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Los candidatos a las elecciones en España denuncian el socialismo y respaldan la represión en el debate televisado

El debate televisado del martes por la noche entre los jefes de los partidos establecidos previo a las elecciones del 10 de noviembre concluyó la campaña electoral más derechista desde la caída del régimen fascista franquista y la transición de 1978 al parlamentarismo.

El debate se desarrolló en medio de una brutal represión policial a las protestas de masas en Cataluña contra el encarcelamiento por parte de Madrid de políticos catalanes. Esto es parte de una oleada internacional de protestas de masas contra la desigualdad social que abarca a Irak, el Líbano, Argelia, Hong Kong, Ecuador y Chile, junto con protestas de masas y huelgas en Europa y los Estados Unidos. Sin embargo, ninguno de los participantes del debate propuso nada para abordar la ira creciente por la desigualdad social, después de una década de profunda austeridad de la Unión Europea (UE) en España.

En cambio, el debate transmitió denuncias rabiosas, nacionalistas españolas, del socialismo y de Cataluña, encabezadas por el partido fascista Vox y el derechista Partido Popular (PP), a quienes se adaptaron el partido pseudoizquierdista Podemos y el gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Crean un marco en el que se suprime la oposición a la izquierda del PSOE, y se le deja la iniciativa a Vox.

El líder del partido fascista Vox Santiago Abascal saluda con la mano ante personas que ondean la bandera española en un acto para promocionar la 'Unidad de España' en Madrid, España, el sábado 26 de octubre de 2019. El acto de Vox fue dos días después de la exhumación y reentierro del dictador español general Francisco Franco desde el mausoleo del Valle de los Caídos a las afueras del Madrid a su nueva tumba en el cementerio de Mingorrubio, a 57 kilómetros (35 millas). (Foto AP/Paul White)

El papel principal en bloquear la oposición de izquierdas al PSOE recae en Podemos que, como el resto del establishment político, está aterrado por el movimiento creciente en la clase trabajadora y está decidido a imponer políticas derechistas. De manera significativa, los periodistas que moderaban el debate dejaron que el secretario general de Podemos hiciera los comentarios introductorios a cada segmento del debate.

“Todos los economistas de una u otra persuasión reconocen efectivamente que está teniendo lugar una desaceleración y que podría llegar a ser una crisis”, dijo Iglesias en una parte. En otra, dijo “el sistema bipartidista se ha acabado”, y apeló a que el PSOE “se uniera” a él.

Las elecciones españolas del domingo realmente se desarrollan en medio de una crisis intratable. Son las cuartas elecciones desde que los comicios de diciembre de 2015 llevaran a un parlamento sin mayoría absoluta, tras lo cual no se pudo formar ninguna mayoría estable de gobierno. El duopolio PSOE-PP que surgió tras 1978, y el fin del régimen establecido por el dictador fascista Francisco Franco, está muerto. Todo indica que surgirá otro parlamento sin mayoría absoluta: el electorado está dividido entre Podemos, el PSOE, el PP, Vox, el partido derechista Ciudadanos, y los partidos nacionalistas catalanes o vascos.

Sin embargo, Iglesias —cuyo partido, desde su fundación en 2014, ha sido un aliado del partido de la austeridad, Syriza, en Grecia— mantuvo su viejo llamamiento al PSOE para formar un gobierno de coalición con él. El PSOE por su parte le ha escrito a la Comisión Europea para comprometerse a imponer miles de millones de euros en recortes sociales, sea cual sea el resultado de las elecciones. También está bombeando otros miles de millones a las fuerzas armadas españolas y está organizando la represión policial en Cataluña.

Sin embargo, durante el debate, Iglesias criticó repetidamente al presidente del gobierno en funciones, Pedro Sánchez, del PSOE, por considerar un posible gobierno de “gran coalición” entre el PSOE y el PP, y apeló a que él se aliara en cambio con Podemos. “Está cometiendo un error si mira a la derecha como aliada para acabar con la cuestión catalana”, le dijo Iglesias a Sánchez. Más tarde, advirtió una vez más: “Quizás la cuestión catalana podría volverse la excusa perfecta para que el PSOE busque un acuerdo con el PP”.

Con Podemos trabajando para canalizar la oposición tras el PSOE, se le dio cancha a Vox para que promocionara sus políticas fascistas.

El líder de Vox, Santiago Abascal —quien aclamara los antecedentes sangrientos del ejército franquista durante la Guerra Civil española de 1936-1939— se comprometió a suspender el gobierno catalán, tomar el control de sus canales de televisión, escuelas y fuerza policial, prohibir los partidos “criminales” y encarcelar a sus miembros. Vox ya ha pedido la ilegalización de los partidos marxistas y regionales-nacionales de España, y dijo recientemente que el partido nacionalista valenciano Compromís, un aliado del partido escindido de Podemos, Más País, está “al borde” de ser ilegalizado.

Abascal también exigió un “recorte drástico del gasto político desde los gobiernos regionales” que financia buena parte del gasto en sanidad y educación en España. Abascal denunció a los gobiernos regionales acusándolos de costar entre “60 y 90 mil millones de euros”. Mientras pedía destripar la sanidad y la educación, se las daba demagógicamente de defensor de “nuestros trabajadores” contra el “globalismo”, y lanzaba llamamientos fascistas para “fronteras seguras” e “inmigración regular legal”.

Respaldado por el dirigente de Ciudadanos Albert Rivera, quien sostenía un trozo del pavimento de Barcelona hecho pedazos por los manifestantes, el líder del PP Pablo Casado lanzó ataques nacionalistas españoles al socialismo y a Cataluña.

“¿Creen que Cataluña es una nación? Para el Sr. Sánchez Cataluña es sin dudas una nación, y España es una nación de naciones”, dijo Casado, denunciando a Sánchez por “abrazar” supuestamente un concepto de España mantenido por los nacionalistas catalanes. Comprometiéndose a hacer más recortes al impuesto sobre la renta, Casado advirtió: “El socialismo siempre crea más crisis”.

Abascal también denunció a Sánchez y a Iglesias, refiriéndose a los lazos históricos de Podemos con el estalinista Partido Comunista de España (PCE): “Si alguien aquí tiene algo que esconder sobre su historia, son ustedes dos”.

El blanco de estos ataques al socialismo no es ni el PSOE ni Podemos, que son partidos bien conocidos de la austeridad y la guerra, sino los trabajadores. La élite gobernante está aterrada porque las protestas de masas evolucionen y lleguen a ser una lucha internacional de la clase trabajadora para tomar el poder del Estado, derrocar el capitalismo, y construir el socialismo. Tras más de una década de desempleo masivo, que afectó a más de la mitad de los jóvenes en su punto más alto tras la crisis de 2008, el capitalismo español está desacreditado. Todos los políticos burgueses temen el impacto de la siguiente crisis importante.

El giro de la burguesía hacia políticas fascistas y la represión es una medida preventiva contra este peligro. No se puede luchar contra ella dentro del sistema existente de partidos, sin embargo: los propios PSOE y Podemos ayudaron a construir el marco tóxico en el que Vox está subiendo rápidamente. Se espera que Vox duplique sus votos, hasta el 14 por ciento, y que consiga 46 escaños en el congreso.

El principal factor que habilita el ascenso de Vox es la capacidad residual del PSOE y Podemos de bloquear una lucha política de la clase trabajadora.

La principal iniciativa de Sánchez en el debate fue señalar hacia la represión que lleva a cabo su gobierno de las protestas en Cataluña y hacerse eco de las exigencias neofascistas para reprimir al gobierno regional catalán electo. En Cataluña, propuso asumir el control de las escuelas para “enseñar valores cívicos”; para “modificar la Ley General Audiovisual” y gestionar la televisión catalana desde Madrid, respondiendo a las exigencias de los neofascistas de poner fin a la televisión en idioma catalán; e ilegalizar referéndums como el referéndum sobre la independencia de Cataluña de 2017.

La respuesta de Iglesias a Abascal y Casado fue impotente y reaccionaria. Por un lado, se las dio de crítico de su nacionalismo español, declarando: “España es una nación de naciones … España es un país plurinacional, el solo hecho de decir algo no hace que suceda”. Sin embargo, en consonancia con el populismo nacionalista reaccionario de su partido, Iglesias insistió en que él es más nacionalista español que Abascal: “Sr. Abascal, usted no me va a dar lecciones de cómo ser español”.

De hecho, conceder derechos democráticos y lingüísticos básicos a las minorías nacionales como los vascos y los catalanes fue un componente esencial del paso del régimen fascista al parlamentario. La autonomía de los gobiernos regionales fue un elemento clave de la constitución burguesa adoptada en 1978. El ascenso de Vox y el desplazamiento de toda la élite gobernante hacia establecer gobiernos no elegidos en Cataluña que impongan el uso del idioma castellano está atado al repudio de la burguesía de ese acuerdo y su giro hacia la austeridad profunda y el autoritarismo fascista.

La perspectiva esbozada por Iglesias para una defensa nacionalista-española de las minorías lingüísticas dirigida por el PSOE es decadente y reaccionaria. El camino a seguir es la lucha por transformar el movimiento internacional en desarrollo de la clase trabajadora y la juventud en la defensa de los derechos democráticos y una lucha revolucionaria por el socialismo y los Estados Unidos Socialistas de Europa.

(Publicado originalmente en inglés el 8 de noviembre de 2019)

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