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Perspectiva

Estados Unidos se prepara para Tercera Guerra Mundial con mayor contrato de defensa en la historia

El Pentágono anunció el lunes su compra más grande de armas en la historia, involucrando casi 500 bombarderos F-35 a un costo total de $34 mil millones.

Esta compra es solo un pago inicial en la adquisición por parte del Pentágono de esta aeronave famosamente antieconómica y propensa a fallas, cuyo diseño se basa en dos prioridades generales: combatir a “grandes potencias” como Rusia y China y rellenar los bolsillos de Lockheed Martin y la horda de excongresistas y generales jubilados en su nómina.

El acuerdo cubre la doceava, decimotercera y decimocuarta tandas de producción de F-35 ordenados por el Pentágono, que eventualmente planea desplegar miles de estas aeronaves. Promovido en 2001 como un programa para ahorrar dinero, cada avión eventualmente llegó a costar cuatro veces el estimado inicial.

Aeronave F-22 de la Fuerza Aérea de EUA [crédito: Fuerza Aérea de EUA]

A un costo proyectado total del programa de $1,5 billones, este sistema de armas por sí solo podría financiar el Departamento de Educación de EUA por un cuarto de siglo.

El F-35 no tiene otro porrista más entusiástico que el presidente Donald Trump, quien lo promueve como una de sus propiedades para golf. Trump convirtió una rueda de prensa conjunta el miércoles por la tarde con el presidente polaco, Andrzej Duda, en un ardid publicitario para el bombardero. Mientras un F-35 llevaba a cabo un sobrevuelo a baja velocidad sobre la Casa Blanca, celebró el acuerdo de Polonia de comprar 32 de estas aeronaves.

En sus discursos frente a audiencias militares, Trump presume rutinariamente sobre los presupuestos militares masivos que ha logrado pasar por el Congreso, destacando en particular el despilfarro en los F-35. En una ceremonia de graduación en la Academia de la Fuerza Aérea el mes pasado, el mandatario respondió ante un aplauso estruendoso de los oficiales que se graduaban que, “A ustedes solo les gustan todos esos aviones completamente nuevos y hermosos que estamos comprando”.

Trump añadió: “El año pasado… aseguramos $700 mil millones para apoyar nuestros bombarderos de guerra, seguido por otros $716 mil millones —no millones— mil millones”.

Ambos presupuestos del Pentágono, representando los mayores aumentos en el gasto en defensa desde el final de la Guerra Fría, fueron aprobados con un apoyo abrumador de ambos partidos. El 89 por ciento de los demócratas del Senado votaron a favor de aprobar el presupuesto militar más reciente, cuyo objetivo explícito es preparar al ejército estadounidense para un conflicto de “grandes potencias” con Rusia y China.

Este año, la Casa Blanca está apuntando más alto, planeando presentar el próximo lunes una propuesta de presupuesto para el Departamento de Defensa de $750 mil millones, una cifra $18 mil millones más alta de lo que solicita el propio Pentágono.

Un pequeño ejército de ejecutivos de la industria militar, exgenerales que sirven como “consultores” y excongresistas convertidos en cabilderos para el complejo militar-industrial ya está degustando el bombeo de dinero en un ejército notorio por pagar $7.622 por cafeteras y $640 por asientos de baño.

Incluso según los estándares normales de negocios de guerra estadounidenses, el programa F-35 se gana el premio de corrupción descarada, de tal manera que el belicista fanático John McCain lo llamó un “caso ejemplar de malversación de fondos en compras”, un “escándalo” y una “tragedia.

Según el Proyecto de Supervisión Gubernamental, “Por diseño, los servicios [militares de EUA] no pueden cumplir independientemente muchas de las funciones básicas necesarias para emplear apropiadamente el sistema de armas más caro en la historia”. Además, señala que Lockheed Martin, “previene que el Gobierno incluso sepa los costos de ninguno de los repuestos que tiene que comprarle a la empresa”.

Los centenares de bombarderos ya entregados están plagados de fallas que los hacen casi inoperables. Como lo reportó recientemente Defense News, “Los pilotos de los F-35B y F-35C se ven obligados a mencionar las limitaciones en velocidad de vuelo para evitar daños al fuselaje o el revestimiento de sigilo del F-35”, mientras que la aeronave tiende a producir “saltos de presión en la cabina” que causan “dolores insoportables sinusales y de oído”.

Pero el saqueo, la incompetencia y la corrupción que caracterizan el programa de F-35 no pueden distraer de su propósito fundamental: combatir a sus competidores “casi pares” en la forma de Rusia o China.

Más temprano este mes, el vicepresidente Mike Pence, en un discurso frente a una clase saliente del instituto militar en West Point, predijo que habrá guerras en el Pacífico, Europa y el continente americano dentro de las vidas de los graduandos.

“Es casi una certeza que ustedes lucharan por EUA en campos de batalla en algún momento de sus vidas”, declaró. “Algunos de ustedes se unirán a la lucha en la península coreana y el Indo-Pacífico, donde Corea del Norte sigue amenazando la paz y una China cada vez más militarizada desafía nuestra presencia en la región. Algunos de ustedes se unirán a la lucha en Europa, donde una Rusia agresiva busca redibujar las fronteras internacionales a la fuerza. Y algunos de ustedes incluso serán llamados a servir en el hemisferio.

“Y cuando llegue el día, sé que se moverán al sonido de las armas y cumplirán su deber, y lucharán y ganarán”.

Estos espeluznantes sentimientos, lejos de ser únicos para el Gobierno de Trump, son compartidos ampliamente por ambos partidos. El martes en Iowa, el exoficial de inteligencia naval y ahora candidato presidencial demócrata, Pete Buttgieg, dijo: “Nuestras capacidades militares existen por una razón… estamos listos para emplear la fuerza”. Agregó que EUA debía prepararse para las “guerras del futuro”.

Incluso mientras Trump hace añicos las protecciones constitucionales fundamentales, encarcelando a niños inmigrantes en bases militares y gobernando por decreto ejecutivo, los demócratas aclaman lo valioso que es que un enemigo externo haga valer la unidad política dentro del país. “El nuevo desafío de China nos da la oportunidad de unirnos a través de la división política”, declaró Buttgieg. Esto es esencial, sugirió, porque “al menos la mitad de la batalla es en casa”.

Aproximadamente tres décadas después de la disolución de la Unión Soviética y la proclamación de un “momento unipolar” de dominio estadounidense, los esfuerzos de EUA de preservar su hegemonía global por medios militares han generado una debacle. En un artículo destacado en la edición actual de la revista Foreign Affairs, Fareed Zakaria, escribe sobre “La autodestrucción del poder estadounidense”, concluyendo que, “En algún momento en los últimos dos años, la hegemonía estadounidense se murió”.

Pero cada fracaso, revés y desastre solo ha llevado a Estados Unidos a intensificar su matonismo económico y su agresión militar. Después de las debacles de la “guerra contra el terrorismo”, incluyendo las invasiones de Afganistán e Irak y las guerras en Libia y Siria, Washington ha puesto su mira en un conflicto con Rusia y China. Los resultados de tales guerras serán un desastre a una escala incomparablemente mayor de derramamientos de sangre en Oriente Próximo, amenazando con una Tercera Guerra Mundial.

El estallido homicida del militarismo estadounidense que inició con la primera guerra del golfo Pérsico, coincidiendo con la disolución del régimen estalinista de la Unión Soviética no llegará simplemente a un agotamiento. Al menos que sea detenido por medio del surgimiento de un movimiento socialista de las masas obreras, tan solo se intensificará.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 13 de junio de 2019)

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