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Respondiendo a los ataques contra el socialismo

Bernie Sanders utiliza artículo de opinión en el NY Times para dar garantías al empresariado

Un comentario revelador del senador de Vermont, Bernie Sanders, fue publicado en la edición del lunes del New York Times. El propósito del artículo, titulado "Cómo ayudar a los estadounidenses a llegar a fin de mes", no es criticar a Trump, a quien se refiere de forma tímida, sino hacer uso del principal periódico de la clase dominante para asegurarle a la burguesía estadounidense que no tiene nada que temer del autor.

La columna de opinión se presenta en medio de una campaña creciente por parte de Trump y los republicanos para atacar el socialismo, destinada a deslegitimar los puntos de vista de la izquierda y presentar al presidente fascistizante como un baluarte contra el surgimiento de un movimiento socialista de masas. A esto se han sumado varios demócratas, incluyendo los candidatos a la nominación presidencial demócrata, John Hickenlooper y Michael Bennet. Este último es el hermano de James Bennet, el editor de la página editorial del Times.

Bajo estas condiciones, Sanders, quien ha usado su etiqueta de "socialista democrático" para atraer el sentimiento de izquierda entre los trabajadores y los jóvenes, está ansioso por recordarle a la clase dominante que no tiene nada que ver con el socialismo genuino.

Sanders comienza su artículo con una cruda descripción de los niveles extremos de pobreza y desigualdad social que caracterizan la vida estadounidense. Los hechos descritos por Sanders en los primeros dos tercios de su obra son una exposición condenatoria de la sociedad capitalista estadounidense. La conclusión inevitable es que Estados Unidos está gobernado por una oligarquía criminal que hace tiempo perdió todo derecho histórico de gobernar.

Pero esta es precisamente la conclusión que Sanders rechaza.

"Debemos entender que el capitalismo sin restricciones y la codicia de las corporaciones estadounidenses están destruyendo el tejido moral y económico de este país, lo que agrava las ansiedades a las que apeló el Sr. Trump en 2016", escribe Sanders. "La simple verdad es que los intereses de los más ricos están fuera de control, y necesitamos un presidente que les haga frente".

"Debemos cambiar la cultura actual del capitalismo sin restricciones en el que los multimillonarios tienen control sobre nuestra vida económica y política", continúa. "Necesitamos revitalizar la democracia estadounidense y crear un Gobierno y una economía que funcione para todos".

Sanders elige sus palabras con cuidado. Habla de un "capitalismo sin restricciones", no del capitalismo en sí. Ubica el problema de raíz en la "cultura actual" de este "capitalismo sin restricciones", excusando el sistema de ganancias.

Sanders pide una democracia "revitalizada" en el marco del capitalismo en condiciones donde las instituciones de la democracia burguesa en los Estados Unidos e internacionalmente se están desintegrando y la clase dominante entera se está volcando hacia las formas dictatoriales de gobierno. Sanders ni siquiera menciona, y mucho menos condena, los ataques propios de la Gestapo de la Administración de Trump contra los inmigrantes, con decenas de miles de hombres, mujeres y niños que han sido detenidos y llevados a campos de detención superpoblados e insalubres o capturados en sus hogares o lugares de trabajo y deportados sin ningún proceso legal. Trump permanece en silencio sobre la violación ilegal de los derechos de asilo, su despliegue de tropas activas en la frontera o su arrogamiento de poderes casi dictatoriales y el rechazo de la supervisión del Congreso.

Defendiendo los niveles de desigualdad social sin precedentes y enfrentando crecientes tensiones geopolíticas externas y la oposición interna de la clase obrera, la burguesía en un país tras otro está tratando de defender su sistema mediante la promoción de fuerzas ultraderechistas y fascistas. Los llamamientos abiertos de Trump al racismo antiinmigrante y la defensa de elementos fascistas ejemplifican la putrefacción de la democracia burguesa y la incompatibilidad de los derechos democráticos con el gobierno capitalista.

La oposición a Trump por parte del Partido Demócrata no se basa en sus crímenes reales, sino en las demandas de las principales secciones del aparato de inteligencia y militar de que asuma una postura más agresiva de confrontación contra Rusia. Sus falsas acusaciones de colusión rusa con la campaña electoral de Trump no solo buscan presionar a Trump para que adopte una postura más dura contra Rusia, sino también reprimir los puntos de vista de oposición en internet y deslegitimar la oposición de izquierda en nombre de combatir las "noticias falsas” y al “extremismo”.

Sanders guarda silencio sobre todo esto. De hecho, ha respaldado la campaña antirrusa y ha denunciado desde hace mucho tiempo las fronteras abiertas y el comercio chino en términos que hacen eco de los comentarios fascistizantes de Trump.

También continúa su silencio virtual sobre la persecución de Julian Assange y Chelsea Manning, que comenzó bajo la Administración de Obama. El objetivo de es prohibir el periodismo independiente y destruir la libertad de expresión y la prensa.

Los socialistas entienden que la defensa de los derechos democráticos es en última instancia imposible mientras la fuente objetiva de las dictaduras, el sistema capitalista, quede intacto. Además, entienden que la "democracia" capitalista, incluso en un período anterior, fue siempre una dictadura encubierta de la burguesía, cuya hegemonía política se basa en su posesión de los medios de producción y la explotación de la clase obrera.

Sanders no es un socialista. Defiende explícitamente la propiedad capitalista y rechaza la expropiación y nacionalización de las grandes corporaciones bajo el control democrático de la clase obrera. Ha sido un viejo partidario de las guerras imperialistas, incluyendo las guerras en Libia, Siria, Afganistán y la antigua Yugoslavia. Se opone a la unidad internacional de la clase obrera y promueve, en cambio, un nacionalismo económico tóxico que difiere poco del de Trump.

El verdadero motivo político detrás del artículo de opinión de Sanders emerge claramente cerca del final del artículo, cuando escribe: "Los conservadores intentan vincular deshonestamente las políticas que favorezco con las de los regímenes autoritarios. Pero estoy pidiendo una verdadera democracia, una que cumpla con el principio de una persona, un voto, y que no permita que los milmillonarios compren las elecciones".

Aquí Sanders invoca los tropos estándar del anticomunismo, que identifican el socialismo revolucionario con la dictadura. Esto se basa en la mentira de que Stalin y el estalinismo fueron la expresión de la Revolución Rusa, cuando, de hecho, representaron su opuesto. Tanto Sanders como sus oponentes dentro del sistema político buscan explotar la falta de conocimiento de la historia del marxismo y la Unión Soviética, especialmente la lucha librada por León Trotsky y sus partidarios contra la traición de la Revolución Rusa por parte de la burocracia estalinista.

En apoyo a su sueño de una democracia capitalista igualitaria, Sanders invoca al presidente demócrata, Franklin Roosevelt. "En 1944", escribe, "en su discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente Franklin Delano Roosevelt recordó a la nación que la seguridad económica es un derecho humano y que la gente no puede ser verdaderamente libre si tiene que luchar todos los días por sus objetivos básicos. Estoy de acuerdo". Concluye su artículo declarando: "FDR lo hizo. Lo podemos hacer de nuevo".

La llamada "Declaración de Derechos Económicos" de Roosevelt, que hablaba del derecho a un trabajo y un salario digno, el derecho a una vivienda digna, alimentos, atención médica y educación, fue una carta muerta desde el principio. Nunca fue seriamente perseguido por FDR ni sus sucesores. Si el capitalismo estadounidense, a la altura de su dominio económico, político y militar mundial, no pudo ni quiso asegurar estos derechos sociales elementales para el pueblo estadounidense, ¿cómo se puede discutir de manera creíble que es posible ahora, en su período de descenso económico?

Roosevelt no fue un defensor de la "democracia" (y aquí Sanders podría haber mencionado que el "democrático" Roosevelt encarceló a los opositores trotskistas de la guerra y prohibió las huelgas durante la Segunda Guerra Mundial), pero sí fue un político capitalista astuto, cuyas reformas en la década de 1930 tenían como objetivo apartar el peligro de la revolución socialista. Las limitadas reformas sociales del Nuevo Trato no fueron regalos que Roosevelt dispensó desde lo alto. Fueron concesiones extraídas de una clase dominante viciosa e intransigente por parte de un movimiento masivo seminsurreccional de la clase obrera, liderado por trabajadores con una mentalidad socialista.

Pero cuando Roosevelt hizo su discurso sobre el Estado de la Unión en 1944, su administración ya se había desplazado a la derecha. Esto se expresó en la caída del vicepresidente liberal Henry Wallace como su compañero en las elecciones de 1944 a favor de Harry Truman, considerado más aceptable para las capas conservadoras dentro de la dirección del Partido Demócrata.

El contexto detrás de la demagogia populista de Roosevelt fue su percepción del peligro de que, si el final de la guerra traía consigo un retorno de la depresión económica, el sistema capitalista enfrentaría una amenaza aún más grave que en la década de 1930. De hecho, los años 1945 y 1946 vieron la mayor ola de huelgas en la historia de Estados Unidos. Truman, como presidente en ese momento, respondió a la ola de huelgas amenazando con reclutar a los huelguistas en el ejército para que enfrentaran una posible ejecución por traición.

El repudio de los demócratas a las políticas del Nuevo Trato de Roosevelt y la Gran Sociedad de Johnson en los últimos cuarenta años expone el callejón sin salida de la política de reformas capitalistas. Con el fin del auge económico de la posguerra a principios de la década de 1970, la clase dominante estadounidense respondió con el reclamo de todo lo que anteriormente se había visto obligada a ceder.

Una pregunta que Sanders evita por completo es cómo se llegaría al Estados Unidos democrático e igualitario de su discurso. Nos haría creer que, con su elección como presidente, la oligarquía corporativa y financiera que controla el Estado, los partidos políticos y los medios de comunicación, que tienen a su disposición a los militares y la CIA y que libran guerras en todo el mundo, matando a millones y derrocando a Gobiernos, simplemente accederían a reformas sociales que consumirían una porción significativa de su riqueza.

En realidad, si Sanders fuera elegido, abandonaría sus promesas de campaña y cumpliría los dictados de la clase dominante cuyos intereses sirve, al igual que los otros partidos y políticos burgueses de "izquierdas", desde Syriza en Grecia hasta Los Verdes en Alemania. Al dedicarse a canalizar el descontento social masivo detrás del Partido Demócrata y oponerse al desarrollo de un movimiento socialista de la clase obrera, Sanders desempeña un papel vital para la "clase milmillonaria" que critica ocasionalmente.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de junio de 2019)

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