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Los educadores estadounidenses enfrentan a los demócratas y los sindicatos en la batalla para cerrar escuelas y salvar vidas

En su primera semana en el cargo, la Administración de Biden ha comenzado a cumplir su promesa de reabrir la mayoría de las escuelas en los Estados Unidos durante la peor etapa de la pandemia. Ha habido 25,861,597 infecciones y 431,392 muertes por COVID-19 solo en los EE. UU., con un promedio móvil de siete días de 3,182 personas que mueren a diario.

El plan peligroso de Biden para reabrir las escuelas cuenta con el apoyo total de los políticos del Partido Demócrata de todas las ciudades importantes, así como de los sindicatos American Federation of Teachers (AFT), la National Education Association (NEA) y sus afiliadas estatales y locales, incluyendo las llamadas “progresistas”, como el Chicago Teachers Union (CTU), Union Teachers Los Angeles (UTLA) y otros.

La presidenta de la AFT, Randi Weingarten (izquierda), la primera dama, la Dra. Jill Biden, y la presidenta de la NEA, Becky Pringle, en una reunión de la Casa Blanca el 21 de enero

Los medios corporativos presentan al CTU como opositora, a pesar de que solo votó hacer huelga tres semanas después de permitir la reapertura de las escuelas. El sindicato aceptó el regreso a las aulas de los maestros y estudiantes de prescolar y educación especial, que continuó el lunes a pesar de la votación masiva del 71 por ciento a favor de una huelga. Han participado en más de 60 negociaciones secretas con funcionarios del consejo de escuelas públicas de Chicago (CPS, siglas en inglés) y están tratando desesperadamente de llegar a un acuerdo para el miércoles, cuando el CPS exige que los maestros de kínder a octavo grado regresen a las aulas para preparar el regreso de miles de estudiantes el próximo lunes.

Los funcionarios del Partido Demócrata decidieron retractarse de su amenaza de bloquear a los maestros el lunes por una “huelga ilegal” y están en conversaciones frenéticas con el sindicato para encontrar la manera de armar un acuerdo de regreso a las aulas antes del miércoles.

En la conferencia de prensa del sindicato el lunes por la mañana, el presidente del CTU, Jesse Sharkey, declaró: “Queremos lograr un acuerdo de reapertura seguro, ese es el objetivo. Nadie quiere quedarse fuera de su salón de clases en medio de una pandemia”. El vicepresidente estatal de CTU, Davis Gates, secundo esto y dijo: “Estamos trabajando para llegar a un acuerdo”.

Después de que el alcalde demócrata de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, y el sindicato United Federation of Teachers (UFT) establecier an el precedente el otoño pasado al reabrir el distrito escolar más grande del país, los demócratas llegaron a acuerdos con los sindicatos de maestros para reabrir escuelas en Houston, Boston, Baltimore, Washington DC, Detroit, Salt Lake City, Michigan, Washington, Oregón, California y muchas otras ciudades y estados.

Si bien la Administración de Trump y sus partidarios republicanos encabezaron la reapertura de escuelas el verano pasado y el otoño, Biden y los demócratas han asumido este papel con el respaldo de los sindicatos de maestros. La nueva Administración está igualmente comprometida con sacrificar vidas para defender el lucro corporativo cuando la población no ha sido ampliamente vacunada y la pandemia está fuera de control. Aproximadamente la mitad de los 56.6 millones de estudiantes de prescolar a doceavo año en los EE. UU. están asistiendo a clases remotas, por lo que el objetivo de Biden de reabrir completamente todas las escuelas para fines de abril acelerará enormemente la propagación de la pandemia.

En una conferencia de prensa el lunes, Biden declaró casualmente: “Llevamos un tiempo en esto. ¿En qué estamos ahora, unas 410,000 muertes? Y habrá más”. Añadió que “las predicciones eran que veremos entre un total de 600,000 y 660,000 muertes antes de que comencemos a doblar la esquina de manera significante”.

Al expresar la indiferencia de la clase dominante ante las muertes masivas y el sufrimiento que han infligido a los trabajadores durante la pandemia, Biden subestimó el número de muertes por COVID-19 por más de 20,000 y presentó otras 170,000-230,000 muertes como un hecho consumado.

Más adelante en la conferencia de prensa, eludió una pregunta sobre si los maestros deberían ser vacunados antes de que las escuelas vuelvan a abrir, afirmando falsamente que las precauciones mínimas de seguridad y la expansión de pruebas de COVID-19 harán posible una “reapertura segura de las escuelas”.

Dijo: “Los profesores que conozco quieren trabajar. Solo quieren trabajar en un entorno seguro, tan seguro como podamos hacerlo racionalmente. Y podemos hacer eso, y deberíamos poder abrir todas las escuelas, desde el kínder hasta el octavo grado, si es que administramos estas pruebas”.

Si bien los políticos han afirmado falsamente que están motivados únicamente por las necesidades académicas y emocionales de los niños, Biden dejó en claro los intereses económicos que subyacen al impulso bipartidista para reabrir las escuelas. “Tendrá la ventaja adicional, debo agregar, de hacer que millones de personas vuelvan a trabajar. Todas esas madres y padres que están en casa, cuidando a sus hijos en lugar de ir a trabajar, incluso cuando pueden trabajar”. Añadió: “Entonces, esto también se trata de generar crecimiento económico en general”.

El consejo de escuelas públicas de Chicago tuiteó favorablemente los comentarios de Biden, escribiendo: “No podríamos estar más de acuerdo”. La presidenta de la AFT, Randi Weingarten, también expresó su apoyo, mientras que la CTU tuiteó: “Gracias, presidente Biden. Exactamente lo que han dicho los educadores y las respuestas de los padres desde marzo pasado”.

El jueves pasado, el día después de su inauguración, Biden publicó su “Estrategia Nacional para la Respuesta al COVID-19 y la Preparación Pandémica”, un documento de 200 páginas que describe su supuesta “respuesta coordinada a la pandemia”. El plan, que los sindicatos han respaldado de manera similar, equivale a poco más que una campaña de relaciones públicas para “restaurar la confianza con el pueblo estadounidense”, al tiempo que pide un aumento de pruebas y sigue con la distribución rezagada de la vacuna. La palabra “cierres” no aparece en el documento, mientras que “reabrir” aparece 81 veces. La frase “reabrir escuelas de manera segura” aparece 10 veces y es el foco de la “Meta Cinco” del plan.

Como entienden la mayoría de los educadores y los padres, en la actualidad es imposible reabrir de manera segura las escuelas en cualquier lugar de los Estados Unidos. El promedio móvil de siete días es actualmente de 174,774 casos nuevos diarios, sin duda un recuento insuficiente significativo, mientras que la variante altamente transmisible del virus B.1.1.7 (la variante del Reino Unido), se ha encontrado en al menos 24 estados y se está propagando en gran medida sin ser detectada a través del país.

Sin emitir ningún comunicado de prensa o datos, la AFT informó silenciosamente al Washington Post que rastrearon al menos 530 muertes entre maestros de prescolar a doceavo solo en 2020, una cifra que aumentará enormemente en los próximos meses si el plan de Biden se implementa con el apoyo de los sindicatos.

Existe una oposición enorme a la reapertura de escuelas entre educadores, padres, estudiantes y la clase trabajadora en general. En el sur, los educadores se están movilizando ante el aumento de las muertes derivadas de la reapertura de escuelas en Alabama y Georgia.

La semana pasada, cuatro educadores en Montgomery, Alabama, fallecieron por COVID-19. En una poderosa demostración de la verdadera relación de fuerzas, el lunes después de semanas de protestas y la formación del Comité de Seguridad de Base de Educadores de Alabama, decenas de maestros en el distrito escolar organizaron una huelga salvaje, lo que llevó a los funcionarios locales a anunciar un cambio a clases virtuales totales. El distrito propone prolongar este cierre de escuelas hasta el 1 de febrero, pero existe un gran apoyo a detener inmediatamente las clases presenciales.

Esta rebelión se llevó a cabo de forma independiente y en oposición al sindicato Alabama Education Association (AEA), que después de la muerte de los cuatro educadores la semana pasada simplemente pidió una “reevaluación” de las medidas de seguridad del distrito, enfatizando, “No es nuestra intención señalar con el dedo o culpar a nadie”.

En Georgia, tres educadores que trabajaban en el distrito escolar del condado de Cobb murieron a causa de COVID-19 el mes pasado, incluyendo la maestra Dana Johnson y la asistente Cynthia Lindsey la semana pasada. Más de 100 educadores y padres protestaron en una reunión de la junta escolar local la semana pasada, durante la cual el superintendente Chris Ragsdale y otro miembro de la junta escolar se negaron provocativamente a usar mascarillas faciales a pesar de que un asistente solicitó que lo hicieran en honor a Patrick Key, el tercer maestro que murió el día de Navidad que había alentado activamente a otros a usar mascarillas

El lunes, más de 120 maestros en el condado de Cobb no se reportaron a sus aulas debido a que fueron diagnosticados de COVID-19 o que estaban en cuarentena después de haber estado expuestos al virus.

Un maestro en el condado de Lancaster, Pensilvania, gobernado por los demócratas, dijo al World Socialist Web Site: “Mi distrito ya regresó en persona. La junta a favor de enviarnos de regreso a principios de enero. La mayoría de los grados regresaron hoy, el resto lo hará en dos semanas. Todo da mucho miedo y un poco de depresión. Nuestro superintendente está decidido a regresarnos. Estaba muy enojada en el otoño cuando la junta votó a favor de permanecer virtual”.

Hablando sobre el papel del sindicato Lancaster City Education Association (LCEA), comentó: “Nuestro sindicato se doblegó y estuvo de acuerdo con la decisión de impartir clases presenciales. El presidente se dirigió a la junta y les dijo al mismo tiempo que la mayoría de los miembros encuestados querían permanecer virtuales, pero que aceptaremos su decisión”.

Los mismos procesos se están desarrollando en todos los distritos escolares que aún no se han reabierto, y esto solo se puede oponer a través de la movilización más amplia posible de la clase trabajadora. El Comité de Seguridad de Base de Educadores, que el Partido Socialista por la Igualdad ha ayudado a organizar, ha establecido una red de comités de base independientes en Nueva York, Michigan, Illinois, California, Texas, Alabama, Pensilvania y Tennessee, con planes de formar más comités en Utah, Colorado, Washington y otros estados en los próximos días.

Estos comités se adhieren a los principios científicos de que para contener la pandemia debe haber un cierre nacional inmediato que involucre el cierre de todas las escuelas y lugares de trabajo no esenciales con compensación total para los trabajadores y las pequeñas empresas. Solo la atención médica, la producción de alimentos, la energía, la logística y otros lugares de trabajo verdaderamente esenciales deben permanecer abiertos para satisfacer las necesidades de la clase trabajadora, con una protección completa para los trabajadores.

Los que han lucrado de la pandemia, incluyendo cientos de milmillonarios estadounidenses que han acumulado más de $1 billón durante la pandemia, deben ser obligados a pagar por programas sociales masivos para garantizar que todos los educadores y estudiantes tengan la tecnología necesaria para las clases remotas, y que todas las familias reciban atención médica, apoyo financiero, terapia y todos los demás servicios que necesiten.

Instamos a todos los educadores, padres, estudiantes y trabajadores a unirse y ayudar a expandir esta red de comités en los EE. UU. e internacionalmente. Deben hacerse preparativos para una huelga general política a nivel nacional en oposición directa a los demócratas, republicanos y los sindicatos que han conspirado para reabrir escuelas y empresas en nombre de la élite financiera. Para obtener más información sobre este programa y participar, ¡regístrate hoy en wsws.org/edsafety!

(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de enero de 2021)

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