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Perspectiva

EE. UU. despliega arma nuclear “utilizable” en medio de continuas amenazas de muerte contra Irán

El Pentágono desplegó una nueva ojiva nuclear más pequeña en el submarino para misiles balísticos USS Tennessee, el cual partió al Atlántico el mes pasado en medio de una crisis cada vez más grave con Irán. El arma, conocida como ojiva W76-2, tiene una potencia explosiva de aproximadamente cinco kilotones, una tercera parte del poder destructivo de la bomba “Little Boy” que cobró la vida de aproximadamente 140.000 personas en Hiroshima en 1945.

La Federación de Científicos Estadounidenses (FAS, siglas en inglés) reveló el despliegue esta semana, citando a un civil y varias figuras militares anónimas. Declaró que dos de los 20 misiles balísticos tridentes lanzados por submarinos a bordo del USS Tennessee y otros submarinos estarán armados con las ojivas W76-2. Cada misil puede cargar hasta ocho de estas ojivas, siendo capaz de alcanzar múltiples blancos.

El primer lanzamiento del misil Trident el 18 de enero de 1977 en Cape Canaveral, Florida [crédito: Armada de EE. UU., archivo]

La nueva arma fue producida con una velocidad impresionante. La Revisión de la Postura Nuclear de 2018 del Gobierno de Trump pidió el despliegue de una “ojiva para SLBM [misil balístico lanzado por submarinos] de baja potencia para garantizar la opción de una respuesta pronta y capaz de penetrar las defensas del adversario”, y para cerrar una “‘brecha’ explotable en las habilidades regionales estadounidenses de disuasión”.

Sin embargo, el reporte de la FAS sugiere fuertemente que esta presunta doctrina rusa es un pretexto y que “es mucho más probable que esta nueva arma de baja potencia busque facilitar un primer uso de armas nucleares contra Corea del Norte o Irán”.

Señala que tanto la Estrategia de Seguridad Nacional de EE. UU. y la Revisión de la Postura Nuclear (NPR, siglas en inglés) anticipan el uso de armas nucleares en respuesta a “ataques no nucleares y agresiones convencionales de gran escala”, y que la NPR explícitamente indicó que la ojiva W76-2 fue diseñada para “expandir el rango de opciones creíbles estadounidense para responder a un ataque estratégico nuclear o no nuclear”. Washington no descarta un ataque nuclear, incluso contra países sin armas nucleares como Irán.

El despliegue del USS Tennessee con sus nuevas ojivas nucleares “utilizables” se produjo aproximadamente al mismo tiempo en que el presidente Trump se reunía con sus principales asesores el 29 de diciembre en su resort Mar-a-Lago en Florida, ordenando el asesinato criminal con misiles de un dron del general Qasem Soleimani, uno de los oficiales más altos de Irán. El asesinato con dron fue llevado a cabo en el aeropuerto internacional de Bagdad cinco días después.

En un reporte el jueves, NBC News, citando altos oficiales estadounidenses anónimos, estableció que en la misma reunión en Florida, “Trump también autorizó bombardear naves, lanzadores de misiles y sistemas de defensa aérea iraníes… Técnicamente, el ejército puede atacar estos blancos ahora sin otra autorización presidencial, a pesar de que, en la práctica, consultaría con la Casa Blanca antes de tomar tal acción”.

El reporte advirtió que “ambos bandos permanecen en una peligrosa tensión de boxeadores, en la que el mínimo cálculo equivocado, creen algunos oficiales, pudiera llevar al desastre”.

En otras palabras, pese a todas las afirmaciones de que se evitó una guerra después del acto de guerra y el crimen de guerra perpetrados por Washington con el asesinato de Soleimani, la realidad es que el mundo sigue al borde de un catastrófico enfrentamiento militar, el cual podría escalar rápido y llevar al primer uso de armas nucleares en tres cuartos de siglo.

La amenaza contra Irán es parte de una preparación más amplia para una guerra global por medio de la cual el imperialismo estadounidense pretende contrarrestar la erosión de su previo dominio hegemónico sobre la economía global, recurriendo al uso criminal de una fuerza militar abrumadora.

Después de garantizar el presupuesto militar de $738 mil millones para el 2020 con el apoyo de una gran mayoría de demócratas y republicanos en el Congreso, el Gobierno de Trump está preparándose para aplicar un aumento del 20 por ciento en el presupuesto de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA, siglas en inglés), la agencia que preside la expansión del arsenal nuclear estadounidense. Esta propuesta presupuestaria de $20 mil millones, anunciada esta semana, representa solo una fracción del $1 billón con creces que se espera que gaste EE. UU. en “modernizar” el arsenal durante las próximas tres décadas. Estos planes fueron puestos en acción bajo el Gobierno demócrata de Barack Obama, antes de que Trump asumiera el cargo.

Trump es un crimina de guerra. Sus amenazas de “obliterar” Irán y de hacer llover “fuego y furia” sobre Corea del Norte no son meras hipérboles. Las armas nucleares “utilizables” para perpetrar tales atrocidades ya fueron colocadas en sus manos.

Mientras el juicio político en el Senado contra el mandatario tambalea hacia su final bochornoso, es impactante que los mayores crímenes de Trump, incluyendo sus actos de guerra y su amenaza de arrastrar al mundo a una guerra nuclear, no figuraron de ninguna manera en los cargos presentados en su contra. Por el contrario, los artículos del juicio político se centran en acusaciones de que retuvo asistencia militar letal para Ucrania y que no ha sido lo suficientemente agresivo al confrontar Rusia.

Esta acusación se hace, como señaló Newsweek esta semana, después de que el Pentágono emprendiera 93 ejercicios militares separados entre mayo y fines de septiembre del año pasado, todos simulando o preparando una guerra contra Rusia. Esto incluye bombardeos de práctica a menos de 800 km de la frontera rusa, así como la acumulación de fuerzas terrestres en los tres Estados bálticos y Polonia, junto con el aumento de despliegues aéreos estadounidenses descritos como “aseguramientos de bombardeos” y programas de “teatro de seguridad”.

La marcha a la guerra no deriva de la mente enfermiza de Donald Trump, sino de la crisis irresoluble del capitalismo global. No existe ninguna facción opuesta a la guerra en la clase gobernante estadounidense, incluyendo sus representantes demócratas, solo diferencias tácticas sobre cómo mejor perseguir los intereses imperialistas estadounidenses en la palestra mundial.

La lucha contra una nueva guerra mundial imperialista y la amenaza que presenta para la propia humanidad solo se puede basar en las luchas de la clase obrera, la cual está emprendiendo una ola de huelgas y levantamientos sociales en todo el planeta. Estas luchas de masas emergentes deben ser armadas con un programa socialista e internacionalista para unir a los trabajadores en una lucha común para poner fin a la fuente de la guerra y la desigualdad social, el sistema capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de febrero de 2020)

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