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Partido fascistizante Vox ingresa al Parlamento en elecciones españolas y socialdemócratas ganan

Según los resultados preliminares de anoche de las elecciones generales de España, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que promueve la austeridad, obtuvo el primer lugar con 123 escaños. Al mismo tiempo, sin embargo, el partido fascistizante Vox entró en el Parlamento, la primera vez que un partido de extrema derecha participa en el Congreso de Diputados desde 1978, el fin del régimen fascista creado por el generalísimo Francisco Franco.

Un Parlamento sin mayoría ha vuelto a surgir, después de resultados similares en 2015 y 2016, que confirman el fin del sistema bipartidista postfranquista entre el PSOE y el Partido Popular (PP) de derechas. Ningún partido tiene la mayoría de 176 escaños necesarios para formar una mayoría gobernante en el Congreso de 350 escaños. Detrás de los 123 escaños del PSOE, el PP, Ciudadanos y Vox obtuvieron 66, 57 y 24 escaños, respectivamente, mientras que Unidas Podemos ganó 42.

La fuerte participación de votantes de más del 75,7 por ciento aumentó 9 puntos porcentuales desde las últimas elecciones y fue la más alta desde 1982. Las elecciones vieron un colapso del PP, que perdió más de la mitad de los 137 escaños que ganó en las elecciones de 2016, así como de Podemos, que perdió más de un tercio de sus 71 escaños.

El presidente español del PSOE, Pedro Sánchez, dio anoche un breve discurso de victoria, calificando la votación como el triunfo sobre la "España del pasado", ante una multitud fuera de la sede del PSOE cantando la consigna antifascista de la Guerra Civil Española: “no pasarán”. El PSOE había advertido repetidamente durante la campaña que la victoria de la alianza PP-Ciudadanos-Vox propuesta por el líder del PP, Pablo Casado, produciría un Gobierno de extrema derecha en España. La oficina de Sánchez repetía con frecuencia la consigna: "Si se unen, gobernarán".

Parece que la alta participación reflejó, al menos en parte, que un número significativo de votantes acudieron a las urnas para votar por el PSOE a fin de evitar que la extrema derecha llegara al poder. En Cataluña, donde el PP organizó una represión brutal con el apoyo del PSOE contra el referéndum de independencia de Cataluña de octubre de 2017, los votantes impidieron que los funcionarios del PP votaran en las urnas y les dijeron que no eran bienvenidos.

Se deben hacer las advertencias más fuertes posibles. Votar por el PSOE o alguna coalición vinculada de partidos procapitalistas, no puede, en última instancia, bloquear el ascenso de la extrema derecha o detener los ataques sociales contra la clase obrera en España. El PSOE tiene un historial de décadas de imponer las medidas de austeridad de la Unión Europea y de librar guerras imperialistas en Afganistán y más allá.

La ultraderecha ha seguido haciendo avances sin cesar bajo el Gobierno del PSOE. En Francia fue el Partido Socialista (PS) el que invitó a los neofascistas al palacio presidencial del Elíseo y normalizó su papel en la política francesa después de los ataques terroristas de París en 2015. En Alemania, los funcionarios socialdemócratas formaron parte de un Gobierno de la Gran Coalición, cuyos ministros elogiaron los mítines neonazis que atacaron empresas judías.

También en España, las políticas de los socialdemócratas no bloquearon, sino que reforzaron la creciente influencia de la extrema derecha. Contando con el apoyo de Podemos, el Gobierno de Sánchez implementó presupuestos de austeridad, gastó miles de millones de euros en el ejército y presidió el juicio de líderes nacionalistas catalanes acusado de rebelión por haber organizado el referéndum de independencia de octubre de 2017. Los funcionarios del PSOE, incluido Sánchez, han aclamado la brutal represión policial contra los votantes pacíficos llevada a cabo por el presidente Mariano Rajoy durante este referéndum.

Bajo el PSOE, con su incesante promoción de militarismo y nacionalismo, junto con su persecución de los presos políticos nacionalistas catalanes, la clase dominante creó una atmósfera política reaccionaria que solo fortalece a Vox y le otorga la iniciativa política. Pese a haber ganado solo 24 escaños, Vox está estableciendo cada vez más el tono de la política oficial española.

Los funcionarios de Vox realizaron una breve e histérica manifestación después de que se anunciaran los resultados de las elecciones, gritando consignas nacionalistas y denunciando al expresidente regional catalán Carles Puigdemont, quien organizó el referéndum de independencia, gritando repetidamente: "¡Puigdemont en prisión!".

Cualquiera que sea la coloración política de las fuerzas que el PSOE finalmente lleve al poder, el próximo Gobierno intensificará los ataques contra la clase trabajadora y creará un terreno fértil para el futuro ascenso de la extrema derecha. La única forma de luchar contra el auge de Vox y los otros partidos de extrema derecha en toda Europa es movilizar a la clase obrera en toda Europa en una lucha política contra el capitalismo, incluyendo contra el Gobierno español entrante.

Al quedarse muy corta la coalición PP-Ciudadanos-Vox de la mayoría necesaria de 176 escaños para formar un Gobierno, las posibilidades restantes que se han planteado son un Gobierno del PSOE-Ciudadanos o la coalición PSOE-Podemos-nacionalistas catalanes. El partido de derechas Ciudadanos ha denunciado repetidamente al PSOE como un partido de traidores por negociar con los nacionalistas catalanes y anoche el líder del partido Ciudadanos, Alberto Rivera, descartó una coalición de Gobierno con el PSOE. "La mala noticia es que Sánchez e (el secretario general de Podemos, Pablo) Iglesias formarán Gobierno", dijo Rivera.

Sin embargo, generando abucheos de la multitud frente a él, Sánchez dijo que aún podría considerar un Gobierno de coalición con Ciudadanos, un partido abiertamente de derecha: "No vamos a hacer como ellos, que ponen cordones sanitarios al PSOE", Sánchez dijo. "Desde nuestras ideas de izquierda, desde nuestra posición progresista, vamos a tender la mano a todas las fuerzas políticas dentro de la Constitución".

Si Ciudadanos sigue rechazando las propuestas de Sánchez, parece que, para formar su Gobierno, es probable que Sánchez tenga que depender nuevamente de los nacionalistas catalanes para su apoyo en el Congreso, incluso mientras sigue intentando detener a los funcionarios nacionalistas catalanes con acusaciones falsas de rebelión. La nacionalista Esquerra Republicana Catalunya y Junts per Catalunya obtuvieron 15 y 7 escaños, respectivamente; el Partido Nacionalista Vasco (PNV) obtuvo 6 escaños. Tienen suficiente fuerza en el Congreso español para otorgar una mayoría estrecha al Gobierno de la coalición PSOE-Podemos.

Sin embargo, tal configuración contrariaría uno de los principales objetivos declarados de Sánchez cuando convocó las elecciones: estabilizar su Gobierno. Las elecciones fueron convocadas en febrero por el Gobierno minoritario del PSOE, que se basó en Podemos y los nacionalistas catalanes para otorgarle la mayoría en el Parlamento. El Gobierno de Sánchez cayó cuando los partidos nacionalistas catalanes respondieron a los reaccionarios juicios fraudulentos del PSOE contra sus dirigentes rehusándose a votar a favor del presupuesto de Sánchez. Si Sánchez volviera a depender en las mismas fuerzas, parece que su Gobierno podría colapsar nuevamente.

En cuanto a Podemos, la elección ha revelado las pocas pretensiones de supervivencia que poseía de ser un partido de cambio radical. En cambio, el secretario general del partido, Pablo Iglesias, dejó en claro anoche, después de las elecciones, que sus energías se dirigían a establecer una mayoría parlamentaria activa para el PSOE, el partido de Gobierno preferido de la burguesía española en el período posfranquista.

"Nos hubiera gustado un resultado mejor, pero nuestro resultado es suficiente para cumplir nuestros objetivos", dijo Iglesias. "Las fuerzas progresistas en su conjunto tienen más peso parlamentario que la derecha y la extrema derecha. Y, en segundo lugar, quien no entienda que España es plurinacional y basta ver los resultados de Cataluña y Euskadi para verlo sencillamente no entiende España”. Iglesias agregó que estaba presionando a Sánchez para que inicie negociaciones con los nacionalistas catalanes y vascos: "Propuse iniciar el diálogo, y hasta ahora lo hemos dejado en la etapa de comenzar a hablar".

(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de abril de 2019)

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