido al plan Marshall, pero sí sería lo que estamos planeando en cuando al tamaño del esfuerzo que hay que hacer para que, por un lado, lo que hacemos desde México, la inversión más grande en los últimos años se haga con los tres países de Centroamérica, Guatemala, El Salvador y Honduras”, declaró el secretario de relaciones exteriores mexicano, Marcelo Ebrard.

Sectores de la élite gobernante estadounidense ven el plan de AMLO como una manera conveniente para rehabilitar las pretensiones “humanitarias” del Gobierno estadounidense, mientras que EUA solo se compromete a más préstamos que rellenarán los bolsillos del capital financiero.

El trato también podría tener como resultado la llamada política “Permanecer en México” entre EUA y México que podría restringir aún más las solicitudes de asilo en EUA. Esto involucraría nombrar a México un “tercer país seguro” dentro de la ley de asilos con la meta de negarles a los inmigrantes que pidan asilo entrar en EUA, ya que podrían permanecer “de manera segura” en México.

Una continuación de las políticas de deportación del Gobierno de Peña Nieto rápidamente desacreditaría al “progresista” AMLO. La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) actualmente tiene unos 48.000 casos de refugiados pendientes. Según la agencia, el número de solicitudes de refugiados que recibió hace cuatro años fueron unas 2.000. Este año espera cerrar con más de 26.000 solicitudes de inmigrantes de Honduras, El Salvador y Guatemala.

El “Plan Marshall” no representa una desviación de las draconianas políticas antiinmigrantes del Gobierno de Trump. Trump continúa utilizando el tema de la migración para fomentar un movimiento fascistizante basado en la xenofobia y el chauvinismo. Casi 15.000 niños siguen detenidos en campos de internamiento estadounidenses bajo horribles condiciones, lo cual la semana antepasada llevó a la muerte Jackeline Caal, de 7 años de edad. Trump ha continuado sus amenazas de un cierre del Gobierno federal si no se provee el financiamiento para un muro fronterizo entre EUA y México en la siguiente ley de presupuestos y ha publicado tuits de manera provocativa indicando que México ya está pagando por el muro como resultado del nuevo tratado comercial entre EUA, Canadá y México.

Existe un amplio apoyo para los inmigrantes. Profundamente enojados por los ataques contra los inmigrantes del Gobierno de Trump, millones han mostrado su apoyo hacia los miles de miembros de las caravanas que correctamente se han descrito como trabajadores internacionales. Las luchas de los obreros y campesinos centroamericanos hacen eco con las condiciones que enfrentan los trabajadores en cada país, incluyendo la falta de servicios sociales, una profunda desigualdad y bajas oportunidades económicas.

A esto se le debe añadir el creciente y correcto sentimiento entre la población que el Gobierno estadounidense, a través de su apoyo a golpes desestabilizadores que han fomentado la pobreza y la violencia, tiene la responsabilidad principal por las condiciones intolerables que los inmigrantes centroamericanos buscan escapar.

El “Plan Marshall” no hará nada para cambiar substancialmente las circunstancias de los inmigrantes centroamericanos. Del lado de las burguesías mexicana y centroamericanas, el propósito del plan es presentar una medida temporal para disipar el polvorín social que podría llevar a convulsiones políticas a lo largo de la región. El Gobierno de AMLO también lo ve como una manera de desarrollar el sur de México como una plataforma de bajos sueldos para las corporaciones transnacionales que tendría mano de obra barata centroamericana.

EUA y México tendrán una “cumbre de inversionistas” durante los primeros tres meses del 2019 para corporaciones interesadas en participar en el plan. La oferta de materias primas y recursos humanos para las garras del capital financiero no es nada nuevo. Después de todo, la región ha sufrido por décadas de dictaduras apoyadas por EUA para el mero propósito de garantizar los beneficios de las empresas.

El Plan Marshall original se llevó a cabo para estabilizar a Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Esto no fue hecho por la caridad el capitalismo estadounidense, sino para salvar a los desacreditados Gobiernos europeos de la amenaza de revoluciones socialistas y con el entendimiento de que el avance económico de EUA dependía de la expansión de la economía mundial en su conjunto.

El capitalismo estadounidense y mundial desde hace mucho tiempo perdieron la capacidad para realizar proyectos como el Plan Marshall. Ahora, las elites gobernantes de cada país han respondido a la amenaza de una nueva crisis financiera por medio del nacionalismo económico y convirtiendo a los trabajadores de otros países en chivos expiatorios por las condiciones causadas por el mismo sistema capitalista.

La profunda pobreza que enfrenta la región no puede ser abordada sin eliminar el dominio que ejerce el afán de lucro sobre cada aspecto de la vida. En el mejor de los casos, el actual programa otorgará algunos miles de millones de dólares para proyectos preaprobados que en gran parte irán a los bolsillos de los capitalistas estadounidenses, mexicanos y centroamericanos. Lo que es objetivamente necesitado por las masas son decenas de billones para financiar un programa de obras públicas, democráticamente controlado por la clase obrera internacional. Esto debe ser acompañado por una política de fronteras abiertas para garantizar que los trabajadores, quienes como clase ya son internacionales, puedan vivir y trabajar donde escojan, con plenos derechos de ciudadanía.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de diciembre de 2018)

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