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Perspectiva

El Estado y los partidos políticos alemanes promueven el antisemitismo

El domingo, un estudiante judío de 26 años fue atacado y vapuleado con una pala frente a la entrada de la sinagoga Hohe Wide en Hamburgo. La policía y la fiscalía de Hamburgo consideran que el ataque estuvo motivado por antisemitismo y constituyó un intento de homicidio.

El atacante, quien llevaba un uniforme camuflado del Ejército alemán y arremetió contra la víctima con una herramienta militar para trincheras, fue el ciudadano alemán Grigoriy K. de 29 años, nacido en Kazajistán. Se descubrió un papel con una esvástica en su bolsillo. Según Der Spiegel, K. realizó un servicio militar voluntario en 2016, incluyendo tres meses de entrenamiento básico y luego se dedicó a trabajar como paramédico.

El ataque en Hamburgo es tan solo el más reciente de una interminable serie de atentados antisemitas en Alemania. En los primeros seis meses del año, las estadísticas policiales oficiales registraron 696 crímenes con motivos antisemitas. Desde 2010, la cifra anual de crímenes nunca ha bajado de 1.200.

Hace un año, el 9 de octubre de 2019, el neonazi Stephan Balliet atacó la sinagoga de Halle durante el día festivo judío de Yom Kipur. Fue solo gracias a la puerta fortificada que no hubo una masacre de docenas de víctimas judías. Cuatro meses después, Thomas Rathjen asesinó a nueve personas en dos bares de narguiles en Hanau. Así como Balliet, Rathjen era un ferviente antisemita hostil tanto contra los judíos como los musulmanes. En un manifiesto, llamó a exterminar la población de Israel y más de 20 otros Estados.

Setenta y cinco años después del Holocausto, en el que seis millones de judíos fueron asesinados, los judíos en Alemania, que componen tan solo el 0,2 por ciento de la población, nuevamente viven en peligro. La responsabilidad de este virulento antisemitismo recae completamente en las élites gobernantes.

Recae en los dirigentes políticos de todos los partidos, quienes buscan congraciarse con el partido neofascista Alternativa para Alemania (AfD), eligen a sus representantes para altos cargos, ponen en marcha sus políticas racistas contra refugiados, trivializan a los activistas ultraderechistas presentándoos como “ciudadanos preocupados” y apoyan las redes ultraderechistas en la policía y la Bundeswehr.

Ayer, el ministro federal del Interior, Horst Seehofer (Unión Socialcristiana, CSU), presentó un reporte del servicio secreto sobre los extremistas de derecha que minimiza deliberadamente las redes ultraderechistas en el aparato estatal y da una carta blanca a los antisemitas y racistas.

Después de que cada vez más grupos nuevos de la policía, las Fuerzas Armadas y los servicios secretos alemanes se vieran expuestos intercambiando charlas neonazis y antisemitas, amenazando a abogados y activistas de izquierda, acaparando armas y preparándose para un golpe de Estado en el “Día X”, Seehofer tuvo que admitir que entre 2017 y abril de 2020 hubo más de 400 casos sospechosos de extremismo de derecha dentro de los organismos de seguridad del Gobierno federal y de los estados. Sin embargo, afirmó que “no hay ningún extremismo de derecha estructural” en los organismos de seguridad alemanes.

En realidad, las cifras de Seehofer son una subestimación flagrante. En primer lugar, no incluyen los casos sospechosos en el ejército alemán, cuya cifra oficial en el mismo período fue de 1.064. En segundo lugar, las cifras se basan en la información proporcionada por los propios organismos de seguridad; no ha habido ninguna investigación independiente. En tercer lugar, no se incluye el aumento masivo de casos desde marzo. Solo en Renania del Norte-Westfalia, el número de casos sospechosos ha aumentado desde entonces de 45 a 104. En cuarto lugar, el número de casos no denunciados es mucho mayor, ya que hay un espíritu de cuerpo dentro de la policía y el ejército alemán que califica cualquier filtración de información como “traición”.

El llamado “Código de Silencio” está “muy difundido en la cultura policial”, dijo a Der Spiegel el expolicía Rafael Behr, que ahora enseña en la Academia de Policía de Hamburgo. “No se traiciona a los colegas, no importa el precio. Mantienes la solidaridad a toda costa. ... Nadie dice 'Alto' o reporta el incidente cuando ven a los colegas que vienen a la comisaría con artículos nazis, por ejemplo”.

El homólogo de Seehofer en Sajonia-Anhalt, el ministro del Interior, Holger Stahlknecht (Unión Demócrata Cristiana, CDU), está deliberadamente agitando sentimientos antisemitas en la policía. El lunes, dijo a los oficiales de policía de Dessau que ya no podían cumplir con sus deberes porque tenían que trabajar 1.500 horas adicionales al mes para salvaguardar las instalaciones judías.

Stahlknecht, que es personalmente responsable del hecho de que la sinagoga de Halle no tuviera ninguna protección desde hace un año, eligió cuidadosamente el lugar para su aparición. Habló en la comisaría de Dessau-Roßlau donde Oury Jalloh murió hace 15 años. Aunque todas las pruebas sugerían que Jalloh, un refugiado de Sierra Leona, fue asesinado por agentes de policía, el caso nunca se resolvió. Sirvió de faro para el racismo desenfrenado en la fuerza policial.

También son responsables del retorno del antisemitismo todos los académicos, periodistas y políticos que apoyan a los profesores de extrema derecha y denuncian las críticas que se les hacen como un ataque a la libertad de enseñanza. En febrero de 2014, cuando Der Spiegel publicó un extenso artículo que abogaba por una reinterpretación de la historia alemana, el Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad, SGP) advirtió urgentemente que esto llevaría a un resurgimiento del militarismo, el fascismo y el antisemitismo. Der Spiegel citó al historiador Jörg Baberowski de la Universidad Humboldt de Berlín. Baberowski declaró que Hitler “no era vicioso” y defendió al apologista nazi Ernst Nolte. El mismo Nolte, quien aún estaba vivo, hizo comentarios antisemitas en el artículo. Por ejemplo, acusó a los judíos de ser en parte responsables del Gulag porque algunos de ellos eran bolcheviques. Al hacerlo, siguió la línea de la propaganda nazi sobre una “conspiración mundial judío-bolchevique”.

Casi todos los medios de comunicación, numerosos profesores y políticos de todos los partidos, incluidos los socialdemócratas (SPD), los verdes y el partido La Izquierda, defendieron a Baberowski y atacaron al SGP y a su organización juvenil, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS), que lo habían criticado públicamente. En cambio, el SGP/JEIIS recibió un gran apoyo de los estudiantes y trabajadores, y un tribunal dictaminó que Baberowski podía ser llamado legítimamente un “extremista de derecha”.

La disputa ha continuado durante años. Mehring Books publicó dos libros sobre ello: ¿ Docencia o propaganda de guerra? El regreso del militarismo alem á n y la disputa en la Universidad Humboldt de Berl í n y ¿ Por qu é han vuelto? Falsificaci ó n hist ó rica, conspiraci ó n pol í tica y el retorno del fascismo en Alemania (pedido de Mehring Books: Reino Unido, EE.UU. ). Cualquiera que quiera entender por qué el antisemitismo está resurgiendo en Alemania debería leer estos libros.

El retorno del fascismo y el antisemitismo tiene causas profundas y objetivas y no se limita a Alemania.

En los Estados Unidos, el presidente Donald Trump está movilizando milicias fascistas armadas y amenaza abiertamente con un golpe de Estado si pierde las elecciones de noviembre. En el Brasil, Filipinas, Hungría, República Checa y Polonia, los partidos de ultraderecha están en el poder. Pero en todos los demás países también, la clase dominante se está moviendo rápidamente hacia la dictadura. En Alemania, como muestra el virulento flagelo del antisemitismo, este proceso está muy avanzado.

La razón de esto es la crisis insoluble del capitalismo global. Las relaciones internacionales se caracterizan por rivalidades estratégicas, conflictos económicos y guerras, mientras que las relaciones domésticas se caracterizan por una profunda desigualdad social y feroces tensiones de clase. La pandemia del coronavirus ha intensificado y acelerado esto. La oligarquía financiera se ha servido de miles de millones de las arcas del Estado, mientras que los trabajadores se ven obligados a volver a trabajar arriesgando sus vidas y a pagar los miles de millones de deuda mediante despidos masivos y recortes salariales y sociales.

Esto no es compatible con las condiciones democráticas. Hitler ya había utilizado el antisemitismo para movilizar a la escoria de la sociedad contra la clase obrera y establecer una dictadura. Por esta razón, fue invitado a ser canciller del Reich en 1933 por medio de una conspiración en la cima de la sociedad.

La lucha contra el antisemitismo, la dictadura y la guerra es ahora, como entonces, inseparable de la lucha contra su causa, el capitalismo. Lo que es necesario es la construcción de un partido que dé una orientación internacional y socialista a las inminentes luchas de clases. Esto es por lo que luchan el Sozialistische Gleichheitspartei y sus organizaciones hermanas del Comité Internacional de la Cuarta Internacional.

(Publicado originalmente en inglés el 8 de octubre de 2020)

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