Español
Perspectiva

200 años desde el nacimiento de Friedrich Engels

Friedrich Engels nació hace 200 años, el 28 de noviembre de 1820. Junto a su amigo Karl Marx, quien era dos años mayor, Engels cofundó el socialismo científico. Doscientos años después, su obra tiene una relevancia contemporánea enorme. Tenían una visión del futuro mucho más precisa que la de los incontables académicos que han llenado bibliotecas enteras con sus intentos de refutar el marxismo.

Friedrich Engels

Los mercados financieros descontrolados; las guerras comerciales que amenazan con provocar una tercera guerra mundial; la destrucción de regiones enteras del mundo con guerras neocoloniales brutales; la desintegración de la democracia en el país capitalista más importante, Estados Unidos; una catástrofe ambiental latente; las muertes completamente prevenibles de cientos de miles a causa de la pandemia de coronavirus; un nivel de desigualdad social en el que 26 individuos poseen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mundial—todo esto confirma que la “sociedad burguesa moderna”, como escribieron Marx y Engels en El manifiesto comunista en 1848 es “como el brujo que ya no puede controlar los poderes del inframundo que ha invocado con sus hechizos”.

Marx y Engels no se limitaron a analizar las contradicciones del capitalismo y predecir su colapso. Ambos eran revolucionarios. No es posible entender su obra teórica si se la separa de su actividad política y revolucionaria. Lo que los diferenciaba de todos los socialistas, demócratas pequeñoburgueses y otros críticos previos de la configuración política fue su entendimiento que solo la conquista del poder por parte de la clase obrera, la única “clase verdaderamente revolucionaria” en la sociedad burguesa, podría prevenir una recaída a la barbarie, abolir la división de la sociedad en clases y sentar las bases para un avance tremendo en la civilización y cultura humanas.

Engels subrayó este punto en un discurso en la tumba de su amigo, afirmando:

Porque Marx fue, ante todo, un revolucionario. Su verdadera misión en la vida fue contribuir, de una u otra forma, al derrocamiento de la sociedad capitalista y las instituciones estatales que produjo, contribuir a la liberación del proletariado moderno, siendo el primero en infundirle una consciencia de su propia posición y sus necesidades, de las condiciones de su emancipación. Estaba en su salsa al luchar. Y luchó con una pasión, una tenacidad y un éxito que pocos podrían rivalizar. [1]

Lo mismo es cierto en cuanto al propio Engels. En 1935, 40 años después de la muerte de Engels, Trotsky lo retrató en un brillante ensayo, donde comparó a Engels con Karl Kautsky, quien trabajó con Engels en Londres por muchos años, convirtiéndose luego en uno de los teóricos marxistas líderes de la Segunda Internacional y, en última instancia, en un amargo opositor de la Revolución de Octubre.

Engels percibió desde entonces, según Trotsky, “a un pequeñoburgués vienés, autosatisfecho, vanidoso y conservador”. Les ayudó a Kautsky y Eduard Bernstein, quien también pasó tiempo en Londres, “a adquirir el método marxista”. Trotsky continuó: “Pero no pudo injertar en ellos una voluntad revolucionaria ni la habilidad de pensar audazmente. Los pupilos eran y siguieron siendo frutos de otro espíritu”.

“Durante toda su larga vida, Kautsky pudo esquivar aquellas conclusiones que amenazaban su paz mental y física. No era un revolucionario y esa fue una barrera infranqueable que lo separó del general rojo [Engels]”, escribió Trotsky. [2]

La contribución de Engels al marxismo

Engels como joven

La contribución de Engels al desarrollo del marxismo es frecuentemente subestimada. Él mismo admitió, sin ningún rastro de envidia, que él siempre fue el segundo violín durante la vida de Marx. Pero cabe añadir que llegó a dominarlo de forma al menos tan maravillosa que Marx en la primera línea, y que se inspiraron uno al otro en sus interacciones a perseguir continuamente nuevas alturas en sus logros.

Sería imposible “descubrir un momento paralelo en el que dos hombres con temperamentos tan potentes y una ideología independiente como Marx y Engels que permanecieran tan indisolublemente unidos todas sus vidas por medio de la evolución de sus ideas, actividad social y amistad personal”, observó Trotsky. La cooperación de los dos amigos fue tan amplia “como para imposibilitar que alguien pueda demarcar la división entre sus obras. No obstante, lo que fue infinitamente más importante que su colaboración puramente literaria fue la comunidad espiritual que existía entre ellos y que nunca se rompió… Por unas cuatro décadas, en su lucha continua contra la ciencia oficial y las supersticiones tradicionales, Marx y Engels fueron para el otro el sustituto de la opinión pública”. [3]

Engels hizo una contribución importante a su visión compartida del mundo particularmente en el campo de la economía política y el entendimiento del papel revolucionario de la clase obrera. Debido a su origen familiar y carrera empresarial de treinta años, así como su conocimiento pleno del movimiento obrero en Inglaterra, entonces la principal potencia industrial, tenía un conocimiento de primera mano sobre estas cuestiones. Además, tenía una mente enciclopédica—dominó activa o pasivamente más de dos docenas de idiomas. “Su conocimiento de filosofía, economía, historia, física, filología y ciencia militar habría bastado para una buena docena de profesores ordinarios y extraordinarios”, comentó Trotsky. [4]

Engels fue el mayor de los nueve hijos de un empresario textil de Barmen, en la actualidad un distrito de la ciudad de Wuppertal. Asistió a un gymnasium, pero su padre lo obligó a dejar sus estudios en el último año para que iniciará un programa de aprendizaje en su empresa. Desde el verano de 1838, continuó su entrenamiento en la cosmopolita ciudad de Bremen por tres años, donde también inició su carrera literaria. Engels publicó sus “Cartas de Wuppertal” bajo el pseudónimo en el diario de izquierda liberal Telegraph für Deutschland , en el que ajustó cuentas con la religiosidad arraigada de su región natal y el hogar de sus padres, y desnudó la miseria social que enfrentaban los trabajadores industriales.

Poco antes de su cumpleaños veintiuno, Engels fue por un año a Berlín, oficialmente para completar su servicio militar. No obstante, se concentró en un curso intensivo de filosofía, entrando en contacto cercano con los jóvenes hegelianos. Continuó su trabajo literario. Escribió para varias publicaciones, incluyendo el Rheinische Zeitung editado por Karl Marx, pero no entró en contacto con Marx aparte de un breve encuentro. El joven Engels dejó una impronta en el campo de la filosofía. Generó un considerable revuelo con dos extraordinarios ensayos polémicos contra el irracionalismo de Schelling, quien había asumido el puesto de Hegel en la Universidad de Berlín.

A fines de 1842, Engels fue a trabajar para la empresa de su padre en Mánchester. Utilizó el tiempo ahí para estudiar política económica clásica y la condición de la clase obrera, y se puso en contacto con el movimiento obrero británico. Este también fue el periodo en el que se enamoró de Mary Burns, una trabajadora irlandesa que permaneció como su pareja hasta su temprana muerte en 1863.

Varios meses antes de la llegada de Engels, el movimiento cartista alcanzó su punto álgido. Con 70.000 miembros, fue el primer movimiento político de masas de la clase obrera en cualquier parte del mundo. Los cartistas recolectaron 3,3 millones de firmas para una petición presentada a la Cámara de los Comunes exigiendo sufragio universal para todos los hombres mayores a 21 y una serie de reformas sociales. El rechazo de la petición por parte de la Cámara de los Comunes desencadenó una serie de huelgas que fueron brutalmente suprimidas. Engels se volvió amigo del líder cartista de izquierda Julian Harney y escribió para su periódico, Northern Star. También entró en contacto con los seguidores del socialismo utópico de Robert Owen.

En ese momento, a principios de 1844, a sus 23 años, Engels publicó el artículo Apuntes para una crítica de la economía nacional, que tuvo un importante impacto en Marx. Fue el primer intento de enraizar la justificación del socialismo en la economía política en vez de postulados éticos o morales. En dicho artículo, Engels examinó “los principales fenómenos del orden económico contemporáneo desde un punto de vista socialista, considerándolos consecuencias necesarias del dominio de la propiedad privada”, como escribiría luego Lenin en un obituario de Engels. [5]

Un año después, Engels resumió sus observaciones en el libro La condición de la clase obrera en Inglaterra, que Marx luego aprovecharía para escribir El capital. Retrató el proletariado, no simplemente como una clase que sufre, sino en cambio como una clase luchadora, como la abanderada de la revolución socialista.

Los Apuntes para una crítica de la economía nacional apareció en la primera—y única—edición de Deutsch-Französische Jahrbücher, que Marx y Arnold Ruge organizaron en París después de verse obligados a escapar del reaccionario Estado prusiano. En el mismo volumen, Marx publicó el artículo Crítica a la filosofía del derecho de Hegel, un hito en su rompimiento con el idealismo hegeliano.

Colaboración entre Marx y Engels

Marx y Engels en su primera reunión en París. Escena del filme El joven Marx [Crédito: Kris Dewitte, Neue Visionen Filmverleih] [Photo: Kris Dewitte, Neue Visionen Filmverleih]

La estrecha cooperación entre Marx y Engels, que perduraría 39 años hasta la muerte de Marx, comenzó en ese momento. Tras regresar de Mánchester, Engels se reunió con Marx en París por 10 días para discusiones intensivas, acordando en todas las cuestiones importantes. Un resultado de esta discusión fue La sagrada familia: crítica de la crítica, un ajuste de cuentas despiadado con los jóvenes hegelianos, que fue publicada a principios de 1845 con los nombres de ambos autores.

Los jóvenes hegelianos, quienes se presentaban como revolucionarios increíbles, abogaban por hacer críticas por encima de todas las clases y partidos, rechazando cualquier actividad política y percibían a la clase obrera con desdeño, como una masa acrítica. Tanto el anarquismo y la “teoría crítica” de la Escuela de Frankfurt se basarían luego en los jóvenes hegelianos. Su “demanda de cambiar la consciencia equivale a una demanda de interpretar la realidad de otra manera, es decir, de reconocerla por medio de otra interpretación”, escribieron burlonamente Marx y Engels. [6]

“[A] pesar de sus declaraciones supuestamente estremecedoras para el mundo”, los jóvenes hegelianos “son los conservadores más resueltos”, escribieron Marx y Engels. Se les olvida que “no están combatiendo de ninguna forma el mundo realmente existente cuando meramente combaten las frases de este mundo”.

La cita anterior proviene de La ideología alemana, una obra exhaustiva que Marx y Engels redactaron juntos en Bruselas, en el invierno de 1845-46, cuando Engels se había unido con Marx. Continuaba la crítica de los jóvenes hegelianos y la expandía para incluir a Ludwig Feuerbach. Feuerbach fue el primero en criticar el idealismo objetivo de Hegel desde un punto de vista materialista y, consecuentemente, tuvo una influencia considerable en Marx y Engels. Pero este materialismo excluía la práctica humana y, por ende, seguía siendo contemplativo, pasivo y ahistórico.

En La ideología alemana, Marx y Engels elaboraron la concepción materialista de la historia, sobre la cual se basaron sus obras maestras. Esta concepción de la historia,

Consiste en nuestra habilidad para exponer el proceso real de producción, a partir de la producción material de la vida en sí, y en concebir la forma de intercambio correspondiente a este modo de producción y engendrada por él, es decir, la sociedad civil en sus diferentes fases, como el fundamento de toda la historia… explicando en base a ella todos los diversos productos teóricos y formas de la consciencia, la religión, la filosofía, la moral, etc., y rastreando sus orígenes y siguiendo su crecimiento en virtud de dichos fundamentos…

[La concepción materialista de la historia] no explica la práctica a partir de la idea, sino que explica la formación de las ideas a partir de la práctica material; por donde se llega, consecuentemente, al resultado de que todas las formas y todos los productos de la conciencia no brotan por obra de la crítica mental… sino que solo pueden disolverse por medio del derrocamiento práctico de las relaciones sociales reales que engendraron la charlatanería idealista; de que la fuerza motriz de la historia, la religión, la filosofía y todos los otros tipos de teoría no son las críticas, sino la revolución. [7]

Una revolución ocurre cuando los “elementos materiales” son lo suficientemente fuertes—“a saber, por un lado, las fuerzas productivas existentes y, por el otro, la formación de una masa revolucionaria que no solo se rebele contra las condiciones separadas de la sociedad hasta ese instante, sino contra la ‘producción de la vida’ misma hasta ese momento, la ‘actividad total’ sobre la cual está basada”. [7]

Marx y Engels no lograron publicar La ideología alemana, que no apareció de manera completa hasta 1932. Pero consiguieron su más importante objetivo: el esclarecimiento propio. El trabajo dedicado a producir La ideología alemana resultó en el programa político más importante jamás escrito, El manifiesto comunista. En 1847, Marx y Engels se unieron a la Liga de los Justos, en la que participaban muchos exiliados alemanes. La Liga los invitó y aceptaron su solicitud de cambiar el nombre de la organización a Liga Comunista, la cual les encargó a Marx y Engels escribir el manifiesto.

Es un gran desafío que pocas oraciones hagan justicia a esta obra, la cual sigue impresionando al lector contemporáneo por su claridad, visión del futuro y audacia. En ella, Marx y Engels trazan a grandes rasgos el desarrollo dinámico del sistema capitalista, que estaba derribando todas las barreras regionales y nacionales, exacerbando las contradicciones de clases y demostrando al final ser incapaz de controlar las fuerzas que puso en marcha. “La burguesía no solo ha forjado las armas que le traerán la muerte, también ha dado fruto a los hombres que empuñarán esas armas —la clase obrera moderna— los proletarios”, escribieron Marx y Engels.

Le sigue a esto un programa revolucionario socialista, cuyas características fundamentales han retenido toda su validez hasta el día de hoy. Su idea central es la independencia política de la clase obrera y su carácter internacional. El Manifiesto incluye una mordaz crítica a todas las formas previas de socialismo—utópico, pequeñoburgués y burgués—y define las tareas de la revolución democrática que estaba a punto de ocurrir. Concluye con su famosa declaración: “¡Trabajadores del mundo, uníos!”.

La revolución de 1848

La última edición del Neue Rheinische Zeitung, impreso en rojo con una despedida del poeta Freiligrath

El manifiesto comunista apareció en Londres el 21 de febrero de 1848. Tres días después, un levantamiento revolucionario en Francia derrocó la monarquía. La revolución se expandió a Alemania en marzo y pronto envolvió toda Europa. Los señores feudales de los Estados alemanes se vieron obligados a abdicar de forma masiva o aceptar parlamentos y constituciones. En mayo, la Asamblea Nacional comenzó a reunirse en la Paulskirche en Fráncfort, donde redactaría una constitución para una Alemania unificada.

Marx y Engels no dudaron ni por un instante participar en la revolución. Siguiendo la tradición del Rheinische Zeitung, el cual fue prohibido en 1843, Marx y Engels fundaron el Neue Rheinische Zeitung (NRZ) en Colonia. Aparecieron 301 ediciones del periódico entre el 1 de junio de 1848 y el 19 de mayo de 1849 y la publicación alcanzó una circulación de 6.000, una cantidad considerable para el tiempo. El periódico se consideraba el ala izquierda del campo democrático y se planteó la tarea de hacer avanzar la revolución democrática, que, como lo declaró el Manifiesto Comunista, “será el preludio de una revolución proletaria que le seguirá inmediatamente”.

La cantidad de trabajo llevado a cabo por Marx y Engels para publicar un diario con las facilidades técnicas primitivas disponibles en ese entonces es casi imposible de entender. Engels viajó por todo el país para recaudar dinero y conseguir suscriptores, mientras contribuí numerosos artículos. Como editor en jefe, Marx fue la fuerza motriz del consejo editorial. El proyecto se enfrentó a problemas financieros desde el principio, especialmente después de que Engels denunciara enconadamente a los diputados de la Asamblea Nacional en la Paulskirche, quienes discutían la agenda e insistían en mantener descansos para comidas cuando los combatientes revolucionarios en la vecina Wiesbaden estaban muriendo bajo el fuego de los prusianos.

Pero el NRZ continuó sin tregua sus críticas de los liberales burgueses, quienes pronto se unirían a la reacción feudal contra la revolución, ni de los demócratas pequeñoburgueses. Engels luego resumiría las experiencias de este periodo en el libro Revolución y contrarrevolución en Alemania, el cual fue publicado originalmente como una serie en el New York Daily Tribune. Hasta el día de hoy, sigue siendo una de las mejores historias escritas sobre la revolución de 1848.

En ese libro, Engels hizo una crítica a la Asamblea Nacional de Fráncfort que la pequeña burguesía “democrática” ha confirmado desde entonces: “Esta Asamblea de viejas momias tuvo desde el primer día de su existencia más miedo al menor movimiento popular que a todas las confabulaciones reaccionarias de todos los gobiernos alemanes juntos”. [8]

En marzo de 1850, Marx y Engels resumieron las lecciones políticas de la revolución de 1848 en su Circular del Comité Central de la Liga Comunista, la cual tendría un gran efecto en la teoría de la revolución permanente de Trotsky. Insistieron en la completa independencia política de la clase obrera frente a los demócratas pequeñoburgueses:

El pequeñoburgués democrático, lejos de querer transformar la sociedad entera en interés de los proletarios revolucionarios, solo aspira a cambiar las condiciones sociales de manera que la sociedad existente sea lo más tolerable y cómoda posible para ellos mismos… [los trabajadores deben] contribuir más a su [propia] victoria final, informándose sobre sus propios intereses de clase, asumiendo su posición política independiente lo más pronto posible, previniendo que los engañen con frases hipócritas de la pequeña burguesía democrática y que no duden ni por un instante la necesidad de un partido del proletariado organizado independientemente. Su consigna debe ser: la Revolución Permanente. [9]

Londres y Mánchester

Después de que el NRZ fuera proscrito, Marx y su familia se exiliaron en Londres. Engels se unió a fuerzas revolucionarias en Baden que estaban combatiendo al ejército prusiano que avanzaba. Como adjunto a August Willich, quien luego sería general del bando de las fuerzas de la Unión en la guerra civil estadounidense, participó en tres batallas. Luego viajó por Suiza e Italia y también fue a Londres.

La primera década de exilio estuvo dominada por serias dificultades económicas. Ni Marx ni Engels estaban preparados para pactar con los demócratas que habían traicionado la revolución y estaban siendo celebrados como héroes durante su exilio en Londres. Engels regresó a su trabajo como asistente gerencial en la fábrica de su padre en Mánchester para su propio sustento y apoyar a Marx, permitiendo que Marx se concentrara en trabajar en El capital. El salario de Engels fue inicialmente modesto, pero luego recibió una participación en la firma. En 1870, pudo vender su participación a un precio que le dio seguridad económica y le permitió apoyar a la familia de Marx. Incluso después de la muerte de Marx, Engels continuó apoyando a sus hijas, quienes recibieron gran parte de su herencia.

Marx y Engels (en el fondo) en el Congreso de La Haya de la Primera Internacional, 1872

Marx y Engels vivieron en ciudades distintas por casi 20 años. Pero mantuvieron un intercambio casi diario de ideas, continuando su intensa colaboración teórica y política por medio de cartas. Marx realizó el borrador de su principal obra El capital a través de una colaboración estrecha con Engels, a quien le pedía frecuentemente consejos por su conocimiento experto en la materia. Si no hubiera sido por la amistad sin límites y el apoyo de su amigo, Marx jamás hubiera podido completar su obra de importancia histórica y mundial.

El primer volumen de El capital apareció en 1867. El segundo y tercer volumen permanecieron incompletos cuando Marx falleció en 1883. Engels asumió la responsabilidad de completarlos y publicarlos. Trotsky describió lo meticuloso y cuidadoso que fue al hacerlo:

Engels no solo descifró, refinó, transcribió, corrigió e hizo anotaciones en los volúmenes dos y tres de Das Kapital, si no que estuvo constantemente ojo avizor ante cualquier ataque hostil para defender la memoria de Marx. [10]

Marx y Engels también discutieron de forma intensa y a veces controversial los eventos políticos mundiales contemporáneos: la guerra civil estadounidense, la guerra de Crimea, el levantamiento polaco de 1863 y muchos otros acontecimientos. Escribieron sobre estas cuestiones en publicaciones internacionales. Engels a veces aliviaba la carga de trabajo de Marx y escribía artículos que aparecían bajo el nombre de Marx.

Volvieron a involucrarse en actividad política apenas se los permitieron las circunstancias. Después de un periodo de reacción en la década de 1850, el movimiento obrero creció con gran ímpetu a partir de inicios de la década de 1860. En 1864, la Primera Internacional o Asociación Internacional de los Trabajadores, fue fundada, y Marx fue su guía espiritual. Fue el primer intento de construir un movimiento obrero arrancando de una perspectiva socialista unificada y ocupó una parte considerable del tiempo de Marx.

A pesar del tiempo que tomaban sus actividades profesionales, periodísticas y políticas en Mánchester, Engels encontraba tiempo para continuar con su educación. Expandió y profundizó su conocimiento de los idiomas. Se convirtió en un científico militar que se ganó el respeto en círculos burgueses, dándole el apodo de “General”, y seguía de cerca los últimos desarrollos en las ciencias naturales.

El papel de Engels después de la muerte de Marx

Clara Zetkin (tercera desde la izquierda), Friedrich Engels, Julie Bebel y August Bebel durante el Congreso Internacional de los Trabajadores Socialistas en Zúrich, 1893

Karl Marx murió el 14 de marzo de 1883. Engels vivió 12 años más. Durante este tiempo, no sólo completó el segundo y tercer volumen de El Capital, sino que también contribuyó decisiva y creativamente al desarrollo del marxismo y desempeñó un papel destacado en el desarrollo del movimiento obrero socialista internacional, que creció rápidamente.

Ya para la década de 1870, cuando las habilidades creativas de Marx iban declinando significativamente, debido a cada vez más problemas de salud, la contribución de Engels a su trabajo conjunto aumentó en los frentes teórico, político y organizacional. Si Marx fue el “primer violín” en el desarrollo de la perspectiva materialista histórica del mundo, Engels asumió el papel de construir nuevos partidos obreros de masas, lo que conllevaba nuevos desafíos.

Después de regresar de Mánchester, Engels pronto se volvió miembro del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Se convirtió en el secretario encargado de comunicarse con Bélgica, Italia y España. Engels y Marx, quienes hablaban ruso, también se enfocaron en Rusia.

La Asociación Internacional de los Trabajadores entró en crisis y fue disuelta después de la guerra alemana-francesa y la derrota de la Comuna de París en 1871. Pero el movimiento socialista obrero pronto volvió a crecer rápido. El 14 de julio de 1889, el centenario de la Revolución francesa, fue fundada la Segunda Internacional en París bajo iniciativa de Engels. Alrededor de 300 partidos y organizaciones de 20 países fueron representadas. Engels mantuvo una comunicación particularmente estrecha con los líderes de la socialdemocracia alemana, quienes le solicitaban regularmente su asesoría.

Karl Kautsky describió el papel prominente de Marx y Engels en la Primera Internacional y de Engels en la Segunda Internacional:

No es de sorprenderse que el elemento socialista inteligente de todos los países recurriera a los dos veteranos en Londres para recibir consejos ante cualquier situación crítica. Y los que iban nunca quedaban desilusionados. Expresaban sus convicciones libremente, con franqueza y sin rodeos, pero también sin imposiciones. Ningún proletario ni cualquiera que tomara el tema del proletariado en serio recurría a ellos en vano. El hecho de que fueron los asesores de todo el proletariado en lucha de Europa y América quedó evidenciado en numerosos panfletos, artículos y cartas, en distintos idiomas. [11]

La increíble cantidad de correspondencia de Engels se puede medir en Marx Engels Gesamtausgabe, una edición completa de sus obras, que todavía está en progreso. La correspondencia total de Marx y Engels ocupa 35 volúmenes, cada uno con entre 1.300 y 1.500 páginas. Se han impreso trece volúmenes. La correspondencia tras la muerte de Marx, que el propio Engels mantuvo, abarca 10 volúmenes por sí sola.

Además del trabajo político internacional, el manejo del patrimonio literario de Marx y la conclusión de los dos últimos volúmenes de El capital —siendo una labor para muchas personas— Engels escribió varias obras importantes que garantizaron el triunfo del marxismo como la base teórica y política del movimiento socialista mundial. Fueron impresos en números grandes, traducidos en varios idiomas y pusieron el marxismo al alcance de cientos de miles de trabajadores en todo el mundo.

El dominio majestuoso de Engels de los idiomas, su capacidad para presentar un material complejo de una manera comprensible, su conocimiento enciclopédico y su humor, el cual destellaba incluso en los temas más serios, hacen la lectura de sus obras sumamente agradable hasta el día de hoy. Esto no se limita a los clásicos marxistas, sino también a sus artículos y contribuciones contemporáneas. En estos, demostró un grado de precisión política y previsión, que, aparte de Marx, sólo poseyó León Trotsky.

Por ejemplo, en diciembre de 1887, cuando la trayectoria ascendente de la economía capitalista parecía imparable y brotaron las primeras ilusiones reformista en la socialdemocracia, Engels predijo con una precisión notable el estallido de una guerra mundial. En un prólogo para un panfleto antimilitarista, advirtió:

Para Prusia-Alemania, no hay otra guerra posible excepto una guerra mundial, en verdad una guerra mundial de un alcance y violencia hasta ahora inimaginables. De ocho a diez millones de soldados se masacrarán devorando en el proceso toda Europa consumiéndola más que cualquier enjambre de langostas. Las devastaciones de la guerra de los Treinta Años comprimida en tres o cuatro años y expandida sobre todo el continente; hambruna, pestes, la desmoralización general de ambos ejércitos y de las masas de personas a causa de un sufrimiento agudo; una confusión desesperada frente a nuestra maquinaria artificial de comercio, industria y crédito, acabando en una bancarrota general; el colapso de los viejos Estados y su tradicional sabiduría estatal a tal grado que las coronas rodarán por las docenas en el pavimento y no habrá nadie que las recoja; la imposibilidad de predecir cómo acabará y quién saldrá victorioso; un solo resultado es absolutamente inevitable: el agotamiento general y la creación de las condiciones para la victoria final de la clase obrera. [12]

Bastan estas líneas para demostrar lo absurda que es la afirmación de que, ante los éxitos organizacionales de los socialdemócratas, Engels se convirtió en un reformista hasta el final de su vida.

Cuando Marx seguía vivo —colaborando de cerca con él—, Engels publicó una serie de escritos teóricos fundamentales. No se limitaron a solo presentar de manera sistemática y coherente la perspectiva del mundo que desarrollaron conjuntamente, sino que la elaboraron aún más. En particular, el vasto conocimiento de Engels sobre las ciencias naturales, que progresaron tremendamente en el siglo diecinueve, ocuparon un papel crucial. Así como Lenin después de él, Engels entendía que la filosofía materialista no puede ser defendida y desarrollada más a fondo sin tomar en cuenta constantemente los últimos avances de las ciencias naturales.

Entre 1877 y 1878, fue publicado La revolución científica del Sr. Eugen Dühring, inicialmente como una serie de artículos para el órgano central del Partido Socialdemócrata Alemán, Vorwärts. Tras ser concebido inicialmente como una polémica contra el charlatán teórico y fundador subsecuentemente del antisemitismo racista, Eugen Dühring, cuya proclamación de un “sistema” de últimas verdades generó mucha confusión dentro del SPD, Anti- Dühring pronto se convirtió en una elaboración extensa del punto de vista marxista en la filosofía, las ciencias naturales y sociales. Engels escribió, “[M]i crítica negativa se volvió positiva, la polémica fue transformada en una exposición, más o menos relacionada a la crítica, del método dialéctico y de la perspectiva comunista del mundo defendida por Marx y yo, una exposición que abarca una gama bastante extensa de temas”. [13]

Anti-Dühring, que presenta todos los puntos de vista sobre la dialéctica de la naturaleza y sobre el materialismo histórico y dialéctico que Engels profundizaría en obras futuras, fue el resultado de la colaboración más estrecha con Marx. “Le leí todo el manuscrito antes de que fuera imprimido, y la parte sobre economía del décimo capítulo (“De Kritische Geschichte”) fue escrita por Marx”, señaló Engels. [14] Consecuentemente, los alegatos posteriores de que Anti- Dühring representó una vulgarización “positivista” de los puntos de vista de Marx fueron sacados de la manga.

Con base en Anti-Dühring, Engels publicó Socialismo u tópico y socialismo científico, una introducción al socialismo cuyo prólogo fue escrito por Marx. Fue publicado en incontables ediciones y en un gran número de idiomas.

Varios capítulos clave de Dialéctica de la naturaleza, una obra que permaneció incompleta y solo apareció hasta después de la muerte de Engels, también se desarrollaron durante la década de 1870. Engels demostró meticulosamente que la dialéctica no se limita al pensamiento. La naturaleza, escribió, es “la prueba de la dialéctica”, que “permite entender las cosas y sus representaciones, ideas, a través de su vínculo, concatenación, movimiento, origen y final esenciales”. Continuó, “La ciencia natural moderna ha proporcionado estas pruebas en forma de materiales de gran riqueza y cada vez mayores, y ha demostrado así que, en última instancia, la naturaleza funciona de forma dialéctica y no metafísica”. [15]

Después de la muerte de Marx, Engels publicó una serie de obras importantes que profundizaron teóricamente su visión común del mundo. Publicado en 1884, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado se basó en investigaciones recientes para definir el papel del Estado, la propiedad y la familia en etapas culturales más tempranas, relativizándolas históricamente. La obra influenció mucho El Estado y la revolución de Lenin, que escribió en vísperas de la Revolución de octubre.

Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía alemana clásica (1888) es un resumen ingenioso de la historia de la filosofía. Su división de los filósofos entre dos grandes bandos —los idealistas, “[a]aquellos que afirmaron la primacía del espíritu ante la naturaleza y asumieron, en consecuencia y como última instancia, que hubo una creación del mundo en una u otra forma”, y los materialistas, “quienes consideran la naturaleza como primaria”— ofrece hasta el día de hoy la clave para entender y categorizar las distintas escuelas filosóficas.

Junto a estas obras teóricas fundamentales, Engels redactó otras más sobre la historia del movimiento marxista (Marx y el Neue Rheinische Zeitung, Sobre la historia de la Liga Comunista), reseñas biográficas (sobre el poeta Georg Weerth y el líder obrero Johann Philipp Becker), varios prólogos importantes a las nuevas ediciones de los escritos marxistas, así como declaraciones sobre cuestiones políticas contemporáneas.

Engels falleció en Londres el 5 de agosto de 1895 a la edad de 74.

El intento de enfrentar a Engels con Marx

Engels en 1891

Por un largo periodo, se daba por sentado que Marx y Engels, en las palabras de la hija de Marx, Eleanor, estaban “tan estrechamente vinculados que es imposible separarlos”. Pero, en las últimas seis décadas, ha habido una competición sin cuartel en círculos académicos para separarlos.

Lo que comparten todos estos intentos es la acusación de que Engels es culpable de una “vulgarización positivista” de Marx. Por medio de su identificación del marxismo con el materialismo, emprendió contra el humanismo filosófico que Marx había propugnado en sus escritos tempranos, se alegaba. Es más, la dialéctica para Marx se manifestaba únicamente en la interacción de la práctica social y el pensamiento humano, mientras que Engels arraigó la dialéctica en la materia y la naturaleza.

Estas afirmaciones pueden refutarse fácilmente. La colaboración de toda la vida entre Marx y Engels, así como el hecho de que Engels desarrollara su entendimiento de la dialéctica de la naturaleza y el materialismo, como lo mostramos, consultando de cerca a Marx, desmienten tales afirmaciones. No obstante, a los oponentes de Engels no les interesan los hechos históricos. El ataque contra Engels y el materialismo es un intento de separar el “marxismo” de la clase obrera y de la construcción de un partido revolucionario para derrocar el capitalismo.

Georg Lukacs y Karl Korsch avanzaron tales perspectivas tan temprano como la década de 1920. La Escuela de Fráncfort luego las avanzó hasta su límite. En su principal obra Dialéctica de la ilustración, publicada después de la Segunda Guerra Mundial, Max Horkheimer y Theodor Adorno rechazaron explícitamente el entendimiento materialista histórica de la sociedad y, junto a esto, el papel revolucionario de la clase obrera.

Declararon que el progreso de las fuerzas productivas no desencadena una época de revolución social ni forma la base para una forma más elevada, socialista, de la sociedad. Por el contrario, conlleva el adormecimiento de las masas, un declive cultural y, en última instancia, la recaída de la sociedad en la barbarie.

Escribieron, “La maldición del irresistible progreso es el irresistible retroceso… La impotencia de los trabajadores no es meramente un ardid de los gobernantes, sino la consecuencia lógica de la sociedad industrial…”. [16]

La Escuela de Fráncfort, escribió David North, “procura transformar el marxismo de un arma teórica y política de la lucha de clases proletaria, que Horkheimer, Adorno y Marcuse rechazaron, en una forma de crítica cultural socialmente amorfa, en la que se ven reflejados el pesimismo político, la enajenación social y la frustraciones personales y psicológicas de sectores de la clase media”. [17]

Durante los años sesenta, cuando la clase obrera y los jóvenes se estaban radicalizando, se intensificaron los ataques contra Engels. En 1961, George Lichtheim publicó su influyente libro El marxismo: un estudio histórico y crítico. Representó a Engels como un determinista y positivista unidimensional, mientras Marx había elaborado en sus escritos de 1843 a 1848 “una dialéctica compleja de existencia y esencia, realidad y ‘enajenación’”. [18]

Un año después, el libro El concepto de la naturaleza en Marx fue publicado por Alfred Schmidt, un pupilo de Adorno y Jürgen Habermas que promulgaba tesis similares. Estas polémicas antimarxistas desempeñaron un papel importante en separar los movimientos de protesta de los jóvenes respecto a la clase obrera. Durante los años posteriores, estas posturas lograron imponerse en los círculos académicos “de izquierda”, y fueron combinadas con las concepciones reaccionarias e irracionalistas del posmodernismo.

Lichtheim afirmó que existía una línea directa que corría desde Engels, a través de Kautsky, Plejánov y Lenin hasta la dictadura estalinista en la Unión Soviética. Independientemente de sus diferencias, todos compartían una “fe común en el ‘materialismo dialéctico’ como una ‘ciencia’ universal”, que “se convirtió en el pilar del edificio soviético marxista”. [19]

Es obvio cuán absurdo es este argumento. En primer lugar, la dictadura estalinista no estaba basada en el marxismo, sino en la represión y asesinato de decenas de miles de marxistas revolucionarios, culminando en el Gran Terror de 1937-38. En segundo lugar, los marxistas de la Oposición de Izquierda trotskista fueron los únicos que evaluaron correctamente el estalinismo a partir de 1923 y predijeron cómo evolucionaría. En tercer lugar, como también ocurría en el ámbito económico, el estalinismo tenía una existencia completamente parásita en el campo ideológico.

La burocracia estalinista, como insistió repetidamente Trotsky, no era una clase. Usurpó el poder del Estado obrero y sobrevivía a raíz de las relaciones de propiedad creadas por la Revolución de Octubre. Lo mismo aplicaba para la ideología marxista. El hecho de que los gobernantes erigieran estatuas de Marx y Engels, llamaran calles y ciudades en su nombre, publicaran sus libros y declararan que el “materialismo dialéctico” era una asignatura obligatoria, no significa que se basaban en el marxismo. Meramente demuestra que incluso la teoría más revolucionaria puede ser pervertida cuando un aparato estatal autoritario la engloba. Cualquiera que se atreviera a criticar al régimen estalinista con base en los escritos de Marx y Engels era perseguido por la policía secreta y los fiscales estatales y acababa en prisión, un campamento de trabajo forzoso o frente a un pelotón.

Los ataques contra Engels y el materialismo histórico continuaron después de la disolución de la Unión Soviética. En su ensayo “Hegel, Marx, Engels y el origen del marxismo”, David North presentó una refutación detallada del profesor de filosofía Tom Rockmore, cuyo libro de 2002 Marx después del marxismo buscó revivir los ataques contra Engels. North escribió,

Lo que promueve Rockmore—un Marx sin el materialismo histórico, sin Engels, sin el marxismo—demuestra al final ser un Marx sin la revolución socialista, un “Marx” que no solo es puesto de cabeza, sino también esposado y amordazado. [20]

La personalidad de Engels

Engels, Marx y sus hijas

No se puede concluir una revisión retrospectiva sobre Friedrich Engels sin examinar sus extraordinarias cualidades humanas. En lo que concierne su integridad personal, valentía y aspiraciones por la causa de la liberación humana, es una de las figuras más nobles en la historia mundial. Hay cuantiosos testigos que rinden testimonio de su gracia, carisma, optimismo indestructible, amor por la vida y lealtad inquebrantable hacia su amigo Marx. Uno de los mejores testimonios vino de la pluma de León Trotsky:

Las relaciones de Engels con las personas eran ajenas a cualquier sentimentalismo o ilusiones y exudaban de pies a cabeza con una simplicidad penetrante y, por ende, profundamente humana. En la cena, lo acompañaban representantes de varios países y continentes, y desaparecía, como por arte de magia, cualquier diferencia entre la pulida radical y duquesa Schack y la nada pulida nihilista rusa Vera Zasulich. La rica personalidad del anfitrión se ponía de manifiesto en esta alegre habilidad de levantarse a él mismo y a todos los demás por encima de todo lo secundario y superficial, sin desviarse del todo de sus puntos de vista e incluso de sus hábitos. [21]

Y, aún así, según Trotsky, nada humano le era ajeno a Engels:

El hombre del deber y de los apegos profundos guarda el menor parecido con un ascético. Era un amante de la naturaleza y del arte en todas sus formas, amaba la compañía de personas astutas y joviales, la presencia de mujeres, chistes, risas, buenas cenas, buen vino y buen tabaco. A veces no se oponía a las risas a carcajadas de Rabelais, cuya inspiración fácilmente terminaban siendo las partes íntimas. [21]

Wilhelm Liebknecht, un veterano de la revolución de 1848 que se unió a la Liga Comunista, trabajó estrechamente con Marx y Engels en Inglaterra por muchos años y fundó la socialdemocracia alemana junto a August Bebel, dijo en el entierro de Engels:

Fue maravillosamente multifacético y, al mismo tiempo, una personalidad completamente reservada, una personalidad de grandes y pequeñas cosas—capaz de lo máximo y nunca negligente de lo mínimo. Desinteresado, siempre subordinándose a la causa, sacrificándose personalmente por su gran amigo hasta la muerte de Marx e incluso desde entonces, siempre llevó una vida de deber, planteándose siempre los estándares más altos… Nada humano le era ajeno, siempre cumplía con sus obligaciones y era sereno y tierno en todo momento —sereno incluso en las luchas más serias—. [22]

Doscientos años después del nacimiento de Engels, su legado teórico y político es más relevante que nunca. El Comité Internacional de la Cuarta Internacional, que ha defendido y desarrollado este legado, se está volviendo un punto de atracción para todos los que buscan una alternativa revolucionaria socialista al capitalismo en quiebra.

Notas (nuestras traducciones al español):

[1] Karl Marx & Frederick Engels, Collected Works [MECW], “Karl Marx’s Funeral,” Vol. 24, p. 468.

[2] Leon Trotsky on Engels and Kautsky, Mehring Books, 2020, pp. 13–18.

[3] Ibid ., pp. 9–10.

[4] Ibid ., p. 8.

[5] Vladimir Lenin, Collected Works, “Frederick Engels,” Vol. 2, p. 24.

[6] MECW, “The German Ideology,” Vol.5, p. 30.

[7] Ibid ., p. 53–54.

[8] MECW, “Revolution and Counter-Revolution in Germany,” Vol. 11, p. 40.

[9] MECW, “Address of the Central Authority to the League,” Vol. 10, pp. 280, 287.

[10] Leon Trotsky on Engels and Kautsky, Mehring Books, 2020, pp. 11–12.

[11] Karl Kautsky, „Friedrich Engels. Zu seinem siebzigsten Geburtstag“. In: Die Neue Zeit, 9. Jahrg., 1. Bd., 1890/1891 [Karl Kautsky, “Friedrich Engels. On His Seventieth Birthday.” In: Die Neue Zeit (New Times), Ninth Year, First Volume, 1890/1891].

[12] MECW, “Introducción [al panfleto de Sigismund Borkheim, In Memory of the German Blood-and-Thunder Patriots. 1806–1807 ], Vol. 26, p. 451.

[13] MECW, Anti-Dühring, Prólogo de 1885, Vol. 25, p. 8.

[14] Ibid ., p. 9.

[15] MECW, Socialism: Utopian and Scientific, Volume 24, p. 301.

[16] Max Horkheimer & Theodor Adorno, Dialectic of Enlightenment, Stanford University Press, 2002, p. 28.

[17] David North, The Frankfurt School, Postmodernism and the Politics of the Pseudo-Left. A Marxist Critique, Mehring Books, 2016, p. 134.

[18] George Lichtheim, Marxism: An Historical and Critical Study, Nueva York, 1961, pp. 58–59.

[19] Ibid ., pp. 234–35.

[20] David North, “It was all Engels’ Fault: A Review of Tom Rockmore’s Marx After Marxism ,” en: David North, The Russian Revolution and the Unfinished Twentieth Century, Mehring Books, 2014, p. 360.

[21] Leon Trotsky on Engels and Kautsky, Mehring Books, 2020, p. 9.

[22] Wilhelm Liebknecht, „Zum Tod von Friedrich Engels“, 10 de agosto de 1895 ( en línea ) [Wilhelm Liebknecht, “Sobre la muerte de Friedrich Engels”, 10 de agosto de 1895].

(Publicado originalmente en inglés el 28 de noviembre de 2020)

Loading