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Perspectiva

Nuevos detalles sobre la revuelta del 6 de enero revelan la necesidad de una investigación exhaustiva

Ha salido a la luz información en la prensa que demuestra que la insurrección fascistizante de Trump el 6 de enero contó con apoyo al más alto nivel del Partido Republicano y sectores críticos de la policía y el aparato militar y de inteligencia. Estas revelaciones plantean la necesidad de una investigación exhaustiva del complot para derrocar la Constitución y todos los involucrados.

El Washington Post reportó ayer que, en los días previos a la revuelta, varios funcionarios del Congreso le imploraron a la policía del Capitolio que tomara en serio las claras señales de que se estaba preparando un golpe de Estado, exigiéndoles que hubiera más protección para la certificación del Colegio Electoral programada. Los funcionarios “solicitaron informes” y estaban desesperados por recibir información sobre la amenaza de violencia, pero la policía del Capitolio se rehusó a dar una respuesta significativa, según reportó el Post.

Simpatizantes de Trump intentan cruzar un cordón policial, 6 de enero de 20221, en el Capitolio, Washington DC (AP Photo/John Minchillo)

Un reporte de NBC también confirmó que los cordones policiales no fueron rebasados por algún error o falta de información. El FBI y el Departamento de la Policía de la Ciudad de Nueva York le entregaron inteligencia sustancial a la policía del Capitolio “sobre la posibilidad de violencia durante la protesta del 6 de enero”, reportó NBC, citando filtraciones de un oficial policial de alto rango. NBC señaló que “estos detalles inéditos desmienten la afirmación de un alto oficial del FBI esta semana de que sus oficiales no tenían ninguna indicación de la posibilidad de violencia y suma interrogantes de lo que las autoridades de inteligencia revisaron previo a la revuelta del Capitolio”.

Varios reportes adicionales indican que, durante el asalto, cuando los funcionarios y el personal estaban amontonados escondiéndose de la hora en oficinas, la cúpula de la policía del Capitolio se rehusó a aceptar llamadas de la legisladora Zoe Lofgren, presidenta del Comité Administrativo de la Cámara de Representantes que supervisa las operaciones diarias del Capitolio, luego le mintieron sobre el despliegue de tropas de la Guardia Nacional y finalmente le colgaron a la legisladora Maxine Waters cuando pidió auxilio.

Un apoyo crucial para el intento de golpe provino también del Pentágono, que Trump llenó de oficiales leales a él tras la elección del 3 de noviembre.

Durante el asedio, los líderes demócratas llamaron al gobernador de Maryland, Larry Hogan, desde su búnker y le suplicaron que enviara apoyo de la Guardia Nacional. Hogan dijo que la Guardia Nacional de su estado estaba preparada para ir y evacuarlos, pero que el Pentágono rechazó varias solicitudes para permitirles ir a Washington DC. En una entrevista con CNN el domingo, Hogan afirmó: “Todo lo que sé es que estuvimos intentando obtener respuestas y no estábamos recibiendo respuestas”.

Además, el gobernador de Virginia, Ralph Northam, reveló ayer que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, lo llamó el miércoles y también le pidió ayuda. Northam citó las palabras de Pelosi: “Ralph, están rompiendo vidrios alrededor mío. Escuché que hubo tiros. Estamos muy, muy preocupados en este momento”.

Estas no son las únicas señales de involucramiento de sectores del Pentágono. En los días anteriores al 6 de enero, el Pentágono desarmó a la Guardia Nacional de Washington DC y rechazó una solicitud de la alcaldesa de Washington DC, Muriel Bowser, de armar y prepararla. Un documento oficial del Pentágono que repasa los eventos que desembocaron en el 6 de enero describe la revuelta como “las protestas de la Primera Enmienda el 6 de enero de 2021 en Washington DC”.

El Pentágono también bloqueó el despliegue de una “fuerza de reacción rápida”, estacionada en la base conjunta Andrews de Maryland y que se mantiene en reserva precisamente para este tipo de situaciones. El Pentágono dijo que no desplegó a la unidad por falta de planificación, una mentira obvia.

Según el reporte del Washington Post, un asesor del líder de la Mayoría en el Senado, Mitch McConnell, aparentemente actuando sin la autorización de su empleador y esquivando la cadena de mando oficial, llamó a un amigo personal que trabaja en el FBI y le informó de la situación. Como resultado, el amigo “envió el primero de tres equipos tácticos, incluyendo uno de la oficina de campo del FBI en Washington para resguardar a los senadores de EE.UU. y ayudar en la forma en que pudieran”.

El general de brigada retirado Thomas Kolditz habló con la revista Fortune sobre el peligro continuo desde el interior del ejército. Koldiz, un profesor de West Point que lidera un centro de pensamiento en la Universidad de Yale, se refirió a los oficiales militares que consideran que el 6 de enero “fue algo bueno”:

No estamos hablando de una media docena de personas. Estamos hablando probablemente de miles en todo el Departamento de Defensa. Muchos de ellos ya se delataron, poniendo cosas en redes sociales. Pero esta fue una insurgencia, un crimen contra el Estado. Y es el deber de la conducción de Defensa que se aseguren de que no haya, esencialmente, células dormidas, militares que por cualquier razón consideren que una insurgencia sea una buena idea o algo justificable.

Además, está acumulándose la evidencia de que los congresistas republicanos y su personal estuvieron implicados en la intentona golpista. La diputada republicana de Colorado, Lauren Boebert, estaba tuiteando en tiempo real la ubicación física de Pelosi para la horda cuando invadía el Capitolio. Boebert, una partidaria fascista de QAnon, tuiteó a las 7:30 a.m.: “Hoy es 1776”. A las 2:18 p.m., cuando Pelosi estaba siendo evacuada, tuiteó: “La presidenta ha sido removida de las cámaras”.

El diputado líder de la mayoría demócrata James Clyburn le dijo a CBS ayer que creía que los republicanos les dieron mapas del Congreso a la horda y permitieron que entraran en el edificio:

Sí creo que algo estaba en marcha. Sabían adónde ir. Me han dicho… otra gente del Congreso que su personal dice que vieron cómo dejaban entrar a las personas en el edifico a través de las puertas laterales. ¿Quién les abrió las puertas laterales a estos manifestantes, o yo los llamo gánsteres, para que entraran en el edificio, no a través de la entrada principal donde están los magnetómetros sino en las puertas laterales? Sí, alguien dentro de estos edificios es cómplice de esto.

Estos hechos dejan en claro la necesidad de una investigación sobre las fuerzas detrás del intento de golpe de Trump. Pero, mientras se acumula la evidencia de que el Partido Republicano y el aparato militar y de inteligencia estuvieron involucrados en el complot, el Partido Demócrata intensifica su oposición a cualquier investigación real y sus llamados a la “unidad” con los conspiradores republicanos.

El 8 de enero, el presidente electo Joe Biden declaró su oposición a expulsar a los confabuladores republicanos del Congreso y, en cambio, prometió su deseo de trabajar con sus “colegas republicanos” y garantizar un Partido Republicano “fuerte”.

En vez de llevar a cabo una investigación, los demócratas anunciaron que iniciarán un juicio político. Este es un paso completamente simbólico que no resultará en la destitución de Trump antes de que se acabe su término el 20 de enero. Varios dirigentes demócratas indicaron el fin de semana que, incluso si la Cámara de Representantes votara a favor de un juicio político esta semana, los cargos no llegarían al Senado hasta por lo menos 100 días tras el inicio de la Administración de Biden. Es un intento deliberado para ofrecerles una cubierta política a los conspiradores republicanos y ocultar las implicaciones políticas del intento de golpe del 6 de enero.

Es necesario hacer esta advertencia: así como la falta de una investigación del complot en octubre para secuestrar y asesinar a la gobernadora Gretchen Whitmer de Michigan allanó el camino para el complot del 6 de enero, la falta de una investigación de esta intentona tan solo facilitará conspiraciones futuras. La historia está llena de ejemplos de movimientos fascistas que fracasaron en sus primeros esfuerzos tan solo para llegar al poder un tiempo después.

El Partido Demócrata pronto tendrá control de ambas cámaras del Congreso. Sus comités tienen el poder de presentar citaciones. Puede convocar a los participantes del complot para que rindan testimonio y exigirles que hagan públicas sus cartas, correos electrónicos, mensajes de texto y otras comunicaciones.

El Congreso está obligado constitucionalmente a investigar y exponer complots que busquen subvertir la Constitución y los derechos democráticos del pueblo. La negativa a investigar sería, consecuentemente, una violación ilegal de las responsabilidades en su Artículo Primero y una derogación de la separación de poderes.

Aún se desconoce el objetivo final de los conspiradores. Parece que los participantes del complot planeaban secuestrar a congresistas, como lo evidencian las declaraciones de muchos participantes y la presencia de milicianos con esposas de plástico en la cámara del Senado. Es posible que el plan involucrara utilizar la amenaza a las vidas de congresistas secuestrados —quizás incluyendo a la propia Pelosi— como baza de negociación para asegurar que se postergara la inauguración u obtener otras concesiones.

Es necesario exponer los objetivos, lazos y vínculos políticos de los involucrados en este complot. Esto solo puede lograrse por medio de una investigación pública exhaustiva de los dirigentes del complot y sus cómplices republicanos. Tal investigación debe citar a organizaciones de derechos civiles y representantes del público para que hagan preguntas y convoquen a testigos que expliquen lo que tuvo lugar. Es necesario arrojar luz en la conspiración y exponer sus contenidos a la población del mundo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de enero de 2021)

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