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Perspectiva

El “retorno al trabajo” impulsado por Gobierno de Trump alimentará la pandemia

El mandatario estadounidense Donald Trump anunció el jueves un conjunto de “guías” para que los estados pongan fin a las medidas de distanciamiento social para combatir la pandemia del COVID-19, alistando la reapertura de los negocios por todo el país.

Las nuevas guías alimentarán la pandemia del coronavirus y conllevarán un salto enorme en las muertes. En una indicación de la desenfrenada marcha hacia reanudar la producción, Boeing anunció que comenzará su producción de aeronaves y ordenará el regreso de 27.000 trabajadores tan pronto como el lunes.

Estos pasos coinciden con los reportes de muertes récord en EE. UU., que aún no tiene suficientes pruebas para contener la enfermedad. Se reportaron más de 2.000 muertes ayer y más de 8.000 en los últimos tres días.

El presidente Donald Trump señala a un reportero para que haga una pregunta sobre el coronavirus en la sala de prensa de la Casa Blanca, 16 de abril de 2020, Washington (AP Photo/Alex Brandon)

Las transmisiones comunitarias aún son significativas, lo que significa que, una vez que las medidas de distanciamiento social se finalicen, vendrá una segunda ola de casos y muertes. Además, la verdadera tasa de fatalidades, supera por mucho las estadísticas oficiales. Ayer, aparecieron informes de bajas masivas, de al menso 29 y posiblemente hasta 60 en un solo hogar de ancianos en Queens, Nueva York.

Los lugares de trabajo han sido uno de los principales centros de transmisión de la pandemia, con docenas de casos y múltiples muertes relacionadas con uno u otro centro laboral. Se han registrado más de 540 casos de coronavirus en una planta empacadora de carne en Dakota del Sur.

El plan de Trump no se basa en ningún análisis científico real de la pandemia. No está concebido desde el punto de vista de la salud pública, sino de asegurar que las grandes empresas puedan volver al negocio de exprimir ganancias de los trabajadores lo más pronto posible.

Ahora que Wall Street y las grandes corporaciones han explotado la crisis del COVID-19 para recibir un rescate masivo del Tesoro y la Reserva Federal aún mayor que el que se produjo tras la crisis financiera de 2008, la clase dirigente está decidida a enviar a los trabajadores a las fábricas de Estados Unidos, sin importar el número de muertos.

La campaña de Trump de un retorno al trabajo tiene como objetivo normalizar las muertes a escala masiva, para que los brotes de COVID-19 sean vistos meramente como el costo de hacer negocios. Al poner fin a las restricciones gubernamentales, los empleados que se nieguen a trabajar en condiciones inseguras se enfrentarán a la amenaza de ser despedidos y no podrán optar por seguros de desempleo. Para la clase dirigente, si los trabajadores mueren, simplemente serán reemplazados.

El plan insta a los estados a reabrir las empresas si pueden demostrar una “trayectoria descendente” de los casos en un período de catorce días. Esta propuesta no tiene relación con las declaraciones y evaluaciones de los epidemiólogos y expertos en salud, y contradice las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los expertos en salud pública han advertido repetidamente que la reapertura de las empresas demasiado pronto podría causar nuevos brotes importantes. Levantar demasiado pronto las “medidas de distanciamiento físico” “puede dar lugar a que la enfermedad vuelva a aparecer si no se cuenta con las medidas de salud pública para hacer frente al virus”, advirtió la epidemióloga de la OMS, Maria D. Van Kerkhove.

Wall Street, reconociendo la importancia de la propuesta para poder generar ganancias corporativas, se disparó en respuesta a la noticia. En índice futuro del Dow Jones Industrial Average subió 820 puntos a finales del jueves.

El plan es el resultado de una campaña de la Administración de Trump y de los medios de comunicación para restarle importancia a la gravedad de la enfermedad. Con este fin, los medios de comunicación simplemente han ignorado el hecho de que Estados Unidos registró un récord de 2.600 muertes el miércoles, y que el número de muertes ha aumentado de 4.000 a principios de este mes a más de 34.000.

En los últimos dos días, los medios de comunicación han destacado un puñado de protestas, organizadas por fuerzas de extrema derecha, exigiendo el regreso al trabajo. La clase dirigente está intentando fabricar una narrativa de que la población está exigiendo el fin de las medidas de distanciamiento social para justificar la vuelta al trabajo.

“No hay ningún plan de reapertura. Sólo reapertura”, dijo el epidemiólogo de la Universidad Yale, Gregg Gonsalves. “No hay ampliación a nivel nacional de la capacidad de pruebas, rastreo de contactos, aislamiento, equipo de protección personal, apoyo económico para los estadounidenses ordinarios. Esto va en contra de la salud pública y el asesoramiento económico. Es destructivo, mortal”.

“No hay métricas de ningún tipo en las directrices”, dijo la periodista científica Laurie Garrett. “El plan tiene 'recomendaciones' para pruebas y rastreo, pero no hay puntos de referencia mensurables para ello, solo se deja a la discreción/percepción de los gobernadores individuales”.

EE. UU. tiene tres veces más casos que cualquier otro país del mundo. En Nueva York, el epicentro de la crisis, el 1,1 por ciento de la población ha dado positivo al virus. A nivel nacional, un 20 por ciento de pruebas salen positivo, lo que indica que las pruebas se han realizado principalmente entre aquellos que ya muestran síntomas, y que muchas más personas necesitan pruebas de los que pueden hacerlo.

Por el contrario, Corea del Sur sólo tiene un 2 por ciento de pruebas que dan positivo, un orden de magnitud inferior al de los Estados Unidos. Canadá, Alemania y Dinamarca tienen tasas de entre el 6 y el 8 por ciento.

Los hospitales en los Estados Unidos están llenos y las funerarias y morgues no tienen espacio para los cuerpos.

Durante su conferencia de prensa del jueves, Trump elogió la respuesta de su Gobierno a la enfermedad afirmando que, a pocos meses del inicio del brote, Estados Unidos ha tenido menos muertes que los escenarios pronosticados por los epidemiólogos en el curso de varios años.

“Nuestra estrategia para frenar la propagación ha salvado cientos de miles de vidas. Los modelos predijeron entre 1,5 y 2,2 millones de muertes en los Estados Unidos”, dijo. “Y entre 100.000 y 240.000 muertes con la mitigación. Parece que llegaremos lejos incluso con estas cifras tan bajas”.

Dado que las agresivas medidas de distanciamiento social aplicadas en todo el país han dado lugar a una estabilización de la tasa de nuevos casos, Trump sostiene falsamente que ahora es apropiado reabrir los negocios. De hecho, las medidas de distanciamiento social como el cierre de empresas y escuelas solo son eficaces en la medida en que crean las condiciones para la realización de suficientes pruebas, cuarentenas y rastreo de contactos.

Trump está explotando cínicamente el distanciamiento social generalizado causado por la pandemia para presionar a que los trabajadores regresen al trabajo. En condiciones en que millones de trabajadores no han recibido sus beneficios por desempleo ni estímulos de emergencia, se enfrentan a la decisión de regresar al trabajo en condiciones inseguras o no ser capaces de alimentar a sus familias.

Pero la afirmación de que la humanidad debe decidir entre dejar que mueran los trabajadores y someterlos a privaciones económicas es falsa. Esta dicotomía asume las prerrogativas del sistema capitalista en que el Estado le entrega billones de dólares a las corporaciones, pero no puede garantizarles un ingreso digno a los trabajadores.

La primera prioridad en esta pandemia debe ser salvar vidas humanas. Esto solo es posible por medio de una expansión masiva del gasto en salud pública para financiar un aumento enorme de pruebas, cuarentenas y rastreo de contactos. Deben mantenerse las medidas de distanciamiento social hasta que esta capacidad sea creada.

La demanda de las empresas y la Casa Blanca de un regreso al trabajo prematuro dará paso a una oposición generalizada en la clase obrera. Los trabajadores necesitan exigir que haya condiciones de trabajo seguras y el cierre continuo de las empresas no esenciales.

Esta lucha por la defensa de la salud y seguridad económica de los trabajadores es inseparable de la lucha por poner fin al capitalismo, el cual es al final responsable de la pandemia, y su reemplazo con el socialismo.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de abril de 2020)

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