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Perspectiva

La clase gobernante alemana conmemora la liberación de Auschwitz planificando nuevas guerras y crímenes

El miércoles, un partido neofascista ayudó a formar un Gobierno regional alemán por primera vez desde el régimen nazi.

A pesar de que el Partido Libre Democrático (FDP, todas las siglas en alemán) proempresa recibió solo cinco por ciento de los votos en la elección regional del estado de Turingia, Thomas Kemmerich fue nombrado oficialmente ministro presidente de Turingia, el equivalente a gobernador en EE. UU.

Esto fue posible gracias a una alianza entre la centroderechista Unión Cristiana Democrática (CDU) y la neofascista Alternativa por Alemania (AfD), que unieron fuerzas para prevenir que el partido La Izquierda formara un Gobierno, a pesar de haber recibido el mayor número de votos en las elecciones.

Ministro federal de Finanzas, Wolfgang Schäuble en una rueda de prensa durante el G20, en la reunión de primavera de 2017 del Grupo Banco Mundial, Washington, 21 de abril, 2017. (AP Photo/Carolyn Kaster)

Este es un punto de inflexión histórico. Deja en claro que la clase gobernante está nuevamente dependiendo en fuerzas fascistas para implementar sus políticas de militarismo, dictadura y austeridad.

Todos los intentos de los dirigentes políticos para distanciarse de los eventos en Turingia y la subsecuente renuncia del nuevo titular estatal no pueden esconder una realidad fundamental: 75 años tras el fin del Gobierno nazi en Alemania, la máxima de la burguesía alemana ya no es “nunca otra vez” sino “adelante con nuevas guerras y crímenes”.

Esta realidad quedó clara en una entrevista del presidente de la Bundestag (Parlamento federal), Wolfgang Schäuble, la semana pasada con los diarios del grupo mediático Funke y el diario francés Ouest-France .

Esta entrevista, en la que Schäuble llama al raerme y participación e Alemania en guerras extranjeras, se publicó tan solo una semana después de conmemoraciones públicas del 75 aniversario de la liberación del campo de exterminio en Auschwitz.

Cuando le preguntaron si Alemania debe poner en riesgo las vidas de soldados, Schäuble replicó: “No podemos dejarles todo a los franceses y estadounidenses. Las lecciones de Auschwitz no pueden ser un argumento para no involucrarnos en el largo plazo”.

El tema inmediato fueron los preparativos para operaciones de combate en África y Oriente Próximo. “No podemos esquivarlo. Si Europa ha de asumir un papel más fuerte, debemos cumplir nuestra parte”, dijo Schäuble.

Mencionó la posibilidad de que Alemania participara en la guerra civil en Mali, así como “acciones en Libia con soldados alemanes”. La reciente conferencia sobre Libia en Berlín, en que las potencias europeas complotaron un nuevo reparto de África, fue “un gran éxito para la canciller” y “no fue cuestionado que debemos continuar involucrándonos y, si quedan dudas, también aceptar tareas desagradables”.

Nadie puede tener ilusiones sobre el significado de gran alcance sobre tales declaraciones: 75 años desde la caída del Tercer Reich, la clase gobernante alemana está persiguiendo nuevamente sus intereses geoestratégicos y económicos por medio de la guerra. Cuando le preguntaron si Alemania se encontraba “demasiado débil” para intervenciones en el extranjero”, Schäuble respondió, “No podemos seguir pasándoles a otros los costos morales”.

Previamente, en su discurso principal de política exterior de octubre, Schäuble hizo planteamientos similares, según el tema “El papel de Alemania en el mundo globalizado”. Amenazó que “permanecer fuera no es una opción, al menos no una estrategia de política exterior viable”.

“Los europeos debemos hacer más por nuestra seguridad y eso también significa por la seguridad del mundo alrededor de nosotros”, dijo. Involucra “estar listos para emplear fuerza militar” y “también un precio moral. Y llevar esta carga es un gran desafío, especialmente para los alemanes”.

La última vez en que Alemania llevó la “carga” de una política agresiva de gran potencia e hizo valer sus intereses con su poderío militar, ocurrieron los crímenes más terribles en la historia de la humanidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, desatada por la Alemania nazi, el “precio moral” fue el asesinato de seis millones de judíos, los 27 millones de víctimas de la guerra de exterminio contra la Unión Soviética y varias decenas de millones más en el resto de Europa y dentro de Alemania.

Los llamados poco sutiles de Schäuble a emprender nuevas guerras y crímenes imperialistas reflejan el humor de toda la clase gobernante. En una entrevista reciente con Augsburger Allgemeine, Herfried Münkler, ahora profesor emérito de la Universidad Humboldt y asesor en política exterior del Gobierno alemán, presumió, “Me encanta cuando, por ejemplo, la canciller alemana habla sobre ‘autonomía estratégica’ o cuando la Sra. Von der Leyen [exministra de Defensa y actual presidenta de la Comisión Europea] habla sobre el ‘el lenguaje del poder’”.

El entonces profesor añadió, en su típica forma cínica y arrogante, “Cuando comencé a hacer hincapié hace mucho en el poder como un factor que tendrá un papel en el futuro, no era fácil hacer que la idea se adhiriera. Se decía, cuán terrible y cruel, tenemos nuestros valores después de todo. Esos chupadores de confites pensaban que todo avanzaría solo. Apoyándose en una fe teológica latente en la obra de Dios en la forma de valores humanitarios en el mundo, se olvidó de alguna manera que estas también son cuestiones de poder”.

Münkler ha dejado claro una y otra vez qué significan para él las “cuestiones de poder” y “chupar confites”. En incontables entrevistas, ha llamado a comprar y desplegar drones de combate y ha lamentado la “sociedad postheróica” en que la población ya no está preparada para pagar el precio de los apetitos imperialistas de la clase gobernante. En una conversación con el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Münkler fue tan lejos como para describir los gases venenosos empleados en la Primera Guerra Mundial como un arma “humanitaria”.

Luego está el caso del colega de Münkler, el profesor de extrema derecha, Jorg Baberowski, (que declaró que “Hitler no era cruel”), que cuenta con la defensa p ública del Gobierno alemán y que atac ó físicamente hace poco a un estudiante izquierdista en su universidad.

Durante una discusi ón de panel en el Museo Histórico Alemán en 2014, Baberowski declaró: “Y si no estás preparado para tomar rehenes, quemar aldeas y ahorcar a personas, y esparcir miedo y terror, como lo hacen los terroristas, si no estás preparado para hacerlo, entonces no ganarás dicho argumento, entonces deberías dejarlo ahí”.

El hecho de que tal lenguaje criminal pueda ser utilizado por un académico alemán que disfruta el apoyo de secciones dominantes del Estado es testamento del hecho de que el rearme alemán y los preparativos para nuevas guerras conllevan la legitimización de la violencia criminal y barbárica que dio fama a los nazis.

El Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad) y su juventud y organización social, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS), lucharán por movilizar a la creciente oposición entre los trabajadores y jóvenes contra el peligro del militarismo y el fascismo con base en un programa internacional socialista. Esta vez, saldar cuentas con el nazismo debe ocurrir antes de que la clase gobernante alemana tenga la oportunidad de instigar nuevos crímenes y catástrofes.

(Publicado originalmente en inglés el 8 de febrero de 2020)

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