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Perspectiva

El incompetente Gobierno de Trump y la respuesta criminalmente negligente al brote de coronavirus

El segundo y el tercer casos confirmados de "origen desconocido" del coronavirus en los Estados Unidos se suman a las pruebas de que los funcionarios estadounidenses han cometido una desastrosa serie de errores en su respuesta al brote, poniendo en peligro un número desconocido de vidas.

El viernes, un residente del noroeste de Oregón y un residente de 65 años del condado de Santa Clara, California, dieron positivo. Ambos individuos no tenían un historial conocido de viajes a los centros del brote y ninguna conexión con nadie previamente identificado como infectado. Esto sigue a la noticia del miércoles de que una mujer en el condado de Solano, California, a unos 145 kilómetros de distancia, dio positivo, también sin ninguna fuente obvia de transmisión.

Dado que el virus tiene un período de dos semanas antes de que se produzcan los síntomas y que la mayoría de los casos no requieren hospitalización, es probable que la enfermedad ya esté presente en una población mucho más amplia.

Aunque el brote apareció en China hace dos meses, las autoridades estadounidenses no han hecho casi nada ante su llegada a los Estados Unidos.

Sólo un pequeño puñado de lugares están preparados para siquiera detectar la enfermedad. Sin los procedimientos de pruebas adecuados, no se pueden implementar medidas individuales de cuarentena, siendo esta la única forma efectiva de contener su propagación.

La reacción de la Administración de Trump se ha centrado enteramente en tratar de reforzar los mercados de valores y, al mismo tiempo, utilizar la propagación de la enfermedad para intensificar sus políticas de guerra comercial y sus prohibiciones de viajes a los Estados Unidos, aprovechando sus vetos xenófobos a viajantes.

En enero, el secretario de Comercio Wilbur Ross declaró que el brote del coronavirus en la segunda economía más grande del mundo podría ser algo bueno para la economía estadounidense. "Así que creo que ayudará a acelerar la tendencia de traslado de empleos a Norteamérica", dijo Ross sobre la epidemia. "Algunos a EE.UU., probablemente algunos a México también".

Ayer, Trump volvió a desestimar las crecientes advertencias de médicos y científicos de que el brote podría convertirse rápidamente en una pandemia que pudiera afectar la vida de millones de personas. "Va a desaparecer un día como un milagro, desaparecerá", proclamó Trump. "Y desde nuestras costas se sabe que podría empeorar antes de mejorar, podría quizás desaparecer, veremos qué pasa, nadie lo sabe realmente".

El vicepresidente Mike Pence, un oscurantista religioso que rechaza la existencia de la evolución, ha sido nombrado para supervisar la respuesta de la Administración al brote. La secretaria de Prensa de Pence, Katie Miller, la esposa del asesor fascista de Trump, Stephen Miller, estará a cargo de todas las comunicaciones sobre el coronavirus.

El viernes, el jefe de personal en funciones de Trump, Mick Mulvaney, incluso descartó la posible amenaza del coronavirus, culpando a los medios de comunicación de darle importancia porque "creen que esto derribará al presidente, de eso se trata". Estas declaraciones se produjeron en la conferencia anual del Comité de Acción Política Conservadora (CPAC, siglas en inglés), que se celebró bajo el tema "EE. UU. vs. Socialismo".

Ha habido muchas advertencias, cada vez más graves, sobre el impacto del coronavirus más allá de China, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio la alarma en 2018 de que había llegado el momento de prepararse para combatir una posible "Enfermedad X", una infección viral que surgiría de los animales y se transmitiría a los seres humanos. En el informe de la OMS se advirtió que esa enfermedad se propagaría rápidamente y sin detección inicial, eludiendo los esfuerzos de cuarentena.

El Gobierno de los Estados Unidos no ha hecho nada para prepararse para brotes de enfermedades predecibles, que en la era de la globalización y los viajes aéreos masivos pueden propagarse sumamente rápido de una parte del mundo a otra.

En cambio, la Administración de Trump ha estado recortando los fondos para las iniciativas que tienen como objetivo prevenir la propagación de enfermedades como el coronavirus.

Los recortes presupuestarios en 2018 obligaron a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, siglas en inglés) finalizar el 80 por ciento de una iniciativa destinada a prevenir los brotes a nivel mundial. En octubre, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, siglas en inglés) se vio obligada a acabar un programa que desplegaba equipos para detectar y detener la propagación de enfermedades de los animales a los seres humanos, incluso en los mercados donde los animales se sacrifican de manera inapropiada. El presupuesto solicitado por Trump para 2021 reduciría los fondos de los CDC en un 16 por ciento.

La Casa Blanca ha eliminado los puestos de asesores en temas de salud global del Consejo de Seguridad Nacional (NSC, siglas en inglés). Trump despidió a Tom Bossert, su asesor de seguridad nacional en el NSC, en 2018. Sus responsabilidades incluían la supervisión de la respuesta del Gobierno de EE.UU. a las pandemias, pero nunca fue reemplazado.

Los trabajadores de la salud no han estado preparados para manejar el brote. NBC News informó el viernes que un denunciante del Gobierno ha presentado una queja de que el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, siglas en inglés) despachó a una docena de empleados sin el entrenamiento o equipo adecuado para interactuar con los estadounidenses evacuados de Wuhan, China, y puestos en cuarentena en las bases militares de California.

La queja del denunciante señala que los empleados del HHS tuvieron contacto cara a cara con las personas que se dirigían a la cuarentena, entregando llaves para la asignación de habitaciones y cintas de identificación. Mientras que los trabajadores no han mostrado síntomas del virus, tales violaciones importantes del protocolo podrían haber resultado en transmisiones.

Dos semanas después de que los CDC anunciaran que pondrían en marcha un programa de pruebas de vigilancia en Nueva York, Chicago, Los Ángeles, San Francisco y Seattle, la iniciativa aún no había comenzado. Mientras tanto, los científicos de 40 laboratorios en todo EE. UU. sólo recibieron el visto bueno el miércoles por la noche para utilizar una prueba para la detección del coronavirus. Se había descubierto un problema con uno de los ingredientes de la prueba, limitando casi todas las pruebas de los últimos dos meses en un laboratorio de los CDC en Atlanta.

La desastrosa preparación para la propagación de la enfermedad en los Estados Unidos no es solo la responsabilidad de la Administración de Trump. Durante décadas, la élite gobernante, tanto bajo los demócratas como los republicanos, ha presidido la devastación de la infraestructura social. Se han gastado billones de dólares para rescatar a los bancos, financiar la maquinaria de guerra de los EE. UU. y erigir un Estado policial masivo. Una serie de desastres naturales, desde huracanes hasta incendios forestales, puso de manifiesto el hecho de que el Gobierno no puede proteger a la población de amenazas totalmente predecibles para el bienestar público.

Durante los últimos tres años, los demócratas han centrado toda su oposición a Trump en la afirmación de que Rusia representa una grave amenaza para la "democracia estadounidense", según la clase dirigente disputa sus diferencias en materia de política exterior. Mientras tanto, se han encubierto las amenazas reales a millones de trabajadores y jóvenes, y se ha suprimido la oposición a la Administración de Trump basada en los intereses sociales de la gran mayoría de la población.

El Partido Socialista para la Igualdad apoya el llamamiento del Comité Internacional de la Cuarta Internacional a una respuesta de emergencia coordinada a nivel mundial a la pandemia del coronavirus.

La clase obrera debe movilizarse ahora para exigir una asignación masiva de recursos para la atención y tratamientos médicos, y para garantizar que todos los afectados por las consecuencias económicas sean compensados y reciban apoyo financiero. Los billones de dólares que están en manos de los superricos mundiales deben ser confiscados para desarrollar la infraestructura sanitaria necesaria en todo el mundo sin importar las fronteras nacionales.

En nuestra campaña electoral, Norissa Santa Cruz y yo lucharemos por movilizar a la clase obrera para que luche por estas demandas como parte de una ofensiva política, en oposición a los republicanos y los demócratas, contra la desigualdad, la guerra y el sistema capitalista.

Joseph Kishore—candidato presidencial del Partido Socialista por la Igualdad en EE. UU.

(Publicado originalmente en inglés el 29 de febrero de 2020)

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