Español
Perspectiva

El fin de la guía de uso de mascarillas de los CDC busca “normalizar” las muertes

El jueves, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) anunció que ya no está aconsejando a los individuos vacunados contra el COVID-19 a que utilicen mascarillas ni practiquen distanciamiento social en interiores.

Museo David J. Sencer de los CDC en Atlanta, GA (Wikimedia Commons)

“Cualquiera que esté completamente vacunado puede participar en actividades interiores y exteriores, grandes o pequeñas, sin utilizar mascarillas ni practicar distanciamiento social”, declaró la directora de los CDC, Rochelle Walensky.

Pero casi dos terceras partes de la población estadounidense no está completamente vacunada, lo que impide determinar quién está vacunado y quién no. El cambio de las guías de los CDC significa que todas las personas, estén vacunadas o no, podrán reunirse en interiores sin mascarilla, incluyendo eventos masivos como los deportivos. El resultado será un aumento importante en la tasa de propagación.

La nueva guía de los CDC es una decisión política, no científica. Su intención es dar la señal de que se deben levantar todas las medidas que afecten los intereses empresariales, desde los requisitos de distanciamiento social hasta las guías modificadas de salud. Las fábricas y otros centros laborales podrán reunir a trabajadores en grupos, sin limpiar las superficies ni los baños, y enviar a sus empleados a multitudes sin mascarillas.

En 24 horas, varias de las cadenas comerciales más grandes del país, incluyendo Walmart, Sam’s Club y Trader Joe’s, anunciaron que ya no aplicarían las órdenes de uso de mascarilla en sus instalaciones. Más de 10 estados, incluyendo Kansas y Minnesota, flexibilizaron sus restricciones sobre mascarillas en respuesta a las nuevas guías de los CDC.

El anuncio fue una sorpresa para los epidemiólogos. Tras la publicación de las directrices, el New York Times publicó un artículo titulado “Cientos de epidemiólogos esperaban el uso de mascarillas en público durante al menos un año”. En una encuesta realizada a epidemiólogos en el mes anterior al anuncio, el Times descubrió que “el 80 por ciento dijo que pensaba que los estadounidenses tendrían que llevar mascarillas en lugares públicos cerrados durante al menos un año más. Solo el cinco por ciento dijo que la gente ya no necesitaría usar mascarillas en interiores para este verano”.

“A menos que las tasas de vacunación aumenten hasta el 80 o el 90 por ciento en los próximos meses, deberíamos usar mascarillas en los lugares públicos interiores de gran tamaño”, declaró Vivian Towe, responsable del programa del Patient-Centered Outcomes Research Institute, al New York Times .

Comentando la propuesta de los CDC, Eric Feigl-Ding, economista jefe de salud de Microclinic International y miembro principal de la Federación de Científicos Estadounidenses, comentó: “SIGAMOS USANDO LAS MASCARILLAS-Los epidemiólogos con tarjeta (con doctorado formal en epidemiología) sabemos de qué estamos hablando”.

Añadió en un tuit posterior, “no se puede distinguir quién se quitó la mascarilla después de estar totalmente vacunado frente a quién se la quitó o nunca se la puso a pesar de no estar vacunado”.

Aunque la vacunación es fundamental para contener y erradicar el COVID-19, sólo es parcialmente eficaz. Las vacunas de Pfizer y Moderna afirman tener una eficacia del 95 por ciento, lo que significa que una de cada veinte infecciones seguirá produciéndose entre las personas vacunadas.

La vacuna de Johnson & Johnson es incluso menos eficaz, ya que un estudio demostró que sólo era un 66 por ciento eficaz para bloquear el COVID-19 en casos de moderados a graves. Esta realidad se puso de manifiesto cuando ocho miembros del equipo de béisbol de los Yankees de Nueva York y su personal directivo dieron positivo al COVID-19 en los últimos días, a pesar de estar totalmente vacunados con la vacuna de Johnson & Johnson.

Desde el comienzo de la pandemia, la clase dirigente en los Estados Unidos y a nivel internacional respondió rechazando todas las medidas necesarias para salvar vidas. Las consecuencias han sido catastróficas. El número de muertos a nivel mundial asciende a más de 3,3 millones. Los nuevos casos y las muertes diarias en todo el mundo están cerca o en niveles récord.

En Estados Unidos, según las cifras oficiales, casi 600.000 personas han muerto a causa de la pandemia de COVID-19. Un estudio reciente del Institute for Health Metrics and Evaluation estimó que el número real de muertos es superior a 900.000, una cifra mayor que la de cualquier guerra en la historia de los Estados Unidos.

Ahora, incluso la pretensión de que se está combatiendo la enfermedad está siendo abandonada. En lugar de afirmar que se está deteniendo la propagación de la enfermedad, se están “normalizando” las muertes masivas por COVID-19. La pandemia continuará. Se propagarán nuevas cepas, y se les está diciendo a los trabajadores que simplemente tendrán que aceptar muertes extendidas como un hecho de la vida.

En diciembre de 2020, cuando la cifra de muertos en EE.UU. era de casi 300.000, el WSWS explicó:

La normalización de las muertes surge de la decisión, enraizada en intereses de clase, de tratar la “salud económica” y la “vida humana” como fenómenos comparables, dando prioridad a la primera sobre la segunda. Una vez que se acepta la legitimidad de la comparación y la priorización —como lo hacen la élite política, los oligarcas y los medios de comunicación—, las muertes masivas se consideran inevitables. A raíz de este horrible cálculo, aparece el lema: “El remedio no puede ser peor que la enfermedad”.

En los últimos cinco meses, el número de muertos se ha duplicado. Una nueva Administración ha tomado el poder, pero la misma política continúa. Como parte de esta campaña, el número de muertes e infecciones diarias en EE.UU. ni siquiera se informa en las noticias. Sin embargo, el número de muertes en Estados Unidos sigue siendo de entre 600 y 700 al día. Más de 20.000 personas murieron de COVID-19 en los últimos 30 días, y 868 personas murieron de la enfermedad solo el miércoles. El año pasado, por estas fechas, se reportaban 24.000 nuevos casos diarios de COVID-19, frente a los 40.000 actuales.

El fin de las órdenes de uso de mascarilla eliminará otro obstáculo para la propagación de las variantes del COVID-19, que son potencialmente más resistentes a la inmunidad proporcionada tanto por las vacunas como por los contagios. Cada día, más de 700.000 personas en todo el mundo dan positivo al COVID-19, lo que da al virus más oportunidades de mutar a medida que se propaga. Los riesgos potenciales de las nuevas variantes del COVID-19 son desconocidos y no se pueden conocer.

El cambio en las directrices de los CDC no tiene validez científica ni de salud pública. La Administración de Trump presionó repetidamente a los CDC para que falsificaran la ciencia y justificaran así la reapertura deseada por el Gobierno de las escuelas y los negocios. Esta realidad no ha cambiado bajo el mandato de Biden, que se ha dedicado de lleno a reabrir las escuelas, con el objetivo de conseguir que la mayor parte posible de la población vuelva a la fuerza laboral para engrosar las ganancias de las grandes corporaciones y frenar las crecientes demandas de los trabajadores por aumentos salariales.

Los trabajadores no deben aceptar las directrices políticamente motivadas de los CDC. Deben exigir que todos usen mascarillas en su plantilla y que la gerencia asigne los recursos necesarios para la aplicación de protocolos de higiene estrictos para detener la propagación del COVID-19.

La lucha por estas reivindicaciones es imposible en el marco de los sindicatos. El mismo día en que los CDC dieron sus pautas políticamente motivadas, la presidenta del sindicato American Federation of Teachers (AFT), Randi Weingarten, expresó su determinación de acabar con la resistencia de los profesores a la reapertura de las escuelas, declarando: “No hay duda: Las escuelas deben estar abiertas. De manera presencial. Cinco días a la semana”.

Los trabajadores no pueden aceptar que decenas de miles de personas mueran cada mes en Estados Unidos, junto con cientos de miles en todo el mundo. La lucha por contener la pandemia es inseparable de la creación de comités de base en todos los centros de trabajo, y de la lucha por armar a la clase obrera con una perspectiva socialista para derrocar el sistema capitalista que subordina la preservación de la vida humana al lucro privado.

(Publicado originalmente en inglés el 15 de mayo de 2021)

Loading