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GM suspende cobertura médica de huelguistas y empieza a utilizar rompehuelgas

El gigante automotriz General Motors está tomando pasos agresivos para romper la huelga de casi 50.000 trabajadores automotores en los Estados Unidos.

La compañía ya suspendió la cobertura médica de los trabajadores en huelga, obligándolos a obtener un seguro de baja calidad proporcionado por el fondo de huelga del UAW. Los comentaristas vieron el paso como una provocación importante y deliberada, y el Detroit Free Press lo describió como "verter gasolina al fuego".

La compañía ya está contratando esquiroles o carneros para reabrir las instalaciones más importantes, incluidas las plantas en Arlington, Wentzville y Flint.

La gigante compañía automotriz está perdiendo hasta $100 millones por día debido a la huelga, que ya ha provocado escasez de partes y la ralentización de la producción en Canadá y México. GM ha anunciado 1.200 despidos temporales en su planta de ensamblaje en Oshawa, Canadá, debido a la escasez de partes. La proveedora de autopartes Lear ha despedido a un departamento completo en sus instalaciones en Ramos Arizpe, México.

Línea de huelga o piquete en planta armadora de Detroit-Hamtramck

El impacto global de la huelga demuestra la unidad de intereses entre los trabajadores estadounidenses y sus hermanos y hermanas en todo el mundo, que están integrados en un proceso global de producción y que enfrentan a las mismas corporaciones transnacionales. Además, los trabajadores de GM tienen un apoyo abrumador de los trabajadores en otros países, como lo demuestran las reuniones celebradas por los trabajadores automotores en Silao, México, en apoyo de la huelga de los Estados Unidos.

Los trabajadores automotores no solo luchan contra la directora ejecutiva Mary Barra y otros ejecutivos corporativos en Detroit. Detrás de ellos se encuentran Wall Street y poderosos inversionistas globales que desean una intensificación del asalto a la clase trabajadora para alimentar el surgimiento interminable de los mercados bursátiles.

Solo unas pocas semanas después de que Wall Street amenazara con reducir la calificación crediticia de Ford a "estado basura" por no implementar una campaña de reducción de costos salvaje lo suficientemente rápido, la agencia de calificación crediticia Moody's emitió la misma amenaza a GM si no acaba rápidamente la huelga e imponía sus dictados a los trabajadores.

En un artículo de opinión en el New York Times el martes, Steven Greenhouse advirtió que la "huelga de trabajadores automotores es más grande que GM". Es parte de una ola de huelgas en los últimos dos años por parte de maestros, trabajadores de supermercados, hoteles y otros, que ha sido impulsada por "La consternación generalizada de los estadounidenses con el estancamiento salarial y la desigualdad de ingresos, incluso cuando las ganancias corporativas están volando alto". Greenhouse escribe que "las huelgas exitosas engendran más huelgas exitosas".

La seriedad con la que la clase dominante toma esta lucha se demuestra por la r ápida intervención de la Administración de Trump, que quiere poner fin a la huelga e impulsar un acuerdo en el que el sindicato UAW acepte los términos de la empresa a cambio de mantener abiertas una o dos plantas y supuestamente "salvar empleos estadounidenses".

En cuanto a los demócratas, son los falsos amigos de los trabajadores automotores. Si bien afirman que apoyan la huelga, su principal preocupación es mantener el dominio organizacional del UAW e imponer a la fuerza nuevas concesiones. Fue la Administración de Obama, en colaboración con el UAW, la que dirigió el asalto a los trabajadores durante la reestructuración de GM y Chrysler en 2009, que incluyó la expansión del sistema salarial de dos niveles y la eliminación de las horas extra después de ocho horas.

En cuanto al UAW, no tiene una estrategia para la victoria, tiene una estrategia para la derrota. El UAW, cuya dirección se enfrenta a cargos de malversación de fondos y aceptar sobornos, ha obligado a 110.000 trabajadores de Ford y Fiat Chrysler a permanecer en el trabajo a pesar de que ambos fabricantes de automóviles exigen concesiones similares, si no peores, de los trabajadores.

Al mismo tiempo, el UAW no está pagando ningún beneficio de huelga durante la primera semana, y después de eso solo dará unos lamentables $250 por semana, lo que garantiza que los trabajadores enfrentarán presiones financieras para poner fin a la huelga.

El UAW tampoco ha pedido una presencia masiva de trabajadores en las líneas de huelga o piquetes ni manifestaciones masivas para detener las actividades que buscan romper la huelga. En varios lugares, incluso está ordenándoles explícitamente a los trabajadores que permitan la entrada de rompehuelgas sin obstáculos, utilizando cínicamente la amenaza de un arresto para intimidar a los trabajadores. Además, la huelga solo se convocó después de que el sindicato les ordenara a los trabajadores de producción el domingo cruzaran las líneas de piquete de los trabajadores de mantenimiento, que también están en el UAW.

El UAW teme que incluso una victoria percibida alentaría a otros trabajadores a rebelarse contra décadas de concesiones impuestas por los sindicatos, interrumpiendo sus relaciones de décadas con las corporaciones. Sus "negociaciones" con la compañía son poco más que un gran acuerdo, por el cual figuras como Gary Jones esperan evitar largas penas de cárcel demostrando su valor para acabar la huelga lo antes posible.

Para llevar a cabo una lucha seria, los trabajadores deben romper el aislamiento de la huelga impuesto por el UAW y movilizar todo el peso de la clase trabajadora en defensa de los trabajadores automotrices.

Esto requiere la formación de una red de comités de base en cada planta, controlados democráticamente por los propios trabajadores.

Los trabajadores de GM organizados en comités de fábrica deberían hacer un llamamiento urgente a sus hermanos y hermanas de Ford y Fiat Chrysler, que no están menos decididos a luchar, a unirse a su lucha.

Deben girar hacia sus comunidades, hacia los jóvenes estudiantes, maestros, trabajadores de almacenes y otras secciones de la clase trabajadora para que su lucha sea el punto focal de un movimiento más amplio de toda la clase trabajadora.

Sobre todo, los trabajadores automotores deben vincular su lucha con los trabajadores a nivel internacional, quienes confrontan esencialmente las mismas condiciones y el mismo sistema capitalista globalmente organizado. En particular, esto significa conectarse con las decenas de millones de trabajadores automotores y de autopartes en todo el mundo.

Sin una estrategia internacional de este tipo, basada en la comprensión del alcance y carácter internacionales de la lucha de clases, es imposible incluso organizar un movimiento unificado en la industria automotriz estadounidense, que está compuesta no solo por los fabricantes de automóviles de Detroit sino por las docenas de empresas automotrices con sede en el extranjero y que operan en los Estados Unidos.

(Artículo publicado en inglés el 19 de septiembre de 2019)

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