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Pianista Igor Levit y la defensa de cultura contra el fascismo

El pianista ruso-alemán de 33 años Igor Levit se cuente entre los más importantes pianistas y músicos de su generación. Su genio no consiste meramente en una técnica impecable, algo que se da por hecho en teclistas en tiempos en que son entrenados con tanta intensidad que se dice, solo en parte en broma, que nunca les enseñan cómo cometer un error. La reputación musical de Levit se debe a su inmensa imaginación interpretativa, que combina sutileza emocional con una gran profundidad intelectual. Sus grabaciones recientes de las 32 sonatas de Beethoven —obras en la cima de la cultura humana y que presentan enromes exigencias tanto físicas como mentales para los pianistas— han sido recibidas con entusiasmo por los críticos y el público en todo el mundo.

La visión de Levit del arte como una fuerza de ilustración y solidaridad humana le ha ganado el respeto y afecto de una audiencia mundial. Durante los primeros meses de la pandemia, Levit inició una extraordinaria serie de “conciertos por Twitter” cada noche. Por más de 50 noches consecutivas, Levit dio conciertos accesibles de forma gratis en todo el mundo. Introdujo cada concierto con una breve explicación del significado de las composiciones que interpretaría. Los conciertos de Levit en Twitter atrajeron audiencias de decenas de miles.

Igor Levit, Beethoven: Sonata para piano n.o 14, Op. 27 n.o 2, “Claro de luna” (Opus Klassik 2019)

Este gran artista también participa en la política de izquierda. Una descripción del pianista en el New Yorker en mayo señaló: “Otros pianistas de la generación de Levit quizás hayan alcanzado una fama más amplia de mercado masivo… pero ninguno tiene una estatura comparable como una figura cultural o incluso política. En los países de habla alemana, Levit es una cara familiar tanto para los fans de la música clásica como para la población general que comparte su visión izquierdista e internacionalista del mundo”.

Levit ha emergido como una poderosa voz contra el resurgimiento del neonazismo en Alemania, cuya expresión más putrefacta es el poder político cada vez mayor de Alternative f ü r Deutschland (AfD; Alternativa para Alemania). Como resultado de su elevación al nivel de partido oficial de la oposición en el Bundestag, el Parlamento alemán, el fascismo nuevamente está siendo promovido por las élites políticas como una fuerza política legítima. En este ambiente cada vez más reaccionario, se está volviendo algo común la violencia neonazi, acompañada por el antisemitismo y los ataques violentos contra los judíos.

Levit, quien es judío, comenzó a recibir amenazas de muerte antisemitas el año pasado. Se rehusó a ser intimidado y ha continuado denunciando la violencia neonazi. Después de un ataque contra un estudiante judío en Hamburgo el 4 de octubre, Levit tuiteó: “tan harto. Tan, tan harto. Y tan enojado”. El día siguiente, tuiteó: “Ayer: Hamburgo. Hoy: frases. Etiquetas de nunca más. Como siempre. Simplemente exasperante. Fatigante”. El 9 de octubre, Levit envió otro mensaje en Twitter: “Cuán harto te ponen estos tiempos…”. Y el 10 de octubre, Levit señaló: “Casi nada es más exasperante estos días que leer las noticias”.

Los tuits de Levit, leídos por miles de personas, fueron más de lo que podían tolerar el AfD, sus simpatizantes y apologistas en la prensa. El viernes pasado, el 16 de octubre, el principal diario liberal de Alemania, el Sueddeutsche Zeitung (SZ) publicó un ataque repugnante contra el pianista, intitulado cínicamente, “Levit está harto”. Este artículo, escrito por Helmut Mauró, emplea tropos literarios y estereotipos cuyas connotaciones son distintivos antisemitas inmediatamente obvios para el público alemán.

Pianista ruso-alemán Igor Levit toca en Leipzig, Alemania en 2018 (AP Photo/Jens Meyer)

Mauró comenzó contrastando el “pathos teatral” de Levit con el pianista ruso Daniil Trifonov, que “juega en una liga completamente diferente”. Todo alemán educado musicalmente, familiarizado con las repugnantes diatribas antisemitas de Richard Wagner contra los músicos judíos, sabe exactamente lo que insinúa Mauró. Carente de raíces nacionales genuinas, según este tropo, el judío es incapaz de alcanzar la profundidad emocional de un ruso genuino. (Cabe señalar que Trifonov, un maravilloso pianista por derecho propio, no tiene ninguna responsabilidad por el mal uso de su nombre por parte de Mauró).

Después de una breve queja sobre el “legato” de Levit, Mauró llega a la verdadera fuente de su ira. La prominencia de Levit no se debe a ningún talento musical, sino más bien a sus “conexiones” y a su postura política pública. Además, las denuncias de Levit sobre la derecha y el antisemitismo en Alemania forman parte de una “ideología de alegar la victimización” y de “verdaderos excesos emocionales”.

Mauró parece haber olvidado –o, más probablemente, le molesta que se le recuerde— que el Gobierno alemán entre 1933 y 1945 organizó el asesinato industrial de seis millones de judíos. Procede a cuestionar si los tuits políticos de Levit deben ser tomados en serio. No menciona las amenazas de muerte recibidas por Levit. Pero Mauró recuerda amargamente el comentario de Levit en una entrevista publicada en Der Spiegel de que “Alemania tiene un problema de desprecio por la humanidad”. ¡Cómo se atreve!

Finalmente, tras denunciar los tuits sobre el atentado en Hamburgo, Mauró contrasta las preocupaciones políticas de Levit con un reciente tuit de Trifonov, informando que está tocando la música de Prokofiev. Esto es mucho más apropiado, insinúa Mauró, que Levit se queje públicamente del ataque a un judío en Hamburgo.

El mensaje del artículo no podría ser más claro: si al artista judío Levit no le gusta que la AfD se siente en el Parlamento alemán y que los ataques terroristas antisemitas estén de nuevo en la agenda en Alemania, debería guardárselo para sí mismo. Y, según el artículo, de todos modos no pertenece al más alto nivel de la escena de la música clásica.

El artículo de Mauró evoca recuerdos de la persecución y denuncia ataques contra los artistas judíos por parte de los matones fascistas de los años 1920 y 1930. Incontables artistas e intelectuales judíos se vieron obligados a huir del país después de la toma del poder por los nazis; los que se quedaron fueron prácticamente todos asesinados en el Holocausto.

La reacción pública contra Mauró y el SZ ha sido enorme. En las redes sociales, innumerables usuarios, incluyendo figuras públicas pero también muchos lectores del SZ y amantes de la música clásica, denunciaron el artículo, describiéndolo como un vicioso ataque a Levit que apesta a antisemitismo. La Bayerischer Rundfunk, una de las más importantes emisoras de música clásica, publicó una respuesta principista, señalando la connotación antisemita del artículo y afirmando que había cruzado todas las fronteras de lo que puede considerarse una crítica musical legítima.

Tras una declaración inicial en la que el editor jefe del Sueddeutsche Zeitung defendió el ataque de Mauró a Levit, el periódico publicó el martes una disculpa pública “a Levit y a los lectores del SZ ”. El periódico reconoció que un número abrumador de sus lectores y una parte sustancial de su propio consejo editorial consideraban que el texto era, de hecho, “antisemita”. ¿Por qué entonces, hay que preguntarse, fue publicado en primer lugar?

La marcha atrás del Sueddeutsche Zeitung ha indignado a otros dos periódicos importantes. El editor en jefe del derechista Die Welt, Ulf Poschardt, declaró el miércoles que la controversia pública sobre Levit era una “guerra cultural”. Acusó al Sueddeutsche Zeitung de haber hecho una reverencia ante “los primeros violines de la orquesta jacobina” y la “brigada de Twitter de una nueva policía del pensamiento de izquierda”. Se declaró una “Temporada de caza” contra “figuras de derecha que se atrevan a contradecir”, reclamó enfadado. Del mismo modo, el conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung se hizo eco de las denuncias de Mauró sobre Levit y acusó al Sueddeutsche de ceder ante “la presión de las masas”.

Las denuncias de Levit recuerdan los ataques de estos mismos medios al Sozialistische Gleichheitspartei (SGP, la sección alemana del Comité Internacional de la Cuarta Internacional) y su organización juvenil, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS o IYSSE en inglés) que se han opuesto a la rehabilitación de Adolf Hitler por parte de destacados académicos como Jörg Baberowski. Las advertencias que el SGP ha hecho desde 2014 han sido plenamente confirmadas: el ascenso de Alternative f ü r Deutschland supone un peligro real y creciente para los derechos democráticos y la cultura.

Este crecimiento de las fuerzas fascistas en Alemania es el producto de una operación política consciente de la clase dirigente y de una conspiración al más alto nivel del Estado. Hay un fuerte contraste entre el ataque reaccionario a Levit organizado por poderosos medios de comunicación y la defensa pública masiva del querido artista.

El ataque a Levit tiene un significado político y cultural que va más allá de Alemania. La clase dominante teme a los artistas socialmente conscientes y políticamente comprometidos que buscan elevar el nivel cultural de la clase trabajadora.

Levit no solo se ha convertido en el blanco de la derecha por sus posturas políticas. Sus esfuerzos por hacer accesibles las obras de Beethoven y otros compositores a amplias capas de la población y así aumentar el interés en la cultura en su conjunto son vistos por la clase dirigente con sospecha y, más allá, como una amenaza.

Además, al enfocarse en obras de compositores como Beethoven, quien fue profundamente influenciado por la Revolución francesa, y “El pueblo unido jamás será vencido” de Frederic Rzewski, una obra sobre el golpe de Estado de 1973 en Chile, respaldado por la CIA, Igor Levit expresa un giro a la izquierda y un giro hacia el pensamiento políticamente serio entre los sectores más avanzados de la intelectualidad cultural. Es este desarrollo, y su intersección con un creciente movimiento de la clase obrera, lo que los neofascistas y la clase dominante en Alemania odian y temen.

Para el movimiento socialista revolucionario, la lucha por la plena emancipación política de la clase obrera y su ilustración cultural están inseparablemente conectadas. En ninguna parte se ha demostrado esto tan claramente como en Alemania, donde el movimiento marxista de la clase obrera surgió de un proceso de profundos progresos políticos, intelectuales y culturales que abarcó no solo los avances científicos de Marx y Engels, sino también las grandes obras de sus predecesores filosóficos y culturales.

A partir de Heinrich Heine, amigo de Karl Marx y Friedrich Engels, y de Ferdinand Freiligrath, las grandes figuras culturales siempre han estado estrechamente vinculadas al movimiento revolucionario. El ataque de los nazis contra la clase obrera alemana y sus organizaciones fue acompañado por una destrucción bárbara de toda la cultura y las figuras culturales genuinas.

La valentía de Igor Levit y el apoyo que ha recibido de miles de trabajadores y jóvenes alemanes debería alentar e inspirar a otros artistas a seguir su ejemplo.

Discutiendo la relación entre la crisis de la sociedad burguesa y las artes en 1938, León Trotsky señaló: “El arte no puede escaparse de la crisis ni dividirse. El arte no puede salvarse a sí mismo. Se pudrirá inevitablemente, como el arte griego se pudrió bajo las ruinas de una cultura arraigada en la esclavitud, a menos que la sociedad actual sea capaz de reconstruirse a sí misma. Esta tarea es esencialmente de carácter revolucionario”.

Estas palabras resuenan con fuerza hoy, cuando la pandemia y la crisis del capitalismo mundial han puesto en tela de juicio la supervivencia misma de las grandes instituciones culturales y de innumerables artistas, mientras que la burguesía procede a desmantelar todos los derechos sociales, democráticos y culturales que quedan de la clase obrera.

El World Socialist Web Site continúa con orgullo la tradición marxista revolucionaria de la defensa de artistas progresistas como Levit y llama a todos sus lectores a denunciar enérgicamente los ataques en su contra. La lucha por la defensa de las artes y el derecho de la clase obrera a la cultura son un componente inseparable de la lucha contra la reacción capitalista y por el socialismo.

(Publicado originalmente en inglés el 22 de octubre de 2020)

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