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La pseudoizquierda promueve ilusiones peligrosas tras fallo criminal contra fascistas griegos

La Corte Suprema de Grecia dictaminó a principios de este mes que el partido neofascista Chrysi Avgi (Amanecer Dorado) era una organización criminal, y condenó a casi todos los 68 miembros que estaban siendo juzgados bajo cargos que incluían violencia, pertenencia a una organización criminal, lesiones corporales graves y posesión ilegal de armas. El juicio contra Chrysi Avgi duró más de cinco años, y su resultado fue esperado con gran anticipación.

El tribunal anunció la sentencia de los condenados ayer. El líder del partido Nikos Michaloliakos, admirador de Hitler y negador del Holocausto, fue condenado a 13 años de prisión. Otros 17 diputados y miembros del Parlamento fueron condenados a penas de entre 5 y 13 años. Giorgos Roupakias fue condenado a cadena perpetua. El seguidor del partido admitió haber apuñalado al rapero antifascista Pavlos Fyssas en 2013. Otros miembros del partido fueron condenados a entre seis y siete años como cómplices del asesinato. En los próximos días, se decidirá si algunas de las sentencias deben ser suspendidas.

Miles de personas se reúnen para una protesta antifascista frente a un tribunal en Atenas, 7 de octubre de 2020. El tribunal falló que el partido Amanecer Dorado estaba operando como una organización criminal (AP Photo/Yorgos Karahalis)

Antes de que se anunciara el fallo el 7 de octubre, más de 20.000 personas se reunieron frente al tribunal en el centro de Atenas y celebraron la decisión, entre ellas la madre de Fyssas y el ex Primer Ministro Alexis Tsipras (de Syriza, la Coalición de la Izquierda Radical). Desde entonces, numerosas organizaciones pseudoizquierdistas han tratado de presentar la decisión como una tremenda victoria frente el fascismo.

Syriza, el antiguo partido de Gobierno, lo describió como “un hito significativo, un avance y un nuevo punto de partida para las luchas que tenemos por delante”.

Solidaridad Obrera, el periódico de la sección griega de la Tendencia Socialista Internacional, dijo que el fallo era “una coyuntura crítica para las luchas de la clase obrera”. Incluso el Gobierno derechista de Nueva Democracia “se vio obligado a ceder ante esta corriente” de antifascismo. El ex primer ministro Antonis Samaras de Nueva Democracia “que orquestó la campaña racista llevada a cabo conjuntamente por la policía griega y Amanecer Dorado, ahora se declara antifascista”. Kyriakos Mitsotakis, su sucesor, “que alabó las manifestaciones por Macedonia junto con Amanecer Dorado, ahora busca trofeos antifascistas”.

El grupo OKDE-Spartakos celebró el fallo en el sitio web pablista International Viewpoint, escribiendo, “Decenas de miles de trabajadores, miembros de sindicatos y organizaciones políticas, desempleados, inmigrantes, jóvenes, antifascistas, levantaron un muro contra la barbarie fascista y pusieron fin a un ciclo histórico, enviando al Amanecer Dorado y sus filiales a prisión y a la basura de la historia... El Gobierno de Mitsotakis, como el Gobierno de Samaras antes que él, se vio obligado a cortar sus lazos de sangre con los nazis y arrastrarlos a los tribunales bajo el peso de la masiva y multiforme lucha antifascista”.

Estas evaluaciones no sólo son ingenuas, sino también políticamente criminales. Desarman a la clase obrera frente a la amenaza fascista que no ha sido desterrada de ninguna manera tras el fallo contra Chrysi Avgi. Samaras y Mitsotakis no se han transformado en antifascistas ni han roto los “lazos de sangre con los nazis”, sino que han abrazado sus políticas.

Después de años en los que los Gobiernos griegos supuestamente “de izquierda” y de derecha saquearon a la población griega para enriquecer a los bancos internacionales y a los oligarcas griegos, el país se enfrenta a su peor crisis económica en décadas. Esto se ha visto dramáticamente empeorado por la pandemia del coronavirus. El Gobierno ha respondido adoptando los métodos de Chrysi Avgi: está avivando el nacionalismo, abusando de los refugiados y preparando una guerra contra su archirrival Turquía, que pondrá en peligro la vida de miles de jóvenes soldados.

El crecimiento de los movimientos fascistas en todo el mundo, desde los Estados Unidos hasta Brasil, Filipinas, Alemania, Italia, Hungría y otros lugares, pone de relieve que las tensiones de clases han alcanzado un nivel tan alto que ya no se pueden controlar por medios democráticos. Frente a la creciente oposición a la pobreza, el militarismo y las catastróficas consecuencias de su política ante el coronavirus, la clase dominante está promoviendo y alentando a las bandas fascistas en todas partes para establecer formas dictatoriales de gobieno.

Si el admirador de Hitler, Michaloliakos, y sus colaboradores más cercanos deben pasar ahora varios años tras las rejas, después de haber contado por años con la aprobación del Estado para agredir a los refugiados, aterrorizar a los trabajadores y asesinar a los activistas de izquierda, es sobre todo por razones tácticas. El Gobierno teme que la creciente oposición a los nazis se convierta en una amenaza para el gobierno burgués en sí.

La decisión de soltar a sus sabuesos fascistas contra los trabajadores y los inmigrantes, de mantenerlos a raya para intimidar a la oposición o de detenerlos temporalmente siempre ha sido una consideración táctica de la clase dominante basada únicamente en consideraciones de conveniencia. En Alemania, la SA, el brazo paramilitar de los nazis, se mantuvo proscrita hasta abril de 1932 porque existía el riesgo de que una confrontación armada con la clase obrera resultara en la victoria de los trabajadores. Solo nueve meses más tarde, la clase dominante le confirió a Hitler el control del Gobierno y le concedió poderes dictatoriales.

La experiencia histórica demuestra que el fascismo tiene profundas raíces en la política griega. Desde la colaboración con la ocupación nazi, hasta la dictadura de los coroneles entre 1967 y 1974, y la inclusión del partido nacionalista volkista L.A.O.S. en el Gobierno tecnocrático respaldado por la Unión Europea en 2011, los grupos de extrema derecha han desempeñado repetidamente un papel destacado.

En la actualidad hay varios aspirantes en Grecia que podrían seguir los pasos de Chrysi Avgi si sus líderes no son liberados por algún tiempo. Según un informe policial filtrado al público la semana pasada, unos 16 grupos de extrema derecha están tratando de llenar el vacío dejado por Chrysi Avgi. Uno de ellos, Elliniki Lysi (Solución Griega), ya tiene 10 diputados en el Parlamento griego. El grupo escindido de Chrysi Avgi, Griegos por la Patria, fundado por el exportavoz del partido Ilias Kasidiaris en junio, también está obteniendo un apoyo de entre el 1,5 y el 3 por ciento en las encuestas.

Los fascistas disfrutan de una base de apoyo particularmente fuerte dentro del aparato estatal. En 2012, el 23 por ciento de todos los oficiales de policía votaron por los fascistas, en comparación con el 7 por ciento de la población en su conjunto. La actitud de las fuerzas de seguridad se puso de manifiesto una vez más tras el fallo del tribunal, cuando policías armados de la unidad de fuerzas especiales desalojaron a los manifestantes de la celebración frente al edificio del tribunal con cañones de agua, gas lacrimógeno y porras.

Syriza y los grupos pseudoizquierdistas que celebran ahora el fallo del tribunal como una victoria han contribuido ellos mismos de manera significativa al fortalecimiento de la extrema derecha, y siguen haciéndolo. Le están ocultando a la población la amenaza fascista porque, como representantes de sectores privilegiados de la clase media, defienden el dominio capitalista, que solo puede mantenerse con medidas autoritarias.

Con su política nacionalista y antiobrera, el socialdemócrata Pasok y, tras su hundimiento, Syriza, allanaron el camino para la resurrección de las fuerzas de la extrema derecha, las cuales habían quedado totalmente desacreditadas tras el derrocamiento de la dictadura militar. Las organizaciones pseudoizquierdistas en su órbita encubrieron estas políticas o las apoyaron abiertamente.

Chrysi Avgi surgió en la década de 1990 cuando el Gobierno de Pasok de entonces llevó a cabo una reaccionaria campaña nacionalista contra Macedonia y reestructuró la economía griega a expensas de la clase obrera. Michaloliakos, ahora condenado, trabajaba en ese momento para la agencia de inteligencia griega.

Chrysi Avgi alcanzó el punto culminante de su influencia en 2015, bajo el Gobierno de Syriza bajo Tsipras, cuando obtuvo el 7 por ciento de los votos y se convirtió en el tercer partido más grande. Consiguió 18 diputados en los 300 escaños del Parlamento explotando la amplia ira social hacia las políticas de austeridad dictadas por la UE y la corrupción dentro del aparato estatal.

Syriza ganó las elecciones parlamentarias en enero de 2015 prometiendo el fin de la austeridad de la UE. Pero Tsipras formó una coalición con el partido ultraderechista Griegos Independientes (Anel), intensificó la campaña de austeridad y al final allanó el camino para el retorno al poder de Nueva Democracia, que ha adoptado en gran medida el programa de los fascistas.

Los fascistas no tienen todavía un movimiento de masas, pero el peligro de que puedan aumentar su influencia es muy grande si no son combatidos por un movimiento político independiente de la clase obrera. Esto requiere una ruptura completa con Syriza y su periferia pseudoizquierdista, y la construcción de un partido que una a la clase obrera como fuerza social dirigente de todas las capas oprimidas en torno a un programa socialista e internacionalista. Esto requiere la construcción de una sección del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en Grecia.

(Publicado originalmente en inglés el 16 de octubre de 2020)

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