A las pocas horas de la declaración de los medios de comunicación de que Joe Biden había ganado las elecciones presidenciales, el Partido Demócrata lanzó un feroz ataque contra su dizque ala "izquierda", representada principalmente por el senador de Vermont Bernie Sanders y la representante de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez.
La narración que promueven los demócratas es que la asociación del partido con el socialismo le costó a sus candidatos millones de votos en las elecciones presidenciales y al congreso. Los demócratas perdieron siete escaños en la Cámara de Representantes en distritos conflictivos, incluyendo Carolina del Sur, Nuevo México, Iowa y el sur de Florida, y no lograron el control del Senado.
Según destacados comentaristas, tanto demócratas como republicanos, los demócratas no lograron hacer realidad sus esperanzas de una "ola azul" porque los votantes los asociaron con el socialismo. El presidente electo Biden y los medios de comunicación alineados con el Partido Demócrata insisten en que el resultado de las elecciones debe entenderse como una súplica del pueblo estadounidense para la unidad bipartidista con los republicanos.
No intentan cuadrar esta narrativa con las grandes manifestaciones que estallaron en todo el país el sábado celebrando la derrota de Trump.
El senador demócrata Joe Manchin apareció en "Face the Nation" el domingo por la mañana y aseguró a "sus amigos republicanos" que Biden "gobernaría desde el medio" y "se extendería al otro lado del pasillo... para unir a demócratas y republicanos".
Manchin continuó culpando a la etiqueta "socialista" por las pérdidas de los demócratas en Virginia Occidental y otros lugares. Dijo que la América rural estaba "asustada de este socialismo que fue lanzado por una parte radical de la llamada izquierda que estaba tirando todo esto".
Afirmó que la mancha del socialismo "básicamente asustaba a la gente". Continuó: "Y no es lo que somos... Y he luchado contra eso. Joe Biden ha luchado contra eso. No estamos a favor del Nuevo Trato Verde... Medicare para todos".
Durante una aparición en "Meet the Press" de NBC News, el demócrata James Clyburn de Carolina del Sur se hizo eco de este sentimiento, arremetiendo contra las demandas "socialistas", como "deshacerse de la policía". Estuvo de acuerdo con el presentador Chuck Todd en que tal retórica costó un número de —incluyendo en la carrera de alto perfil de Carolina del Sur entre el bien financiado demócrata Jamie Harrison y el actual senador Lindsey Graham.
Tal vez el ataque más vulgar y despiadado fue el de la congresista demócrata Abigail Spanberger, exagente de la CIA. En una llamada grabada con los demócratas de la Cámara de Representantes, Spanberger dijo: "No debemos volver a usar las palabras 'socialista' o 'socialismo' nunca más".
En respuesta a estos ataques, el "ala progresista" del Partido Demócrata ha capitulado completamente, minimizando su retórica ligeramente izquierdista y haciendo súplicas públicas a la administración entrante de Biden por un asiento en la mesa.
La expresión más abierta de esta irresponsabilidad ha venido de la representante de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez, quien dio una vívida descripción de la campaña interna del Partido Demócrata contra ella al New York Times durante el fin de semana. "Los últimos dos años han sido bastante hostiles", dijo. "Externamente, hemos estado ganando. Externamente, ha habido un montón de apoyo, pero internamente, ha sido extremadamente hostil a cualquier cosa que incluso huela a progresista".
Ocasio-Cortez apareció en el programa de CNN "Estado de la Unión" el domingo por la mañana. Cuando se le preguntó sobre las declaraciones que culpan a las pérdidas de los demócratas en las elecciones por hablar de "socialismo" y demandas "radicales" por ella misma y otros "progresistas", respondió distanciándose ella y su partido de todo lo que tenga que ver con la política progresista. "Ni un solo miembro del Congreso que yo conozca hizo campaña bajo el lema del socialismo o la desfiscalización de la policía en estas elecciones generales", declaró.
Al mismo tiempo, señaló que tales demandas se plantearon en las protestas masivas que barrieron a través del país tras el asesinato de George Floyd por parte de la policía. En otras palabras, como reconoció la propia Ocasio-Cortez, ni un solo demócrata hizo campaña sobre los temas que animaban a millones de trabajadores, y especialmente a los jóvenes, y que los llevaron a protestar durante semanas en las calles de todas las grandes ciudades de los EE.UU.
Ocasio-Cortez pasó gran parte de la entrevista pregonando su capacidad para ganar votantes a través del marketing digital, apelando a la clase dirigente del Partido Demócrata para que hiciera uso de sus servicios para impulsar la fortuna electoral del partido. Resumió su análisis de las pérdidas de los demócratas en las principales elecciones a la Cámara de Representantes diciendo que los candidatos derrotados emplearon una estrategia de publicidad digital anticuada del tipo "2005".
En su entrevista con el New York Times publicada el sábado, Ocasio-Cortez hizo su discurso más explícito, diciendo:
Llevo dos años rogando al partido que me deje ayudarles. Eso también es lo que pasa. He estado tratando de ayudar. Antes de las elecciones, me ofrecí a ayudar a cada demócrata del distrito con su operación... Y ahora nos culpan por su pérdida.
El papel político de Ocasio-Cortez, como ella misma explica, es proporcionar una glosa de izquierda a un partido que se está moviendo más a la derecha.
Hay una serie de puntos importantes que hacer en relación con estos acontecimientos.
En primer lugar, la rapidez y la crueldad con que la clase política, tanto demócrata como republicana, se ha alineado detrás de la campaña contra el "socialismo" es un claro indicio del inmenso temor que existe en la élite gobernante a la creciente radicalización y al movimiento de las masas hacia la izquierda. Lo que temen sobre todo es que este creciente movimiento de trabajadores y jóvenes se libere del dominio del sistema bipartidista.
En cuanto a la respuesta popular a las invocaciones del socialismo, la realidad está muy lejos de lo que se afirma. Los demócratas quieren prohibir que se hable de socialismo precisamente porque sectores cada vez más amplios de la población se sienten atraídos por una alternativa igualitaria radical al capitalismo.
Esto se reflejó en el amplio apoyo, en particular entre los jóvenes, a las campañas de Bernie Sanders en 2016 y de nuevo en 2020, que fueron saboteadas por el Partido Demócrata, ayudado e instigado por el propio Sanders.
Masas de trabajadores y jóvenes se están moviendo hacia la izquierda. Un nuevo informe publicado por la empresa de encuestas YouGov encontró que dentro del grupo Gen Z (de 16 a 23 años), el apoyo al socialismo aumentó casi 10 puntos porcentuales en el transcurso de un solo año: del 40 por ciento en 2019 al 49 por ciento cuando se hizo la encuesta en septiembre de 2020.
Los trabajadores de los Estados Unidos y de todo el mundo han vivido inmensas experiencias en el curso de la administración Trump y en particular este último año. Han visto al Partido Demócrata, incluyendo a Bernie Sanders, facilitar los ataques a la clase obrera encabezados por Trump, incluyendo los billones de dólares entregados a Wall Street y a las corporaciones gigantes a través de la Ley CARES.
Han sufrido el catastrófico saldo de muertes y enfermedades, así como un desempleo masivo, como resultado de la negativa de la administración Trump a aplicar ninguna medida seria para contener la pandemia del coronavirus. Se han visto obligados a entrar en fábricas, lugares de trabajo y escuelas que son caldos de cultivo para la infección sin ninguna medida real de seguridad, ya que Trump y los gobernadores y alcaldes demócratas implementaron una "reapertura" económica impulsada por los intereses de lucro de la élite corporativa.
Recuerdan bien los violentos ataques a los manifestantes durante las protestas contra el asesinato de George Floyd y el intento de Trump de dar un golpe de estado militar el 1 de junio.
No votaron por Biden porque deseaban la "reconciliación" y la "unidad" con el partido que permitió a Trump perseguir a los inmigrantes, bloquear las medidas para contener la pandemia del coronavirus, incitar a los vigilantes fascistas y a los policías asesinos, y pisotear los derechos democráticos básicos. Por el contrario, las elecciones fueron, por encima de todo, un repudio popular masivo a Donald Trump, su catastrófico mal manejo de la pandemia y su retórica y políticas fascistas y autoritarias.
Los ataques contra el dizque ala "progresista" del Partido Demócrata revelan una vez más la bancarrota de la política pragmática y oportunista de "maldad menor", basada en la ficción de que el Partido Demócrata, el partido capitalista más antiguo de los Estados Unidos, puede ser presionado desde abajo para que se convierta en un instrumento de reforma progresiva o incluso de socialismo.
La afirmación de que un gobierno de Biden crearía "espacio" para la izquierda, utilizado para intimidar a los jóvenes a que voten por Biden, fue pregonada hasta la saciedad por todas las organizaciones del Partido Demócrata y sus alrededores, en particular los Socialistas Demócratas de Estados Unidos (DSA) y su órgano afiliado, Jacobin. Sólo unas pocas horas después de la victoria declarada de Biden se puso al descubierto este fraude político.
La realidad es que un gobierno de Biden —caso de llegar al poder, lo que no está en absoluto garantizado dada la negativa de Trump a ceder y la abyecta cobardía de los demócratas— tratará de establecer un gobierno de coalición de facto con el Partido Republicano. Además, las políticas de derecha que una administración Biden planea implementar, políticas de austeridad y militarismo, crearán condiciones favorables para un mayor crecimiento de la extrema derecha.
Lo que las elecciones de 2020 y sus secuelas han demostrado definitivamente es que no se puede avanzar nada progresivo en el marco del Partido Demócrata y sus representantes de la llamada "izquierda" como Ocasio-Cortez y Sanders. Una administración Biden entrará rápidamente en conflicto con la clase obrera, alimentando un crecimiento de la lucha de clases y planteando la necesidad de un movimiento independiente de masas que luche por el socialismo.
Hay un inmenso electorado para la política socialista en la clase obrera en los EE.UU. y en todo el mundo. Pero la lucha orgánica por una alternativa al capitalismo debe convertirse en un movimiento consciente armado con un programa revolucionario socialista e internacionalista. Esto requiere el desarrollo de un nuevo liderazgo político en la clase trabajadora. El tema central es la construcción del Partido Socialista por la Igualdad y su organización juvenil, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de noviembre de 2020)