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Perspectiva

El Washington Post y el New York Times incitan campaña de odio contra chinos-estadounidenses

El Washington Post y el New York Times, los periódicos más estrechamente vinculados al Partido Demócrata y las agencias de inteligencia de Estados Unidos, están intentando incitar sospechas racialmente motivadas contra los estadounidenses de ascendencia china.

Desde las elecciones de 2016, los demócratas han librado una campaña histérica basada en acusaciones infundadas de “injerencia extranjera”, enfocándose inicialmente en los supuestos esfuerzos de Rusia para intervenir en la política estadounidense. Pero, durante el último año, se ha emprendido una similar campaña siniestra contra China.

Como parte de esta campaña, los elementos de pensamiento racial que prevalecen en la Casa Blanca de Trump están abriéndose paso en el Partido Demócrata y sus medios noticiosos de facto.

En mayo, Kiron Skinner, la directora de planificación política de Trump en el Departamento de Estado, dijo que el conflicto estadounidense con China es “la primera vez en que tendremos una gran potencia competidora que no es caucásica”.

El Diplomat indicó: “El hecho de que la principal estratega en el Departamento de Estado de EE. UU. convierta la raza en una unidad de análisis es impactante”. Comentó que la declaración generó una avalancha de “críticas de académicos y analistas”.

En la revista Foreign Policy, Paul Musgrave atacó el “lente racista y peligroso de la nueva dirección estatal estadounidense”.

El South China Morning Post citó a la investigadora del Cato Institute Emma Ashford, quien comentó que “estas ideas han flotado en el entorno del Gobierno de Trump desde el primer día”.

El diario luego parafraseó la observación de Ashford de que “Trump y altos funcionarios en su Gobierno han hecho comentarios repetidos a lo largo de líneas raciales y civilizatorias poco sutiles sobre los mexicanos, musulmanes y la inmigración”.

El año pasado, el Financial Times reportó que “Stephen Miller, un asesor de la Casa Blanca que ha sido central en el desarrollo de la línea dura en política de inmigración del Gobierno, presionó al presidente y otros oficiales para que hicieran imposible para que los ciudadanos chinos estudien en EE. UU.”.

La propuesta de Miller fue rechazada en su momento por ser demasiado radical. La Casa Blanca adoptó un enfoque más gradual, limitando la duración de las visas estudiantiles de cinco años a un año, acompañando esto con denuncias contra los estudiantes y académicos chinos, llamándolos posibles espías.

Pero, mientras los demócratas adoptan elementos cada vez mayores de la política antichina de Trump, el Washington Post y el New York Times han retomado estos argumentos racistas con aún más vigor.

En un editorial del 2 de noviembre, el Washington Post declaró: “El interés de [el presidente chino] Xi Jinping en arrastrar su régimen en todo el mundo se muestra con la mayor claridad en el caso de los estudiantes chinos en las universidades estadounidenses; residen en nuestro espacio físico pero en el ciberespacio chino”.

En setiembre, el Post publicó un editorial que respaldó un reporte de la Hoover Institution, un centro de pensamiento derechista, que afirman que “ya no debería ser aceptable que los académicos, periodistas, diplomáticos y oficiales públicos de la República Popular China tengan un acceso irrestricto a la sociedad estadounidense”.

El reporte de la Hoover Institution declara que el Gobierno chino percibe “toda la diáspora mundial china” como “compatriotas extranjeros” leales a “la patria china” por ser “hijos e hijas del emperador amarillo”. Alega que el Gobierno chino ha utilizado una “focalización racial”.

El reporte de Hoover exige que “todas las instituciones estadounidenses —gubernamentales y no gubernamentales— que lidien con actores chinos revisen sus prácticas de supervisión y gobernanza, codifiquen y ejemplifiquen los mejores estándares de práctica y debida diligencia”.

El editorial del Post apoyó la demanda de la Hoover Institution, afirmando que “el Departamento de Estado de EE. UU. debe responder de la misma manera restringiendo visas y el acceso a periodistas chinos en Estados Unidos”.

Esta incitación ha llevado a lo que solo puede describirse como una cacería de brujas xenofóbica en las universidades e instituciones de investigación de EE. UU.

El lunes, el New York Times publicó un artículo de primera plana bajo el título provocador “Científicos vinculados a China podrían estar robándote tus investigaciones biomédicas, dice EE. UU.”. Sin explicación, el titular fue cambiado a “Enorme red busca robar secretos biomédicos para China”.

El artículo reportó que “El NIH y el FBI han comenzado un enorme esfuerzo para expulsar a científicos que acusan de robar investigaciones biomédicas para otros países de instituciones por todo EE. UU.”. Los blancos son “científicos de ascendencia china, incluyendo ciudadanos estadounidenses naturalizados”.

El Times escribió: “La magnitud de la red ha hecho temblar las filas de investigadores biomédicos… con algunos que afirman que los científicos étnicamente chinos están siendo perseguidos injustamente, según la competición geopolítica de Washington con Beijing se intensifica”.

Frank Wu, un profesor de derecho de la Escuela de Derecho Hastings de la Universidad de California, le dijo al Times: “La gente vive con miedo… Estoy recibiendo llamadas y correos electrónicos constantes de personas de etnia china —incluso aquellos que son ciudadanos estadounidenses— que se sienten amenazados”.

A pesar de que el reporte del Times asume una actitud ambiguamente intranquila hacia esta persecución, el periódico ha buscado repetida y explícitamente azuzar la histeria antichina, haciendo eco del mito de la “amenaza amarilla” utilizado para justificar el dominio imperialista de Asia en el siglo diecinueve. El mes pasado, el Times advirtió sobre una “amenaza peligrosa y creciente” a las libertades estadounidenses presentada por “el agresivo Estado comunista”.

En una entrevista con el Financial Times, Steve Bannon, exdirector de la campaña electoral de Trump en 2016, declaró que sus esfuerzos para “mantener una línea dura hacia China” estaban siendo exitosos, a pesar de la feroz lucha en torno a la política exterior en Washington.

“¡Estamos ganando!”, declaró este ideólogo ultraderechista vinculado a las organizaciones supremacistas blancas. El Financial Times comentó: “Como evidencia, él [Bannon] indicó que Elizabeth Warren y otros líderes demócratas estaban girando hacia la derecha incluso del Sr. Trump en política comercial”.

“En un país tan dividido”, presumió Bannon, “la cosa que lo une es China”. Al declarar esto, hizo eco de los puntos hechos este año por el candidato presidencial demócrata, Pete Buttigieg, de que “el nuevo desafío chino nos da una oportunidad para unirnos por encima de las divisiones políticas”.

“Por lo menos la mitad de la batalla es en casa”, añadió Buttigieg.

Como lo sugieren las declaraciones de Bannon y Buttigieg, una escalada del conflicto entre EE. UU. y China, combinado con las incitaciones racistas de todas las facciones de la élite de política exterior estadounidense, desde la Casa Blanca al New York Times, llevará al fin de cuentas a la represión interna.

Cabe añadir un punto final. Por años, el New York Times ha promovido y legitimado modos raciales de pensamiento, principalmente promoviendo la política de identidades.

En 2016, el Times publicó un artículo de opinión intitulado “Detrás de la agitación de 2016, una crisis de identidad blanca” que argumenta que “los expertos ven una crisis en la identidad blanca detrás de la agitación en marcha en Occidente”.

“Por décadas, el lenguaje de la identidad blanca solo ha existido en el contexto de la supremacía blanca”, afirmó el Times. “Cuando eso se volvió en un tabú, dejó a la política de identidad blanca sin un vocabulario”. En un esfuerzo implícito para romper ese “tabú”, el Times declaró: “Los blancos occidentales tienen un lugar dentro de las nuevas identidades nacionales más amplias de sus naciones”.

No hay una gran brecha entre aceptar el mito neonazi de la “identidad blanca” para endosar la declaración implícita del Gobierno de Trump de que Estados Unidos es una civilización “caucásica” y la calificación racialista de la Hoover Institution de que todas las personas de etnia china son “hijos e hijas del emperador amarillo”.

La ideología racista y xenofóbica que acompañó el reparto imperialista del mundo durante el siglo diecinueve que culminó con los crímenes horrendos y motivados por cuestiones de raza del régimen nazi, están nuevamente emergiendo en medio del giro del imperialismo estadounidense hacia “los conflictos entre grandes potencias” contra China y la amenaza de guerra que implica.

(Publicado originalmente en inglés el 5 de noviembre de 2019)

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