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Los trabajadores agrícolas del estado de Washington luchan contra condiciones inseguras mientras los sindicatos intentan parar las huelgas

Cientos de trabajadores de almacenes de empacadoras de frutas que participaron en huelgas salvajes contra siete compañías de frutas en el condado de Yakima, Washington, están siendo enviados de regreso a los almacenes con acuerdos que no proporcionarán protección adecuada contra COVID-19. De los siete lugares donde trabajadores se declararon en huelga, siguen la huelga en dos compañías, Allan Brothers y Columbia Reach.

La primera huelga estalló en Allan Brothers el 7 de mayo, cuando los trabajadores de empacadoras de frutas decidieron salir después de que la gerencia intento ocultar que 12 trabajadores habían salido positivos.

Poco después de que los trabajadores de Allan Brothers comenzaron su huelga, los trabajadores tomaron iniciativas similares en Matson Fruit, Jack Frost Fruit, Monson Fruit, Columbia Reach, Madden Fruit y Cold Storage. Los trabajadores plantearon demandas de equipo de protección personal (EPP), condiciones seguras de trabajo, aumentos salariales y la protección de los derechos de los trabajadores a organizarse y plantear demandas a la empresa.

Estas acciones fueron iniciadas en gran medida por los propios trabajadores, con comités de trabajadores organizando la huelga y negociando con la gerencia. Familias Unidas por la Justicia (FUJ), un pequeño sindicato afiliado al Consejo Laboral de Washington AFL-CIO, ha desempeñado un papel consultivo y ahora supervisa los asentamientos con las empresas de empaque de frutas.

Los empacadores de frutas en huelga a principios de este mes

Los comités de negociación llegaron a un acuerdo con la gerencia de Monson Fruit y Jack Frost (Frosty Packing) Fruit el viernes, y Matson Fruit el lunes. Los trabajadores de Madden Fruit and Cold Storage volvieron a trabajar la semana pasada con promesas de la gerencia de implementar algunos cambios en las condiciones del lugar de trabajo.

Sin embargo, los acuerdos son promesas vacías que no protegerán a los trabajadores de la enfermedad COVID-19, y mucho menos ofrecerán mejoramiento en el lugar de trabajo general y las condiciones de vida bajo las cuales los trabajadores se ven obligados a trabajar.

Humberto, un trabajador de almacén de Jack Frost, dijo al World Socialist Web Site: "El acuerdo no fue mucho. Hay puntos sobre equipo de protección y seguridad en el lugar de trabajo [durante la pandemia], pero eso la compañía ya había prometido antes”.

"Económicamente", continuó. “Casi no hay ayuda. Recibimos $20 por semana extra. Eso es una broma para nosotros. Entramos en negociaciones exigiendo $100 por semana más un aumento de $2 por hora. Las condiciones económicas son cada vez más severas cada día. El mínimo de $13.50 ya no es suficiente".

Si bien estaba decepcionado con las concesiones, Humberto dijo: “Ahora conocemos nuestros derechos, eso es bueno. Espero que algún día podamos tener una organización para todos los trabajadores y que hagamos valer nuestros derechos”.

Unos 65,000 trabajadores fueron empleados en la recolección y empaque de manzanas en el estado el año pasado, y más de la mitad son trabajadores migrantes temporalmente autorizados en los Estados Unidos con visas H-2A. En los campos y almacenes, los trabajadores enfrentan largas horas, exposición prolongada a condiciones climáticas extremas, salarios de pobreza, condiciones inseguras de trabajo, acoso por parte de la gerencia y represalias cuando se expresan. Además, la administración Trump ha utilizado la pandemia para reducir los salarios de los trabajadores H-2A.

Las condiciones en que los trabajadores agrícolas se ven obligados a vivir y trabajar aumentan su riesgo de transmitir el virus que causa COVID-19. Los trabajadores migrantes H-2A generalmente duermen en literas en barracas construidas por las compañías, comen alimentos en áreas comunes y van y vienen de sus lugares de trabajo en grupos grandes con transporte de la compañía. Los trabajadores indocumentados tienen aún menos protecciones, a menudo sin hogar y durmiendo en automóviles.

El condado de Yakima tiene la tasa de infección más alta en toda la costa oeste, con 445 casos por cada 100,000 personas registradas en abril, debido a la alta concentración de pobreza, trabajadores migrantes y empleos en el cuidado de la salud y la agricultura. Según datos de 2018 de la Asociación de Desarrollo del Condado de Yakima, el 63 por ciento de todos los trabajos en el Condado de Yakima se consideran "esenciales" en la agricultura, la atención médica y las industrias de comercio mayorista, en comparación con el 54 por ciento en todo el estado.

Poco se ha hecho para proteger a los trabajadores, y las corporaciones y los funcionarios locales afirman que están haciendo todo en su poder. Desde que comenzaron las huelgas, los funcionarios del Distrito de Salud de Yakima visitaron las plantas empacadoras de frutas y dieron la luz verde a las escasas protecciones proporcionadas a los trabajadores.

Después de la valiente rebelión de los trabajadores que insistieron en que sus vidas y las de sus seres queridos tengan prioridad sobre las ganancias, varios sindicatos, fingiendo apoyo a la huelga, intervinieron para mantener a la oposición aislada y contenida.

Después de décadas de conspirando con los agronegocios y la corrupción asquerosa, United Farm Workers ha sido desacreditado durante mucho tiempo y su membresía, que alcanzó un máximo de 60,000 miembros, tiene menos de 10,000 en la actualidad. En estas condiciones, Familias Unidas por las Justicia (FUJ) ha organizado pequeñas secciones de trabajadores agrícolas, incluyendo 500 trabajadores indígenas mexicanos de Sakuma Brothers, un productor independiente de las bayas de Driscoll, en Burlington, Washington.

La organización, que se basa en boicots y llamamientos a la Iglesia Católica y al Partido Demócrata, no ha ofrecido ningún camino a los trabajadores agrícolas. FUJ no llamó a los trabajadores de Burlington a llevar a cabo una huelga conjunta junto con los trabajadores de Yakima.

Sin embargo, el papel principal en aislar y traicionar esta lucha lo está desempeñando el Consejo Laboral de Washington AFL-CIO, que se aseguró de que no hubiera una lucha común entre los trabajadores agrícolas y otros trabajadores en los almacenes y otras empresas "esenciales" en el trabajo. Por lo contrario, el AFL-CIO del estado ha ayudado a corporaciones gigantes como Boeing a llevar a decenas de miles de trabajadores a las plantas a pesar de los riesgos a sus vidas. El presidente nacional de AFL-CIO, Richard Trumka, se sienta en el "Consejo para Reabrir América" de Donald Trump.

Los sindicatos y grupos activistas que están tratando de ganar el favor de los trabajadores agrícolas militantes en Yakima buscan vincularlos con el Partido Demócrata. Hostiles a un movimiento independiente de masas de la clase trabajadora, canalizan la oposición de los trabajadores hacia negociaciones con empresas individuales, campañas de boicot, demandas y atraigo a políticos estatales del Partido Demócrata.

A mediados de abril, FUJ y UFW presentaron una demanda contra el estado de Washington por falta de protección en el lugar de trabajo para los trabajadores agrícolas, exigiendo que el estado realice cambios de política inmediatas para enfrentar el problema. En respuesta, el Departamento de Trabajo e Industrias del gobernador democrático Jay Inslee ha adoptado las medidas mínimas y sigue permitiendo que los productores dejen intactos los dormitorios, el transporte y las condiciones de trabajo. Tim Church con Labor and Industries, declaró: "Bajo las reglas de emergencia, si tienes un grupo que se mantiene unido, trabajan unidos, comen juntos y es solo ese grupo, entonces ellos [los productores] podrían usar literas".

Al oponerse a estos esfuerzos para aislar y subordinar la lucha a las necesidades económicas de las corporaciones y el gobierno, los trabajadores agrícolas deben desarrollar sus propios medios independientes de organización y expandir su lucha a sectores más amplios de la clase trabajadora.

Esta lucha requiere la creación de comités de seguridad de base en cada planta de empaque de frutas, granja y lugar de trabajo. Estos comités, que deben ser completamente independientes de los sindicatos y del Partido Demócrata, deben garantizar la salud de todos los trabajadores, independientemente del impacto en las carteras de acciones y los márgenes de ganancia de las corporaciones.

Los trabajadores de empaque de frutas en Yakima enfrentan las mismas condiciones peligrosas que los trabajadores en los Estados Unidos e internacionalmente. En otros sitios agrícolas, hospitales, sistemas de tránsito, mataderos, plantas automotrices y supermercados, a los trabajadores se les niegan las medidas básicas de salud pública y las protecciones para mantenerlos a salvo de contraer el virus.

Cientos de trabajadores en las plantas maquiladoras en el norte de México han muerto a causa de COVID-19 debido a políticas de regreso al trabajo. En los Estados Unidos, que tiene el mayor número de muertes en cualquier parte del mundo, se han reportado muertes de trabajadores migrantes en granjas en Nueva Jersey y plantas empacadoras de carne en Nebraska, entre muchos otros lugares de trabajo.

Los trabajadores deben usar sus comités de seguridad para coordinar y expandir la lucha en varios lugares de trabajo en todo Estados Unidos e internacionalmente, desarrollando un poderoso movimiento unificado para que la clase trabajadora exija todas las protecciones necesarias para salvar vidas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de mayo de 2020)

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