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La “Red por la Libertad Académica” de Alemania: una red para la rehabilitación de Hitler

Setenta académicos alemanes fundaron la “Red por la Libertad Académica” el 3 de febrero. Aunque la organización consiste simplemente en un sitio web vacío, un breve comunicado de prensa y una lista de nombres, los principales medios de comunicación le han dado una amplia publicidad. “La fundación de la Red recibió más reconocimiento en los principales medios de comunicación que casi cualquier otro evento político en el mundo académico en los últimos meses”, escribió el diario Süddeutsche Zeitung .

Si los fundadores fueran remotamente honestos, llamarían a su organización “Red para la rehabilitación de Adolf Hitler”. Buscan ocultar sus verdaderos objetivos detrás de un aluvión de propaganda. Se presentaron en un comunicado de prensa como una minoría perseguida cuyas “posiciones y opiniones” han sido “marginadas y sancionadas moralmente”, y se quejan de “restricciones a la libertad académica”, que “a menudo siguen una agenda ideológica o política”.

En realidad, los fundadores son profesores que pueden expresar sus opiniones donde y cuando quieran. Poseen acceso a departamentos universitarios bien financiados, ya que los académicos con plazas fijas no pueden ser despedidos y tienen un acceso ilimitado a los medios de comunicación. Su red no tiene como objetivo defender la libertad académica, sino más bien suprimir cualquier crítica a su agenda de derecha.

Si se les pide que proporcionen “ejemplos concretos” de personas que han sido excluidas para “puestos de fuera”, la respuesta inevitable es Jörg Baberowski, quien se ha convertido en la principal voz académica del extremismo de derecha en los últimos años y también es miembro de la red.

Baberowski suprime a sus críticos: 2/12/2014- Le prohíben la entrada al presidente editorial del WSWS, David North, de un evento con Robert Service con la ayuda de agentes de seguridad | 1/20/2020- Baberowski arranca los anuncios electorales del JEIIS

Es grotesco retratar al historiador berlinés como víctima de un ataque a la libertad académica. Él mismo es responsable de perseguir sin piedad a sus críticos. Ha expulsado a estudiantes de las reuniones públicas, los ha arrastrado ante los tribunales, los ha insultado de la manera más injustificada y los ha amenazado con violencia por contradecir sus opiniones de extrema derecha. Un video ampliamente visto muestra a Baberowski rompiendo volantes electorales de los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS o IYSSE en inglés) y amenazando a su portavoz, Sven Wurm, con un puño levantado, declarando: “¿Debería golpearte en la cara?”.

Baberowski también calumnia a los especialistas en su campo cuando se atreven a criticarlo. No pasó ni una semana después de la formación de la red antes de que el primero de ellos hablara públicamente. Jan Plamper, profesor de historia en el Goldsmith's College de Londres, describió en el blog del periódico Merkur cómo fue “cancelado” por Baberowski. Baberowski buscó expulsar a Plamper de la dirección editorial de un proyecto conjunto después de que expresó críticas a Baberowski.

La estación de radio pública Deutschlandfunk Kultur transmitió un segmento el 1 y 2 de febrero titulado “Disputa en torno a historiador con sede en Berlín: están tratando de silenciar a Jörg Baberowski”. Fue un despreciable ataque al JEIIS que empleó distorsiones, falsificaciones y mentiras rotundas, y violó los estándares más elementales de la práctica periodística. Obviamente, el segmento se preparó en coordinación con los fundadores de la Red. No había ninguna otra razón contemporánea para su realización: los incidentes de los que se ocupó tuvieron lugar en muchos casos hace varios años. El autor, Sebastian Engelbrecht, se distinguió anteriormente como defensor de Baberowski.

Baberowski y sus seguidores están furiosos con el JEIIS, porque sus miembros fueron los únicos que dieron la alarma hace siete años cuando Baberowski afirmó en Der Spiegel que Hitler “no era cruel”.

Gracias a una intensa lucha por esclarecer los hechos, Baberowski es visto hoy por la gran mayoría de estudiantes y el público en general por lo que es: un profesor de extrema derecha que minimiza los crímenes de la Wehrmacht, defiende a Hitler, agita contra los refugiados y recibe elogios del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), neonazis y Breitbart News. Cuando Baberowski intentó demandar al consejo estudiantil de Bremen y al JEIIS, los tribunales confirmaron que legítimamente podría ser descrito como un extremista de derecha.

A pesar de todos los esfuerzos de la administración universitaria, los profesores, los políticos y los medios de comunicación para defender al profesor de extrema derecha, su reputación se ha arruinado en gran medida. Por lo tanto, la nueva Red está menos preocupada por Baberowski como individuo que por el proyecto que ha tratado de realizar durante años: la rehabilitación de Hitler. Es necesario volver al inicio de la polémica con Baberowski en 2014 para comprender la trascendencia de este tema.

Baberowski defiende a Hitler

El 10 de febrero de 2014, Der Spiegel publicó “La transformación del pasado”, de Dirk Kurbjuweit, que luego se tradujo al inglés como “Las cuestiones de culpabilidad en la Primera Guerra Mundial todavía dividen a los historiadores alemanes”. El artículo persiguió el objetivo autoproclamado de “revaluar la cuestión de la culpa de Alemania”, es decir, revaluar los crímenes de Alemania en ambas guerras mundiales, 100 años después del estallido de la Primera Guerra Mundial y 75 años después del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

La publicación coincidió con un punto de inflexión decisivo en la política exterior alemana. Un año antes, 50 representantes de la política, la academia y los medios de comunicación redactaron un documento, “Nuevo poder, nuevas responsabilidades”, bajo la égida del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas en alemán), que pedía el resurgimiento de un imperialismo y la política exterior militarista de Alemania. En la Conferencia de Seguridad de Múnich, celebrada simultáneamente con la publicación del artículo de Der Spiegel, la ministra de Defensa, Ursula Von der Leyen, el ministro de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, y el presidente Joachim Gauck defendieron enérgicamente este curso de acción.

Como comentó el JEIIS en ese momento, en una carta abierta a la administración universitaria de la Universidad Humboldt, “el resurgimiento del militarismo alemán requiere una nueva interpretación de la historia que reste importancia a los crímenes de la era nazi”. Esta era la tarea del artículo de Der Spiegel. Kurbjuweit entrevistó al politólogo Herfried Münkler para minimizar la responsabilidad de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Esta tarea fue mucho más difícil de realizar durante la Segunda Guerra Mundial, porque es prácticamente imposible negar que la iniciativa de la guerra vino de Alemania. Kurbjuweit se basó en Ernst Nolte y Baberowski sobre este tema. Nolte, ya fallecido, desencadenó la denominada disputa de los historiadores (Historikerstreit) en 1986 con la afirmación de que el nazismo fue una reacción desafortunada pero comprensible al bolchevismo, una afirmación asociada posteriormente con la extrema derecha. En una entrevista con Der Spiegel, Nolte acusó a Gran Bretaña y Polonia de tener la responsabilidad conjunta del ataque de Hitler en 1939 contra Polonia que inició la Segunda Guerra Mundial. También asignó a los judíos “una parte de la culpa de los Gulag”, porque varios bolcheviques eran judíos.

Baberowski defendió a Nolte en 2014. “Lo de Nolte fue una injusticia. Históricamente, tenía razón”, comentó en Der Spiegel. Pero fue mucho más allá de lo que dijo Nolte sobre Hitler, afirmando que “Hitler no era un psicópata, y no era cruel. No quería que la gente hablara sobre el exterminio de los judíos en su mesa. Stalin, por otro lado, se deleitó en componer y firmar las listas de asesiantos. Él era cruel. Era un psicópata”.

El movimiento trotskista ya entendía que Stalin era un asesino cruel cuando Baberowski era maoísta, todavía defendía a Stalin y recaudaba fondos para el asesino en masa Pol Pot. Los oposicionistas de izquierda y otros socialistas fueron las principales víctimas de Stalin. Pero retratar a Hitler bajo una luz “relativamente” positiva es la forma más obscena de falsificación histórica, comparable a la negación del Holocausto.

Fue significativo que en 2014 nadie, aparte del JEIIS y el Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad, SGP), respondiera a la declaración de Baberowski. En 1986, las formulaciones mucho más ambiguas de Nolte desencadenaron una tormenta de protestas, que lo llevaron a desacreditarlo como académico. Hoy, la “Red por la Libertad Académica” le daría la bienvenida a Nolte como miembro honorario y lo describiría como una presunta víctima de la “cultura de la cancelación”.

La declaración de Baberowski no solo fue una falsificación abierta de la historia, sino que también trivializó la dictadura nazi, dado que la crueldad personal de Hitler tuvo una importante influencia en sus crímenes.

Peter Longerich escribió en su biografía de Hitler, publicada en 2015, que su personalidad “no solo (desempeñó) un papel que no debería subestimarse en las decisiones políticas importantes, sino que también (co-determinó) la esencia de su política”. En un punto, Longerich describe gráficamente como Hitler viajó personalmente a Múnich durante el “golpe de Röhm” para declarar sentencias de muerte arbitrarias contra sus antiguos compañeros en armas.

En su biografía de Hitler, Ian Kershaw describe el salvajismo con el que Hitler ejecutó a los líderes del intento de asesinato del 20 de julio de 1944 después de haber sido torturados en prisión y humillados ante el Tribunal Popular: “El modo normal de ejecución por delitos capitales civiles en el Tercer Reich era la decapitación. Pero según los informes, Hitler había ordenado que los que estaban detrás de la conspiración del 20 de julio de 1944 fueran 'ahorcados, colgados como restos de carne’”.

Por orden de Hitler y Goebbels, las ejecuciones fueron filmadas y fotografiadas. Kershaw escribe: “Los hombres condenados fueron llevados adentro, esposados y con pantalones de prisión… El ahorcamiento se llevó a cabo dentro de los 20 segundos posteriores a la entrada del preso en la habitación. Sin embargo, la muerte no fue inmediata. A veces llegaba rápido, en otros casos, la agonía era lenta y duraba más de 20 minutos. En una obscenidad superflua adicional, los verdugos les bajaron los pantalones a algunos de los condenados antes de morir. Y todo el tiempo la cámara sonaba. Las fotografías y la película espeluznante fueron enviadas al cuartel general del Führer. Speer informó más tarde haber visto una pila de esas fotografías en la mesa de mapas de Hitler cuando visitó la Guarida del Lobo el 18 de agosto”.

Baberowski, que se especializa en la investigación de la violencia, conoce bien estas cuestiones. Cuando afirma, a pesar de saberlo mejor, “Hitler no fue cruel”, equivale a una trivialización deliberada de Hitler y la dictadura nazi.

Su afirmación de que el exterminio de los judíos no se discutió en la mesa de Hitler es también una total falsificación. Hay innumerables extractos de las “discusiones en la mesa” registradas por Hitler en el cuartel general del Führer entre el verano de 1941 y principios de 1942 en las que critica airadamente a los judíos y afirma que Europa estará “libre de judíos” al final de la guerra.

El mayor crimen de los nazis, el asesinato de seis millones de judíos, fue iniciado y ordenado directamente por Hitler, como demuestra Longerich. Escribe en el resumen de su biografía: “Fue Hitler quien tomó las decisiones fundamentales sobre la colonización de las áreas conquistadas por los colonos alemanes y 'germanos', y la persecución de los habitantes nativos, y fue él quien en la primavera y a principios del verano de 1942 resolvió tomar medidas que conducirían al exterminio de los judíos europeos durante la guerra”.

El regreso del fascismo

La nueva Red se ha establecido para justificar estos crímenes históricos sin precedentes bajo la bandera fraudulenta de la “libertad académica”. El hecho de que se hayan sumado 70 profesores demuestra que las ideas de derecha y fascistas están ganando terreno entre los académicos. La lista de miembros coincide en gran medida con los signatarios del “Llamamiento por espacios libres para el debate” en diciembre pasado, que fue firmado por extremistas de derecha como Monika Maron, Vera Lengsfeld y Matthias Matussek. Junto a reconocidos derechistas, como Peter Hoeres, Egon Flaig y Andreas Rödder, los fundadores de la Red incluyen académicos que se están moviendo rápidamente hacia la derecha bajo la presión de la crisis social.

Cualquiera que crea que el regreso del fascismo en Alemania es imposible está ciego. Un partido de extrema derecha, la AfD, está desempeñando un papel importante en la política alemana por primera vez desde los nazis. Hitler tiene muchos admiradores en la élite gobernante, que ahora prepara su rehabilitación gradual.

En todo el mundo, la burguesía recurre cada vez más abiertamente hacia formas de gobierno autoritarias y fascistas. En los Estados Unidos, la democracia occidental más antigua, un presidente en funciones organizó por primera vez un intento de golpe de Estado desde la Casa Blanca para evitar la llegada al poder de su sucesor elegido democráticamente. La conspiración fascista, que se extiende profundamente al Partido Republicano y al aparato estatal, continúa tras la salida de Trump.

La burguesía está respondiendo a las agudas tensiones sociales que están recrudeciendo cada vez más por la pandemia del coronavirus y la política criminal de anteponer las ganancias a las vidas humanas. Temen una rebelión social y están recurriendo, como en la década de 1930, a las fuerzas fascistas para reprimirla.

Otro factor es el programa masivo de rearme militar, al que se opone firmemente la población en general. Aunque el gasto militar ha aumentado drásticamente desde 2014, la élite gobernante alemana insiste en que esto no es ni cerca de lo suficiente para transformar a Europa y Alemania en una potencia militar mundial. También se está desarrollando una oposición generalizada a esto.

Es bien conocido el miserable papel desempeñado durante el Tercer Reich por las cátedras universitarias, que interpretaron cada voz crítica entre los estudiantes como un insulto a la autoridad del Estado. Varios se unieron a los nazis antes de 1933, mientras que el resto ya no pudo contenerse cuando quedó claro que la victoria de Hitler estaba fuera de toda duda. Mientras sus colegas judíos se exiliaban, cientos de profesores eruditos firmaron una “Declaración de profesores de las universidades alemanas a Adolf Hitler y al Estado nacionalsocialista”.

En su ensayo “El Führer protege la ley”, el jurista Carl Schmitt justificó el asesinato de 200 personas solo por orden de Hitler durante el golpe de Estado de Röhm. Cabe señalar de paso que Baberowski dedicó su último libro, El leviatán en peligro de extinción, a Carl Schmitt.

El JEIIS y el SGP han demostrado que es posible resistir eficazmente el ascenso de la extrema derecha. Aunque Baberowski tiene poderosos partidarios en la política y los medios, la lucha contra sus posiciones encontró un fuerte apoyo entre los estudiantes y trabajadores. Tal lucha requiere tanto la completa independencia de todos los partidos establecidos, incluido el partido La Izquierda, como un programa socialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 13 de febrero de 202l1)

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