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Perspectiva

Email filtrado sobre ataque químico muestra que los bombardeos de 2018 contra Siria se basaron en mentiras

El sábado, WikiLeaks publicó correos electrónicos internos escritos por un miembro de la misión investigadora de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) enviada a Siria que exponen un intento de gran alcance para suprimir y distorsionar la evidencia del presunto ataque con gas el 7 de abril de 2018 en Duma, un suburbio de Damasco entonces bajo el control de las fuerzas islamistas “rebeldes” patrocinadas por la CIA.

La revelación deja nuevamente en claro el carácter fraudulento de la campaña para justificar la operación de cambio de régimen de EE. UU. en Siria, la cual ha convertido grandes extensiones del país en tierra de nadie, matando cientos de miles de personas y desplazando a millones de personas como refugiados.

El presunto ataque en el que supuestamente murieron hasta 49 personas fue aprovechado por los Gobiernos de EE. UU., Reino Unido y Francia para justificar bombardeos aéreos y de misiles tan solo una semana después contra las fuerzas gubernamentales sirias. Los bombardeos sucedieron horas antes de que el equipo investigador de la OPAQ llegara a Siria. El asalto no solo llevó a EE. UU. y sus aliados al borde de una guerra abierta contra Siria, sino también contra los aliados del Gobierno de Asad, Irán y Rusia.

Estados Unidos lanza un ataque contra Damasco, Siria, el 14 de abril de 2018, anunciado por el presidente Donald Trump como represalia por el presunto uso de armas químicas (AP Photo/Hassan Ammar)

El presunto ataque en Duma se produjo mientras Asad intentaba consolidar su control alrededor de Damasco y poco después de que Trump anunciara que retiraría las tropas desplegadas para controlar la mitad oriental de Siria. El supuesto ataque de gas del Gobierno sirio fue utilizado como un motivo de guerra.

El 8 de abril, un día después del presunto ataque químico y antes de que la investigación se llevara a cabo, Trump tuiteó que hubo un “ataque QUÍMICO irracional” por parte del “Animal Asad” respaldado por Rusia e Irán, y que habría un “gran precio que pagar”. Bajo la guía de su recién nombrado asesor de seguridad nacional, John Bolton, se le presentaron varias opciones militares para atacar Siria. Los bombardeos aéreos y de misiles fueron llevados a cabo el 13 de abril, horario estadounidense.

La publicación el sábado de WikiLeaks deja en claro que el reporte de la OPAQ publicado en julio de 2018 buscaba ser compatible con las acusaciones públicas de EE. UU., Reino Unido y Francia. El columnista del británico Mail on Sunday, Peter Hitchens, indicó que, con base en la publicación de WikiLeaks, la manipulación del reporte de los investigadores de la OPAQ “parece ser el peor caso de estimulación en apoyo a una guerra desde la invasión de Irak y los dosieres manipulados de Tony Blair”.

El investigador que escribió el memorándum y que permanece anónimo le envió el correo electrónico al director de gabinete de la OPAQ, Robert Fairweather, y su adjunto, Aamir Shouket, el 22 de junio de 2018 para expresar su “grave preocupación” ante los detalles excluidos o cambiados en el borrador editado que pronto se publicaría sobre la investigación de la agencia sobre el presunto ataque de gas. Escribió que el borrador editado se había alejado tanto de la evidencia recolectada que “ya no refleja el trabajo del equipo”.

El correo electrónico apunta a declaraciones contrarias a la evidencia en la investigación in situ, incluyendo la afirmación de que el equipo había hallado “suficiente evidencia en este momento para determinar que probablemente salió cloro u otro químico reactivo con cloro de los cilindros”. Esto simplemente no era cierto. Como lo explicó el denunciante, mientras que hubo muestras que hicieron contacto con uno o varios químicos con el átomo reactivo de cloro, los posibles orígenes eran múltiples, incluso cloro para tareas domésticas. Más allá, no existía suficiente evidencia para determinar que los cilindros supuestamente arrojados en Duma por helicópteros sirios habían sido la fuente de una emisión de químicos.

Otra afirmación en el reporte oficial de que se detectaron “altos niveles” de derivados orgánicos del cloro en el lugar del presunto ataque también era falsa. Según el investigador, estos químicos estaban presentes en cantidades pequeñas de tan poco como 1 o 2 partes por mil millones.

La publicación del correo electrónico por parte de WikiLeaks es tan solo el último episodio en el derrumbe de la versión oficial, la cual comenzó a despedazarse no bien apareció el presunto ataque con gas en la prensa burguesa, acompañado por videos no verificados de niños supuestamente sufriendo en un hospital.

Ya para octubre de 2018, el Grupo de trabajo sobre Siria, Propaganda y los Medios publicó los resultados de su investigación sobre el incidente, que halló que, dada la evidencia presentada por la OPAQ, era imposible determinar si había ocurrido un ataque químico del todo. Las afirmaciones iniciales de EE. UU. y Francia de que se había empleado un agente nervioso fueron descartadas inmediatamente por la OPAQ.

En mayo del año pasado, un reporte no publicado de un experto en balística, Ian Henderson, quien encabezó el subequipo de ingeniería de la OPAQ en Duma, fue filtrado. Henderson presenta varias interrogantes sobre la afirmación de que el ataque fue llevado a cabo por cilindros de cloro lanzados desde el aire, una afirmación que implicaría a las fuerzas de Asad. En cambio, su reporte concluye que lo más posible es que ambos cilindros examinados por los investigadores fueron colocados en sus posiciones, implicando que el supuesto ataque había sido inventado por las fuerzas islamistas que controlaban el área del incidente.

La semana pasada, Jonathan Steele un antiguo corresponsal extranjero del Guardian, reporró en Counterpunch sobre una nota del denunciante de la OPAQ conocido como Alex que informó que en un incidente en julio de 2018 tres oficiales estadounidenses no identificados les dijeron sin ambages a un grupo de expertos disconformes que Siria era culpable del presunto ataque con cloro en gas en Duma.

El reporte final de la OPAQ publicado en marzo de este año omite cualquier análisis cuantitativo de los bajos niveles de derivados orgánicos del cloro descubiertos por los investigadores, socavando las afirmaciones oficiales de que hubo un ataque con cloro en gas.

La conferencia anual de la OPAQ comienza hoy en La Haya, donde el denunciante que habló con Steele espera plantear sus inquietudes sobre la investigación en Duma, a pesar de que no hay ninguna indicación de que los organizadores permitirán dicha discusión.

Durante la operación de cambio de régimen en Siria, que se ha prolongado por más de ocho años en los que EE. UU. y sus aliados han utilizado varias milicias islamistas vinculadas con Al Qaeda como fuerzas indirectas, se ha utilizado una provocación patrocinada por la CIA tras otra para intentar sin éxito movilizar la opinión pública estadounidense detrás de la guerra. En 2013, un ataque químico en el este de Guta fue atribuido a Asad y utilizado para justificar preparativos para bombardeos masivos estadounidenses, los cuales fueron cancelados en el último momento por Obama. Este incidente fue luego expuesto por el reportero investigador Seymour Hersh, quien lo calificó como una obra de los rebeldes respaldados por EE. UU. y con el apoyo de Turquía.

Los grupos pseudoizquierdistas que se han alineado detrás de la guerra criminal estadounidense en Siria y promovido un baño de sangre aún mayor han quedado expuestas. La ahora difunta Organización Socialista Internacional (ISO, por sus siglas en inglés), la cual se disolvió en el Partido Demócrata más temprano este año, utilizó su publicación Socialist Worker para promover la oposición respaldada por la CIA y denunció a cualquiera que se opusiera a la intervención estadounidense como un títere del Gobierno burgués de Asad y los “imperialistas” Rusia e Irán.

El papel crítico de WikiLeaks en hacer público el correo electrónico condenatorio deja en claro nuevamente por qué su fundador y editor, Julian Assange, se está pudriendo en la prisión de máxima seguridad inglesa de Belmarsh, enfrentándose a una extradición a EE. UU. y a una pena de 175 años por exponer crímenes de guerra estadounidenses en Oriente Próximo. Las agencias de inteligencia estadounidenses y toda la élite política, tanto los demócratas como republicanos, buscan acallar permanentemente toda información sobre los crímenes del imperialismo estadounidense por medio de su persecución de Assange, condenada por el relator especial sobre tortura de las Naciones Unidas, Nils Melzer, como una forma de tortura.

El Gobierno estadounidense, con sus inmensos recursos y su vasto aparato de inteligencia, no ha logrado silenciar uno de los recursos más cruciales para llevar la verdad al público sobre las operaciones del imperialismo estadounidense y mundial. Depende de la clase obrera internacional, como una parte vital de su lucha en defensa de los derechos democráticos y sociales, defender a Assange y a Chelsea Manning y exigir su inmediata liberación de prisión y la anulación de todos los cargos en su contra.

(Publicado originalmente en inglés el 25 de noviembre de 2019)

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