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La persecución de Assange y Manning es un ataque a la clase obrera

El sábado, 4 de Mayo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional celebró el mitin internacional en línea del 1 de Mayo, versión 2019; el sexto mitin anual en línea del 1 de Mayo, celebrado por el CICI el movimiento mundial trotskista. En el mitin se escucharon discursos sobre diferentes aspectos de la crisis mundial del capitalismo y de las luchas de la clase obrera internacional, discursos realizados por 12 miembros líderes del partido mundial y sus secciones y de organizaciones simpatizantes alrededor del mundo.

En los siguientes días, el World Socialist Web Site estará publicando los textos de los discursos dados en el mitin. Abajo está el discurso realizado por Oscar Grenfell, un miembro del Comité Nacional del Partido por la Igualdad Socialista (Australia). El lunes, el WSWS público el reporte de apertura a el mitin, dado por David North, el presidente de la junta editorial internacional del WSWS y el presidente nacional del Partido por la Igualdad Socialista (EUA).

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Una de las grandes tradiciones del movimiento internacional socialista de trabajadores, en el 1 de Mayo es extender nuestra solidaridad y soporte a todos los prisioneros de la lucha de clases, y de comprometernos a redoblar nuestros esfuerzos a asegurar su libertad.

El día de hoy, los más destacados prisioneros de la lucha de clases son el fundador y editor de Wikileaks, Julian Assange, y la valiente denunciante Chelsea Manning. Los cuales están siendo despiadadamente perseguidos por los más poderosos gobiernos en el mundo por sus servicios a la clase obrera internacional.

Assange y Manning no han cometido ningún crimen. Ambos están siendo perseguidos por exponer las guerras ilegales, las operaciones de vigilancia masiva y las conspiraciones diplomáticas diarias de los Estados Unidos y de todos sus aliados.

En esta celebración del 1 de Mayo Internacional, el World Socialist Website, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y todas sus secciones se encomiendan a intensificar nuestra prolongada campaña contra todos los intentos de extraditar Assange a los EUA y de ganar su libertad. También nos comprometemos a expandir nuestra lucha por la inmediata liberación de Chelsea Manning. Esta es una decisiva lucha política para la clase trabajadora y para todos los defensores de los derechos democráticos.

Hemos reunido sólo tres semanas después de que Assange fuera arrastrado desde la Embajada de Ecuador en London y arrestado por la policía británica. El montaje de un muy enfermo y mundialmente reconocido periodista siendo maltratado por seis policías británicos y haciendo muecas ante su primera exposición al sol en siete años, vivirá en la historia como un hito en la decadencia de la democracia burguesa y un giro al autoritarismo por gobiernos alrededor del mundo.

El arresto de Assange fue ilegal. Su estado como refugiado político, defendido por las Naciones Unidas, fue pisoteado y anulado por un régimen ecuatoriano corrupto buscando ganar favores con los bancos de Wall Street y las agencias de inteligencia.

Tan pronto como Assange fue detenido, fue revelado que la administración de Trump ha emitido una solicitud para su extradición a enfrentar cargos en los EUA. Esta fue una vindicación de las advertencias hechas por Wikileaks, el World Socialist Web Site y del mismo Assange de que el requería asilo político para evadir la persecución estadounidense por las actividades legales de publicación de Wikileaks.

El arresto de Assange ha puesto en marcha una parodia judicial, la cual podría ser descrita sólo como una hoja de higo pseudo-legal para una extraordinaria operación de rendición. Horas después de su expulsión de la embajada ecuatoriana, fue condenado por cargos de fianza, denunciado como un “narcisista” por el juez, y provocativamente dicho que podría someterse a la extradición a los EUA para “seguir con su vida”.

Desde entonces, Assange ha sido retenido en condiciones de aislamiento en la prisión de Belmarsh, apodada la Bahía de Guantánamo del Reino Unido, en honor a la cárcel militar estadounidense del mismo nombre, famosa por sus operaciones de tortura y otras violaciones a los derechos humanos.

El miércoles pasado, Assange fue sentenciado a 50 semanas en prisión por cargos de fianza. Aún pese al hecho de que ya ha pasado bastantes años en una efectiva detención arbitraria, que ha perdido el derecho al dinero de su fianza y que la razón para su giro a la embajada ecuatoriana —que él ha enfrentado una políticamente motivada persecución de los EUA— ha sido confirmada.

Con toda la malicia y espíritu de venganza de la clase dominante británica, el juez sumariamente rechazó los argumentos de los abogados de Assange y no hizo ningún intento en esconder su odio hacia él.

Su decisión demuestra que prevenir la extradición de Assange a los EUA requerirá de nada menos que una movilización completa de la única fuerza social capaz de montar una defensora exitosa de los derechos democráticos —la clase trabajadora.

Los dos públicamente revelados cargos de los EUA contra Assange son una farsa. Están centrados en acusaciones de que un historial de chat no verificado reveló que Assange y Manning han intentado crackear una contraseña de un computador militar estadounidense. De hecho, no hay ninguna evidencia de que la contraseña fue accedida. Y aun si lo fue, todo de lo que Assange ha sido acusado es de intentar ayudar a Manning a proteger su identidad —una práctica común para periodistas trabajando con fuentes.

Pero como han advertido los expertos jurídicos, los cargos de piratería informática tienen como único objetivo facilitar la extradición de Assange eludiendo la prohibición de que prisioneros británicos sean enviados a los Estados Unidos por ofensas políticas. Si los criminales de guerra en Washington ponen sus manos en el fundador de Wikileaks, es casi seguro que se le acusará de espionaje, un delito capital.

Una persecución a Assange en este sentido sería nada menos que un intento de abolir los derechos a la libertad de prensa y libertad de expresión, consagrados en la Constitución de los Estados Unidos. El objetivo sería intimidar masiva oposición dentro de la clase obrera a la guerra, la desigualdad y el autoritarismo.

La importancia de semejante acusación queda demostrada por la historia de la Ley de espionaje. Se utilizó para encarcelar al líder socialista estadounidense Eugene Debs por su oposición a la Primera Guerra Mundial. En la década de 1970, el gobierno de Nixon intentó sin éxito utilizar sus disposiciones para bloquear la publicación de los Documentos del Pentágono, que exponían la magnitud de la criminalidad estadounidense en la guerra de Vietnam.

Los peligros a los que se enfrenta Assange están demostrados por la difícil situación de Chelsea Manning. Ha sido detenida por la administración Trump durante más de ocho semanas, a veces en confinamiento solitario, por negarse a dar falso testimonio contra el fundador de WikiLeaks. Si Assange es entregado a los EE.UU., existe la posibilidad de que termine en la Bahía de Guantánamo o en una cárcel oscura operada por los torturadores de la CIA.

Todas las instituciones oficiales de la sociedad capitalista están implicadas en la persecución de Assange. La prensa corporativa ha respondido a su arresto con un regocijo desenmascarado.

Los reporteros corporativos, que actúan como taquígrafos para los gobiernos y las agencias de inteligencia, han proclamado que Assange "no es un periodista". Son los equivalentes modernos de los escribas del faraón, o esos reporteros alemanes que actuaron como propagandistas del régimen nazi. No olvidemos que estos "periodistas" fueron procesados en los juicios de Nuremberg por su papel en la facilitación de crímenes de guerra y ataques sin precedentes a los derechos democráticos.

Todos los partidos del establecimiento en Gran Bretaña, Estados Unidos y Australia han participado en los ataques a Assange.

Los demócratas han encabezado las falsas afirmaciones de que Assange es un agente ruso porque WikiLeaks publicó información verdadera y de interés periodístico que expone el hecho de que el Comité Nacional Demócrata manipuló las primarias de 2016 del partido a favor de Hillary Clinton. Sus discursos secretos en Wall Street, también publicados por WikiLeaks, expusieron a Clinton como una servidora de los bancos.

En Gran Bretaña, Jeremy Corbyn y el Partido Laborista no han hecho nada para defender a Assange. Los sucesivos gobiernos australianos, tanto del Partido Laborista como del Partido Liberal Nacional, se han unido a la campaña en su contra, negándose a cumplir con su clara obligación de defender a un ciudadano y periodista australiano perseguido.

Una multitud de organizaciones, desde la pseudoizquierda hasta los sindicatos, han abandonado a Assange. En los últimos ocho años, después de haberse hecho pasar por defensores de Assange, se han alineado detrás de todas las mentiras y calumnias contra el valiente periodista, incluidas las falsas acusaciones suecas de que había cometido un crimen sexual. Ignoran el hecho de que Assange nunca ha sido acusado de un crimen en ese país y que la investigación terminó en 2017. Estas organizaciones ya han hecho las paces con la guerra y la represión imperialista.

Sin embargo, hay otra fuerza que puede y debe movilizarse para defender a Assange: la clase obrera internacional. Millones de trabajadores y jóvenes correctamente lo ven como un héroe por exponer los crímenes de guerra de Estados Unidos en Irak y Afganistán, las operaciones de intromisión global de Washington y el espionaje masivo de la CIA, por nombrar sólo algunas de las revelaciones más prominentes de WikiLeaks.

La clase obrera está entrando en batallas sociales y políticas de masas en todo el mundo. La lucha por la liberación de Julian Assange y Chelsea Manning debe estar inscrita en la bandera de todas estas luchas.

Autorizado por James Cogan para el Partido por la Igualdad Socialista, Suite 906, 185 Elizabeth Street, Sydney, NSW, 2000.

(Publicado originalmente en inglés el 7 de mayo de 2019)

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