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Perspectiva

La “autopsia” de la pandemia en CNN: la anatomía de un “asesinato social”

El domingo por la noche, CNN presentó un especial de dos horas sobre la pandemia de COVID-19, en el que destacan las entrevistas con los expertos de la salud que lideraron, en nombre, la respuesta del país a la enfermedad bajo el Gobierno de Trump.

Las entrevistas son una condena devastadora para un Gobierno y una élite política que permitieron deliberadamente que cientos de miles murieran para proteger los intereses de la oligarquía financiera.

Según los dos individuos más prominentes entrevistados —la coordinadora de la respuesta al coronavirus de la Casa Blanca, Debora Birx, y el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, Anthony Fauci— casi toda la respuesta de salud pública en el país ante la pandemia se llevó a cabo desafiando la ciencia y los consejos de los expertos.

En los momentos clave de la pandemia, según las propias admisiones de los funcionarios, el Gobierno de Trump estuvo involucrado activamente en un encubrimiento masivo o bien en una política deliberada de permitir que la pandemia se propagara libremente por toda la población.

Si el programa es, en las palabras del anfitrión Dr. Sanjay Gupta de CNN, una “autopsia” de la pandemia, entonces la causa de la muerte debe ser establecida, en las palabras de la revista médica BMJ, como un “asesinato social”.

La respuesta del Gobierno estadounidense a la pandemia fue un desastre desde el principio, empezando por lo que Gupta llamó el “pecado original” de no tomar pruebas a un nivel significativo durante los dos primeros meses de la pandemia.

La decisión de no realizar pruebas a la población durante todo enero y febrero nunca se ha explicado de forma convincente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó formalmente al mundo del brote de lo que luego se llamaría COVID-19 el 1 de enero de 2020. Pero durante los dos meses siguientes, Estados Unidos no llevó a cabo ninguna prueba para detectar la enfermedad, a pesar de que a principios de enero estaba disponible una prueba de la OMS.

En sus entrevistas, los funcionarios de salud se culparon mutuamente por no utilizar la prueba de la OMS, que estaba disponible ampliamente, culpándose como una patata caliente hasta que el comisionado de la FDA, Steven Hahn, finalmente afirmó que la propia OMS era responsable porque no obligó a los Estados Unidos a utilizar sus pruebas.

Este relato es absurdo. Una explicación mucho más creíble es la que ofrece Birx: “La gente realmente creía en la Casa Blanca, en que las pruebas estaban impulsando los casos, en lugar de que las pruebas fueran una forma de detener los casos”.

En otras palabras, dado que la Casa Blanca afirmaba que las pruebas eran la causa de los casos, desalentaba las pruebas. Convenientemente, la falta de pruebas significó que todos, incluyendo a Fauci y a la propia Birx, pudieron justificar la afirmación de que el peligro era bajo, al tiempo en que desalentaban al público a tomar medidas vitales de distanciamiento social que pudieron haber detenido la propagación de la pandemia.

A mediados de marzo, cuando la pandemia estaba totalmente descontrolada en Italia y s extendía rápido en Nueva York, se les hizo imposible mantener esta farsa. Una vez que EE.UU. finalmente comenzó a realizar pruebas a las personas que mostraban síntomas de COVID-19, se hizo innegable que había una transmisión comunitaria generalizada en todo el país.

Los trabajadores empezaron a abandonar sus puestos de trabajo y los mercados cayeron en picada. El Gobierno estadounidense respondió aprobando la Ley CARES, un rescate masivo de varios billones de dólares para las grandes empresas, acompañado de billones más en efectivo de la Reserva Federal. Sintiendo la necesidad de ganar tiempo, la Casa Blanca de Trump fomentó temporalmente el trabajo a distancia y el cierre de escuelas.

Birx y Fauci afirman que la Administración de Trump solo escuchó seriamente sus consejos en dos ocasiones: cuando se inició el desarrollo de las vacunas en enero y cuando aconsejó al público “a trabajar o tomar clases desde la casa siempre que fuera posible” durante 45 días a partir de marzo.

Sin embargo, en cuestión de días, Trump comenzó a defender el abandono de estas medidas básicas bajo el lema, acuñado por Thomas Friedman, del New York Times, de que “el remedio no puede ser peor que la enfermedad.” Esta campaña llevó a la Casa Blanca a publicar una serie de directrices tituladas “Reabriendo Estados Unidos”.

Aunque estas directrices establecían nominalmente una serie de criterios para que los estados reabrieran los negocios no esenciales, en realidad enviaban una señal política de que había que abandonar todas las medidas para contener la enfermedad. Los gobernadores de todos los estados procedieron a llevar a cabo reaperturas en los estados gobernados tanto por demócratas como republicanos donde los casos seguían aumentando, violando las propias directrices del Gobierno de Trump.

Los estados, dijo Birx, procedieron a “ignorar completamente los criterios de apertura”. Añadió: “No vi venir que nadie iba a seguir realmente los criterios de apertura... así que cuando llegó el Día de los Caídos, fue... fue impactante”.

Pero las acciones de los estados no fueron una sorpresa para el World Socialist Web Site. Apenas unos días después de la publicación de las directrices, el WSWS escribió:

El cínico anuncio de la Administración de Trump de un conjunto de “directrices” fraudulentas que servirán para legitimar una rápida reapertura de las empresas y un regreso forzado al trabajo, en condiciones inseguras, desmiente cualquier pretensión pública de que hubo un esfuerzo sistemático y coordinado dentro de los Estados Unidos para dar prioridad a la salud y proteger la vida humana combatiendo la propagación de la pandemia de COVID-19.

Un año después, no hay que cambiar ni una palabra de este análisis. Tras el anuncio de los criterios de reapertura, Birx y Fauci fueron en gran medida marginados, pasando semanas sin hablar con Trump. Fueron sustituidos por el ideólogo de derecha y defensor de la inmunidad colectiva, Scott Atlas.

Como dijo el “zar de las pruebas” Brett P. Giroir, quien también fue entrevistado, “la posición del Dr. Atlas es que deberíamos como dejarlo correr en la población sana para crear inmunidad colectiva”. Atlas y sus colaboradores creían que cualquier medida para contener la enfermedad “comprometía la economía y el estilo de vida estadounidenses. En su mente, todas esas cosas pesaban más que las muertes”.

El pasaje más citado del programa de CNN fue la admisión por parte de Birx de que casi medio millón de muertes en Estados Unidos eran evitables. Como dijo Birx, “En la primera instancia, tuvimos una excusa, hubo alrededor de 100.000 muertes que vinieron de esa exploración original, todas las demás, en mi opinión, pudieron haber sido mitigadas o disminuidas sustancialmente”.

En otras palabras, si se hubieran cerrado los negocios no esenciales y las escuelas, se pudo haber contenido la propagación de la enfermedad lo suficiente como para reducirla enormemente mediante la realización de pruebas, cuarentenas y el rastreo de los contactos. Pero estas medidas entraban en conflicto con los intereses sociales de la oligarquía financiera estadounidense. No se llevaron a cabo y esto causó la muerte de cientos de miles de personas.

Aunque CNN llama su programa una “autopsia”, el crimen sigue en marcha. Incluso mientras Fauci y Birx condenan la reapertura prematura de escuelas y negocios por parte de la Administración de Trump, la Administración de Biden está llevando a cabo las mismas políticas, con los mismos resultados.

El lunes, justo un día después de que Birx dejara en claro que la mayoría de las muertes en Estados Unidos eran prevenibles, la directora de los CDC, Rochelle Walensky, advirtió que se avecina un “desastre inminente” si Estados Unidos no cambia su rumbo. Sin embargo, solo dos semanas antes, los CDC, cediendo a la presión de la Administración de Biden, modificó sus directrices sobre el distanciamiento social para facilitar la reapertura de las escuelas.

Un año después de los acontecimientos descritos en el programa de la CNN, mil personas mueren a diario en Estados Unidos. Y con la aparición de nuevas variantes mortales de la enfermedad en todo el mundo, el COVID-19 es más peligroso que nunca.

Las consecuencias catastróficas de la pandemia son producto de que la respuesta de los Gobiernos, encabezada por Estados Unidos pero repetida en todo el mundo. No se guiaron por las necesidades sociales y la salud pública, sino por el lucro privado. La solución a la pandemia, por lo tanto, no fue nunca ni es principalmente una cuestión médica. Es una cuestión de la lucha social y política de la clase obrera internacional contra el sistema capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de marzo de 2021)

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