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Autopartista estadounidense despide a docenas de trabajadores en Matamoros, México, por exigir verdad sobre brote de COVID-19

Después de que la muerte de dos trabajadores produjera un paro salvaje el viernes en sus tres plantas de Matamoros, México, la autopartista estadounidense Tridonex Cardone despidió a docenas de trabajadores que protestaron el encubrimiento de un brote de COVID-19 en la empresa. La acción vengativa sucedió pese a reconocer a regañadientes que varios trabajadores en una de sus plantas contrajeron la mortal enfermedad.

El domingo, Cardone escribió en una declaración: “Tridonex cerrará voluntariamente Planta 52 el día de mañana debido a los casos positivos de las pruebas aleatorias realizadas… cerraremos hasta que nos reunamos con los inspectores estatales y acordemos el camino a seguir”. La gerencia decidió ordenar que los trabajadores en las otras dos plantas siguieran trabajando y despidió rápido a los que protestaron las condiciones inseguras.

El cierre de la planta 52 y el reconocimiento de un número indefinido de casos ocurrieron solo después de que los trabajadores tomaran la iniciativa en sus propias manos. Al conocer sobre el fallecimiento de Luciano Romero Contreras y Miguel Ángel, los 3.200 trabajadores en Tridonex se rebelaron e hicieron paro en las tres plantas, oponiéndose a las políticas criminales de la gerencia, incluso obligando a que personas con trastornos médicos trabajen.

Verónica, quien fue despedida sin finiquito el viernes, le dijo al Boletín de los Trabajadores Automotores del WSWS, “Por andar parando me corrieron, que abandono de trabajo, y soy de la gente enferma, nomás porque le dije al gerente que no deberíamos estar trabajando, que ¿cuál era nuestra seguridad?”.

“Somos como 40 compañeros que nos despidieron el viernes de planta dos”, dijo, añadiendo que varios trabajadores de otras plantas también reportaron en redes sociales ser despedidos.

El encubrimiento de los brotes se ha vuelto rutinario en todo México. Las empresas y el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) están haciendo todo lo posible para prevenir cualquier interrupción a la producción, lo que afectaría las cadenas global de suministro y las ganancias de las multinacionales estadounidenses y de otros países. No obstante, los trabajadores están oponiéndose cada vez más a estas políticas.

El lunes por la mañana, en la ciudad vecina de Reynosa, los trabajadores de la maquila Erika hicieron un paro salvaje para protestar el encubrimiento de un brote de COVID-19, que presuntamente cobró al menos una vida. La planta es propiedad de Fresenius Medical Care, una multinacional estadounidense-alemana que produce equipos médicos para diálisis, entre otros.

México reportó más de mil nuevas muertes por COVID-19 el domingo, alcanzando un total de 21.825. Mientras tanto, el estado de Tamaulipas está viendo un aumento exponencial en casos, con 1.180 casos nuevos la semana pasada. Reynosa y Matamoros, los dos principales centros manufactureros en el estado de Tamaulipas, que limita con Texas, han tenido los mayores brotes.

En Matamoros, los trabajadores de Tridonex respondieron al anuncio de la empresa reportando casos positivos en las otras dos plantas (53 y 60) y denunciando los despidos por represalia. Un trabajador respondió en redes sociales, “Pues solamente a esperar que se muera alguien en la 60 o más contagios”, mientras otros reportaron ver a compañeros siendo llevados a la enfermería con dificultades para respirar e incluso desmayados en la planta 60.

Denunciando el encubrimiento, otro trabajador escribió, “En la línea ya salió uno positivo y no creo que vayan a aislar… Usted podrá pedir todo el gel del mundo y sanitizar cada hora si quiere, pero si no se detectan los casos y se aíslan a las personas que lo pueden portar nunca se va a acabar de expandir”.

Las políticas particularmente brutales de Cardone están siendo impulsadas por la competición capitalista por control de la industria autopartista, que ha visto un aumento enorme en sus deudas por los cierres de la industria global automotriz durante la pandemia. Cardone es propiedad de la firma Brookfield, con sede en Toronto, que administra $515 mil millones en activos o casi la mitad de la producción anual de México. Su CEO, Bruce Flatt, presumió recientemente que “la incertidumbre y volatilidad se sienten manejables”.

Los trabajadores de ambos lados de la frontera enfrentan los mismos ataques contra sus empleos y salud. En abril y mayo, Cardone despidió y suspendió indefinidamente a 680 trabajadores de los 1.200 empleados en una planta al noreste de Filadelfia, así como a 183 trabajadores en Brownsville, Texas, en la frontera con Matamoros. La empresa se refirió a las “circunstancias empresariales negativas” por la crisis del COVID-19.

En Tridonex y el resto de Matamoros, miles de trabajadores fueron despedidos el año pasado por librar una lucha militante para librarse de los sindicatos controlados por la Confederación de Trabajadores de México (CTM), que opera como una fuerza policial sobornada para las empresas. En busca de mejores condiciones, muchos se cambiaron al Sindicato Nacional Independiente de Trabajadores de Industrias y Servicios (SNITIS), pero el dizque “sindicato independiente” también se ha unido a la campaña homicida de regreso al trabajo impulsada por López Obrador.

El SNITIS fue creado el año pasado por una facción de la burocracia sindical mexicana vinculada al partido oficialista Morena y la federación sindical AFL-CIO de EE.UU., bajo el propósito de contener la rebelión anticetemista de los trabajadores mexicanos y prevenir que se convirtiera en una lucha unificada junto a los trabajadores estadounidenses y contra el capitalismo.

A principios de este mes, las cortes tamaulipecas encarcelaron a la fundadora y abogada del SNITIS, Susana Prieto Terrazas, bajo cargos falsos. A pesar de docenas de llamados al presidente mexicano por parte de los sindicatos en México, la AFL-CIO y otros, López Obrador se ha rehusado a exigir su liberación, afirmando engañosamente que su arresto es un asunto local. Esto subraya el hecho de que toda la clase gobernante mexicana está cambiando su táctica para contener la oposición social adoptando una represión abierta y formas autoritarias de gobierno.

Si bien el WSWS tiene diferencias políticas bien conocidas con Prieto y su promoción de López Obrador y los “sindicatos independientes” respaldados por la AFL-CIO, insistimos en que es imperativo que los trabajadores exijan su liberación inmediata. La lucha contra la represión estatal y la defensa de los derechos democráticos de los trabajadores necesita librarse de forma independiente de todas las facciones de la burocracia sindical y élite política.

Esto significa la formación de comités de base en cada fábrica y centro laboral, controlados por los propios trabajadores. Su propósito es luchar por los derechos de los trabajadores, incluyendo condiciones laborales seguras, en oposición al afán de lucro de la clase capitalista en México y todo el mundo.

Al oponerse a la campaña de regreso al trabajo y los métodos cada vez más dictatoriales para imponerla, los trabajadores no solo se enfrentan a la oligarquía mexicana y su Estado, sino también al imperialismo estadounidense. En décadas recientes, México se ha integrado completamente en las cadenas de suministro de las principales industrias norteamericanas. La Casa Blanca y Wall Street, por ende, exigieron la reapertura de las fábricas mexicanas junto a las plantas en EE.UU. y Canadá, mientras el virus continúa expandiéndose.

La pandemia ha demostrado que las condiciones existen para unir a los trabajadores en México con sus hermanos y hermanas de clase en EE.UU., Canadá y todo el mundo. Sin embargo, esta lucha contra las multinacionales como Cardone solo puede avanzar como una lucha contra todo el sistema capitalista y por el socialismo internacional.

(Publicado originalmente en inglés el 23 de junio de 2020)

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