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¡No al despliegue interno del ejército alemán!

La supuesta "operación coronavirus" del ejército alemán se puso en marcha oficialmente el viernes. Es la operación militar más grande en la Alemania de postguerra. "Por primera vez en nuestra historia hemos establecido en el contexto de la crisis nuestro propio cuerpo especial para el coronavirus con 15.000 soldados activos", dijo la ministra de defensa Annegret Kramp-Karrenbauer (Democratacristianos, CDU) el jueves en el programa Morgenmagazin de la emisora pública ARD.

En realidad, el número de soldados que se desplegarán es aún mayor. A nivel interno, el número total de soldados que están siendo puestos a disposición "se establece en 32.000 para el contingente de 'asistencia para el coronavirus'", informó el blog militar Augen geradeaus! (¡Mirada al frente!). Además de las 15.000 personas del personal de las fuerzas armadas del ejército, fuerza aérea y marina, otros 17.000 soldados del servicio médico están implicados. Un portavoz del ejército comentó que los soldados podrían estar listos para el despliegue operativo en entre 12 y 72 horas.

La propaganda oficial está presentando la operación militar como una misión de asistencia médica. La tarea es poner a disposición "instituciones médicas que ya están integradas en el sistema civil; la tarea es de logística, tender una mano", declaró Kramp-Karrenbauer. Ya están "desempeñando un papel importante en la asistencia en una variedad de maneras, desde auxiliar a chóferes tirados en la frontera hasta asistir con ambulancias. Así estamos ayudando donde podemos".

En un comentario previo, el WSWS comentó que el mayor despliegue nacional del ejército arroja luz sobre el estado desastroso del sistema de atención sanitaria civil. Después de décadas de feroces recortes del gasto y de privatizaciones, no está ni cerca de estar preparado para tratar con una crisis como la pandemia de COVID-19. Los hospitales de todas partes carecen de equipo protector personal, de personal médico formado, y de camas de cuidados intensivos. Según las noticias, el ejército ha recibido cientos de llamados de ayuda desde los Estados federados y los municipios durante los últimos días.

Pero más allá de la asistencia médica real que brinde el ejército, el despliegue tiene otro objetivo. Destacados generales están declarando abiertamente que el asunto clave es imponer un control militar-policial sobre la población y defender las instituciones del Estado capitalista.

En una entrevista con la plataforma de noticias en internet t-online.de, el teniente general Martin Schelleis, quien en tanto que comandante territorial del ejército es el jefe de la "operación coronavirus", respondió a la cuestión de si "el ejército podría ser especialmente importante" diciendo "Eso es difícil de predecir, tanto para nosotros como para las autoridades civiles que tienen que solicitarnos. Al mismo tiempo, estamos reservando a los soldados para unas pocas capacidades para las que se los podría llamar ... no en último lugar para tareas que tienen que ver con seguridad y protección".

También son posibles actividades policiales en base a la Ley Básica de Alemania, añadió. Según Schelleis, un Estado de la federación podría "requerir asistencia del ejército en caso de una catástrofe que ocurra o que por lo menos sea inminente, y su propia policía sea incapaz de gestionar la situación con apoyo de fuerzas policiales en otros Estados de la federación o de la policía federal. Los soldados podrían entonces ser desplegados a nivel doméstico para apoyar a la policía o bajo órdenes de la policía".

El sitio web oficial del ejército declara de manera amenazadora, "El ejército está armado y listo para cualquier situación". Los soldados del ejército "siguen siendo operativos, garantizan la estabilidad internacional y están dispuestos a proteger el país a nivel doméstico y brindar asistencia a las autoridades públicas". Para cumplir estas tareas hace falta "que las unidades aseguren que durante la crisis del coronavirus el número de infectados en el personal del ejército permanezca lo más bajo que sea posible".

En el contexto de la historia alemana, esto es una seria advertencia. Bajo el Kaiser, en la República de Weimar, y bajo el régimen nazi, el ejército hizo de instrumento de represión interna, y se lo desplegó para reprimir protestas sociales y políticas, y levantamientos revolucionarios. Hace ahora exactamente 100 años, a principios de abril de 1920, unidades del ejército regular apoyadas por los ultraderechistas Freikorps, que habían participado en el golpe de Kapp, marchaban a la región de Ruhr para reprimir brutalmente la resistencia del Ejército Rojo de Ruhr y obreros simpatizantes.

Bajo las condiciones de la crisis más profunda del capitalismo desde los años '30, que están siendo intensificadas por el impacto social y económico de la pandemia del coronavirus, la élite gobernante una vez más teme al fantasma de la revolución socialista.

En un comentario de invitado para Der Spiegel, Marko Buschmann, el antiguo jefe de asuntos federales de los Demócratas Libres, advertía, "El corto período que el Estado compró para la sociedad, no obstante el uso de vastos recursos, se acabará pronto". Que nadie se lleve a engaño. "La gente no aceptará esto por mucho tiempo. Para decirlo tajantemente: si esto sigue así, la revolución podría estar pronto en el aire".

Ya hacia finales de febrero el Frankfurter Allgemeine Zeitung reconocía, "El capitalismo está a la defensiva, y el pensamiento socialista está marchando. También en Alemania". Con preocupación, el portavoz de la bolsa de Fráncfort señalaba a una encuesta en la que "el 55 por ciento dijo que el capitalismo hace más mal que bien". Otras encuestas mostraban que el capitalismo solo era visto positivamente por el 16 por ciento de los encuestados. En contraste, el 45 por ciento de de los encuestados dijeron estar de acuerdo con la declaración "las ideas socialistas son actualmente valiosas para el progreso de la sociedad".

Los efectos dramáticos de la pandemia de coronavirus y la respuesta de la élite gobernante han desacreditado al capitalismo aún más. Como en la crisis financiera de 2008-2009, el gobierno ha transferido miles de millones a los bolsillos de las grandes corporaciones y la oligarquía financiera. Al mismo tiempo, está dejando claro que está dispuesto a sacrificar la salud y la vida de millones de trabajadores para proteger la ganancia privada. Aunque la pandemia continúa intensificándose —los casos en Alemania sobrepasan los 100.000 y hay más de 1.500 muertos— los medios y los políticos están demandando que los negocios se pongan en funcionamiento cuanto antes.

Bajo estas condiciones, todos los partidos del parlamento apoyan al ejército. El jueves, el ministro de exteriores socialdemócrata (SPD) Heiko Maas declaró su apoyo al objetivo de gasto de la OTAN del 2 por ciento para defensa. "Mantenemos nuestras promesas", dijo en Berlín antes de una videoconferencia con sus colegas de la OTAN. Alemania ya ha incrementado su gasto para defensa en un 45 por ciento desde 2014, se jactó. La gran coalición no podía dejar más claras sus prioridades.

Los supuestos partidos de la oposición también apoyan el despliegue doméstico del ejército. Según el sitio web oficial del ejército, solicitudes de asistencia también han sido hechas por parte de los Estados federados de Berlín y Turingia. Los dos Estados están gobernados por coaliciones entre el SPD, el partido La Izquierda y los Verdes. El gobierno del Estado de Turingia, que está encabezado por el ministro presidente Bodo Ramelow, de La Izquierda, hasta se está preparando para entregar al ejército la responsabilidad de la seguridad de un centro de alojamiento de refugiados en Suhl. Según un portavoz del ejército, el Estado ha pedido "el envío de soldados para hacer aplicar reglas de la casa en un horario de turno".

El Sozialistische Gleichheitspartei se opone al despliegue interno del ejército. La clase trabajadora debe contraponer su propio programa socialista de acción a los intentos de la burguesía alemana de volver al militarismo y la dictadura. Hay que transferir todas las capacidades médicas del ejército —incluyendo camas de cuidados intensivos, respiradores, y mascarillas protectoras— a las autoridades civiles y usarlas para proteger la salud de la población. Lo mismo respecto a las decenas de miles de millones que se gastan cada año en el rearme y la guerra. Las intervenciones militares en el extranjero, que también cuestan millones y tienen como objetivo explotar despiadadamente y oprimir otros países, tienen que terminar inmediatamente.

(Publicado originalmente en inglés el 6 de abril de 2020)

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