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Italia: Salvini busca una coalición con el partido fascista Fratelli d’Italia

El líder de la ultraderechista Lega, vicepresidente y ministro del interior, Matteo Salvini, está buscando poner fin a la coalición de gobierno con el Movimiento Cinco Estrellas (M5S). Bajo condiciones en las que ningún partido político representa los intereses de la clase trabajadora, la Lega está movilizando a su base ultraderechista radical para dar otro paso hacia el fascismo.

El jueves, Salvini visitó al presidente del consejo de ministros, Giuseppe Conte. Le exigió a él y al presidente Sergio Mattarella que dieran por finalizado inmediatamente el gobierno de coalición y que convocaran nuevas elecciones. En las elecciones europeas de finales de mayo, la Lega duplicó sus votos al 34 por ciento. Las encuestas le dan actualmente un 37 por ciento.

Ahora quiere sacarse de encima a su debilitado socio de la coalición, el M5S, con el objetivo de formar un gobierno conjunto con los fascistas italianos de Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia). A este partido, cuyas raíces —a través de varias ramas— se remontan al Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini, las encuestas le dan actualmente un 7 por ciento. Una coalición con Forza Italia, dirigido por el antiguo jefe de gobierno Silvio Berlusconi, también se está barajando. También tiene un 7 por ciento en las encuestas.

Hablándoles a seguidores en la playa de Pescara, Salvini dijo el jueves por la tarde: “Les pido a los italianos que me den pleno poder para hacer las cosas como hay que hacerlas”. Para acabar con el gobierno con una moción de censura, continuó en un tono soez deliberado, los diputados electos tendrían que estar dispuestos a mover el culo y volver de sus vacaciones al parlamento.

Salvini está buscando sacar partido a la presente situación para preparar formas fascistas de gobierno en un golpe sorpresivo. Este objetivo ya fue fortalecido por la adopción de la nueva y más estricta ley de seguridad en el Senado italiano el 5 de agosto. El Decreto Sicurezza bis ha amplificado una vez más los rasgos del anterior Decreto Salvini, que ya ha llevado a decenas de miles de personas a la ilegalidad.

Mientras el barco de la ONG Open Arms estuvo esperando nueve días en alta mar para que se permitiera desembarcar a 121 inmigrantes rescatados, el Senado ha endurecido drásticamente una vez más los castigos por rescates en el mar. La nueva ley estipula multas que van de €150.000 a €1 millón y el arresto inmediato de capitanes de barco que naveguen en aguas italianas sin autorización. El Estado ahora puede incautar y expropiar inmediatamente el navío en cuestión. Además, la ley requiere a los dueños de hoteles y otros proveedores de alojamiento que informen a las autoridades de los inmigrantes recién llegados en un plazo de 24 horas bajo amenaza de castigos severos.

La obligación de reportar la presencia de migrantes muestra que las prohibiciones y las medidas de Estado policial de la nueva ley van dirigidas contra toda la clase trabajadora. Esto también lo deja claro el Artículo 5, que se refiere a las manifestaciones públicas y los acontecimientos deportivos. Impone duras multas por cualquier “destrucción, pillaje y daño” a los espacios públicos y responsabiliza de ello a los organizadores. Esto también va dirigido contra huelgas, manifestaciones y mítines por parte de trabajadores que luchan por su salario y empleo, a cuyos dirigientes se puede ahora responsabilizar de los daños, incluso si los causan provocadores.

La nueva ley también estipula penas de prisión de uno a tres años para los que eludan a las autoridades estatales en acontecimientos públicos o se opongan a la policía con “señales u otros objetos pasivos de protección” o proyectiles. Se aumenta de manera significativa también los fondos para la policía e investigaciones encubiertas. Aquí también la ley sirve para promocionar un Estado policial.

Salvini debe la promulgación de esta ley en el parlamento al socio de la Lega, el M5S, ya que esta no habría pasado en el Senado sin los votos de los parlamentarios del M5S. Aunque algunos de ellos habían argumentado en su contra, al final todos los senadores del M5S votaron por ella o bien se abstuvieron.

No fue hasta el miércoles, durante la votación sobre el proyecto de tren de alta velocidad TAV, que el bando del gobierno se escindió abiertamente. El rechazo a este proyecto de tren, que conecta a la ciudad de Torino con Lyon en Francia, mediante un tunel en la montaña, fue una de las promesas electorales centrales del Movimiento Cinco Estrellas y se ganó los votos de muchos ambientalistas.

Aunque en el Senado muchos representantes del M5S votaron contra este proyecto de mil millones de dólares, fue aprobado con un “sí” contundente por todos los otros partidos. Hasta el presidente del consejo de ministros, el sin partido Giuseppe Conte, que había rechazado anteriormente el vínculo de la vía férrea, había invertido el rumbo recientemente y había hablado a favor de completar el proyecto patrocinado por la UE.

Los votos por el “no” del M5S fueron una ocasión ideal para que Salvini anunciara la ruptura de la coalición. En qué medida tendrá exito en ello todavía es incierto. El jefe del gobierno Conte se niega a dimitir voluntariamente y en el caso de una moción de censura exitosa, la decisión de disolver el parlamento solo la puede tomar Sergio Mattarella, de 78 años de edad, que viene del opositor Partido Democrático (PD) y empezó su carrera con los demócrata-cristianos. Él podría también nombrar un gobierno provisorio “técnico”, es decir, no elegido, o intentar formar otra coalición.

Nada de esto, sin embargo, evitará otro desplazamiento brusco hacia la derecha. Solo hará que la bancarrota de todos los partidos burgueses sea más explícita. Ni el anterior socio de gobierno, el M5S, ni los partidos de la oposición parlamentaria, ni los sindicatos, representan un obstáculo serio en el camino de la derecha. Por el contrario, han creado las condiciones para esta.

El así llamado bando de “centro izquierda”, dirigido por el PD, lleva años promocionando una contrarrevolución social derechista. Bajo los gobiernos de Letta, Renzi y Gentiloni, el sistema de pensiones ha sido desmantelado, el código laboral ha sido erosionado y se ha alentado el avance de condiciones laborales precarias, mientras la deuda pública sigue subiendo y el poder adquisitivo de la población trabajadora sigue declinando. Los partidos pseudoizquierdistas como Rifondazione Comunista le han dado una tapadera izquierdista a esta política y lo han hecho todo por suprimir una ofensiva obrera independiente contra esta.

El ascenso meteórico del Movimiento Cinco Estrellas, cuyo líder Beppe Grillo nunca se cansó de dar caña a los políticos de Roma por la corrupción, estaba basado en la oposición social a esta corrupción. Con promesas electorales, tales como unos ingresos básicos para todos y la restauración de las pensiones, el M5S se volvió el partido más fuerte, ganando un tercio de todos los votos en las elecciones parlamentarias de marzo de 2018.

Como el World Socialist Web Site ya había predicho en 2013, el M5S demostró ser un partido burgués de derechas. Muchos trabajadores y miembros de las clases medias votaron al M5S solo por indignación, pero como el WSWS escribiera: “El programa de Grillo establece un marcado contraste con los intereses de clase de los que se sienten víctimas de sus llamamientos populistas. Pronto se enfrentarán a la realidad de su programa reaccionario y derechista”.

Una vez en el poder, el M5S sirvió principalmente como soldados de a pie de la Lega, a la que le concedió la mayoría parlamentaria hasta el lunes pasado, cuando se promulgó la autoritaria ley de seguridad. Poco o nada queda de sus grandiosas promesas.

Derás de la crisis de gobierno está el declive sin precedentes de la economía italiana y un rápido crecimiento de las tensiones sociales. La economía nunca se ha recuperado realmente desde la crisis financiera de 2007-2008. El producto interno bruto ha caído más y está por debajo del nivel de 2007. Los ingresos netos de los hogares privados italianos siguen cayendo, y los grupos de ingresos más bajos están registrando ingresos más bajos de hasta un 25 por ciento. Más de 5 millones de personas ya están viviendo en la miseria más absoluta. El Estado está sobreendeudado y el sistema bancario sobrecargado con malos préstamos.

En esta situación un sector creciente de la clase gobernante se está dirigiendo hacia formas fascistas de gobierno. No se puede esperar resistencia alguna por parte de la UE, que solo insiste en que se cumplan los objetivos de déficit y que se reduzca la deuda —que, como en Grecia, es a costa de la clase trabajadora.

El martes, Salvini se reunió con los supuestos socios sociales. No solo los representantes de los empleadores, sino también los dirigentes sindicales aceptaron la invitación de Salvini al Viminale (como se llama el edificio del Ministerio del Interior). “Por supuesto, el [sindicato más grande] CGIL irá a ver a Salvini al Viminale”, le confirmó a la prensa el dirigente sindical Maurizio Landini. Cuando se lo invitó a discutir el presupuesto en una reunión con el gobierno, el sindicato siempre ha aceptado, afirmó Landini.

Esto deja una cosa clara: Los sindicatos no organizarán ninguna resistencia seria al peligroso giro hacia el fascismo. Solo se puede luchar contra estos desarrollos y revertirlos mediante la movilización independiente de la clase trabajadora en base a un programa socialista e internacionalista.

(Publicado originalmente en inglés el 10 de agosto de 2019)

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