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Una difamación con fines políticos: el Globe and Mail de Canadá culpa a “marxistas” por el desacreditado Proyecto 1619

El Globe and Mail, el “periódico de referencia” de Canadá, publicó el mes pasado una difamación políticamente motivada contra el marxismo. Escrito por Konrad Yakabuski, uno de sus principales columnistas, e intitulado “Los nuevos marxistas reescribiendo la historia de Estados Unidos”, el artículo de opinión del Globe afirma que el Proyecto 1619 del New York Times, una reinterpretación racialista y derechista de la historia de Estados Unidos, estuvo inspirado y escrito por marxistas.

Esto es absurdo y de manera obvia. El New York Times es el diario más identificado con el Partido Demócrata, uno de los dos partidos de Wall Street y el imperialismo estadounidense, y como tal es un oponente irreconciliable del marxismo y el socialismo.

Además, cualquiera que tenga un conocimiento pasajero de la principal controversia intelectual e historiográfica que ha rodeado al Proyecto 1619 del Times sabe muy bien que la oposición ha sido liderada por los marxistas del World Socialist Web Site.

Pero Yakabuski, un entusiasta seguidor de Thatcher cuyo hermano es un ministro del Gobierno conservador de extrema derecha de Ontario, no va a permitir que los hechos se interpongan en su difamación mccarthista. Atribuye el Proyecto 1619 del Times a los “árbitros autoproclamados de la historia” que promueven una “interpretación marxista de la historia de Estados Unidos”. Subrayando sus motivaciones políticas, concluye su diatriba con una denuncia nacionalista canadiense contra las revoluciones.

David North, presidente del Consejo Editorial Internacional del WSWS y autor de muchos de los artículos del WSWS que han expuesto las omisiones, distorsiones y falsificaciones absolutas en la falsificación de la historia estadounidense por parte del Proyecto 1619, envió una carta al Globe protestando contra la columna de Yakabuski el 21 de diciembre. Decía:

Asunto: Los nuevos marxistas reescribiendo la historia de Estados Unidos (19 de diciembre):

Al contrario de lo que escribe el Sr. Yakabuski, la falsificación de la historia estadounidense por parte del New York Times no tiene nada que ver con el socialismo. El Proyecto 1619 promueve una variante racial de la política de identidades. Tiene sus raíces en la teoría crítica de la raza, que rechaza explícitamente la lucha de clases que los marxistas priorizan como fuerza impulsora de la historia.

El Sr. Yakabuski no hace referencia al hecho, reconocido por publicaciones del establishment como la American Historical Review y el Wall Street Journal, de que el World Socialist Web Site (wsws.org) trotskista ha desempeñado el papel principal en la oposición al Proyecto 1619. Los principales historiadores de los Estados Unidos, incluidos Gordon Wood y James McPherson, criticaron el Proyecto 1619 en entrevistas realizadas por el WSWS.

Los socialistas defienden la herencia de las revoluciones democráticas de Estados Unidos. Es por eso por lo que el WSWS se ha opuesto a la versión racializada de la historia por el New York Times .

David North

Detroit

Presidente editorial del WSWS

El Globe se ha negado a publicar la carta de North, aunque se ajustó escrupulosamente a las directrices de su sección de Cartas al Editor, incluido un límite de 150 palabras. Este acto de censura política proporciona una prueba más, si fuera necesaria, de que la columna de Yakabuski no fue producto de mera ignorancia o incompetencia periodística. Más bien, fue un intento políticamente motivado de desacreditar al marxismo y al movimiento socialista, identificándolo con la política racial.

Los lectores de la columna de Yakabuski no aprenden nada del debate sobre el Proyecto 1619; un debate, hay que enfatizarlo, que no solo está ampliamente documentado, sino que sin duda es el más significativo políticamente y más comentado sobre una controversia de la historia e historiografía estadounidenses en años.

La exposición y refutación de la narrativa racialista del Proyecto 1619 fue iniciada por el World Socialist Web Site, a partir de un ensayo publicado el 6 de septiembre de 2019, menos de tres semanas después de la publicación del Proyecto por el New York Times. Esta crítica se desarrolló en más ensayos y conferencias del WSWS durante los próximos cuatro meses, y a través de la publicación en el WSWS en noviembre-diciembre de 2019 de entrevistas con los principales historiadores de la Revolución estadounidense y la guerra civil, incluidos Gordon Wood, James McPherson, James Oakes y Victoria Bynum. Estos historiadores, junto con su colega Sean Wilentz, enviaron una carta al Times protestando una serie de errores injustificables en el Proyecto 1619.

Yakabuski haría creer a sus lectores que las falsificaciones y distorsiones históricas del Proyecto 1619 fueron “casi unánimemente atacadas” por “historiadores profesionales”, pero es todo lo contrario. La mayoría de los historiadores permanecieron en silencio o se pusieron del lado del Proyecto 1619.

Un editorial de la edición de febrero de 2020 del American Historical Review (AHR), la revista de historia académica más importante del país, salió en defensa del Proyecto 1619. Afirmó que la narrativa racialista patrocinada por el New York Times representaba una contribución positiva a la historiografía estadounidense y describía sus alteraciones y falsificaciones históricas más burdas como diferencias legítimas de interpretación. En su respuesta, David North y el historiador Tom Mackaman señalaron que la defensa de la AHR del Proyecto 1619 “revela hasta qué punto la mitología racial que ha proporcionado la base 'teórica' de la política de identidades de la clase media, ha sido aceptada, e incluso adoptada por una parte sustancial de la comunidad académica como una base legítima para la enseñanza de la historia estadounidense”.

Por su parte, si bien deplora que “innumerables estadounidenses” hayan “aceptado esta interpretación marxista de la historia”, Yakabuski convenientemente resume el Proyecto 1619 en dos breves párrafos.

En su lugar, para argumentar que los marxistas están “reescribiendo la historia de Estados Unidos”, se concentra en la decisión de la Junta Escolar del Distrito de San Francisco de cambiar el nombre de las escuelas secundarias que se llevaran el nombre de Lincoln, Washington, Jefferson y otros líderes de la Revolución estadounidense y la guerra civil. Este paso reaccionario, como ha explicado el WSWS en otro artículo, está motivado por la misma política racialista de derecha que guio la redacción del Proyecto 1619.

Al igual que cuando difama a los marxistas como responsables del Proyecto 1619, Yakabuski no identifica a un solo marxista asociado con el intento de la junta escolar de San Francisco de purgar sus escuelas de los nombres de los líderes de las dos revoluciones democráticas de Estados Unidos. La única persona que menciona es Jeremiah Jeffries, un miembro nacionalista negro del comité de cambio de nombre de la junta escolar, que ha respaldado la reelección del alcalde de San Francisco, London Breed. Breed es un demócrata de derecha que respaldó la efímera campaña presidencial del inversionista y empresario multimillonario Michael Bloomberg.

La denuncia del Globe del Proyecto 1619 como una obra de “marxistas” y “socialistas”, de hecho, se basa en nada menos que en Donald Trump. El presidente y aspirante a dictador multimillonario de Estados Unidos ha tratado de reunir el apoyo de la clase dominante para sus conspiraciones antidemocráticas con repetidas advertencias de que los “marxistas” y los “socialistas” representan una amenaza existencial para el capitalismo estadounidense. Como ejemplo de esta amenaza, Trump señaló falsamente el Proyecto 1619 “marxista”.

Yakabuski concluye su diatriba con un sarcástico ataque a las revoluciones y la lucha por la igualdad que se basa en tropos clave del nacionalismo canadiense, la principal arma ideológica de la burguesía canadiense. Compara a los autores del Proyecto 1619 y a los miembros del comité de cambio de nombre de la escuela de San Francisco con “los que formaron el Comité de Seguridad Pública que envió a cualquier sospechoso de deslealtad a la guillotina durante la Revolución Francesa”.

“En su afán por purgar a los infieles”, continúa, “los revolucionarios siempre acaban comiéndose los suyos. Sus afirmaciones de que luchan por la igualdad se revelan rápidamente como una sed de venganza”.

Este no es el lugar para examinar el papel que tuvieron las dos revoluciones democrático-burguesas estadounidenses en el surgimiento final, bajo la égida del Imperio Británico, de un Estado capitalista rival en el extremo norte de Norteamérica: Canadá. Pero debe tomarse en cuenta que los orígenes de la burguesía canadiense se encuentran en los Leales al Imperio Unido, los opositores probritánicos de la Revolución estadounidense y los restos de la élite gobernante del Antiguo Régimen en Nueva Francia.

La confederación, la unificación de las colonias de la Norteamérica británica en 1867, no fue un movimiento popular animado por principios democráticos, sino un acuerdo comercial elaborado por políticos coloniales, promotores ferroviarios, banqueros y el Gobierno británico. Un objetivo clave fue la anexión de lo que hoy es el oeste de Canadá, el despojo de los pueblos originarios y la destrucción de sus relaciones de propiedad comunal. Como los líderes del Imperio Británico en Londres que conspiraron para extender el reconocimiento diplomático a los insurrectos Estados Confederados de Estados Unidos, los Padres de la Confederación de Canadá querían que la esclavocracia prevaleciera en la guerra civil estadounidense.

La Confederación se basó en un repudio explícito de los principios democráticos revolucionarios que habían animado la Revolución estadounidense y que constituyeron la base ideológico-política de lo que Lincoln describió como “un nuevo nacimiento de la libertad”: la abolición de la esclavitud y la concesión de los derechos de ciudadanía plena a la población afroamericana. Mientras que la Declaración de Independencia de Estados Unidos, inspirada por el asalto ideológico de la Ilustración contra la monarquía absoluta, el oscurantismo religioso y la desigualdad, proclamó que “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad” eran “derechos inalienables” y afirmó el “derecho del pueblo a alterar o modificar o abolir” al gobierno que viole estos derechos, los Padres de la Confederación celebraron “la paz, el orden y el buen gobierno” y proclamaron su lealtad a la Corona y el Imperio británicos.

Hasta la década de 1960, la corriente dominante del nacionalismo inglés y francocanadiense/quebequense se burlaba de Estados Unidos por ser “demasiado democrático e igualitario”. Posteriormente, y en gran parte para controlar a una clase trabajadora cada vez más rebelde, los ideólogos de la clase dominante le dieron al nacionalismo canadiense y quebequense un toque de “izquierda” liberal. Canadá fue luego promovida como una sociedad más amable y gentil para la república del dólar rapaz del sur.

Pero más allá de los cambios que se puedan hacer en la narrativa nacionalista canadiense, su actitud hacia la revolución permanece. Está grabada en los mismos huesos de la clase dominante canadiense.

El ataque de Yakabuski a la revolución se hace eco de un editorial del Globe de 2018, “Por qué 1867 fue mejor que 1776”, publicado con motivo del Día de Canadá. Alabó los supuestos orígenes de Canadá en el “cambio y la mejora incremental” provocados por la “negociación y el compromiso” como algo más favorable que las revoluciones estadounidense y francesa, con sus “rechazos abruptos, radicales y sangrientos, extremadamente sangrientos, del pasado”. Dejando en claro que el “periódico de referencia” de Canadá detesta la violencia revolucionaria, pero no la represión estatal contra la oposición desde abajo o la agresión en la búsqueda de los intereses depredadores de la burguesía canadiense en el escenario mundial, el editorial del Globe celebró la participación de Canadá en las dos guerras imperialistas mundiales del siglo pasado.

La verdadera preocupación de Yakabuski, los editores del Globe y sus empleadores, la familia más rica de Canadá, los Thomson, no es la historia. Lo que motiva sus denuncias sensacionalistas de la revolución, sus amargos ataques a la lucha por la igualdad y los intentos de difamar el marxismo e identificarlo con la política racialista de derecha, es el miedo a la creciente oposición de la clase trabajadora en Canadá, como en todo el mundo, y el creciente apoyo al socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de enero de 2021)

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