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El Ártico siberiano registra una temperatura superior a 100 grados Fahrenheit

La temperatura en Verkoyansk, Rusia, que se encuentra en la parte oriental de Siberia, justo al norte del Círculo Polar Ártico, se registró el sábado a 100.4 grados Fahrenheit (37.3 grados Celsius), más de 32 grados por encima de la temperatura promediada de la ciudad en junio. Esta es la temperatura más alta jamás registrada en Siberia, así como la temperatura más alta hasta la fecha registrada en el propio Ártico.

Dichos registros son cada vez más comunes a medida que el calentamiento global continúa sin cesar. Los datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU. señalaron a principios del año que 2020 comenzó con el enero más caluroso registrado hasta ahora, 2.05 grados Fahrenheit por encima del promedio del siglo XX. Se espera que el año en su conjunto esté entre los cinco más calurosos desde que comenzaron las medidas.

Los científicos han emitido advertencias repetidas durante décadas de que las tendencias actuales en el cambio climático de la Tierra ya están teniendo consecuencias devastadoras para la población mundial, al mismo tiempo que se vuelven más catastróficas. En Siberia, por ejemplo, las temperaturas medianas cada vez más altas en toda la región han provocado que el permafrost se descongele en algunas áreas. Las personas que viven en la ciudad de Zyryanka se han visto obligados a alejarse en los últimos años para escapar una vez que el terreno sólido se convierta en una serie de ciénagas y pantanos. Las tierras de cultivo inundadas han destruido los medios de vida en la región y amenazan con hundir edificios y otra infraestructura en la capa de barro cada vez más profunda.

Polyus Kholoda, Polo de Frío del hemisferio norte, monumento a la entrada de Verkhoyansk, que registró una temperatura de 100.4 grados Fahrenheit (37.3 grados Celsius) el sábado (Wikimedia Commons).

El derretimiento del permafrost tiene otra consecuencia: la liberación en masa de gases del efecto invernadero a la atmósfera. A medida que el suelo se descongela, los animales congelados de la edad de hielo anterior, incluyendo los mamuts lanudos, comienzan a descomponerse y liberar dióxido de carbono a la atmósfera. Al mismo tiempo, se libera metano atrapado por la lenta descomposición de la materia vegetal y animal durante milenios. El metano es un gas de efecto invernadero que atrapa el calor 80 veces más efectivamente que el dióxido de carbono.

La descongelación del permafrost en el Ártico es uno de los varios "puntos de inflexión" descritos por el climatólogo británico Timothy Lenton en un artículo de abril publicado en la revista Nature. Lenton y sus colegas dejan en claro que es probable que ocurran los escenarios climáticos más catastróficos —los océanos que se elevan repentinamente decenas de metros, la pérdida de la selva amazónica— si continúan las tendencias actuales de emisión de gases de efecto invernadero de la actividad humana.

El concepto de puntos de inflexión fue introducido por el Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático hace dos décadas para describir las "discontinuidades a gran escala" en el clima de la Tierra. En ese momento, solo se consideraba probable si el clima de la Tierra se calienta en más de 5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, pero los datos más recientes indican que tales puntos de inflexión podrían ocurrir con solo 1 o 2 grados de calentamiento. La superficie de la Tierra ya se ha calentado 1.1 grados centígrados en comparación con los niveles preindustriales.

La razón por la que se redujeron los límites de temperatura es porque los modelos y datos más sofisticados recopilados desde el informe inicial muestran que ciertos procesos naturales, una vez activados por la actividad humana, desencadenan otros procesos naturales sobre los cuales los humanos tienen poco o ningún control. Un tal dato es el registro de temperaturas en Verkhoyansk, que no fue previsto que sucediera por otros 80 años.

El descongelamiento del permafrost, que ocurre ahora, puede conducir a un descargo repentino y masivo de gases con efecto invernadero a la atmósfera, lo que puede desencadenar un aumento brusco en el calentamiento a pesar de la intervención humana, lo que lo llevaría hacia una mayor descongelación en un ciclo continuo. Al mismo tiempo, el hielo terrestre antártico se derrite en los océanos, haciendo que el nivel del mar suba más rápidamente.

Este peligro de una "Tierra de invernadero" fue hecho explícito por uno de los colegas de Lenton, Will Steffen, en un artículo publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias en 2018. El trabajo encontró que incluso si se cumple el objetivo nominal de mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 o 2 grados centígrados, "no podemos excluir el riesgo de que una cascada de reacciones pueda empujar al Sistema de la Tierra de manera irreversible hacia una ruta de ‘Tierra de invernadero’".

Los peligros no pueden ser exagerados. Tal mundo enfrentaría aumentos del nivel del mar de decenas de metros, aniquilando las regiones costeras del mundo y obligando a miles de millones de personas a huir o ahogarse. Los incendios forestales se desatarían sin control en todo el mundo y las selvas tropicales en América del Sur, África y el sudeste asiático colapsaría. Los huracanes y tifones se volverían más destructivos. Los arrecifes de coral y el plancton oceánico morirían en masa, colapsando la cadena alimentaria mundial. Al menos un millón de especies de la Tierra morirían, y porciones de la superficie del mundo a escala continental se volverían inhabitables, a medida que la superficie del planeta comience a reflejar el paisaje infernal de Venus.

Los esfuerzos actuales para prevenir tal escenario apocalíptico se quedan muy cortos. Incluso si se logran las promesas nacionales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del aclamado Acuerdo de París, la temperatura promediada en la superficie de la Tierra probablemente se calentará 3 grados centígrados para fines de siglo. Esto en sí mismo revela la bancarrota de los políticos supuestamente "de izquierda" en todo el mundo, incluyendo el expresidente francés Francois Hollande y el expresidente estadounidense Barack Obama.

De manera contradictoria, la pandemia de coronavirus que está en curso también reveló el vacío de los pseudoizquierdistas y los verdes para que la población mundial cambie su "estilo de vida" y los maltusianos para reducir la "población excedente" del mundo. Durante el tope de los cierres causados por la pandemia en marzo y abril, las emisiones globales cayeron un 17 por ciento, mucho menos de lo necesario para evitar una catástrofe climática. Esta es una demostración cruda pero efectiva de que simplemente detener la actividad humana no es suficiente para detener o revertir la crisis climática.

De hecho, lo que se necesita es una actividad humana coordinada internacionalmente y científicamente guiada, que implemente un programa a escala mundial para reorganizar la energía, el transporte y la agricultura para que el clima de la Tierra se estabilice y se eviten los peores escenarios. Tales acciones a su vez implican una lucha de la clase obrera contra los grilletes del sistema de Estado nación y la propiedad privada de la producción, contra la totalidad del sistema capitalista mundial.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 24 de agosto de 2020)

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