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Perspectiva

El New York Times, China y el espectro de la “amenaza amarilla”

En un editorial de una página entera en su edición el domingo, el New York Times emprendió una diatriba viciosa contra China, advirtiendo de una “amenaza peligrosa y cada vez más grande” presentada por el “agresivo Estado comunista”.

El editorial describió a un Estados Unidos en una lucha difusa contra el “imperialismo cultural” chino, cuya intensión es “reprimir los valores centrales de nuestra nación”.

Este lenguaje histérico —llamando a China “peligrosa”, “agresiva” y una “amenaza”— tiene todos los rasgos del mito racista de la “amenaza amarilla” utilizados para justificar la subyugación colonial de Asia por parte de las potencias imperialistas europeas y estadounidenses.

“China”, escribió el Times, “no solo está buscando controlar lo que se habla en China sino también lo que se habla de China”. Afirmó: “El compromiso de Estados Unidos con los derechos humanos, incluyendo la libertad de expresión” enfrenta “una prueba particularmente severa”.

El Times no buscó explicar cuál “compromiso con los derechos humanos” ha demostrado el imperialismo estadounidense. ¿Fue el “compromiso con los derechos humanos” que instó a EUA a violar, torturar y asesinar a cientos de miles de personas en Irak, desde los calabozos de Abu Grahib a Faluya y Ciudad Sáder? ¿O las masacres en todo el mundo, desde My Lai en Vietnam hasta el ataque contra el hospital de Kunduz en Afganistán?

El Gobierno de Obama asesinó a ciudadanos estadounidenses con misiles de drones. El Gobierno de Trump, expandiendo las políticas de los demócratas, ha separado a miles de familias inmigrantes y preside lo que la ONU ha calificado de tortura infantil. El Gobierno estadounidense mantiene encarcelada a la denunciante Chelsea Manning y está buscando imponerle una cadena perpetua o peor al editor de WikiLeaks, Julian Assange, por exponer crímenes de guerra.

El imperialismo estadounidense no solo se arroga la facultad de “injerir” en los asuntos de otros países, sino de derrocar cualquier Gobierno electo que perciba como un obstáculo a sus intereses. Según un estudio reportado en el Washington Post, Estados Unidos intentó cambiar los Gobiernos de otros países 72 veces entre 1947 y 1989. De estos, “26 de las operaciones encubiertas estadounidenses llevaron exitosamente al poder a un Gobierno respaldado por EUA”.

Ningún país se compara a EUA en la magnitud de recursos que dedica a la propaganda y a colocar políticos, académicos y periodistas en la nómina de sus agencias de inteligencia.

En su historia sobre la Agencia Central de Inteligencia (CIA), The Mighty Wurlitzer, Hugh Wilford, señaló:

Altos oficiales del movimiento obrero estadounidense, como emergería, trabajaron clandestinamente con la [CIA] para divulgar los principios del “sindicalismo libre” en todo el mundo. Los intelectuales, escritores y artistas anticomunistas fueron benefactores de la generosidad secreta del Gobierno… Los profesores universitarios, periodistas, trabajadores de asistencia social, misioneros, activistas de derechos civiles… todos fueron parte de la red encubierta de frentes operativos de la CIA.

Y luego se reveló que hubo cientos de periodistas en la nómina de la CIA. Wilford escribió:

Arthur Hays Sulzberger, editor del New York Times, era un buen amigo de [el director de la CIA] Allen Dulles y firmó un acuerdo de secretismo con la Agencia… Según los términos de su acuerdo, el Times les ofreció a al menos diez oficiales de la CIA una cubierta como reporteros o personal administrativo en sus burós internacionales, mientras que los empleados auténticos del diario fueron instados a pasarle información a la Agencia.

El New York Times encarnaba la erradicación de cualquier diferencia entre las noticias y la propaganda estatal. En su autobiografía reciente, el denunciante Edward Snowden recuerda leer noticias en el servicio interno de noticias de la CIA que días después aparecían en los diarios estadounidenses prácticamente sin cambios más allá de referencias a “fuentes de inteligencia anónimas”.

La amenaza a la democracia estadounidense no proviene de afuera, sino desde adentro. El New York Times, por medio de sus interminables demandas de que se aplique censura y conformidad con los “valores” del Estado, es uno de los principales instigadores de dicha amenaza.

Las empresas estadounidenses, declaró el Times el domingo, deben reafirmar el “consenso estadounidense” en oposición a la “posición del Partido Comunista Chino”. Acusó a Disney y Comcast de “pasividad” y de abogar por “la posición del Partido Comunista Chino y en contra del consenso estadounidense”.

En particular… el Times se opuso al nuevo filme infantil del DreamWorks Abominable, alegando que retrata incorrectamente las fronteras de China. El Times afirmó que esto era una infracción de los “valores estadounidenses” y prácticamente un acto de traición. La lógica de este argumento es que Estados Unidos debería seguir el liderazgo de los censores gubernamentales en Vietnam, Filipinas y Malasia, quienes prohibieron el filme.

“Las corporaciones” declaró el Times, “son las criaturas de un Estado en particular, por más que sus ejecutivos prefieran pensar en que sus operaciones son multinacionales. Las empresas estadounidenses deciden operar bajo las leyes de Estados Unidos y gozar de los beneficios de la vida en Estados Unidos —y deben rendir cuentas por defender los valores de Estados Unidos—”.

Tales declaraciones revelan la hostilidad del Times a las concepciones democráticas consagradas en la Constitución de Estados Unidos. La Primera Enmienda declara: “El Congreso no podrá hacer ninguna ley con respecto al establecimiento de la religión, ni prohibiendo la libre práctica de la misma, ni limitando la libertad de expresión, ni de prensa, ni el derecho a la asamblea pacífica de las personas, ni de solicitar al gobierno una compensación de agravios”.

Es decir, el Gobierno no tiene la facultad de imponer un conjunto de vistas religiosas, morales o políticas a la población. No existe un conjunto universal de “valores estadounidenses” que los ciudadanos o empresas estén obligados a defender o al que tengan que “rendir cuentas”.

El Times está haciendo un argumento fascistizante. Fue el régimen nazi en Alemania que afirmó que el “pueblo” debe conformarse a los “valores” étnicos y religiosos dictados por el Estado y el que reprimió brutalmente a cualquiera no lo hizo o no lo podía hacer por sus orígenes.

La retórica del editorial sobre “derechos humanos” y la “libre expresión” es una pantalla de humo para la agenda real del New York Times y las secciones dominantes de la clase gobernante estadounidense. El imperialismo estadounidense está preparando una guerra catastrófica contra China para prevenir que desafíe el dominio estratégico y económico global de EUA.

“Por primera desde el comienzo de la Guerra Fría, Estados Unidos se encuentra en un desafío… con un país de su propia categoría de peso”, declaró el Times. “China ha asumido una postura firme y es hora de que Estados Unidos responsa de la misma manera”.

Ideológicamente, las condiciones para una guerra están siendo preparadas por medio de la histeria sobre injerencia e infiltración extranjeras, así como acusaciones de traición contra todos los que se opongan al militarismo. El mes pasado, el Washington Post promovió un reporte del Instituto Hoover que declaraba que “ya no debería ser aceptable que los académicos, periodistas, diplomáticos y oficiales públicos de la República Popular China tengan un acceso libre a la sociedad estadounidense”.

El New York Times, el portavoz no oficial del Partido Demócrata, atacó a Trump en su editorial por no ser lo suficientemente agresivo. El presidente, declaró, “ha debilitado la capacidad de las empresas estadounidenses para defender los valores estadounidenses” al “no oponerse firmemente a las demandas de China”.

Por más amargo que sea el conflicto entre facciones en Washington, tanto el Partido Demócrata como el Republicano están comprometidos con revertir el declive inexorable de la hegemonía global del capitalismo estadounidense por medio de un enfrentamiento y una guerra contra China.

(Publicado originalmente en inglés el 22 de octubre de 2019)

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