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Perspectiva

La oligarquía estadounidense elige las muertes

Se está volviendo cada vez más obvio que el Gobierno de Trump ha adoptado un enfoque a la pandemia que resultará — y sabe que resultará — en las muertes de decenas de miles de personas en las próximas semanas y meses.

El domingo por la noche, Trump dijo de forma casual que espera que mueran 100.000 personas de COVID-19 en EE.UU., comparado a la estimación previa de 60.000.

Refiriéndose las cifras de fallecidos como si estuviera negociando un acuerdo de bienes raíces, Trump declaró: “Yo decía que 65.000 y ahora digo entre 80 y 90. Y sube y sube rápido. Pero seguirá siendo, sin importar cómo lo veas, al nivel más bajo”. Dijo aparte, “Y miren, perderemos entre 75, 85, hasta 100 mil personas”.

Es decir, 40.000 personas más, según el recuento propio de Trump, morirán—40.000 personas con hijos, esposas, familias y seres amados, que no habrían muerto si se hubieran tomado las medidas apropiadas para contener el virus.

Esta es, de hecho, una enorme subestimación. Los comentarios del presidente fueron seguidos el lunes por la publicación del New York Times de un reporte interno de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) que proyecta que para fines de este mes habrá 200.000 nuevos casos cada díay, para el 1 de junio, 3.000 muertes diarias.

Esto aumentaría la cifra de muertos a varios cientos de miles. El reporte muestra que las muertes diarias reales han superado consistentemente las proyecciones del Gobierno. A ese paso, más de un cuarto de millón de personas habrá muerto para fines del verano y más de un millón para cuando acabe al año.

Las cifras de los CDC dejan en claro que las guías del Gobierno de Trump publicadas a mediados de abril, marcan el abandono de cualquier esfuerzo oficial para contener la pandemia. Como advirtió el World Socialist Web Siteel 17 de abril, la Casa Blanca y la clase gobernante buscan “normalizar las muertes a una escala masiva, para que los brotes de COVID-19 sean vistos meramente como el costo de hacer negocios”.

A medida que el número de muertos aumenta, los cálculos internos de la Administración de Trump se publican poco a poco. A finales de marzo, cuando el número de muertos en EE.UU. acababa de superar los 4.000, Trump declaró que un total de 100.000 muertes sería “un buen trabajo” de su Gobierno. Hoy, el número oficial de muertos ha superado los 70.000 y sigue aumentando a un ritmo promedio de más de 1.750 por día.

Sin embargo, incluso esto es un subregistro significativo de las muertes que han resultado de las infecciones por COVID-19 y la presión que la pandemia ha puesto sobre los sistemas de salud. El exceso de muertes, las que superan el número promedio de muertes semanales, son más del doble de las reportadas en muchos estados. Además, Florida y Tennessee, dos estados que ya han implementado reaperturas, están suprimiendo activamente sus cifras oficiales de muertes.

Hay que decirlo de nuevo: la Casa Blanca está deliberada y conscientemente implementando medidas que sabe que llevarán a decenas de miles de muertes adicionales. Hay un carácter sociopático en estas políticas, pero siguen una despiadada lógica de clase. El gánster de la Casa Blanca expresa las demandas de la oligarquía financiera, que controla todo el sistema político.

La pandemia le dio a la élite gobernante el pretexto para llevar a cabo políticas que de otro modo habrían sido objeto de un escrutinio extremo y habrían enfrentado hostilidad popular. Sin la crisis provocada por el COVID-19, sería difícil justificar un reparto de 10 billones de dólares a los ricos, apoyado unánimemente por toda la élite política, tanto demócrata como republicana.

En lo que respecta a la clase dirigente, tras asegurar el rescate, es momento de volver al negocio de extraer la plusvalía de la clase obrera, independientemente de cuántos mueran.

Sólo hay dos preocupaciones que la clase dominante tiene en la aplicación de esta política.

Primero, está el problema de cómo hacer que los trabajadores vuelvan a trabajar en condiciones inseguras. La respuesta aquí es el chantaje económico y el empobrecimiento. Millones de trabajadores que han sido expulsados del trabajo de la noche a la mañana nunca verán un pago los beneficios por desempleo. En los muchos estados que están levantando todas las restricciones a las operaciones comerciales, los trabajadores se verán obligados a volver a trabajar bajo la amenaza de perder toda forma de asistencia si se rehúsan a hacerlo.

El segundo es el problema de la responsabilidad legal de las empresas por la muerte de sus trabajadores. Trump marcó la pauta el mes pasado usando la Ley de Producción de Defensa para ordenar que los mataderos, los cuales se han convertido en centros de brotes con miles de trabajadores ya infectados y docenas de trabajadores muertos, permanezcan abiertos e indemnizar a las corporaciones por demandadas de cualquier muerte de los trabajadores.

El lunes, el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell le dijo a Fox News Radio que cualquier futuro paquete de rescate debe indemnizar a todos los empleadores. “Tenemos valientes trabajadores de la salud luchando contra el virus, empresarios que reabrirán su economía, todos los cuales merecen, en mi opinión, fuertes protecciones contra las demandas oportunistas... argumentando que de alguna manera la decisión que tomaron con respecto a la reapertura afectó adversamente la salud de alguien más”.

Al librar a las empresas de toda responsabilidad legal por la vida de sus empleados, la estrategia de la clase dirigente es ahora retener toda la información posible sobre el creciente número de infecciones y muertes, y dar la impresión de que es seguro volver al trabajo y a la vida normal, incluso cuando el coronavirus hace estragos en las comunidades de todo el país.

Los trabajadores deben rechazar y rechazarán la falsa elección que está siendo presentada por la élite gobernante entre morirse de hambre o arriesgarse a morirse por COVID-19. Esta “elección” se basa en la idea de que el sistema capitalista es inviolable y que los intereses de la oligarquía financiera y empresarial dictarán la respuesta a la pandemia.

El desarrollo de la oposición en la clase obrera requiere la formación de comités independientes de seguridad de las propias bases en cada lugar de trabajo y fábrica para garantizar condiciones de trabajo seguras y luchar por el cierre de toda la producción no esencial. ¡La organización y el funcionamiento de los lugares de trabajo no puede dejarse en manos de los capitalistas, cuyo único interés es generar ganancias!

El esfuerzo de la clase obrera de luchar por anteponer la vida por encima del lucro, por una respuesta científica y racional a la pandemia que movilice todos los recursos sociales para combatir el coronavirus, llevará a los trabajadores a un conflicto cada vez más directo y abierto no sólo con la Administración de Trump, sino con la oligarquía corporativa y financiera que dicta la política, y el sistema capitalista en el que depende su riqueza y su poder.

(Publicado originalmente en inglés el 5 de mayo de 2020)

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