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Perspectiva

Relator especial de la ONU, Nils Melzer advierte que Julian Assange podría morir en prisión británica

El relator especial sobre tortura de las Naciones Unidas, Nils Melzer, emitió una estremecedora advertencia: si el editor de WikiLeaks, Julian Assange, no es liberado urgentemente de prisión y recibe el tratamiento médico que necesita, podría morir tras las rejas en Reino Unido.

Acompañando sus comentarios a la Associated Free Press, Melzer dijo que su declaración se basa en “nueva información de importancia médica. La salud de Assange ha entrado en un espiral descendiente de ansiedad, estrés y desesperación cada vez más severos y típicos de personas expuestas prolongadamente al aislamiento y la arbitrariedad constante”, dijo el oficial de la ONU.

Melzer, un experto legal internacionalmente reconocido sobre la tortura y sus síntomas, explicó, “Mientras que la evolución precisa es difícil de predecir con certeza, este patrón de síntomas puede desencadenar rápido una situación de degeneración cardiovascular o un colapso nervioso”.

Las declaraciones de Melzer confirman que el Gobierno británico, actuando en nombre del Gobierno estadounidense de Donald Trump, no busca nada menos que la destrucción psicológica y física de Assange.

Un manifestante con un cartel exigiendo la liberaciòn de Julian Assange (AP Photo/Frank Augstein)

El intento de extraditar a Assange a EE. UU. y darle una cadena perpetua es una parte de esta campaña ilegal. La otra consiste en su detención indefinida prácticamente en aislamiento y sin acceso a una atención médica adecuada en la prisión Belmarsh, conocida como la Guantánamo británica.

El objetivo de ambas medidas es silenciar a Assange y WikiLeaks y obtener la máxima venganza por sus exposiciones de crímenes de guerra históricos, conspiraciones diplomáticas globales y operaciones de espionaje masivas.

Desde que Assange fue expulsado ilegalmente de la Embajada de Ecuador en Londres y arrestado por policía británica el 11 de abril, ha sido sometido a un atropello legal tras otro.

A pesar de ser sentenciado bajo cargos fraudulentos de fianza, Assange fue encarcelado inmediatamente en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh. En mayo, Melzer, acompañado por dos profesionales médicos, lo visitó. Su conclusión fue que Assange muestra “todos los síntomas típicos de una exposición prolongada a la tortura psicológica”.

Para entonces, Assange ya había sido sometido a una venganza de nueve años por parte de EE. UU., asistida por lo que Melzer llamó una campaña de “abuso público” de la prensa corporativa. Assange pasó siete años en la Embajada ecuatoriana, donde fue privado de luz solar y tratamiento hospitalario, como resultado de las amenazas de las autoridades británicas de arrestarlo si dejaba el diminuto edificio.

En los últimos 18 meses de su estancia, las autoridades ecuatorianas transformaron la Embajada de un lugar de refugio político a prácticamente una prisión de la CIA. Assange fue objetivo de espionaje por parte de las agencias de inteligencia de EE. UU., mientras le negaban el derecho a recibir visitantes y comunicarse con el mundo exterior.

Después de visitar a Assange en mayo, Melzer les envió una carta oficial a las autoridades británicas, exigiendo que tomen “medidas inmediatas para la protección de su salud y dignidad”.

El viernes, Melzer declaró sin rodeos que sus advertencias habían sido ignoradas. Declaró: “Lo que hemos visto del Gobierno británico es un repudio abierto a los derechos e integridad del Sr. Assange. A pesar de la urgencia médica de mi llamado y la seriedad de las presuntas violaciones, Reino Unido no ha cumplido con ninguna medida de investigación, prevención y reparación como lo exige el derecho internacional”.

Reino Unido, dijo Melzer, no solo ha infringido la convención internacional contra la tortura. También le ha denegado a Assange sus derechos fundamentales, previniendo que acceda a documentos legales y otros medios para preparar su defensa.

A pesar de que la sentencia privativa bajo los cargos de fianza finalizo el 22 de septiembre, Melzer escribió que Assange “sigue detenido bajo condiciones opresivas de aislamiento y monitoreo no justificadas por su estatus de detención” y que el Estado británico y sus cortes están sometiéndolo a una “arbitrariedad flagrante y continua”.

Esta declaración se produce después de la última audiencia de Assange en un tribunal británico el 21 de octubre, lo que solo se puede describir como una farsa judicial.

La jueza Vanessa Baraitser que preside el caso rechazó sin pensarlo dos veces una serie de argumentos que debieron resultar en la cancelación inmediata del caso de extradición. Esto incluyó un veto a extradiciones de Reino Unido a EE. UU. por ofensas políticas y el espionaje ilegal de la CIA contra Assange. La jueza se mostró hostil hacia Assange y sus abogados e indiferente al deterioro dramático de su salud, generándole dificultades incluso para decir su nombre y fecha de nacimiento.

Baraitser solo pudo exhibir una parcialidad tan descarada porque sabe que está siguiendo la línea de toda la élite política británica. Todos los partidos oficiales están actuando como leales sirvientes del ejército y las agencias de inteligencia de Reino Unido y EE. UU., suprimiendo cualquier oposición al asesinato a cámara lenta de Assange.

El 11 de abril, el líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, quien ocasionalmente afirma ser socialista, declaró: “La extradición de Julian Assange a EE. UU. por exponer evidencia de las atrocidades en Irak y Afganistán debe ser opuesta por el Gobierno británico”.

El nombre de Assange no ha vuelto a cruzar los labios de Corbyn desde entonces. Por el contrario, accedió a una cacería de brujas política por parte del ala derecha de su partido contra los pocos miembros prominentes que han mostrado oposición a las guerras imperialistas y apoyo a Assange.

Corbyn, quien está haciendo campaña para una elección general, no ha visto apropiado responder a las advertencias de un oficial de la ONU de que el periodista más prominente del mundo está siendo torturado a muerte en el corazón de Reino unido. Tampoco se debe olvidar que Londres, donde Assange es prisionero, es controlado por el alcalde laborista Sadiq Khan, quien también ha guardado silencio.

El papel más infame ha sido asumido por las organizaciones pseudoizquierdista como Democratic Socialists of America [Socialistas Democráticos de EE. UU.], Socialist Alliance de Australia y el Socialist Workers Party en Reino unido. Si se juzgara por sus miserables publicaciones, ni siquiera se sabría sobre la existencia de Assange.

Tras abandonar al fundador de WikiLeaks con base en apoyo a la campaña de la CIA para imputarlo con acusaciones falsas de mala conducta sexual en Suecia y su alineamiento público con las guerras imperialistas, estas organizaciones simplemente ya no mencionan a Assange.

En cuanto al Gobierno australiano y el Partido Laborista en la oposición, no han dado ninguna respuesta a las advertencias de Melzer de que un ciudadano y periodista australiano se enfrenta a la muerte debido a su detención ilegal en Reino Unido. Todos los partidos parlamentarios australianos han respaldado la campaña contra Assange, en línea con su apoyo al imperialismo estadounidense.

Estas respuestas son otra muestra del hecho de que la clase obrera es la única base de apoyo para la defensa de los derechos democráticos y de los prisioneros de la guerra de clases como Assange y Chelsea Manning —la valiente denunciante encarcelada en EE. UU. por rehusarse a dar falso testimonio contra el fundador de WikiLeaks—.

En la medida en que millones se involucran en luchas sociales y políticas contra la austeridad, la desigualdad y la guerra, la persecución de Assange pretende enviar una advertencia: esto es lo que ocurre si te resistes a los poderes establecidos y te opones a los crímenes de guerra y la ilegalidad gubernamentales.

Este es un precedente que debe ser derrotado. En todas partes, los trabajadores deben ser informados sobre la situación crítica de Assange y la relación inseparable entre la lucha por sus derechos sociales y democráticos y aquella por la liberación inmediata e incondicional de Assange.

Esto exige una campaña internacional que busca movilizar el inmenso poder de la clase obrera, algo revelado en meses recientes en las luchas de clases en Chile, Ecuador, Líbano y todo el mundo.

El World Socialist Web Site y los Partidos Socialistas por la Igualdad internacionalmente están emprendiendo campañas intensivas en áreas de clase obrera, campus universitarios y fábricas por la defensa de Assange y Manning. Esto incluye importantes reuniones públicas en Australia y Nueva Zelanda en las próximas semanas. Contáctenos hoy para unirse a esta crucial batalla.

(Publicado originalmente en inglés el 4 de noviembre de 2019)

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