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Perspectiva

Crece el apoyo de Julian Assange en víspera de sus audiencias de extradición

En víspera de las audiencias en las cortes británicas sobre la extradición de Julian Assange a EE. UU. el próximo lunes, existe un reconocimiento cada vez más generalizado de que está en marcha una severa injusticia con implicaciones de gran alcance para los derechos democráticos de millones de personas.

La cuestión crítica es transformar este latente sentimiento en un movimiento político de las masas obreras para bloquear la extradición de Assange y garantizar su completa libertad.

Hay mucho en juego.

El intento para despachar al editor de WikiLeaks a una prisión estadounidense por exponer crímenes de guerra es el ataque más grave a la libertad de expresión en décadas. Los abogados y colegas de Assange, como la abogada Jennifer Robinson y el editor jefe de WikiLeaks, Kristinn Hrafnson, han sonado la alarma: si Assange es extraditado a EE. UU., cualquier periodista, editor o activista mal visto por el Gobierno estadounidense podría ser sometido al mismo trato.

Una manifestante sostiene una pancarta de “Liberen a Julian Assange” en las afueras del tribunal de magistrados de Westminster en Londres, 19 de febrero, 2020 (AP Photo/Kirsty Wigglesworth)

Assange ya ha sufrido lo que el oficial de las Naciones Unidas, Nils Melzer, evaluó como tortura psicológica a manos de los Gobiernos que lo persiguen. Ahora se enfrenta a la posibilidad de ser tratado como un terrorista en el rincón más oscuro de una prisión de la CIA por el resto de su vida.

En una audiencia administrativa ayer, el fundador de WikiLeaks apareció demacrado y recitó su fecha de nacimiento en tonos desgastados. Sus abogados señalaron que en la audiencia señalarán el veto sobre extradiciones de Reino Unido a EE. UU. por ofensas políticas y detallarán los abusos innumerables que Assange ha sufrido, incluyendo ser objeto de espionaje en la Embajada ecuatoriana en Londres, a manos de las agencias de inteligencia estadounidenses mientras era refugiado político.

La evidencia ya demuestra que el intento de extradición es una farsa judicial ilegal.

Sin embargo, los representantes de la prensa corporativa han sido en gran medida indiferentes a estos temas. En cambio, se enfocaron en la revelación de un testigo de la defensa que rendirá testimonio de que el presidente estadounidense Donald Trump le ofreció un indulto a Assange por medio de la legisladora republicana Dana Rohrabacher a fines de 2017. Presuntamente, la oferta se hizo a cambio de evidencia que desmintiera las afirmaciones de que Trump fue electo como resultado de “interferencia rusa” en las elecciones de 2016.

La prensa alineada con el Partido Demócrata ya respondió histéricamente, afirmando que la revelación confirma sus teorías conspirativas de la trama “Russiagate” que involucran un nexo entre Trump, Rusia y WikiLeaks. En realidad, las negociaciones entre Rohrabacher y Assange fueron públicamente reportadas en ese momento, en agosto de 2017.

Más allá, Assange no necesita un incentivo para negar que Rusia estuvo involucrada en la publicación de WikiLeaks de los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) en 2016, demostrando la total corrupción de dicha organización. Declaró en varias ocasiones que Rusia no era la fuente de los correos electrónicos. Su colaborador cercano Craig Murray indicó que fue provista por funcionarios internos del DNC. Además, independientemente de los contenidos de las discusiones, es el Gobierno de Trump el que está encabezando los intentos para perseguir y encarcelar a Assange.

Las calumnias del Partido Demócrata contra Assange y los continuos intentos de las élites gobernantes internacionalmente para aislarlo están fracasando.

Esto se vio en Alemania, donde los principales periódicos, artistas y políticos jubilados han condenado la persecución de Assange. También fue reflejado por la decisión de los parlamentarios australianos, Andrew Wikie y George Christensen de visitar a Assange en la prisión Belmarsh esta semana y exigir que el Gobierno australiano lo defienda como uno de sus ciudadanos.

Estas iniciativas sin duda son una respuesta a la marea de apoyo desde abajo. El amplio apoyo popular por Assange es una expresión de la creciente radicalización política de los trabajadores y jóvenes, a quienes les atraen cada vez más as posturas izquierdistas, antiguerra y socialistas, en medio de un surgimiento de las luchas de clases y un estallido del militarismo imperialista.

La cuestión decisiva es cómo avanzar esta lucha. El error más grave —y la ruta más segura hacia la extradición de Assange— sería retener ilusiones en que cualquier elemento del Estado capitalista, sea en Reino Unido o cualquier otra parte, vaya a garantizar la libertad del fundador de WikiLeaks.

El líder laborista británico, Jeremy Corbyn, se encuentra en la cabeza de los esfuerzos para desviar a los defensores de Assange detrás de la misma élite política responsable por su grave situación.

Corbyn, así como sus colegas, promovió el intento de incriminar a Assange con acusaciones falsas de mala conducta sexual en Suecia. Corbyn luego guardó silencio sobre Assange, el prisionero político de Reino Unido, por más de 10 meses, incluyendo la elección general del año pasado. El propósito abierto era suprimir la oposición, particularmente en las bases del Partido Laborista, a la extradición de Assange.

Ahora, tras perder la elección luego de doblegarse a la derecha de su propio partido en todo momento, Corbyn ha declarado que se opone a la persecución estadounidense de Assange. La declaración, tan solo semanas antes de que renuncie como líder del partido, pretende rehabilitar al laborismo y encauzar el enojo por los ataques contra Assange detrás del aparato parlamentario.

Esto fue demostrado por sus intentos la semana pasada de presentar al primer ministro conservador Boris Johnson como un converso tardío a la causa de defender la libertad de prensa.

En una entrevista con la Australian Broadcasting Company, Corbyn dijo que Johnson le respondió en el Parlamento que “aceptaba” que el tratado de extradición entre Reino Unido y EE. UU. estaba “desequilibrado”. Según Corbyn, este fue un “gran cambio” por parte del Gobierno.

Corbyn luego declaró, respecto a Johnson, “me parece que entiende que aplica un principio aquí de que alguien que se disponga y diga la verdad, como lo ha hecho Julian Assange, no debería enfrentarse a una deportación a EE. UU.”.

Johnson es una figura de extrema derecha. Su programa es el nacionalismo británico, la expansión del ejército, una arremetida contra los derechos de la clase obrera y la represión de un Estado policial. El año pasado, presumió cuando los policías británicos arrastraron ilegalmente a Assange hacia afuera de la Embajada ecuatoriana.

Corbyn hizo estos comentarios al mismo tiempo en que se reveló que Johnson se ha rodeado de asesores fascistizantes, incluidos eugenistas.

Los llamados de Corbyn a emprender apelaciones morales hacia Johnson es un intento para desviar la oposición a la persecución de Assange detrás de canales inofensivos. La defensa de Assange, y de todos los derechos democráticos, es inseparable de la lucha por construir un movimiento socialista de masas en la clase obrera.

En otras palabras, la campaña por liberar a Assange es un componente clave de la lucha por todos los derechos democráticos de la clase trabajadora.

Es inseparable de la lucha por poner fin al militarismo y la guerra, en medio de los preparativos de las principales potencias para nuevos conflictos catastróficos. Es parte de la lucha por prevenir la censura gubernamental del internet, a medida que recurren a medidas cada vez más autoritarias para suprimir la masiva oposición social.

Los millones de trabajadores involucrándose en importantes batallas de clases, desde Francia, Líbano y Chile hasta Reino Unido, EE. UU. y Australia, son la base de apoyo para la defensa de Assange, la valiente denunciante Chelsea Manning y todos los prisioneros de la guerra de clases.

Como parte de esta lucha por movilizar a la clase obrera en defensa de Assange, el WSWS y los Partidos Socialistas por la Igualdad están realizando una serie de iniciativas en las próximas semanas, incluyendo mítines en Sídney y Melbourne este fin de semana y una reunión pública en Londres el domingo. Urgimos a todos los defensores de los derechos democráticos a que participen.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de febrero de 2020)

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