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Perspectiva

La pandemia de coronavirus intensifica la lucha de clases

La respuesta de la clase gobernante y los Gobiernos capitalistas en todo el mundo a la pandemia de coronavirus está generando una ola cada vez más grande de paros, manifestaciones y otras formas de conmoción social.

En Estados Unidos, el epicentro global de la pandemia, ha habido al menos 140 huelgas salvajes desde inicios de marzo, según PayDay Report, que reúne noticias locales.

Han participado vastos sectores de trabajadores en todo el país, incluyendo los conductores de autobuses de Detroit (16 de marzo); los trabajadores postales en Oklahoma (19 de marzo); los trabajadores de alcantarillados en Cleveland (20 de marzo); los trabajadores postales en Dallas (31 de marzo); los trabajadores de comidas Nabisco en Portland (9 de abril); los constructores de aviones de Boeing en Washington (20 de abril); los trabajadores de construcción en New York City (28 de abril); los recicladores en Illinois (28 de abril); y los transportistas públicos en Carolina del Norte (29 de abril).

Un foco de conflicto social son los frigoríficos, done ha habido una ola de brotes de coronavirus y al menos 20 muertes. Los trabajadores en Smithfield Foods de procesamiento de cerdos en Nebraska realizaron una huelga salvaje el martes después de que los ejecutivos informaron que no implementarían los planes previamente anunciados de cerrar la planta. El lunes, los trabajadores en una planta de procesamiento de pollos en Cold Spring en Minnesota realizaron un paro después de que varios trabajadores salieran positivo al COVID-19.

Trabajadores de Amazon protestan las condiciones insalubres en Staten Island, Nueva York, 30 de marzo de 2020 (AP Photo/Bebeto Matthews)

También se han desarrollado ampliamente huelgas y protestas de trabajadores de Amazon, Whole Foods, McDonald’s, Starbucks, Lyft e Instacart por todo el país. Durante el fin de semana, cincuenta trabajadores en un almacén de Amazon en Shakopee, Minnesota, salieron tras varios contagios confirmados y después de que un trabajador fuera presuntamente despedido por quedarse en casa.

Los acontecimientos en los Estados Unidos forman parte de un crecimiento internacional del malestar social. El mes pasado se produjeron huelgas y paros de enfermeros en Papua Nueva Guinea; médicos en Zimbabue; trabajadores sanitarios y textiles en Reino Unido; trabajadores de la distribución y el transporte en Australia; trabajadores de la confección en Bangladesh; trabajadores de centros de llamadas en Brasil; y trabajadores de fábricas de maquiladoras al sur de la frontera entre Estados Unidos y México, por nombrar solo algunos.

Hay muchos temas específicos que motivan estas protestas, pero todos giran en torno a una realidad básica: para la clase obrera, la lucha contra la pandemia y por sus vidas es al mismo tiempo una lucha contra el capitalismo. La lógica de estas luchas plantea la cuestión del poder político: ¿quién controlará la sociedad, la élite gobernante capitalista o la clase obrera, la gran mayoría?

Muchas de las luchas se han centrado en la falta de medidas de seguridad y equipos de protección adecuados para los trabajadores en el trabajo. A pesar de las persistentes advertencias de los científicos y epidemiólogos, no se hizo nada en preparación para la pandemia.

Décadas de política de la clase dirigente diezmaron la infraestructura social y de salud, mientras que la desregulación ha dado a las corporaciones una mano libre para obligar a los trabajadores a trabajar en condiciones inseguras. La proliferación del trabajo a tiempo parcial en la economía “gig” (casual) significa que grandes sectores de la clase trabajadora trabajan por salarios de nivel de pobreza, sin beneficios ni protecciones de seguridad.

Otras luchas tenían como objetivo el cierre de la producción en lugares de trabajo no esenciales. La respuesta inicial de la clase dirigente a la pandemia fue tratar de restarles importancia, para que las empresas siguieran funcionando con normalidad. A mediados de marzo, los trabajadores de la industria automotriz de los Estados Unidos y del otro lado de la frontera en Canadá lanzaron una serie de huelgas salvajes que obligaron al cierre de plantas automotrices en toda América del Norte. Incluso cuando la pandemia desbordó los sistemas de atención médica, grandes secciones de la producción no esencial permanecieron en funcionamiento.

Cada vez más, las luchas de los trabajadores se centran en los esfuerzos de las élites gobernantes para obligarlos a regresar al trabajo incluso cuando la pandemia se sigue propagando. El martes, Trump invocó la Ley de Producción de Defensa para obligar a los trabajadores de los frigoríficos a volver al trabajo. Lejos de proteger a los trabajadores de la propagación del virus, la orden de Trump protege en cambio a las empresas empacadoras de carne de la responsabilidad legal si los trabajadores las denuncian por estar siendo forzados a trabajar en condiciones inseguras.

En otras palabras, Trump le está diciendo a la patronal estadounidense: maten a sus empleados, y no enfrentarán ninguna consecuencia. El trato a los trabajadores frigoríficos se repetirá en diferentes formas para toda la clase obrera.

El conflicto de clases se intensificará enormemente en las próximas semanas y meses. La oligarquía financiera ha utilizado la pandemia para transferir varios billones de dólares a Wall Street, con el apoyo unánime de toda la élite política, tanto demócrata como republicana. Todo esto se pagará a través de recortes a los programas sociales, educación y salud, junto con una intensificación masiva de la explotación de la clase trabajadora.

Boeing, que envió a los trabajadores de vuelta al trabajo a principios de la semana pasada, ya ha anunciado que está recortando el 10 por ciento de su fuerza laboral. Otras empresas seguirán el ejemplo. La élite gobernante intentará utilizar la desesperación económica de millones de trabajadores no sólo para forzarlos a volver a trabajar, sino también para que acepten recortes en los salarios y beneficios.

Esta política encontrará una oposición masiva. Las acciones de la clase dominante no han pasado desapercibidas. La ola de paros y protestas, generalmente aisladas en diferentes ciudades, lugares de trabajo y países, es sólo la expresión inicial de la ira reprimida.

¿Cómo puede desarrollarse esta oposición?

En primer lugar, debe organizarse y unificarse. Esto requiere el establecimiento de comités de base en cada fábrica, centro laboral y vecindario. Todas las oportunidades que ofrece la tecnología moderna, incluyendo las redes sociales, deben ser utilizadas para conectar las luchas separadas de los trabajadores en una contraofensiva común de toda la clase obrera. Estos comités deben ser absolutamente independientes de los sindicatos procapitalistas, que no han hecho nada para organizar la oposición y están trabajando estrechamente con las corporaciones y el Estado capitalista para que los trabajadores vuelvan al trabajo.

Segundo, la lucha de los trabajadores debe ser unificada a través de todas las líneas raciales, de género y nacionales. La pandemia es un problema mundial que requiere una solución mundial. La respuesta de los Gobiernos capitalistas en todo el mundo es la misma, y los intereses de los trabajadores en cada país son idénticos. Es necesario rechazar todos los esfuerzos para desviar la ira social a lo largo de las líneas nacionalistas, incluyendo la campaña contra China que está siendo fomentada por la Administración de Trump y los demócratas.

En tercer lugar, las acciones industriales deben estar guiadas por una nueva perspectiva política, que arranque de la comprensión de que el problema fundamental es el capitalismo, un sistema social y económico que subordina todo a los intereses de lucro y la acumulación de riqueza por parte de la élite empresarial y financiera.

La respuesta de los Gobiernos a la pandemia ha estado dirigida en cada etapa a preservar y promover los intereses de los oligarcas capitalistas. La prioridad no ha sido salvar vidas, sino salvar sus ganancias. Esto es lo que ha impedido cualquier respuesta científica, racional y globalmente coordinada a la pandemia.

La alternativa al capitalismo es el socialismo, es decir, la reestructuración de la vida social y económica, a escala mundial, para satisfacer las necesidades sociales, no el lucro privado.

A principios de 2020, en su declaración “ La década de la revolución socialista inicia ”, el World Socialist Web Site escribió: “Las condiciones objetivas para la revolución socialista emergen de la crisis global. El avecinamiento de la revolución social ya fue anunciado por las manifestaciones y huelgas de masas que estremecieron el mundo en 2019”.

A pocos meses del comienzo del año, se ha confirmado este análisis. La lucha de la clase obrera contra la pandemia debe transformarse en la lucha revolucionaria por el socialismo.

El 2 de mayo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y el World Socialist Web Site estarán celebrando un mitin en línea para conmemorar el Día Internacional de los Trabajadores, la jornada histórica de la solidaridad internacional de la clase obrera. Urgimos a todos nuestros lectores a registrarse hoy.

(Publicado originalmente en inglés el 30 de abril de 2020)

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