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Perspectiva

Obama encabeza una campaña contra la nominación de Sanders como candidato presidencial demócrata

Los primeros votos para la nominación presidencial demócrata serán emitidos en dos meses, en las asambleas electorales de Iowa y las primarias de New Hampshire. Con el expresidente Barack Obama como punta de lanza, el Partido Demócrata está tomando pasos para excluir cualquier tema vinculado a la desigualdad social y la distribución de la riqueza de las elecciones.

Un artículo en Político (“Esperando a Obama”) reportó la semana pasada que “La cúpula demócrata cuenta con que [Obama] detenga a Trump y, quizás, aparte a Bernie también”.

Pese a indicar que la postura pública de Obama es que apoyará a cualquier candidato que sea nominado, el artículo declara, “Hay una posible excepción: cuando Bernie parecía una amenaza mayor que ahora, Obama dijo en privado que si Bernie se dejaba la nominación, Obama se pronunciaría para detenerlo”.

El reporte se conforma con lo que Obama ha dicho en declaraciones durante las últimas dos semanas a donantes y recaudadores de fondos del partido en Washington D.C. y California. Afirmó que el pueblo estadounidense se opone a cambios radicales. “Este es todavía un país que es menos revolucionario de lo que le interesa mejorar”, dijo Obama. “Les gusta ver que las cosas mejoran. Pero el estadounidense promedio no piensa que debemos demoler el sistema y rehacerlo… Simplemente no quieren ver locuras”.

Añadió: “También debemos arraigarnos en la realidad y el hecho de que los votantes, incluyendo os votantes demócratas y ciertamente los independientes persuadibles o incluso los republicanos moderados, no están siendo impulsados por las mismas opiniones reflejadas en ciertas cuentas de Twitter, ustedes saben, de tendencia izquierdista. O el ala activista de nuestro partido”.

Pese a no nombrarlos, el significado era claro, como indicó el New York Times: “Sus comentarios dieron una crítica implícita a los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren…”.

La preocupación de la cúpula del Partido Demócrata no es con Sanders y Warren, siendo ambos operadores políticos vetados. En cambio, no quieren una elección que apele incluso en una manera limitada a las inquietudes de naturaleza de clase de la vasta mayoría de la población.

Comenzando con la declaración de Obama de que los comicios de 2016 eran un “partido amistoso” entre dos lados del mismo equipo, los demócratas han buscado redirigir la hostilidad popular a Trump detrás de su campaña militarista contra Rusia, siendo este el enfoque del juicio político. Esto se combinará con los esfuerzos para promover divisiones raciales y de género.

Obama fue a lo largo de noviembre el portavoz más prominente de una campaña de derecha que involucró comentarios y editoriales en el Times y el Washington Post (propiedad del milmillonario de Amazon, Jeff Bezos), una opinión del exsecretario del Tesoro, Lawrence Summers, y declaraciones públicas de los milmillonarios Warren Buffett, Bill Gates, Mark Cuban y Leon Cooperman. Todos atacaron las propuestas de Warren y Sanders de un impuesto sobre la riqueza acumulada.

El milmillonario Michael Bloomberg fue aún más lejos, postulándose oficialmente como un tardío candidato para la nominación presidencial demócrata y financiando una avalancha de anuncios de $30 millones que inició la semana pasada.

La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se sumó al ataque contra la propuesta de salud vinculada a Sanders y Warren. “No soy una gran fan de Medicare para todos”, dijo en Bloomberg TV, la red de difusión controlada por el ahora candidato milmillonario. Afirmó que “hay un nivel de comodidad que la gente tiene con su seguro privado actual”.

Tanto Warren y Sanders respondieron girando a la derecha. Warren retractó su propuesta de “Medicare para todos”, presentando un “Plan B” que elimina el principal componente de su campaña.

Por su parte, Sanders fue interrogado en el debate presidencial demócrata sobre el rechazo de Obama de una revolución. “¿El presidente Obama está equivocado?”, le preguntó el moderador. El senador de Vermont guardó su retórica sobre una “revolución política” y respondió débilmente, “No, tiene razón. No tenemos que derribar el sistema, pero debemos hacer lo que el pueblo estadounidense quiere”.

Tanto Sanders como Warren aceptan el fraude de presentar el Gobierno de Obama como “progresista” que creó el marco para reformas sociales futuras. No critican su rescate de Wall Street, sus ataques contra los salarios de los trabajadores automotores o sus recortes del financiamiento federal a la educación pública y otros programas sociales. No abordan el hecho político innegable de que fue el alineamiento del Gobierno de Obama con la patronal estadounidense que llevó a importantes sectores de trabajadores a rechazar el Partido Demócrata y darle su voto a Trump o quedarse en casa en la jornada electoral de 2016.

Lo que es aún más crucial, apoyan el consenso de política exterior en el Partido Demócrata detrás de la campaña para someter a Trump a un juicio político, no por sus verdaderos crímenes contra los inmigrantes y los derechos democráticos del pueblo estadounidense, sino por transgredir las demandas del aparato militar y de inteligencia con respecto a Ucrania, Rusia y Oriente Próximo.

Warren ha respaldado públicamente los esfuerzos del Gobierno de Trump para estrangular Venezuela con sanciones financieras, mientras que apoyó tácitamente el derrocamiento del presidente boliviano Evo Morales por medio de una campaña derechista respaldada por EE. UU. en la que el ejército boliviano desempeñó el papel central. Sanders se ha referido al derrocamiento como un golpe de Estado, pero no ofrece ninguna alternativa a la agresiva reafirmación de los intereses imperialistas estadounidenses en todo el mundo, algo apoyado tanto por los demócratas como los republicanos.

Así como la mayoría de los demócratas, Sanders ha criticado las políticas de guerra comercial de Trump hacia China desde la derecha, exigiendo medidas proteccionistas más agresivas que solo añadirán combustible al recrudecimiento de tensiones globales que conllevan el peligro de una tercera guerra mundial.

La clase obrera no puede defender sus derechos sociales de empleos bien remunerados, escuelas, seguros médicos y otros servicios sociales decentes, o combatir el peligro de una guerra imperialista por medio del Partido Demócrata. Esto exige la movilización independiente de la clase obrera en luchas tanto industriales como políticas, a través de huelgas, manifestaciones de masas y la construcción de un movimiento político independiente dirigido contra el sistema capitalista con base en un programa socialista.

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(Artículo publicado originalmente el 2 de diciembre de 2019)

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