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Trump respalda la violencia de la derecha en Kenosha y Portland

En una conferencia de prensa en la tarde del lunes, el presidente Donald Trump defendió al pistolero de derecha que mató a tiros a dos manifestantes que protestaban la violencia policial en Kenosha, Wisconsin, la semana pasada. Trump habló en vísperas de una aparición programada el martes en la empobrecida ciudad del “cinturón de óxido”, una intervención que tiene el carácter de una provocación política, apenas una semana después del tiroteo policial de Jacob Blake y en medio de solicitudes de los funcionarios estatales y locales de que se mantenga alejado.

Un periodista le preguntó a Trump si condenaría las acciones de Kyle Rittenhouse, el excadete de policía de 17 años que abrió fuego con un rifle de asalto el martes por la noche, matando a dos hombres desarmados que protestaban contra la violencia policial.

Trump afirmó que el vigilante derechista actuó en defensa propia, diciendo: “Estaba tratando de alejarse de ellos y se cayó y luego lo atacaron muy violentamente… supongo que estaba en un gran problema. Probablemente lo hubieran matado”.

Esta descripción de los hechos es un encubrimiento deliberado. Rittenhouse era un entusiasta de la policía que había viajado a un mitin de campaña de Trump en Iowa en enero pasado, donde los videos lo muestran sentado en la primera fila. Trató de enlistarse en el Cuerpo de Marines, pero fue rechazado. El 25 de agosto, salió de su casa en el norte de Illinois y condujo con su AR-15 a través de la frontera estatal hacia Kenosha, donde se unió a decenas de otros hombres armados de derecha cuyas actividades fueron coordinadas y aprobadas por la policía.

Rittenhouse mató a tiros a dos hombres que protestaban pacíficamente por el tiroteo de la policía contra Jacob Blake, de 29 años, que quedó paralizado con siete balas en la espalda. También disparó e hirió a un tercer manifestante.

Después de los asesinatos, se permitió que el pistolero atravesara las líneas policiales con un rifle de asalto, sin ser arrestado, ni siquiera detenido para interrogarlo. Posteriormente fue arrestado en su casa en Illinois y acusado de homicidio en primer grado.

Trump también elogió a sus partidarios en Portland, Oregón, que invadieron la ciudad en un convoy de automóviles y camionetas y atacaron a los manifestantes contra la violencia policial, disparando armas de paintball, gas pimienta y otras toxinas. Se desató un tumulto en el que uno de los provocadores de derecha fue asesinado a tiros, en circunstancias que aún no están claras. Pero Trump declaró que los provocadores en Portland “eran partidarios [de él], pero esa fue una protesta pacífica. La pintura no son balas”.

Esta defensa de la violencia de derecha se produjo al final de una diatriba fascistizante de 30 minutos en la que se refirió decenas de veces a la “extrema izquierda”, los “radicales de izquierda” y “Antifa” (que en realidad no existe como un grupo organizado, pero se ha convertido en el principal hombre de paja de la derecha fascista).

Trump hizo repetidamente una amalgama de “radicales de izquierda”, los alcaldes del Partido Demócrata y el candidato presidencial demócrata Joe Biden, afirmando, como lo hizo en la Convención Nacional Republicana de la semana pasada, que una victoria de Biden en las elecciones del 3 de noviembre significaría el colapso de la sociedad estadounidense.

Como suele hacer, Trump comenzó la rueda de prensa elogiando el desempeño del mercado de valores, la única medida del progreso humano en lo que a él respecta, y aclamó al “mejor Dow de la bolsa de valores en 36 años”.

Luego afirmó que hubo una disminución del 38 por ciento en los nuevos casos de coronavirus, una cifra que, si no se compensa simplemente para los propósitos de la sesión informativa, refleja en gran medida una disminución sustancial en las pruebas. En realidad, el coronavirus está arrasando casi sin control en las fábricas, plantas empacadoras de carne, campus universitarios y escuelas públicas, y es probable que el número de infecciones y muertes aumente exponencialmente en los próximos meses.

Luego procedió a abordar su propósito principal, “actualizar las noticias sobre la violencia en las ciudades controladas por los demócratas”. Trump afirmó que las autoridades federales habían arrestado a más de 200 personas por varios delitos y anunció una investigación conjunta del Departamento de Seguridad Nacional y el Departamento de Justicia sobre lo que llamó “los violentos disturbios civiles de izquierda que comenzaron en Portland”.

El resto de su declaración consistió en una mezcolanza incoherente de elogios a la policía (“Hay una guerra contra la policía en este país. Sin policía, hay caos”) y difamaciones de Biden y los demócratas llamándolos facilitadores y partidarios de terroristas de izquierda.

Afirmó que para “enseñarles a nuestros niños que Estados Unidos es una nación libre y justa” era necesario “encarcelar a los infractores de la ley y derrotar su ideología de odio”. Parecía estar haciéndose eco de la extraordinaria declaración hecha por Newt Gingrich ese mismo día en el programa de televisión por cable favorito de Trump, “Fox and Friends”, donde el expresidente de la Cámara de Representantes dijo que la única forma de “acabar con la fiebre” de la violencia en las calles era “seguir arrestando gente hasta que no quede nadie”.

Trump combinó elogios a la policía y denuncias a los demócratas con una invocación al nacionalismo que no hubiera estado fuera de lugar en un discurso de Mussolini. “El único camino hacia la unidad es reconstruir una identidad nacional compartida y enfocarse en los valores y virtudes estadounidenses comunes, de los cuales tenemos muchos”, dijo. “Esto incluye las escuelas de nuestra nación”.

Trump pareció estar particularmente preocupado por un incidente el jueves por la noche después de la sesión final de la Convención Nacional Republicana, cuando el senador Rand Paul y otros fueron abordados por manifestantes anti-Trump fuera de la Casa Blanca. Este incidente ha sido retratado por los medios de comunicación de derecha y el Partido Republicano como un ejemplo de “violencia de turbas” de izquierda, una indicación del miedo extremo a la oposición popular que caracterizó la convención en todo momento.

La fuerza impulsora detrás de las denuncias cada vez más desquiciadas e incoherentes de Trump es la muestra inicial de la resistencia de la clase trabajadora a las políticas de su Gobierno, particularmente su esfuerzo homicida para obligar a los trabajadores a regresar a sus trabajos y a los maestros y estudiantes a regresar a las escuelas, independientemente de los peligros del coronavirus.

El Partido Demócrata comparte el miedo de Trump al movimiento en desarrollo de decenas de millones de trabajadores, que amenazará el sistema de ganancias que defienden ambos partidos capitalistas. Advierten que Trump, por su negligencia criminal en relación con la pandemia de coronavirus y su transparente indiferencia a todo fuera de las fortunas de los milmillonarios como él, está provocando un levantamiento incontrolable desde abajo.

Este fue el significado del discurso pronunciado por Biden el lunes temprano en Pittsburgh, su primera aparición pública desde la Convención Nacional Demócrata y su primer discurso importante que marca la pauta para los dos últimos meses de su campaña electoral.

Era obvio que el propósito principal del discurso, anunciado con poca antelación, era contrarrestar la demagogia anticomunista y de ley y orden de Trump con una declaración clara por parte de la lista demócrata en apoyo de la ley y el orden y la supresión de la “violencia”. Existe un creciente nerviosismo en los círculos del Partido Demócrata por las indicaciones de que la ventaja de Biden en las encuestas de opinión se está reduciendo a raíz de la convención republicana.

Al declarar que “tenemos que oponernos a la violencia en todas las formas que tome”, Biden estableció una equivalencia entre la violencia de los policías asesinos y los vigilantes fascistizantes y la de los “extremistas y oportunistas” entre los manifestantes. Declaró: “Quiero dejarlo absolutamente claro ... Saquear no es protestar. Prender fuego no es protestar. Nada de esto es protestar. Es anarquía, simple y sencillamente. Y los que lo hagan deberían ser procesados ”.

Su línea de ataque básica contra Trump fue que él, no los demócratas, es responsable de la “violencia” y el “caos” en “nuestras ciudades”. Los habitantes de los suburbios de clase media que se sintieran inseguros en la “América de Trump” estarían más seguros en la de Biden, porque él trabajaría de manera más eficaz con la policía y sus críticos para contener la oposición social.

Esto, por supuesto, se combinó con una simpatía bien practicada por las familias de Jacob Blake, George Floyd, Brionna Taylor y otras víctimas afroamericanas de la violencia policial, referencias al enorme número de muertos por el coronavirus y la respuesta incompetente de Trump a la pandemia. algunos comentarios superficiales sobre el colapso económico provocado por COVID-19, y una advertencia sobre el plan de Trump para quebrar el Seguro Social. Pero no propuso una sola medida práctica para lidiar con ninguno de estos males sociales, excepto reemplazar a Donald Trump con Joe Biden.

Emitió un rechazo directo de cualquier simpatía por el socialismo, diciendo: “Pregúntese, ¿me veo como un socialista radical con indulgencia hacia los alborotadores?”. Y señaló el historial de la Administración de Obama-Biden en la protección de la propiedad federal, afirmando: “Cuando el presidente Obama y yo estábamos en la Casa Blanca, teníamos que defender la propiedad federal. Lo hicimos ... No nos vio avivar los temores en torno al despliegue de tropas federales secretas. Simplemente hicimos nuestro trabajo...”.

Más peligrosamente, abrazó la demagogia antirrusa que ha sido el elemento básico del Partido Demócrata desde que Trump ingresó a la Casa Blanca. Repitió la historia falsa de las “recompensas afganas” inventada por el New York Times, que afirma, sin la más mínima evidencia, que el Kremlin les estaba pagando a los talibanes para que mataran a soldados estadounidenses. Y denunció a Trump por supuestamente desempeñar “un papel subordinado a un líder ruso”, el presidente Vladimir Putin, alegando que esto “no solo es peligroso. Es humillante que el resto del mundo lo vea”.

Aquí, entonces, está la opción que el sistema bipartidista capitalista le ofrece al pueblo estadounidense: los desvaríos ultraderechistas del republicano Trump, que busca crear un Estado policial, o la alternativa “razonable” que ofrece el demócrata Biden, que exige preparativos más agresivos para la guerra contra la potencia nuclear de Rusia.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de septiembre de 2020)

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