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Perspectiva

Washington escala campaña de “máxima presión” contra Irán

Ha pasado poco más de un año desde que Washington reimpuso sanciones económicas contra Irán que equivalen a un estado de guerra. Las medidas punitivas habían sido levantadas con la firma del acuerdo nuclear con Irán, conocido formalmente como el Plan de Acción Conjunto y Comprensivo (JCPOA, por sus siglas en inglés), el cual fue negociado entre Teherán y las principales potencias en 2015.

Al retirar el compromiso estadounidense al acuerdo, flagrantemente infringiendo el derecho internacional, el Gobierno de Trump se embarcó en una estrategia de agresión estadounidense y cambio de régimen en Irán. Esto ha involucrado una escalada continua de la campaña de “presión máxima” que busca someter con hambre al pueblo iraní, junto con una acumulación de fuerzas militares estadounidenses en el golfo Pérsico en preparación para una intervención armada.

La campaña de “máxima presión” busca llevar a cero las exportaciones petroleras de Irán, que conforman el grueso de los ingresos del país. Según algunas estimaciones, las exportaciones de crudo iraní han caído aproximadamente 80 por ciento.

Secretario de Estado, Mike Pompeo en el Departamento de Estado el 13 de junio, 2019, Washington. Pompeo afirma que creen que Irán es culpable del ataque contra dos petroleros cerca del golfo Pérsico (AP Photo/Alex Brandon)

Trump presumió sobre los efectos de las sanciones durante su rueda de prensa en la Casa Blanca el miércoles. “Tienen un gran líos”, dijo, “Están muriéndose, financieramente. Su inflación se encuentra en un número que pocos han visto para la inflación”.

Las medidas tomadas por los Estados Unidos constituyen un acto criminal de castigo colectivo contra los 83 millones de iraníes. Además de recortar los ingresos de exportaciones del país, el régimen de sanciones estadounidenses también expulsó a Irán del sistema mundial financiero dominado por EUA, bloqueando severamente la habilidad del país para importar bienes vitales como comida y medicinas que técnicamente no son parte del embargo estadounidense.

Como resultado, lo niños en las salas de cáncer están siendo privados de las medicinas que necesitan para combatir la enfermedad y están muriendo en números cada vez mayores. Las medicinas importadas disponibles son escasas y sus precios se han ido a los cielos. Las sanciones financieras han afectado las cadenas de suministros para la grande industria farmacéutica del país, reduciendo aún más la disponibilidad de medicinas y condenando a más personas a una muerte temprana. En la clase obrera iraní, aquellos que no están muriendo directamente por las sanciones están cayendo en la pobreza e inanición, según aumentan los costos de comida, vivienda y otras necesidades básicas.

Sin embargo, no hay evidencia de que las sanciones hayan desestabilizado el Gobierno iraní, mientras que su base principal, la clase gobernante capitalista iraní, continúa extrayendo ganancias, incluso mientras los trabajadores encaran condiciones cada vez más desesperantes.

Washington está intensificando gradualmente su sitio militar contra Irán. A fines del mes pasado, inició una llamada iniciativa de seguridad marítima en el golfo Pérsico supuestamente con la misión de proteger los petroleros y barcos mercantes en torno al estrecho de Ormuz, por el cual pasa una tercera parte del transporte marítimo de petróleo. Los únicos países que se han unido a las operaciones del Pentágono son Reino Unido, Australia y Bahréin, y con despliegues mínimos.

La operación naval estadounidense fue anunciada pocos días después de que Donald Trump admitiera públicamente que estuvo a 10 minutos de lanzar misiles contra blancos iraníes en represalia por derribar un dron espía estadounidense que volaba sobre su territorio. Trump no canceló el ataque por temer por las vidas iraníes, como afirmó. Por el contrario, sus generales le advirtieron que tal ataque provocaría represalias que podrían generar importantes bajas para las tropas estadounidenses, dejando buques de guerra estadounidenses en el fondo del golfo Pérsico.

Desde entonces, Washington ha estado rebuscando cómo escalar su operación de cambio de régimen en Irán. El miércoles, el Gobierno de Trump anunció un nuevo conjunto de amplias sanciones que buscan paralizar el transporte de las exportaciones petroleras iraníes. Alegando que la red de transporte marítimo que está siendo utilizada para evadir las sanciones de Washington es controlada por la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica, amenazó con imponer sanciones punitivas a “personas no estadounidenses que conscientemente provean bienes, servicios y apoyo significativos” a los envíos de petróleo iraníes. “No acatarlo… tendrá graves consecuencias”, le dijo un oficial del Gobierno al Washington Post .

Incluso mientras la Casa Blanca anuncia una recompensa de $15 millones para cualquiera que ofrezca información que sirva para frenar la red de transporte marítimo, se reveló que el enviado especial del Gobierno para Irán, Brian Hook, contactó personalmente al capital del Adrian Darya, un petrolero iraní capturado por la Marina Real británica frente a Gibraltar el 4 de julio y detenido por seis semanas antes de ser liberado.

Hook le envió un correo electrónico al capitán, un ciudadano indio, identificándose como el “representante estadounidense para Irán” y ofreciéndole un soborno de varios millones de dólares si llevaba el barco a un puerto donde pudiera ser capturado por fuerzas estadounidenses, bajo el pretexto de aplicar las sanciones extraterritoriales de Washington.

“Con este dinero, podrás tener la vida que quieras y estar cómodo a mayor edad”, escribió Hook en un correo a Kumar. Añadió: “Si decides no hacer por la vía fácil, la vida se te hará mucho más difícil”.

El capitán optó por no tomar la “vía fácil” y fue blanco de sanciones individuales por parte del Departamento del Tesoro de EUA.

“Habiendo fracasado en su piratería, EUA recurre a chantajes directos—entréguenos petróleo iraní y recibirán millones de dólares o sean sancionados”, tuiteó el miércoles el canciller iraní Mohammad Javad Zarif.

Estos métodos tienen toda la dignidad de una mafia. Están siendo empleados por una clase gobernante criminal que ha estado involucrada en guerras de agresión interminables por las últimas tres décadas en un intento desesperado de revertir militarmente el declive de la hegemonía global del imperialismo estadounidense.

La imprudencia de la política estadounidense hacia Irán solo se puede explicar por la profunda crisis del capitalismo estadounidense, tanto internamente como a escala global.

El mismo Trump oscila bruscamente entre ofertas de negociaciones y amenazas de guerra plena.

En la cumbre del G7 el mes pasado, pareció haber aprobado la propuesta del presidente francés Emmanuel Macron de ofrecer una línea de $15 mil millones de crédito a Irán para convencerlo de continuar aceptando los términos del JCPOA, que supuestamente intercambiaría un severo límite al programa nuclear de Irán por acabar las sanciones reimpuestas por Washington. La invitación de Macron al canciller iraní Zarif a las charlas del G7 fue visto como un preparativo para negociaciones directas entre Estados Unidos e Irán.

No obstante, el miércoles, Washington indicó que no tenía ninguna intención de aceptar el acuerdo, mientras que Trump les dijo a reporteros que no necesitaba a Macron para hablar con Irán. Los oficiales del Gobierno desestimaron a los medios el “esquema francés”, exponiendo los profundos conflictos entre Europa y EUA sobre la cuestión iraní.

El peligro de una guerra de escala plena generada por el recrudecimiento de tensiones en torno a la campaña de “máxima presión” del imperialismo estadounidense fue subrayado por un largo artículo en el New York Times el miércoles que repasaba la prolongada colaboración entre Washington e Israel respecto a Irán.

Citando a oficiales estadounidenses e israelíes, el artículo deja en claro que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahi, está considerando activamente un ataque militar contra las instalaciones nucleares iraníes, una acción que recibiría una luz verde por parte de la Casa Blanca de Trump. Enfrentándose a una crisis política cada vez más profunda y un posible enjuiciamiento criminal, Netanyahu ha ordenado en semanas recientes ataques contra blancos presuntamente vinculados con Irán en Siria, Irak y Líbano.

El artículo también subraya el carácter bipartidista de la prolongada campaña estadounidense de cambio de régimen en Irán. Trump, según el artículo, “legó una pistola cargada: planes militares para un ataque contra Irán que fueron refinados meticulosamente durante los años de Obama”. El Times describe cómo, bajo el Gobierno de Obama, el Pentágono reconstruyó una réplica de escala completa de la instalación nuclear iraní de Fordow en un desierto en el suroeste de EUA, destruyéndola con una bomba de destrucción de búnkeres de 15 toneladas diseñada por la Fuerza Aérea de EUA.

Independientemente de las diferencias tácticas que existan entre los demócratas y el Gobierno de Trump, no existe ninguna facción dentro de la élite gobernante estadounidense que se oponga a la marcha intransigente hacia una Tercera Guerra Mundial.

Hay una hostilidad popular profunda hacia las guerras —y una profunda desconfianza hacia las mentiras que el Gobierno y la prensa corporativa utilizan para promoverlas—, pero no encuentra ninguna expresión en las estructuras políticas existentes. El resurgimiento de la lucha de clases tanto en EUA como internacionalmente provee las bases para la aparición de un movimiento de masas contra la guerra con base en una movilización política independiente de la clase obrera en lucha por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 6 de septiembre de 2019)

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