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Perspectiva

La cumbre de guerra en Varsovia

La conferencia convocada esta semana por los Gobiernos de Estados Unidos y Polonia en Varsovia bajo el fraudulento nombre de “Promover un futuro de paz y seguridad en Oriente Próximo” ha puesto al desnudo el inmenso e inminente peligro de que el imperialismo estadounidense está preparándose para arrastrar a la humanidad a otra guerra catastrófica y potencialmente mundial.

Previo a la conferencia, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el único jefe de Estado prominente que viajó a Polonia para el evento, dio una entrevista en la capital declarando que la importancia del evento es que “es una reunión abierta de representantes de los principales países árabes, quienes se sentaran con Israel a fin de avanzar el interés común de guerra con Irán”.

El texto de esta belicosa declaración fue colgado en la cuenta de Twitter del primer ministro israelí. Luego, aparentemente debido a la presión política de los organizadores estadounidenses y polacos, el tuit fue cambiado a “a fin de avanzar el interés común de combatir Irán”.

Gran parte de la prensa trató la declaración original de Netanyahu como un error. Pero no fue nada por el estilo. El primer ministro israelí estaba describiendo los verdaderos objetivos de la conferencia en Varsovia en términos explícitos porque va en línea con sus propios intereses políticos, estando ansioso de movilizar a su base de apoyo derechista dos meses antes de una elección y en medio de una lista cada vez más larga de escándalos de corrupción.

Israel y las reaccionarias dictaduras monárquicas del golfo Pérsico, las cuales estaban ampliamente representadas en Varsovia, constituyen los dos pilares del eje antiiraní forjado por el Gobierno de Trump.

Los intentos de los oficiales estadounidenses y polacos de enmascarar el propósito real de la conferencia con referencias a la “paz” y la “seguridad” fueron una charada. Los oficiales polacos insistieron en que la reunión no se trataba de un solo país, sino de “temas horizontales” que enfrentan a la región, como la proliferación de armas, el terrorismo, la guerra, etcétera. Sin embargo, sucede que Irán fue culpado de ser el origen de todos estos problemas.

El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, dio un sermón moralista en el que denunció a Teherán por amenazar con “otro Holocausto” e intentar recrear el Imperio persa por querer abrir un “corredor de influencia” a través de Irak, Siria y Líbano.

Pence, quien rellenó su discurso con referencias bíblicas y alegó que la fe y Dios darían paz a Oriente Próximo, llamó a Irán “el principal promotor estatal del terrorismo y un Estado que siembra los mayores perjuicios y la mayor discordia por toda la región sobre la cual nos reunimos aquí hoy”.

La frase “principal promotor estatal del terrorismo” ha sido repetida sin descanso por los oficiales estadounidenses. Ninguno ha intentado respaldar esta acusación con hechos o evidencia, una acusación proveniente de un Gobierno que ha derrochado miles de millones de dólares para financiar las guerras terroristas de milicias vinculadas con Al Qaeda en busca de cambios de régimen en Libia y Siria.

Incluso durante la conferencia en Varsovia, una explosión de un terrorista suicida cobró la vida de 27 miembros de la Guardia Revolucionaria en Irán que regresaban de un despliegue en el país vecino de Pakistán. Un grupo poco conocido y vinculado con Al Qaeda y con el principal aliado de EUA en el mundo árabe, Arabia Saudita, reclamó la responsabilidad por el ataque.

En cuanto al “Estado que siembra los mayores perjuicios y la mayor discordia”, ¿podría alguien afirmar seriamente que Washington, tras librar guerras interminables y devastadoras por un cuarto de siglo en la región, arrasando con sociedades enteras y dejando a millones de muertos, lisiados y desplazados, tiene a alguien que siquiera se acerque a competir por este título?

Sin embargo, el elemento más llamativo del discurso de Pence iba dirigido en contra de los supuestos aliados de Washington de la OTAN, denunciándolos por no alinearse detrás de EUA con respecto a Irán. El vicepresidente estadounidense exigió que Alemania, Francia y Reino Unido —todos firmantes del acuerdo nuclear de 2015 con Irán— sigan a EUA en destruir el acuerdo e imponer un bloqueo económico contra Irán equivalente a un acto de guerra.

Aparte de Reino Unido, ninguna de las potencias europeas envió ni siquiera a un canciller a la reunión en Varsovia, percibiéndola atinadamente como un mitin estadounidense a favor de una guerra contra Irán. La titular de la política exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, quien participó en la negociación del acuerdo nuclear con Irán, también rechazó la invitación.

Pence acusó a “varios de nuestros principales socios europeos” de intentar “infringir las sanciones estadounidenses contra el régimen revolucionario y asesino de Irán”. Se estaba refiriendo a un mecanismo financiero introducido por Reino Unido, Alemania y Francia para permitir el comercio de bienes entre empresas europeas e Irán sin necesitar transacciones financieras directas ni utilizar el dólar estadounidense y así evadir las amplias sanciones extraterritoriales de Estados Unidos. La medida pretendía dar un respaldo al acuerdo nuclear con Irán y prevenir que Teherán renuncie a este después de que se abandonara cualquier reducción de sanciones que se suponía que recibiría por el acuerdo.

El vicepresidente estadounidense exigió que las potencias europeas “se pongan de nuestro lado” poniendo fin al acuerdo nuclear y, presumiblemente, preparándose para una guerra con Irán. Reconociendo que Irán estaba cumpliendo con el acuerdo nuclear, Pence declaró que la cuestión no es su cumplimiento, sino el rechazó del acuerdo en sí.

El imperialismo estadounidense nunca ha perdonado a las masas de trabajadores y pobres iraníes por su revolución de 1979 que derrocó la dictadura del sha que constituía una pieza clave del dominio estadounidense en la región. Mientras que la revolución fue usurpada por el régimen burgués-teocrático establecido bajo el ayatola Jomeini, Washington se ha rehusado a aceptar cualquier acercamiento que no sea un cambio de régimen y la reimposición de una dictadura controlada por Estados Unidos.

Pence advirtió en su discurso en Varsovia que cualquier intento de evadir las sanciones estadounidenses “creará aún más distancia entre Europa y Estados Unidos”.

En el periodo previo a la invasión estadounidense de Irak en 2003, el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, ridiculizó la oposición de Alemania y Francia a esta guerra criminal de agresión refiriéndose a estos países como la “vieja Europa” y reafirmando el apoyo del imperialismo estadounidense a la “nueva europea,” refiriéndose a los regímenes de Europa del Este y, principalmente, Polonia.

El patrocinio de dicha conferencia sobre una guerra contra Irán por parte de Polonia, un país que no ha desempeñado un papel particularmente decisivo en Oriente Próximo, trae de vuelta a la vida este intento de enfrentar a la “nueva” Europa contra la “vieja”.

El apoyo de Varsovia a esta cruzada antiiraní está relacionado con los esfuerzos de su Gobierno derechista de asegurar una presencia militar permanente de Estados Unidos en Polonia como un supuesto respaldo ante cualquier amenaza de Rusia. En septiembre del año pasado, el presidente polaco, Andrzej Duda, proclamó en una conferencia de prensa en la Casa Blanca que su Gobierno deseaba la construcción de un “Fuerte Trump” en suelo polaco.

La virulenta retórica antiiraní escupida en la conferencia en Varsovia, supuestamente de “paz” y “seguridad”, solo fue comparable a la diatriba contra Rusia del secretario de Estado de EUA, Mike Pompeo, quien combinó su participación en la conferencia con una reunión con tropas para discutir maniobras en Polonia.

Pompeo invocó su carrera militar como un oficial de tanques en Alemania durante la Guerra Fría y declaró que el fallo Fulda en Alemania era percibido como el punto de confrontación de una hipotética invasión soviética de Europa occidental, pero que ahora Polonia ocupa una posición similar ante una “agresión rusa”.

Hoy día, los pasos que está tomando Washington de contraponer a la “nueva Europa” contra sus supuestos aliados de la “vieja Europa” no solo está conectado con un baño de sangre potencial en Irán, sino con preparativos para una nueva guerra mundial. El imperialismo estadounidense está determinado a reafirmar su hegemonía sobre Irán, Oriente Próximo, Asia Central y Venezuela para establecer un control indisputable sobre las reservas energéticas del mundo, dándole la habilidad de negarle el acceso a ellas a su principal rival mundial, China.

Más allá de todos sus aspectos absurdos y retórica recalentada, la conferencia en Varsovia entraña un contenido mortalmente serio. Constituye un punto nodal en la marcha hacia una tercera guerra mundial entre las principales potencias nucleares del mundo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de febrero de 2019)

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