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Gobierno de Maduro destituye a Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela

El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) del presidente Nicolás Maduro y su coalición instalaron a un nuevo presidente de la Asamblea Nacional el domingo para reemplazar a Juan Guaidó, el activista patrocinado por EE. UU. que utilizó su posición como presidente para proclamarse “presidente interino” del país en enero en un intento para expulsar a Maduro.

Juan Guaidó se sube a una cerca en un intento fallido para entrar en la Asamblea, mientras se bloquea su entrada en una sesión para elegir a la nueva dirección de la Asamblea Nacional en Caracas, Venezuela, domingo 5 de noviembre de 2020 (AP Photo/Matias Delacroix)

Luis Parra, un exmiembro de la oposición pro-Guaidó, fue seleccionado y juramentado por los oficiales del PSUV sin quórum. En las afueras del edificio, la Guardia Nacional previno que Guaidó y sus partidarios entraran en las premisas durante el voto programado.

Después de varios roces entre los efectivos entre los soldados y los asociados y guardaespaldas de Guaidó, el séquito de Guaidó viajó algunos kilómetros al este y celebró una sesión paralela en la sede del diario El Nacional, donde 100 legisladores, según la oposición” votaron a favor de reelegir a Guaidó como presidente legislativo.

La oposición a Maduro obtuvo 112 de los 167 escaños en 2015, pero varios partidos pequeños de la oposición que representan aproximadamente una décima parte de la Asamblea se separaron de los simpatizantes de Guaidó en setiembre y varios oros legisladores de oposición han cambiado de bando desde entonces.

El secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo felicitó a Guaidó por su supuesta reelección en una declaración el domingo que decía que la investidura de Parra fue una “farsa” y el resultado de “sobornos e intimidación”. Los voceros de la Unión Europea y los Gobiernos de Canadá y varios países latinoamericanos siguieron el ejemplo y reconocieron a Guaidó como el titular “reelecto” de la Asamblea Nacional y el Gobierno “interino”.

Por el otro lado, Maduro reconoció a Parra, afirmando que Guaidó y sus partidarios llegaron tarde a la votación el domingo y aplaudiendo la “rebelión de los propios diputados y diputadas de la oposición”. Añadió: “Yole digo a Pompeo y [el enviado especial de EE. UU., Elliott] Abrams: ¿cómo le van a explicar a Trump que perdieron las elecciones en la Asamblea Nacional? Otro fracaso más de los gringos en Venezuela”.

El canciller venezolano Jorge Arreaza denunció el “intervencionismo vulgar” de los oficiales estadounidenses. “Deberían ocuparse del desastre que pretenden provocar con nuevas guerras por petróleo”, afirmó, refiriéndose a la efectiva declaración de guerra de Trump contra Irán.

Mientras que los comentaristas de la prensa han señalado que los cálculos de Maduro se basan en las recientes escisiones y escándalos de corrupción en la oposición, las declaraciones desde Caracas demuestran que buscan explotar la crisis de guerra en Oriente Próximo y la creciente oposición popular a la ilegalidad de la política exterior estadounidense.

En medio de un latente enojo popular en Venezuela e internacionalmente hacia el golpe de Estado respaldado por EE. UU. en Bolivia, el asesinato del general iraní Soleimani y la continua devastación de la economía venezolana por las sanciones estadounidenses, cualquier palabra de preocupación de los oficiales estadounidenses sobre la democracia, “sobornos e intimidación” sonará tan falsa como nunca.

Como lo estableció la Estrategia de Seguridad Nacional de Trump, Washington está persiguiendo “conflictos con grandes potencias” para minar a sus principales rivales, Rusia y China —los principales aliados del Gobierno de Maduro—.

Conforme continúa sus operaciones en Eurasia, el involucramiento del imperialismo estadounidense en el golpe de Estado boliviano y las amenazas de EE. UU. contra Venezuela subrayan la importancia atribuida por los estrategas estadounidenses a consolidar su dominio sobre América Latina, incluyendo su riqueza energética y mineral. El peligro de que América Latina sea arrastrada a una conflagración global tan solo ha aumentado.

El mes pasado, mientras reiteraba que “todas las opciones están en la mesa”, Pompeo hizo una amenaza que ha adquirido un mayor significado desde el asesinato de Soleimani: “En julio de 1989, Nicolae Ceausescu dijo que el capitalismo llegaría a Rumanía cuando las manzanas crecieran en álamos, y para diciembre colgaba de una soga. El fin llegará para Maduro también. Solo no sabemos cuál día”.

En todo caso, empujar a Guaidó al lado solo aumenta la probabilidad de una invasión militar estadounidense o una imprudente operación encubierta con consecuencias incalculables, particularmente después de que el llamado de Guaidó a un levantamiento militar en abril, supuestamente para permitir que entraran camiones de ayuda de USAID al país, fracasara.

Al mismo tiempo, el Gobierno burgués venezolano es hostil a movilizar a las masas obreras en Venezuela contra el imperialismo. Caracas ha dependido de un balance frágil entre acercamientos para acuerdos con el Gobierno de Trump y maniobras antidemocráticas para socavar a la oposición proestadounidense, mientras se alinea con antiguos promotores del golpe de Estado y embusteros. Esto tan solo puede envalentonar al Pentágono y la CIA.

El propio Parra fue expulsado tan recientemente como el 1 de diciembre del partido derechista Primero Justicia, el cual pertenece a la coalición pro-Guaidó, el Frente Amplio Venezuela Libre (FAVL). La expulsión fue parte de una operación de control de daños después de que un documento firmado por Parra y ocho toros legisladores del FAVL fuera filtrado llamando a poner fin a una investigación de corrupción contra el empresario Carlos Lizcano, ostensiblemente a cambio de sobornos.

El escándalo estalló una semana después de que Guaidó despidiera a su representante diplomático en Colombia por hacer público documentos del Gobierno colombiano que mostraban que el dinero destinado a los pocos soldados venezolanos que han desertado fue derrochado por enviados de Guaidó en “prostitutas, alcohol y otros abusos”.

Antes de los eventos del domingo, Elliott Abrams afirmó que Maduro había sobornado a varios legisladores de la oposición con hasta $500.000. El domingo, la legisladora pro-Guaidó, Delsa Solórzano, quien ha apoyado las sanciones estadounidenses y cuya alianza política ha recibido millones de dólares del Departamento de Estado, fue más allá y declaró hipócritamente que “cada uno de esos dólares está manchado con la sangre de los niños que mueren en hospitales”.

Mientras Parra y Guaidó convocan sesiones legislativas rivales, los trabajadores y jóvenes deben oponerse a cualquier esfuerzo para encadenarlos a cualquier facción de la clase gobernante. La única forma de resistir los esfuerzos estadounidenses de instalar un régimen títere que aplastaría brutalmente oda oposición es la movilización política de la clase obrera venezolana en oposición al Gobierno de Maduro y todo el aparato gobernante bajo un programa socialista e internacionalista.

(Publicado originalmente en inglés el 7 de enero de 2019)

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