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Cumbre de la Unión Europa sobre coronavirus termina en rencor

Los titulares de los 27 Gobiernos de la Unión Europea se reunieron por videoconferencia la noche del jueves para discutir la crisis del coronavirus.

Con 276,000 infecciones y 17,300 muertes hasta ese momento, la UE, con sus 450 millones de habitantes, es el epicentro de la pandemia, por delante de Estados Unidos, el país con el mayor número de infecciones. Y los números continúan aumentando dramáticamente. La pandemia, que no respeta fronteras, requiere urgentemente una respuesta europea e internacional. Pero la cumbre del jueves demostró la incapacidad de la UE para dar esa respuesta. Concluyó en divisiones y rencor.

El conflicto fue provocado por la pregunta de cómo se deberían financiar los enormes rescates financieros con los que trataron de responder a la crisis. Estas medidas tenían como objetivo principal beneficiar a los bancos y las grandes corporaciones. Del paquete de rescate de 756 mil millones de euros adoptado por el Gobierno alemán, 600 mil millones de euros irán a las grandes corporaciones, 50 mil millones de euros a pequeñas empresas y trabajadores autónomos, y cantidades más pequeñas a servicios sociales y atención médica, que son esenciales para combatir la pandemia y sus consecuencias. Un proceso similar está teniendo lugar en otros países.

Sin embargo, los enormes gastos y la paralización económica han llevado a algunos Estados al borde de la bancarrota, especialmente aquellos que fueron desangrados por la crisis financiera mundial de 2008 y las medidas de austeridad que posteriormente les impuso la UE.

Por ejemplo, la deuda estatal de Grecia aumentó del 125 por ciento del PIB en 2008 al 181 por ciento en la actualidad. Este fue un producto directo de los mal llamados programas de rescate de la “troika” —la UE, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional—. Esto incluyó préstamos al Gobierno griego, que asumió una deuda adicional para pagarles a los bancos con tasas de interés exorbitantes. El precio fue pagado por la clase trabajadora en forma de una reducción de las pensiones y el gasto social.

Lo mismo ocurrió con Portugal, España, Italia y otros países del sur de Europa. La deuda estatal de Italia, por ejemplo, aumentó del 106 por ciento en el momento de la crisis financiera al 135 por ciento del PIB actual, a pesar de que el gasto social se redujera drásticamente.

Un resultado de estas medidas de austeridad es el bajo número de camas hospitalarias, que es en parte responsable del alto número de muertes por COVID-19. Italia tiene 3.2 camas de hospital por cada 1.000 habitantes, mientras que Grecia tiene 4.2 camas por cada 1,000 habitantes. Por el contrario, Alemania tiene ocho y Francia seis. La diferencia es aún mayor cuando se trata de camas de cuidados intensivos, que determinan si los pacientes graves viven o mueren. Alemania lidera el camino con 29 camas de cuidados intensivos por cada 100,000 habitantes, mientras que Francia tiene 11.6, Italia 12.5 y Grecia seis.

Nueve países, incluidos Francia, Italia y España, propusieron financiar el gasto adicional en la crisis del coronavirus con bonos emitidos por todos los Estados miembros de la UE. Esto tendría la ventaja de que cada país tendría que pagar una misma tasa de interés relativamente baja. La deuda estatal alemana tiene una tasa de interés negativa de -0,5 por ciento, lo que significa que el estado alemán gana dinero cuando asume nuevas deudas. Por el contrario, Italia tiene que pagar el 1,3 por ciento, y esta cifra puede dispararse rápidamente si los especuladores de divisas huelen sangre.

Pero la propuesta fue rechazada firmemente por los alemanes y holandeses. La videoconferencia se prolongó durante seis horas y, según los informes, surgieron divisiones agudas. El presidente francés, Emmanuel Macron, advirtió que estaba en juego la supervivencia de la idea europea. El primer ministro italiano Conte amenazó con abandonar la cumbre, y publicó su propia declaración pidiendo a la UE que desarrolle medidas financieras innovadoras en los próximos 10 días.

Posteriormente, el periódico italiano Fatto Quotidiano declaró en el título de su artículo que Conte le dijo a “una Europa muerta que se joda”. El diario italiano Corriere de la Sera advirtió sobre el final del proyecto europeo, mientras que el periódico financiero Il Sole-24 citó a un diplomático diciendo: “Cuando cuentas a los muertos, no estás contando los miles de millones”.

Finalmente se llegó a un acuerdo para posponer una decisión por dos semanas. Durante este período, los ministros de finanzas de la UE tendrán la tarea de redactar una propuesta. A medida que la crisis del coronavirus se intensifica, incluyendo a funcionarios que advierten que un tsunami está a punto de golpear, la UE se toma un descanso de dos semanas.

El Gobierno alemán solo quiere ofrecerles a los países con dificultades financieras préstamos del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que se estableció en 2012 como respuesta a la crisis de la deuda europea y actualmente tiene capacidad para préstamos de 410 mil millones de euros. Estos préstamos vienen con innumerables condiciones adjuntas. Los Gobiernos que los acepten deben implementar recortes radicales en los servicios públicos y el gasto social. En otras palabras, pondrían en marcha otra ronda de medidas de austeridad que tendrían un impacto devastador para los trabajadores.

La disputa sobre los llamados corona-fondos es solo el último ejemplo de cómo la clase dominante de Europa ha respondido al coronavirus con una ola de nacionalismo.

“Cuando llegue el virus, todos dependerán de sus propios medios”, comentó Der Spiegel hace ya tres semanas. Ante la inminente crisis en Italia, Alemania y Francia respondieron, en un momento en que Italia tenía 4.000 infecciones y ahora más de 9.000 muertes, imponiendo una prohibición a la exportación de ropa y mascarillas de protección. Se ignoró el llamado del Gobierno italiano para que la UE ayudara a suministrar ropa de protección y otra asistencia médica.

Esto estableció un patrón. Aunque los líderes europeos inicialmente emitieron promesas ceremoniales de no cerrar unilateralmente sus fronteras, pronto dieron precisamente este paso. El resultado fueron colas de camiones de hasta 60 kilómetros, lo que condujo a la interrupción parcial de las cadenas de suministro de alimentos importantes.

La lucha contra la crisis del coronavirus, la crisis más profunda desde el final de la Segunda Guerra Mundial requiere una respuesta internacional que priorice incondicionalmente la vida humana y las necesidades sociales por encima del lucro privado capitalista. La última cumbre de la UE confirmó que la UE es totalmente incapaz de hacer esto.

La UE y sus instituciones no encarnan la unidad europea. Más bien, representan a las grandes empresas y bancos europeos que saquean a la clase trabajadora y defienden sus intereses de lucro. En condiciones de crisis profunda, esto conduce inevitablemente a divisiones nacionalistas y al estallido del chovinismo. Ese fue el caso durante la crisis financiera y está repitiéndose en forma más avanzada.

La lucha contra la pandemia de coronavirus es inseparable de la lucha contra el capitalismo y la Unión Europea. Esta batalla exige la confiscación y nacionalización de la pasmosa riqueza adquirida en la última década por una pequeña capa de multimillonarios y millonarios. La clase obrera europea debe unirse en la lucha por los Estados Unidos Socialistas de Europa.

(Publicado originalmente en inglés el 28 de marzo de 2020)

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