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Perspectiva

Una respuesta socialista a la masacre global de empleos en la industria automotriz

El martes, la empresa automotriz alemana anunció la eliminación de 9.500 puestos en los próximos cinco años, significando que uno de cada seis trabajadores perderá su empleo.

Este anuncio es parte de una masacre de trabajos en la industria automotriz a nivel global. Desde que inició el año, aproximadamente se han destruido 350.000 empleos automotores en India y 220.000 en China. Con un acuerdo del consejo laboral alineado con los sindicatos, Volkswagen ha eliminado 30.000 empleos en los últimos tres años, mientras que la productividad aumentó 25 por ciento en este periodo.

Ford está actualmente eliminando 12.000 empleos en Europa y 7.000 en América del Norte. Nissan está recortando 12.500 puestos a nivel mundial. General Motors está cerrando cuatro plantas en EE. UU. y Canadá y eliminando 8.000 empleos. Daimler, BMW, PSA y otras empresas automotrices tienen planes similares.

Un trabajador automotor prepara un chasis para colocar un motor sobre el cuerpo de aluminio de un nuevo camión Ford F-150 en la armadora de Kansas City en Claycomo, Montana (AP Photo/Charlie Riedel)

La situación es aún más dramática en la industria de autopartes. Continental anunció que eliminará 20.000 empleos en los próximos 10 años. Bosch ya recortó 2.500 empleos en Alemania este año y tiene planes para eliminar 3.000 más para 2022. Otras proveedoras de componentes, como ZF, Schaeffler y Mahle están deshaciéndose de miles de empleos.

Estos acontecimientos dejan en claro que los trabajadores necesitan una perspectiva internacionalista y un programa socialista para oponerse a los ataques contra sus trabajos, condiciones laborales y salarios.

No solo se enfrentan a las automotrices que operan globalmente y sus accionistas milmillonarios, sino también a los sindicatos y los consejos laborales, los cuales colaboran con las gerencias para orquestar e implementar los recortes. Sin romper con estos aparatos corruptos y proempresariales y establecer comités de base independientes para unir sus luchas internacionalmente, los trabajadores no podrán defender ni un solo empleo.

Esto es particularmente claro por los eventos en Audi. La eliminación de empleos en la empresa fue preparada y planificada en varios meses de sesiones secretas de la gerencia, los sindicatos y consejos laborales.

“No hay manifestaciones desesperadas con banderas rojas frente a los portones de la planta”, escribió un sorprendido el diario Süddeutsche Zeitung. “Por el contrario, el plan y el número de recortes fueron elaborados por [el director ejecutivo de Audi, Bram] Schot en colaboración con el consejo laboral, y ambos lados se mostraron casi eufóricos el martes”. El presidente del consejo laboral, Peter Mosch, aplaudió la masacre de empleos como un “hito importante”.

Las empresas automotrices y los sindicatos justificaron el ataque contra empleos y salarios apuntando al declive global en ventas y la introducción de vehículos autónomos y eléctricos, lo que involucra altos costos en su desarrollo pero menos pasos necesarios en su producción.

De hecho, los acontecimientos en la industria automotriz muestran la absurdidad del sistema capitalista, en el cual los desarrollos tecnológicos se utilizan para intensificar la explotación de los trabajadores, rellenar los bolsillos de una élite diminuta y superrica y lanzar a cientos de miles de trabajadores a la pobreza. Ofrece un poderoso argumento a favor de la transformación de la industria automotriz global en propiedad social, su colocación bajo el control obrero y su organización a nivel mundial según un plan racional para atender las necesidades humanas y no el lucro privado.

Las automotrices globales están utilizando las nuevas tecnologías como un bate para destruir los derechos y beneficios conquistados por los trabajadores en décadas de amargas luchas. Estos ataques comenzaron en los años ochenta, llevando a un estancamiento o incluso reducción de los salarios en el sector desde entonces.

El empleo temporal o casual y otras formas de trabajo precario se han vuelto en un aspecto prominente de las plantas automotrices, con la aprobación de los sindicatos. En Estados Unidos, el Gobierno de Obama reestructuró General Motors y Chrysler, reduciendo a la mitad los salarios de los nuevos contratos. Los salarios de hambre en Asia, América Latina, África, América Latina y Europa del Este están siendo explotados para reducir los salarios en todas partes.

La introducción de automatizaciones y la inteligencia artificial no están siendo utilizados para hacer el trabajo más fácil, sino para adaptarlo al modelo de Amazon, es decir, para monitorear toda acción y todo segundo de la jornada laboral. Para reducir los costos de desarrollo y producción, y conquistar nuevos mercados, las automotrices están fusionándose para formar empresas aún más grandes. PSA (Peugeot) y Fiat-Chrysler acordaron recientemente unir fuerzas para crear la cuarta automotriz más grande, detrás de Renault/Nissan, VW y Toyota.

El mercado mundial está dominado por enormes monopolios que dictan los salarios y precios y que compiten enconadamente por su control del mercado, coincidiendo cada vez más con los preparativos de las potencias imperialistas para la guerra.

Cada vez más trabajadores están resistiendo estos ataques. En Matamoros, México, decenas de miles de trabajadores altamente explotados en la industria de autopartes bajaron sus herramientas pro varias semanas a principios de este año. En Estados Unidos, 48.000 trabajadores automotores participaron en la huelga más larga en 50 años. También ha habido huelgas en India, China, Rumanía, Hungría, la Republica Checa, Alemania, Francia, Reino Unido y otros países.

Sin embargo, en cualquier lugar que estallen estas luchas militantes, inmediatamente entran en conflicto con la burocracia sindical, que las sabotea y traiciona. IG Metall de Alemania, el United Auto Workers de Estados Unidos y los otros sindicatos dejaron de funcionaron hace mucho como organizaciones obreras que luchaban por mejoras sociales y reformas. En cambio, funcionan como cogerentes y policías laborales en las plantas, encargados de intimidar a los trabajadores e imponer los dictados de las empresas.

Este papel se deriva tanto de la posición social como del programa político de los sindicatos, dos aspectos inseparablemente conectados.

Los funcionarios sindicales y los miembros de los consejos laborales ganan ingresos en los que los trabajadores solo pueden soñar. Esto puede asumir formas distintas de país a país, pero es esencialmente igual. En Estados Unidos, el presidente del UAW, Gary Jones, y otros líderes se vieron obligados a renunciar después de robarse millones de dólares de fondos sindicales. En Alemania, los pagos por servicios sindicales están legalmente integrados en el sistema de disque “codeterminación”. Los presidentes de los consejos laborales como Berndt Osterloh (VW) Y Peter Mosch (Audi) ganan salarios anuales de seis cifras (en dólares).

Los burócratas sindicales son hostiles a la lucha de clase y son nacionalistas hasta su núcleo. Así como los ejecutivos corporativos, perciben su tarea como la de garantizar una ventaja competitiva para “sus” empresas contra sus rivales nacionales y extranjeros. Para lograr esto, están preparados para aceptar cualquier cosa, desde recortes salariales a despidos masivos y cierres de planta, como la planta de Open en Bochum. Si convocan huelgas o protestas de vez en cuando, es solo para liberar tensiones y prevenir que la creciente oposición entre los trabajadores se escape de su control.

Para suprimir la lucha de clases, los ejecutivos sindicales buscan establecer la más estrecha cooperación con los Gobiernos y las corporaciones. Por ejemplo, Roland Zitzelsberger, titular de IG Metall en el estado de Baden-Wurtemberg, un foco de la industria automotriz alemana, presumió recientemente en una entrevista sobre el llamado consejo de transformación. Este consejo incluye a oficiales sindicales, consejeros laborales, ejecutivos corporativos, representantes gubernamentales y académicos, quienes se reúnen en una mesa a discutir estrategias económicas. Esta forma de colaboración de clases halló su forma más acabada en el Estado corporativista del fascismo italiano durante el siglo veinte.

Para romper el sofocante dominio de los sindicatos, el World Socialist Web Site y los Partidos Socialistas por la Igualdad llaman a formar comités de base opuestos a los sindicatos y consejos laborales.

A diferencia de las políticas procapitalistas y nacionalistas de los sindicatos, estos comités de acción arraigarán su estrategia en las demandas y los derechos de los trabajadores, los cuales son irreconciliables con los de los capitalistas.

En respuesta a la estrategia global de las empresas transnacionales automotrices, los comités de base avanzarán su propia estrategia internacional para unir a los trabajadores automotores de todo el mundo en una lucha común para defender el derecho de empleos garantizados y bien remunerados para todos los trabajadores. El World Socialist Web Site hará todo en su poder para asistir a los trabajadores automotores en la construcción de los comités de base, estableciendo líneas de comunicación entre fábricas y más allá de las fronteras nacionales, y desarrollando la dirección necesaria en la clase obrera para poner fin a la explotación capitalista de una vez y por todas.

(Artículo publicado originalmente el 29 de noviembre de 2019)

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