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Nuevas señales del “impacto devastador” de la pandemia en las artes y los artistas: ¿cuáles son las repercusiones?

La actual destrucción de empleos, ingresos y aspiraciones de decenas de miles de artistas de todo tipo en Estados Unidos y el resto del mundo tiene repercusiones que van más allá de la esfera cultural inmediata.

Más comentaristas burgueses astutos están expresando su preocupación. Después de todo, ¿qué pasaría si este grupo social desempleado o subempleado, cada vez más descontento, comenzara a pensar más críticamente en la estructura económica de la sociedad y a cuestionar el capitalismo? ¿Cuáles serían las consecuencias si muchos artistas comenzaran a «sostener… un espejo» frente a la sociedad estadounidense contemporánea?

ARTE PERDIDO--El impacto devastador de COVID-19 en la economía creativa de EE.UU.

Los informes de noticias y las estadísticas siguen siendo impresionantes. En septiembre los coautores de un informe de la Brookings Institution, “Arte perdido: midiendo el impacto devastador del COVID-19 en la economía creativa de Estados Unidos”, publicado el mes anterior y al que volveremos, hicieron un nuevo llamamiento: “Necesitamos toda la ayuda posible para salvar la economía artística y cultural de Estados Unidos”.

Los profesores Richard Florida (Universidad de Toronto) y Michael Seman (Universidad Estatal de Colorado) señalaron en el periódico USA Today que “la pandemia de COVID-19 diezmó las artes y la cultura en Estados Unidos, destruyó la mitad de todos los trabajos de artistas y músicos y casi un tercio de los empleos para todos aquellos que trabajan en la economía creativa, que abarca las artes en general, la música, el teatro, el diseño, el entretenimiento y los medios de comunicación”.

“De abril a julio”, continuaron, “se perdieron alrededor de 2,7 millones de empleos y 150 mil millones de dólares en ingresos. Al estallar la crisis, en primavera, el ingreso promedio de los artistas y creativos estadounidenses se desplomó a casi 14.000 dólares al año”.

Los dos académicos señalaron que por más “brutal que sea la pérdida de empleos y dólares, los costos a largo plazo para la sociedad son aún más devastadores”. Muchos de los “más de 100.000 teatros comunitarios, galerías de arte, salas de conciertos, espacios de actuación y organizaciones artísticas de todo tipo ya han cerrado sus puertas; es probable que muchos más cierren antes de que termine la crisis”.

Hallie Flanagan, directora nacional del Proyecto de Teatro Federal, en la radio CBS para el Teatro Federal del Aire (1936)

En su nota para USA Today, Florida y Seman manifestaron su esperanza de que un gobierno de Biden-Harris, si se hiciera realidad, «implementaría una versión moderna» de los programas para los artistas del New Deal de Franklin D. Roosevelt, como el Proyecto Federal para las Artes, el Proyecto Federal para los Escritores y el Proyecto Federal para la Música, iniciativas de la Dirección de Proyectos Laborales (WPA). Esos programas subvencionaron de manera colectiva a pintores, fotógrafos, escritores y músicos, incluidos Dorothea Lange, Jackson Pollock, Jacob Lawrence, John Steinbeck, Ralph Ellison, Richard Wright, Zora Neale Hurston y otros. El proyecto musical “no solo apoyó a músicos profesionales sino también documentó la música indígena de Estados Unidos, desde el blues y las canciones de trabajo hasta el folk, el bluegrass y más”.

Esta es una expectativa ilusoria. Si Joe Biden y Kamala Harris llegan al poder, como lo indican en casi todas sus acciones y declaraciones, será sobre una base y un programa de extrema derecha, militarista y antiobrero. La posibilidad de una reforma social al nivel de las políticas de Roosevelt ha sido excluida absolutamente por la crisis profunda y avanzada del capitalismo estadounidense.

La Brookings Institution es un importante grupo de expertos del sistema político. La referencia al New Deal revela que las preocupaciones de Florida y Seman, como ellos mismos señalan, no son meramente económicas. La subvención de artistas y otras personas durante la Gran Depresión fue parte del esfuerzo general para vincular a los profesionales e intelectuales a las instituciones existentes, incluido el Partido Demócrata, y en general frenar o prevenir el estallido de convulsiones sociales. Después de todo, como comentó otro artículo de la Brookings Institution (“¿Queremos reducir la fragilidad global? Potenciemos a la sociedad civil”), también publicado en agosto: “El COVID-19 está actuando como un acelerador de la inestabilidad y los disturbios en todo el mundo”.

A pesar de su perspectiva y sus planes, Florida y Seman señalan hechos sin precedentes en su informe “Arte perdido”. Además de las cifras citadas anteriormente, los coautores estimaron que las “industrias creativas sufrirían una pérdida de casi un tercio (31 por ciento) de todo el empleo y el 9 por ciento de las ventas de abril a julio”. Florida y Seman calcularon que el “sector más afectado” sería el de las artes plásticas y escénicas, que «sufriría pérdidas estimadas en casi 1,4 millones de empleos y $42,5 mil millones en ventas. Estas pérdidas representan el 50 por ciento de todos los empleos y el 27 por ciento de todas las ventas en ese sector”.

El 10 de septiembre el periódico Art Newspaper publicó este titular: “No son solo los artistas los que se mueren de hambre: cómo Estados Unidos puede reconstruir su industria creativa después del Covid». El artículo señala que, junto con los artistas “hambrientos”, los trabajadores de los museos se enfrentan a “crecientes recortes de empleo a medida que las instituciones y las organizaciones sin fines de lucro reducen sus presupuestos”. Y en el lado comercial del mundo del arte, “los lugares para eventos y las galerías están reduciendo el personal a unos pocos empleados, ya que el negocio sigue siendo limitado o está suspendido. Un informe de UBS y Art Basel publicado ayer señala que un tercio de las galerías encuestadas redujeron su personal en la primera mitad de 2020 y perdieron un promedio de cuatro empleados, y alrededor de la mitad de las pérdidas corresponden a trabajos a tiempo completo”.

La organización Americans for the Arts informó la semana pasada que a mediados de septiembre los “artistas/creativos” estaban “entre los trabajadores más gravemente afectados por la pandemia. El 63 por ciento quedó totalmente desempleado. Prevén que van a perder un promedio de 22.000 dólares por trabajador en ingresos relacionados con la creatividad en 2020 ($50,6 mil millones a nivel nacional)”.

Otros hallazgos de Americans for the Arts:

  • El 95 por ciento de los artistas informan pérdida de ingresos.
  • El 79 por ciento sufrió una disminución en el trabajo creativo que generaba ingresos (el 62 por ciento sufrió una “disminución drástica”).
  • El 67 por ciento no tiene acceso a los suministros, recursos, espacios o las personas que necesitan para el trabajo creativo.
  • El 78 por ciento no tiene un plan de recuperación financiera pospandemia.

Datos adicionales:

El Wisconsin Policy Forum informa que los funcionarios del gobierno estiman que el 33,9 por ciento de los empleados en el sector de las artes, el entretenimiento y la recreación en dicho estado presentaron reclamos por desempleo entre el 15 de marzo y el 5 de julio, que fue el tercero más alto entre todos los sectores, solo detrás del sector de alojamiento y servicios de alimentación (39,1 por ciento) y de la manufactura (37,1 por ciento). “Per cápita, Wisconsin ocupó el último lugar en la nación en apoyo financiero estatal [para las artes], con 13 centavos en 2020”.

La Ópera Metropolitana se cerró

Según el sitio web Slipped Disc, los músicos de la Metropolitan Opera, que no reciben un sueldo desde abril, “dicen que el 30 por ciento de sus miembros ya no puede permitirse vivir en el área de Nueva York y están buscando una nueva vida en otro lugar. Peter Gelb, gerente general del Met, dijo que solo pagará a los músicos si estos aceptan tarifas radicalmente reducidas. El apoyo federal para los músicos es inexistente”.

Este panorama de devastación cultural, con gobiernos que no pueden o no quieren ayudar de manera seria, contribuirá a la radicalización y el giro hacia la izquierda de los artistas serios. No habrá vuelta a la “normalidad”.

En 1938 León Trotsky explicó que “la unión del arte y la burguesía se mantuvo estable, aunque no feliz, solo mientras la propia burguesía tomó la iniciativa y fue capaz de mantener un régimen tanto política como moralmente “democrático”. Esa relación existía “en el mismo plano histórico” que “otorgar privilegios especiales a la capa superior de la clase trabajadora y dominar y subyugar a la burocracia de los sindicatos y partidos de trabajadores”.

La decadencia de la sociedad burguesa, continuó Trotsky, significó “una exacerbación intolerable de las contradicciones sociales”. Una clase dominante asolada por la crisis temía “supersticiosamente cada nueva palabra, porque ya no se trata de correcciones y reformas para el capitalismo, sino de vida o muerte”. Todo esto se ha vuelto muy real y concreto en Estados Unidos y el resto del mundo.

Al comienzo de la pandemia, en marzo de 2020, argumentamos que «el continuo e irreversible desprestigio del capitalismo tendrá una influencia profunda en el desarrollo futuro del cine, la música, la pintura, la literatura y el teatro contemporáneos. Una vez más, el afán de lucro a toda costa provocará asco y horror entre los artistas, y su barbarie subyacente quedará expuesta para todos aquellos que tengan los ojos abiertos.

“Parece seguro predecir que la atención de los mejores artistas girará hacia la dirección de un examen más crítico de las contradicciones sociales y económicas del sistema en el que viven y que ahora los pone en peligro a ellos y a los demás. Los artistas, junto con el resto de la población, querrán saber: ¿cómo fue posible esto? ¿Quiénes son los responsables? ¿Qué se puede hacer?”.

Esta sigue siendo nuestra opinión.

(Publicado originalmente en inglés el 20 de octubre de 2020)

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