Reino Unido sobrepasó oficialmente las 100.000 muertes por coronavirus el martes según la medida del gobierno de fallecimiento a los 28 días de un test de COVID-19 positivo. Esto significa que 147 de cada 100.000 personas han muerto en el Reino Unido, cifras que solo superan otros dos países —Bélgica y Eslovenia.

Ya ha muerto más gente en el Reino Unido de COVID-19 que civiles británicos en la Segunda Guerra Mundial.

Mientras se estaba llegando a ese hito, el primer ministro Boris Johnson convocó una rueda de prensa en Downing Street, en la que tuvo el descaro de decir, "Es difícil computar la pena contenida en esa sombría estadística. Los años de vida perdidos, los encuentros familiares sin asistir y, para muchos familiares, la oportunidad perdida de siquiera despedirse —extiendo mi más sentido pésame a todos los que hayan perdido a un ser querido".

Al preguntársele por qué ha muerto tanta gente en Reino Unido, respondió, "Creo que en este día solo debería en realidad repetir que lamento mucho cada vida que se ha perdido, y por supuesto que como primer ministro asumo plena responsabilidad por todo lo que el gobierno ha hecho".

Si hubiera respondido honradamente, habría respondido, "A causa de las políticas homicidas de la 'inmunidad de grupo' aplicadas por mi gobierno en nombre de las principales corporaciones".

En vez de ello, dijo "prometemos esto: que cuando hayamos dejado atrás esta crisis, recordaremos juntos como nación a todos aquellos a quienes perdimos, y honraremos el heroísmo generoso de todos quienes estuvieron en primera línea que dieron su vida para salvar la de los demás".

Johnson estaba hablando de duelo nacional al final de la crisis el día que se informó de 1.631 muertes, lo que llevó el total general a 100.162, y de 20.089 nuevos contagios, llevando el total a 3.689.746.

Hablando en la rueda de prensa, el dirigente del Servicio Sanitario Nacional de Inglaterra, Simon Stevens, también comentó, "Este domingo hará un año de que los dos primeros pacientes de coronavirus fueron tratados en un hospital en Newcastle". En ese tiempo, dijo, "Más de un cuarto de millón de pacientes de coronavirus gravemente enfermos han sido tratados en el hospital".

Desde que pusiera fin prematuramente al confinamiento la primavera pasada, el gobierno ha dejado que el virus se extienda —dejando vigentes solo las restricciones más inadecuadas durante los últimos ocho meses. Lejos de que la pandemia esté siendo llevada a estar bajo control, más de un cuarto de todas las muertes han ocurrido en los primeros 26 días de este año —26.696 vidas perdidas.

Tras la declaración de Johnson, el Oficial Médico Jefe del gobierno, Chris Whitty, advertía, "Desafortunadamente, vamos a estar viendo bastantes más muertes a lo largo de las próximas semanas".

Pero todos los comentarios que siguieron eran engañosos, como dijo Whitty en respuesta a una pregunta de los medios respecto a cuándo el gobierno podría empezar a relajar las restricciones, solo que "Creo que tenemos que tener cuidado de no relajarlas demasiado pronto". Añadió que con 35.000 personas enfermas en hospitales con COVID-19 este era un "número increíblemente alto" pero se había "aplanado" y en general no estaba subiendo.

Sectores sustanciales del Partido Conservador están insistiendo en un calendario para terminar con el confinamiento actual, que está previsto que sea revisado el 15 de febrero. Es esencial en sus exigencias que las escuelas estén completamente reabiertas de manera que todos los padres puedan volver a su trabajo y a producir ganancias para las corporaciones.

Según un artículo de portada en el Daily Telegraph del martes, el órgano de prensa de los conservadores, "Fuentes del gobierno dijeron anoche que los ministros no veían mediados de marzo como el plazo final para reabrir". Esto iba acompañado por un editorial titulado, "¿Cuándo se les permitirá reabrir a las escuelas?".

La cantidad de muertes que el gobierno admite es una subestimación enorme de la cifra real. El Guardian citó al doctor David Spiegelhalter, director del Centro Winton de la Universidad de Cambridge, quien dijo, "Se prestará mucha atención a las muertes cuando el covid llegue a los 100.000, pero eso se basa en las cifras publicadas cada día, que solo incluyen a personas que dieron positivo en el test y luego murieron dentro de un plazo de 28 días.

"Los datos más precisos de la ONS [Oficina Nacional de Estadística] muestran que más de 100.000 personas en el Reino Unido ya habían muerto por covid en su certificado de defunción para el 7 de enero, hace casi tres semanas. Esto se elevó a 108.000 para el 15 de enero, y el total ahora estará en casi 120.000".

El Financial Times informó, "Un modelo del Financial Times estima 120.200 muertes excesivas hasta el momento, una vez más poniendo al Reino Unido en una posición junto a Bélgica, España e Italia como los peores de Europa y por encima de los EEUU".

El 13 de marzo del año pasado, dos días después de que el COVID-19 fuera declarado pandemia, el Asesor Científico Jefe de Johnson, sir Patrick Vallance, sugirió públicamente que la población podría "desarrollar algún tipo de inmunidad colectiva de manera que más gente sea inmune a esta enfermedad y que reduzcamos el contagio". Johnson habló claramente de los aspectos prácticos de esta política en una entrevista una semana antes, donde explicó, "una de las teorías es que quizás se pueda aguantar el golpe, tomarlo todo de un tirón y permitir que la enfermedad de algún modo se desplace a través de la población".

Johnson ha sido capaz de supervisar esta política de inmunidad colectiva y muerte y destrucción a una escala horrorosa porque ni el Partido Laborista ni los sindicatos lo han desafiado, que en cambio han prometido hacer solamente de oposición "constructiva" durante la pandemia. Ello adoptó formas obscenas cuando el dirigente laborista sir Keir Starmer hizo una declaración filmada después de la rueda de prensa de Downing Street, en la que ni mencionó ni al gobierno conservador ni al propio Johnson.

En un discurso de unos escasos dos minutos, Starmer dijo que las muertes eran "nada más que una tragedia nacional, un terrible recordatorio de lo que hemos perdido como país". Y como Johnson, su respuesta fue lanzar trivialidades sobre el futuro postpandemia: "A los que están de duelo, debemos prometerles que aprenderemos la lección de lo que salió mal. Y para construir un país más fuerte, un país que le pueda dar seguridad respecto a la salud, el empleo y la oportunidad a la gente".

Lo que había que construir era un "futuro mejor que sea digno del pueblo británico". Por eso "debemos estar atentos en el esfuerzo nacional por quedarnos en casa, proteger a nuestro NHS y vacunar a Gran Bretaña".

Lo cierto es que para defender las ganancias de la clase capitalista, el partido de Starmer funciona como un socio de coalición de facto de Johnson, en alianza con los sindicatos y enmarca todo en términos de un "interés nacional" místico para esconder los antagonismos irreconciliables entre la gran patronal y la clase trabajadora.

Los trabajadores y los jóvenes deben extraer las lecciones y tomar los asuntos en sus propias manos. Hay que sacarles el control de la respuesta a la pandemia a los criminales políticos de Downing Street y sus aliados.

La catástrofe de salud pública requiere que la clase trabajadora asuma urgentemente los llamamientos del Partido Socialista por la Igualdad para el establecimiento de comités de base en cada lugar de trabajo y en cada barrio para luchar por confinamientos efectivos con pleno salario, apoyo social y educativo, condiciones realmente seguras para los trabajadores clave, y un sistema funcional de tests y rastreos. Hay que financiar esto apoderándose de las fortunas de los súper ricos que han seguido acumulando miles de millones más en riqueza durante la pandemia.

(Publicado originalmente en inglés el 26 de enero de 2021)